[EO:M.P] Roleo grupal

[Toxizer]

Prólogo

A mis hermanos de Torres del Río y de Estella.

El rey de León ha muerto.

Como os dije en mi última misiva Alfonso IX se encontraba en plena peregrinación a la tumba del apóstol en Santiago de Compostela. Estaba planificada una parada de dos días en Vilanova de Sarria, villa fundada por el propio rey, allí el cortejo del monarca debía esperar al del rey de Castilla y a representantes de las diversas órdenes militares que defendemos a los peregrinos.

Llegué a la villa la madrugada del 24, me hospedé en el monasterio de la Magdalena junto a los frailes italianos. Recé laudes con ellos y estuve descansando hasta el Ángelus, pues un heraldo me comunicó que se me esperaba a última hora de la tarde en el salón de audiencias del palacete real. Tras cantar vísperas, me dirigí al improvisado campamento que se había montado a las puertas del palacete. Por toda la villa se encontraban caballeros, damas y sirvientes de los cortejos reales, hermanos templarios, hospitalarios, santiaguistas, etc.; además de los peregrinos habituales.

Poco antes de la cena me entrevisté con el rey, su majestad se interesó por la renovación de nuestros templos en el reino de Navarra y prometió realizar una donación. En la sala se encontraban su majestad Fernando III, doña Sancha, doña Dulce, herederas de AlfonsoIX, así como varios consejeros de las noblezas leonesa y castellana. Al salir, me crucé con dos caballeros constantinianos que entraban al salón de audiencias con paso tranquilo y gesto arrogante. El rey de León fue uno de los fundadores de la Sagrada Orden Militar Constantiniana de San Jorge, lo que me hace suponer que cenarían juntos y pasarían largo rato en compañía.

Sobre la medianoche, mientras charlaba con un compañero de la Orden de Calatrava en una taberna cercana al palacete real, un joven heraldo anunció la muerte del rey Alfonso IX. Poco después nos enteremos que el monarca había fallecido repentinamente mientras discutía con sus herederos; el rey agarró su brazo izquierdo, se golpeó el pecho y en unos minutos murió tirado en el suelo.

He decidido acompañar al cortejo fúnebre hasta Santiago de Compostela donde se realizarán las exequias apropiadas. No sé cuando podré volver a veros, continúo con mi perpetuo peregrinar.

Os escribe vuestro hermano Nuño González, en la madrugada del 25 de septiembre.

[Toxizer]

PEREGRINOS

23 de septiembre de 1230

A la hora del Ángelus, tres peregrinos atraviesan las puertas de la ciudad de Santiago de Compostela al mismo tiempo.

Por el sur, el joven místico musulmán pasa bajo el arco de la Porta de Mazarelos. Anuncia de su llegada junto a la caravana de comerciantes granadinos al guardia de la puerta. El resto de sus compañeros están montando las tiendas en una zona extramuros reservada para los viajeros musulmanes. Cuando termina los trámites regresa al campamento. Debe descansar pues por la noche, Abdul, jefe de la caravana, y él, tienen una reunión con don Diego Ventura, el comerciante más rico de Santiago.

Junto a Amín, otro viajero pasa bajo el arco, se trata de Oleksyi. Ha bajado de su carruaje para preguntar por la ubicación de la Casa de Comerciantes Rutenios, donde se hospedará durante el tiempo que dure su visita a Santiago. Al ver al joven musulmán recuerda a su amiga y mentora Amy. El guardia le permite pasar con su carruaje, y avanzan hasta el enorme edificio de piedra al norte del barrio de los artesanos.

Por la Porta do Camiño aparece el noble Chrétien de Lyon montando sobre el corcel que robó cuando el pequeño incidente de Estella. El mago hermético se hospeda en la mejor posada de Santiago, Posada do Vilar, en la rua del mismo nombre. Era allí donde se debía encontrar con su contacto y entregarle la carta de sus maestros parisinos. Y si lo que Jacques había dicho era cierto no vendría nadie a recibirle.

[Toxizer]

Son las 10 de la noche, hace una hora y media que anocheció. Las ajetreadas calles de la ciudad están prácticamente desiertas, y los tres magos llegan con facilidad al palacete de Don Diego Portocarreño, que se encuentra entre la muralla y la catedral.



Un fastuoso edificio de piedra que solo se podría comparar en magnificencia con el palacio del Arzobispo. Desde el exterior se ve la iluminación del piso noble y se oye el ajetreo de los sirvientes en la planta baja. Un heraldo espera en el arco de entrada.
Chrétien, Oleksyi, Amín y Ahmed llegan exactamente al mismo tiempo a la entrada del palacio.

