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Una vez el Legado se había marchado hacia el cuartel, dónde justamente se habían llevado el cuerpo de Laelette poco antes. Pudiste ver como Dryston se marchaba en dirección al Palacio del Jarl, o almenos eso podías intuir. Además de que la poca gente que aun se resistía a perderse el espectáculo, finalmente se acabó disgregando y marchándose cada uno hacia sus casas o a la posada. Eso no lo podías saber, lo que si sabías es que tenías intención de examinar ese cuerpo si o si. No era la investigación sobre su anatomía propiamente dicha lo que te interesaba, si no más bien que el tal Falion no metiera mano donde no debía. No sabías si había algo más de tu propia naturaleza vampírica que te delatara ante otros, pero sabes que después de un frenesí, los colmillos son difíciles de ocultar. Además de que, si no mantienen el cuerpo fuera de la luz del sol, cuando llegue el amanecer, se convertirá en polvo.
Cuando llegaste al cuartel, había un par de guardias en la puerta, custodiandola. Al verte, uno se apartó y te abrió la puerta. Al parecer el Legado les había informado de tu visita. Otro de los guardias te saludó firmemente y te acompañó hasta el sótano. Allí podías ver que tenían una zona de calabozos, con algunos presos. Más adelante pudiste ver una zona que debía ser la armería, ya que estaba repleta de armas, escudos y armaduras. y finalmente llegaste a una sala con muchas camas que te daba la sensación de que era una especie de enfermería. En una de ellas, bajo la luz de algunas lamparas, se encontraba un bulto envuelto en unas telas. Como no había más, dabas por hecho que era el cuerpo que venías buscando. Había un par de soldados, uno custodiando la puerta desde dentro de la sala y otro desde fuera. Además de que había una mujer con una túnica de color pardo al fondo de la sala trasteando entre armarios y arcones. Parecía estar preparando algún tipo de material quirúrgico.
La mujer se giró y se sorprendió un poco al verte. - ¡Ah! usted debe ser el médico. O algo así me ha comentado el Legado. Falion el hechicero aun no ha llegado, pero debe estar al caer. - Te miró de arriba a abajo - ¿Es usted forastero? Parece ser un hombre de mucho mundo. ¿De dónde viene? Es simple curiosidad, la gente que vive en Morthal suele tener la misma historia, vida miserable y vienen aqui a trabajar en la mina. En cambio usted, es diferente. ¿Me equivoco?
La mujer era una imperial como la copa de un pino. Podías intuir que rondaba cerca de la treintena. Era peliroja, algo pecosa con los ojos verdes y verdaderamente agraciada de cara. La túnica no te dejaba ver mucho más allá, pero dabas por hecho que su cuerpo iba a juego con su rostro.
Cuando llegaste al cuartel, había un par de guardias en la puerta, custodiandola. Al verte, uno se apartó y te abrió la puerta. Al parecer el Legado les había informado de tu visita. Otro de los guardias te saludó firmemente y te acompañó hasta el sótano. Allí podías ver que tenían una zona de calabozos, con algunos presos. Más adelante pudiste ver una zona que debía ser la armería, ya que estaba repleta de armas, escudos y armaduras. y finalmente llegaste a una sala con muchas camas que te daba la sensación de que era una especie de enfermería. En una de ellas, bajo la luz de algunas lamparas, se encontraba un bulto envuelto en unas telas. Como no había más, dabas por hecho que era el cuerpo que venías buscando. Había un par de soldados, uno custodiando la puerta desde dentro de la sala y otro desde fuera. Además de que había una mujer con una túnica de color pardo al fondo de la sala trasteando entre armarios y arcones. Parecía estar preparando algún tipo de material quirúrgico.
La mujer se giró y se sorprendió un poco al verte. - ¡Ah! usted debe ser el médico. O algo así me ha comentado el Legado. Falion el hechicero aun no ha llegado, pero debe estar al caer. - Te miró de arriba a abajo - ¿Es usted forastero? Parece ser un hombre de mucho mundo. ¿De dónde viene? Es simple curiosidad, la gente que vive en Morthal suele tener la misma historia, vida miserable y vienen aqui a trabajar en la mina. En cambio usted, es diferente. ¿Me equivoco?
