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Después de abandonar la zona en la que tus compañeros casi llegan a las manos con el bueno del Legado, viste como Celarion se marchaba hacia el cuartel de la Legión Imperial, presumiblemente tras el cuerpo de Laelette. En cambio Dryston, se marchó hacia el palacio del Jarl, dónde viste como se reunía con el resto del grupo con el que habías llegado. Observaste las cercanías del palacio del Jarl. Había bastante tranquilidad en la zona, alguna patrulla formada por dos guardias caminaba por las calles sistemáticamente sin percatárse de tu presencia y algun borracho procedente de la taberna vomitaba en alguna esquina antes de desplomarse al suelo. Cuando lo revisaste todo y te aseguraste de que nada te llamába excesivamente la atención, te dirigiste al Palacio del Jarl. Tus compañeros ya se habían marchado, intuías que para investigar otras pistas. El Palacio del Jarl es una edificación grande, de estilo nordico, con techos empinados para evitar la acumulación de nieve y con muchos adornos en la madera. La puerta principal estaba custodiada por dos soldados, los cuales parecían bastante inquietos, quizá por que han conocido a la bella Liv. A los lados, pudiste observar que habían ventanas en ambos pisos. En la planta de abajo las ventanas daban a la cocina, a unas letrinas, una pequeña armeria y a una especie de biblioteca o laboratorio de alquimia, no estabas seguro del todo. La parte de arriba, intuías que las ventanas daban a diferentes estancias personales, probablemente dormitorios. Además, en la parte de atrás había una especie de portón doble que iba hacia el suelo, probablemente daba acceso al sótano, pero estaba cerrada con llave.
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Tras merodear por los alrededores y evaluar la situación, se quedó a un lado del palacio del Jarl, apoyado en una pared de una casa colindante pensativo. Se mesaba la perilla recortada que asomaba bajo la capucha con gesto truncado, intentando discernir cuál sería el mejor movimiento a realizar.
Aquella situación se asemejaba a las partidas de hnefatafl que a veces intercambiaba con su sire, en las que intentaba entrenar su paciencia para ser lo más efectivo posible. Intentando con ello no dejarse llevar por la bestia que llevaba dentro y de la cual se sentía más que orgulloso.
- (Veamos…, en las estancias es posible que encuentre alguna clase de documentación, pero es más que probable que también tenga objetos valiosos y que por tanto estén vigiladas. Esa trampilla probablemente signifique que tenga a algún igual durmiendo Tal vez, el lugar más apropiado para empezar sea el propio laboratorio de alquimia…) - pensaba para sí el dunmer mientras tomaba la decisión. Alguna que otra vez en el bastión del clan había oído hablar que algunos de sus iguales eran capaces de realizar sortilegios con la propia sangre del ganado. Era muy posible que se equivocara, pero, si no encontraba nada del otro mundo, tal vez Celarion supiera interpretar lo que allí pudiera encontrar.
Tras esto, comenzó la marcha, de manera cauta cual gato que se mueve en la noche, desviándose del camino para evitar a los soldados. Una vez lograra llegar a la ventana, intentaría entrar por esta como ya había hecho en otras ocasiones.
Aquella situación se asemejaba a las partidas de hnefatafl que a veces intercambiaba con su sire, en las que intentaba entrenar su paciencia para ser lo más efectivo posible. Intentando con ello no dejarse llevar por la bestia que llevaba dentro y de la cual se sentía más que orgulloso.
- (Veamos…, en las estancias es posible que encuentre alguna clase de documentación, pero es más que probable que también tenga objetos valiosos y que por tanto estén vigiladas. Esa trampilla probablemente signifique que tenga a algún igual durmiendo Tal vez, el lugar más apropiado para empezar sea el propio laboratorio de alquimia…) - pensaba para sí el dunmer mientras tomaba la decisión. Alguna que otra vez en el bastión del clan había oído hablar que algunos de sus iguales eran capaces de realizar sortilegios con la propia sangre del ganado. Era muy posible que se equivocara, pero, si no encontraba nada del otro mundo, tal vez Celarion supiera interpretar lo que allí pudiera encontrar.
Tras esto, comenzó la marcha, de manera cauta cual gato que se mueve en la noche, desviándose del camino para evitar a los soldados. Una vez lograra llegar a la ventana, intentaría entrar por esta como ya había hecho en otras ocasiones.