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Os dejo rolear un poco entre vosotros antes de entrar

[Alcazar]

Digo en voz alta “ Dios es grande, pues ha dispuesto que entremos todos juntos, pasen ya tendremos tiempo de hablar, imagino que nuestro anfitrión dispondrá de alguna llanda de Dulce alrededor de la que conversar”

Cedo el paso haciendo una leve reverencia.

[Avengium]

Durante el camino voy repasando sucesiones matemáticas y a ratos me voy preguntando en que consistirá la velada. Los juegos memoristicos me sirven al mismo tiempo para relajarme ya que son repetitivos y seguros.

Llegando al palacete de Diego Portocarreño miro alrededor contemplando el edificio de piedra. También veo a otros tres jovenes cerca y pienso: - ¡Anda, no soy el único afortunado!

Cuándo Amin habla al grupo le miro con cara de "que dice este tipo" y acto seguido le ignoro.

Me acerco al heraldo y le digo: "Ahora que hemos llegado, ya puedes anunciar nuestra presencia en la casa".

Después de eso me quedo esperando fuera.

[Baudelaire]

Observo a las personas que llegan casi simultáneamente a mi frente a la puerta.

Vaya, interesante reunión imprevista. Todo está conectado como me lo hacía ver Amy… espero que esté bien y haya llegado a buen puerto.

Saludo cordialmente en castellano, presentándome.

Oleksyi, mercader del principado de Galicia en Europa central. Es un placer conoceros, nobles señores. Me parece que nos hallamos justo frente al lugar que divinamente nos provee de este grato encuentro.

Ajusto una leve reverencia tras mis palabras, dispuesto a entrar cuando será oportuno.

[Toxizer]

Los batini saludan cortésmente, mientras que Chrétien se muestra tan hosco como de costumbre. El heraldo les indica que le sigan y el grupo sube al primer piso por una escalera que se encuentra cerca del arco de entrada, los hombres pueden ver el ajetreo de los sirvientes por los almacenes y cocinas de la planta baja, parece que se están preparando para una mudanza o algo similar. El grupo llega a un enorme salón, una estancia ricamente ornamentada, con las paredes cubiertas por tapices y por un brillante espejo metálico. En las esquinas contrarias a la entrada se ven dos puertas cerradas y en medio una chimenea apagada. En el centro de la estancia hay una larga mesa de roble repleta de ricas viandas y jarras de vino. De pie se encuentra un tipo armado con pinta de pocos amigos, el hombre parece un guerrero curtido, apenas les dirige una mirada cuando entran. El heraldo les dice: - Señores, voy a a avisar al señor Portocarreño de su llegada, pueden tomar lo que deseen de la mesa.

El hombre se dirige a una de las puertas, la abre y tras un par de minutos vuelve a salir.

- El señor les hará pasar en cuanto termine de hablar con unos invitados.

El heraldo vuelve a la planta de abajo dejándolos solos con el tipo armado.

[Baudelaire]

Observo atentamente el entorno y todo lo que está ocurriendo en derredor.

Definitivamente hemos llegado a mitad de algo importante.

Mantengo el paso mientras nos guían por el salón.

Tanta fastuosidad me perturba.

Le sonrío ampliamente al heraldo y me mantengo alejado del hombre con aspecto hosco que nos vigila desde un rincón.

Muchas gracias por la gentileza, buen señor cuyo nombre aún no hemos tenido el honor de conocer.

Reviso lo que hay en la mesa y solamente tomo una manzana

[Alcazar]

Me dirijo a Oleksi y me presento.

Mi nombre es Amín Ben Al-Cazar natural de Mursilla, veo que la educación no reina en todas las casas, pero al menos en vuesa merced si. ¿Que le trae a esta casa? Yo vengo en misión comercial mandado por padre.

Pongo mi mejor sonrisa mientras espero su respuesta.

Y bien...

[Baudelaire]

Un placer conoceros, buen señor Amir. Disculpad mi castellano, pero recién vengo aprendiéndolo.

Rápidamente intento hablarle en su idioma nativo, el hebreo.

Shalom!

Muerdo la manzana y le alcanzo una. Mastico lentamente hasta terminarlo y luego continúo, todavía en la misma lengua.

Compartamos los dones que nos ha ofrecido nuestro magnánimo anfitrión.

Le hago una reverencia.