La mujer era una imperial como la copa de un pino. Podías intuir que rondaba cerca de la treintena. Era peliroja, algo pecosa con los ojos verdes y verdaderamente agraciada de cara. La túnica no te dejaba ver mucho más allá, pero dabas por hecho que su cuerpo iba a juego con su rostro.
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Miro con un poco de escepticismo a la imperial mientras digo – Medico, si ese fuera el único campo que abarca mi conocimiento no podría mirar mi reflejo y sonreír. Pero si, supongo que en este momento y para fines prácticos soy el médico que se encargará de examinar el cuerpo. Mi nombre es Celarion señorita Disculpe creo que no ha dicho su nombre- Al tiempo que decía lo de mirar a mi reflejo y sonreír hago un ademán y un chasquido con mi mano derecha creando un pequeño orbe de luz el cual pensaba utilizar para poder examinar con más precisión e cuerpo de Laelette.
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Las mejillas de la mujer se enrojecieon ante tu pregunta. Se llevo la mano a la frente y te respondió. - ¡Tiene razón! Habrá pensado que soy una completa maleducada falta de modales. Le pido disculpas señor Celarion. Mi nombre es Carlotta Mioveni. Nací y me crié en la Ciudadela. No es que se viva mal allí, no me malinterprete. Pero necesitaba algo diferente. La vida en la capital puede ser muy monótona. - Se quedó pensativa mientras se ponía el dedo indice en los labios. - Ahora que estamos en guerra por culpa de los malditos Capas de la Tormenta, creí que sería de más ayuda estando con el ejército Imperial. No le voy a mentir, el colegio de magia de Hibernalia y su biblioteca me tientan mucho. Pero tengo entendido que no es seguro acercarse en estos momentos. ¿Quién sabe que sería de mi si esos sucios Rebeldes me capturaran solo por ser de Cyrodil? Nada bueno, eso seguro.
Ves que la mujer habla y habla por los codos. Podría seguir contandote su vida hasta el mismísimo amanecer. Cosa que teniendo en cuenta lo superfluo e irrelevante del contenido de su conversación, podrías llegar a desear que llegara el amanecer lo antes posible. Mientras ella te habla puedes echar un vistazo rápido al cuerpo al mismo tiempo que sujetas un orbe de luz. A simple vista no ves nada extraño ni que te llame la atención. Es el cuerpo de una mujer, sobre la treintena, ahora calcinado. Su boca había quedado abierta en un gesto de furia por lo que los colmillos se asomaban bajo sus labios o lo que quedaba de ellos.
Offrol
Ves que la mujer habla y habla por los codos. Podría seguir contandote su vida hasta el mismísimo amanecer. Cosa que teniendo en cuenta lo superfluo e irrelevante del contenido de su conversación, podrías llegar a desear que llegara el amanecer lo antes posible. Mientras ella te habla puedes echar un vistazo rápido al cuerpo al mismo tiempo que sujetas un orbe de luz. A simple vista no ves nada extraño ni que te llame la atención. Es el cuerpo de una mujer, sobre la treintena, ahora calcinado. Su boca había quedado abierta en un gesto de furia por lo que los colmillos se asomaban bajo sus labios o lo que quedaba de ellos.
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Examino un poco la situación y se me ocurre algo, ocultar mis movimientos puede ser dificil si ella me está mirando además de que si puede ayudarme esto será más facil y así mataría dos pájaros de un tiro - Encantado de conocerla Carlotta. La verdad que el colegio es algo digno de ver, se lo digo por experiencia. Aunque si lo que de erdad quiere ver es a un grandioso mago para eso estoy yo aquí- Digo sin un ápice de humildad para luego agregar -¿Serías tan amable de facilitarme un pequeño frasco de vidrio y una de esas cuchillas que estás preparando? Me gustaría tomar unas muestras antes de comenzar a prepararla para su entierro- Mi plan era simple, en cuanto se diera la vuelta cerraría la boca de la "difunta". No esperaba que ignorase este hecho pero tampoco suponía que fuese algo de relevancia, trastear con el cuerpo era algo normal en este tipo de asuntos. Mientras estaba en eso añado algo antes de comenzar a examinar el cadáver -La verdad que no se por que molestarse con una autopcia, la pobre está chamuscada de pies a cabeza-
Tiradas
Tiradas
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Carlotta detuvo su conversación rápidamente mientras asentía con la cabeza y acataba tu orden rápidamente. - ¡Por supuesto señor! - Ves como se gira rebusca entre las herramientas y se acerca a ti con un par de frascos de vidrio y un afilado bisturí. Al ver el bisturí, confirmaste mentalmente la procedencia de la mujer que tenías en frente. Esa clase de instrumental, de tanta calidad, sólo podía proceder de la Ciudadela. En Skyrim, era raro que alguien se interesara en la medicina lo suficiente como para encargar a un rudo herrero la fabricación de tales instrumentos. De hecho te parecía gracioso imaginarte a un nórdico descamisado y con la piel enegrecida del carbon, acostumbrado a fabricar hachas y mandobles, intentando forjar una diminuta cuchilla.