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Al acercarte nuevamente a la ventana, pudiste observar esta vez con más detenimiento el interior de esa estancia. Efectivamente, como habías supuesto era un laboratorio de alquimia, pero una de las paredes estaba completamente tapada con estanterías repletas de libros. No había nada de luz, salvo la que las estrellas y las lunas proyectaban sobre la casa. Estaba oscuro pero eras capaz de orientarte y ver el contenido de la estancia. Cerca del mezclador de pociones y venenos había un arcón. Al otro lado había una mesa con una silla. La mesa estaba llena de pergaminos y libros.
La ventana tenía un cristal rejado, la forja del propio cristal era meramente decorativa. Una vez cerca de ella pudiste abrirla sin esfuerzo ya que un pestillo en el centro, con la función de mantener cerrada la ventana del viento era lo único que te impedía abrirla. Al entrar, notaste que la estancia desprendía un fuerte olor a hierbas. Por un lado era lógico, ya que era uno de los ingredientes básicos para la elaboración de pociones. Pero era un olor intenso, más que de costumbre. Quizá acababan de elaborar una serie de pociones y por ello el olor era muy reciente. O simplemente era una hierba de aroma muy intenso que no habías olido hasta ahora. Aparte de la ventana, frente a ti, en una esquina de la habitación divisas una puerta, por ahora cerrada.
La ventana tenía un cristal rejado, la forja del propio cristal era meramente decorativa. Una vez cerca de ella pudiste abrirla sin esfuerzo ya que un pestillo en el centro, con la función de mantener cerrada la ventana del viento era lo único que te impedía abrirla. Al entrar, notaste que la estancia desprendía un fuerte olor a hierbas. Por un lado era lógico, ya que era uno de los ingredientes básicos para la elaboración de pociones. Pero era un olor intenso, más que de costumbre. Quizá acababan de elaborar una serie de pociones y por ello el olor era muy reciente. O simplemente era una hierba de aroma muy intenso que no habías olido hasta ahora. Aparte de la ventana, frente a ti, en una esquina de la habitación divisas una puerta, por ahora cerrada.
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Una vez dentro, fue lo más rápido que pudo y no se lo pensó dos veces antes de actuar. Tal vez no dispusiera de mucho tiempo y en cualquier tiempo aquella puerta podría abrirse. De este modo desplazándose entre la oscuridad lo primero que hizo fue dirigirse a la mesa llena de libros, leyendo por encima las portadas de los mismos intentando encontrar algo que fuera de utilidad. De estos libros tomó el que a él le pareció que podría contener algo útil.
Búsqueda entre los libros:
Seguidamente se dirigió al arcón, y lo registró lo más rápido que pudo, intentando en la medida de lo posible guiarse por sus instintos. De entre las hierbas que pudo encontrar, intentó tomar aquella que desprendía aquél olor tan intenso y que estaba fuera de sus conocimientos. Tal vez las dos partes estuvieran relacionadas.
Búsqueda entre las hierbas :
Con los objetos bajo su poder, los guardó de forma que no le molestaran en sus movimientos, dirigiéndose de nuevo a la ventana con intención de desaparecer.
Búsqueda entre los libros:
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Búsqueda entre las hierbas :
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Con la gracia de un gato que se mueve sobre un bordillo a media noche, sin hacer apenas ruído. Te pones a ojear algunos de los libros que encuentras en la estancia. Ayudándote de la escasa luz que entra a través de la ventana e ilumina levemente las rugosas páginas de los ejemplares que tenías en tus manos. En general, los libros trataban sobre curación y medicamentos. Había infinidad de recetas para elaborar pociones con fines curativos. En algunos de los libros encontraste anotaciones que hacían referencia a las propias recetas. "Esta no funciona", " Cambiar cardo rojo por lavanda", "Falta líquido, ¿agua, servirá?" Te dejaba claro que alguien intentaba elaborar pociones siguiendo las instrucciones de esos libros y por la cantidad de libros que había, parecía que la persona que estaba elaborando dichas pociones, no lograba su objetivo.
