La aldea se encuentra en una suave colina encarando al Noroeste. Eso quiere decir que, desde prácticamente cualquier punto de la aldea, es posible vislumbrar en la lejanía la silueta oscura y brumosa del Castillo de Bran. La Calle Principal va desde la entrada sur hasta la entrada norte, bordeando la falda de la colina y dividiendo la aldea en la parte baja y la parte alta. Las pequeñas construcciones apiladas que quedan por debajo de la calle principal se extienden hasta la fortificación de madera, que corre paralela al Río que desciende desde la cordillera (y que siguiéndolo Río arriba se puede llegar al Castillo de Bran). En este barrio bajo se encuentran la mayor parte de los talleres y pequeños gremios de la aldea.
A mitad de la Calle Príncipal, ésta se divide y comienza a ascender un Ramal por la colina, dividiendo el barrio alto en dos. La mayor parte de los edificios del barrio alto son viviendas con pequeños corrales o graneros comunales. El Ramal de la Calle Principal que sube va zigzagueando por toda la ladera, hasta llegar a la cima de la colina. La cima desnuda está coronada por una plataforma de piedra natural donde no crece ninguna hierba. Los lugareños evitan subir a aquel lugar, aunque ninguno admite nunca por qué. Desde aquella cima se vislumbra todo el asentamiento, parte del valle (donde algunos locales mantienen granjas alejadas de la Aldea y ganado que conducen por el valle) y el Castillo de Bran en toda su magnificencia.
Cuando cae la noche, los lugareños suelen tener costumbres fijas en sus modos. La mayoría de ellos se encierran en sus casas o se reunen con sus vecinos en los patios entre sus viviendas. Estos patios son como pequeñas comunidades cerradas, en las que los habitantes de las tres o cuatro casas que cierran un mismo patio son los que siempre se reunen y comparten como si fueran una sola familia. Los que no siguen esta costumbre, en función de sus circunstancias y creencias personales, se aventuran al exterior con uno de los dos siguientes destinos. Aquellos de costumbres pías y temerosos del Señor acuden a la Iglesia de la aldea, abierta toda la noche y situada en la mitad del barrio alto. Y los que prefieren despejarse de las labores diarias e intercambiar bebidas y chanzas con lugareños y extranjeros acuden a la Taberna, la más grande y la única que puede llamarse así misma con tal nombre, situada en la esquina que divide la Calle Principal y el Ramal que asciende por la colina.
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