- ¡No me diga eso Celarion! Ahora no voy a poder quitar de mi mente el Colegio de Hibernalia... Hahaha - Carlotta rie tontamente. - Espero que la guerra acabe pronto, porque ese lugar debe ser magnifico y seguro que puedo aprender muchísimas cosas. - Mira el cuerpo de Laelette y pone cara de disgusto. - No sé que habrá hecho esa pobre mujer, pero nadie se merece morir así. Estos nórdicos son unos bárbaros. - Después de escuchar tu pregunta. - Yo tampoco entiendo el porqué de la autopsia. De hecho, cuando aparece un cuerpo, normalmente se le da sepultura y ya está. De hecho era el plan con esta mujer, puesto que era conocida su muerte. Pero el Legado ha ordenado que se le examine. No sé que le ha hecho cambiar de parecer.
Aprovechas un despiste de Carlotta para cerrarle la boca sin que te vea con éxito. Mientras observas su cuerpo. Tu sabes que los vampiros viejos, al morir se convierten en ceniza y más si son expuestos al fuego. Por lo que puedes llegar a la conclusión de que efectivamente era una vástago, pero no lo había sido durante muchas noches. Quizá eso explique que la hayan atrapado con relativa facilidad y no haya podido huir de la pira.
- ¡No me diga eso Celarion! Ahora no voy a poder quitar de mi mente el Colegio de Hibernalia... Hahaha - Carlotta rie tontamente. - Espero que la guerra acabe pronto, porque ese lugar debe ser magnifico y seguro que puedo aprender muchísimas cosas. - Mira el cuerpo de Laelette y pone cara de disgusto. - No sé que habrá hecho esa pobre mujer, pero nadie se merece morir así. Estos nórdicos son unos bárbaros. - Después de escuchar tu pregunta. - Yo tampoco entiendo el porqué de la autopsia. De hecho, cuando aparece un cuerpo, normalmente se le da sepultura y ya está. De hecho era el plan con esta mujer, puesto que era conocida su muerte. Pero el Legado ha ordenado que se le examine. No sé que le ha hecho cambiar de parecer.
Aprovechas un despiste de Carlotta para cerrarle la boca sin que te vea con éxito. Mientras observas su cuerpo. Tu sabes que los vampiros viejos, al morir se convierten en ceniza y más si son expuestos al fuego. Por lo que puedes llegar a la conclusión de que efectivamente era una vástago, pero no lo había sido durante muchas noches. Quizá eso explique que la hayan atrapado con relativa facilidad y no haya podido huir de la pira.
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Callé por un momento ya que sabía exactamente por que el legado había tomado esa decición. No era la primera vez que una mentira que parecía oportuna en un momento volvía para apuñalarme por la espalda más adelante, pero esta había sido muy rápida. -Ahora que lo mencionas puede que le dijera al legado que su cadaver podría ser peligroso. Cuando llegamos los lugareños la acusaban de bruja y con mi compañero temimos que, de ser una bruja extremadamente poderosa, hubiece puesto alguna maldición sobre su cuerpo a modo de represalia por su muerte, algo extremadamente raro pero dadas las recientes desapariciones no podía ser descartado. Ahora me doy cuenta que los lugareños la llamaban bruja con el mismo sustento con el que alguien que no ha visto magia en su vida llama milagro a un simple conjuro de la escuela de la restauración- Lanzo un suspiro teatralizado antes de continuar -Ahora voy a tratar de extraer un poco de su sangre y ponerla en uno de estos viales para su posterior estudio, solo para estar seguros- Y acto seguido procedo a hacer una incición con el bsturí en una de sus piernas tratando de extraer un poco de sangre.