El arcón no estaba asegurado de ninguna manera, por lo que pudiste abrirlo sin ningún tipo de problema. Para tu sorpresa, las visagras del arcón rechinaron un poco al abrirlo. No sabrías decir si el sonido había sido lo suficientemente alto como para llamar la atención, pero por el momento no parecía venir nadie. En su interior observaste objetos completamente irrelevantes para ti. Un montón de viales de cristal para contener pociones y venenos. Instrumental para realizar mezclas, cortar ingredientes, etc. No parecía nada más allá de material para elaborar pociones o venenos.
Entre las hierbas identificaste muchas de ellas. Se encontraban bien clasificadas, estaban las que se usaban de base, la potenciadoras y las catalizadoras. En general conocías todas y cada una de ellas. Podías saber mas o menos su uso, pero tus conocimientos no iban mucho más allá acerca del arte de las pociones. Si te fijaste en la mesa de elaboraciones. De ahí provenía el olor fuerte que habías notado claramente al entrar. La mesa de alquimia había sido utilizada recientemente, ya que podías ver uno de los tubos de vidrio gotear muy lentamente, además de que podías ver parte de las hierbas machacadas sobre la mesa. El olor venía claramente de esas hierbas, las cuales no conocías de nada. Contra más tiempo lo olías, más asco te daba. El olor te provocaba una mezcla entre asco y aversión. No te provocaba dolor de ningún tipo, pero era dificil dejar de notarlo. A pesar de que no necesitabas respirar, no podías evitar hacerlo porque tu mente te decía que ese olor estaba ahí.
El arcón no estaba asegurado de ninguna manera, por lo que pudiste abrirlo sin ningún tipo de problema. Para tu sorpresa, las visagras del arcón rechinaron un poco al abrirlo. No sabrías decir si el sonido había sido lo suficientemente alto como para llamar la atención, pero por el momento no parecía venir nadie. En su interior observaste objetos completamente irrelevantes para ti. Un montón de viales de cristal para contener pociones y venenos. Instrumental para realizar mezclas, cortar ingredientes, etc. No parecía nada más allá de material para elaborar pociones o venenos.
Entre las hierbas identificaste muchas de ellas. Se encontraban bien clasificadas, estaban las que se usaban de base, la potenciadoras y las catalizadoras. En general conocías todas y cada una de ellas. Podías saber mas o menos su uso, pero tus conocimientos no iban mucho más allá acerca del arte de las pociones. Si te fijaste en la mesa de elaboraciones. De ahí provenía el olor fuerte que habías notado claramente al entrar. La mesa de alquimia había sido utilizada recientemente, ya que podías ver uno de los tubos de vidrio gotear muy lentamente, además de que podías ver parte de las hierbas machacadas sobre la mesa. El olor venía claramente de esas hierbas, las cuales no conocías de nada. Contra más tiempo lo olías, más asco te daba. El olor te provocaba una mezcla entre asco y aversión. No te provocaba dolor de ningún tipo, pero era dificil dejar de notarlo. A pesar de que no necesitabas respirar, no podías evitar hacerlo porque tu mente te decía que ese olor estaba ahí.
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Tras examinar el lugar, suspiró levemente. No iba a perder más tiempo allí. De esta forma se acercó a la mesa donde se encontraban las hierbas que desprendían aquél hedor tan penetrante. Sacó una pequeña bolsa de cuero, que solía utilizar para guardar pequeños botines en sus incursiones, y guardó una muestra.
Seguidamente, sin perder más tiempo se acercó a la ventana, miró a ver si alguien pasaba cerca, y en cuanto vio la oportunidad salió. Una vez fuera estimó el tiempo que quedaba de noche, si era poco, se reuniría con el resto del grupo, si por el contrario aún había tiempo, iría en busca de Celarion, el mago del grupo. Las últimas noticias que había tenido de este es que había ido a examinar a la mujer que había sido quemada en la hoguera aquella misma noche.
Seguidamente, sin perder más tiempo se acercó a la ventana, miró a ver si alguien pasaba cerca, y en cuanto vio la oportunidad salió. Una vez fuera estimó el tiempo que quedaba de noche, si era poco, se reuniría con el resto del grupo, si por el contrario aún había tiempo, iría en busca de Celarion, el mago del grupo. Las últimas noticias que había tenido de este es que había ido a examinar a la mujer que había sido quemada en la hoguera aquella misma noche.
