[Novela] Cruzados en las Tinieblas. Una historia Sabbat de Vampiro La Mascarada.

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Re: Novela: Cruzados en las Tinieblas. Una historia Sabbat de Vampiro La Mascarada.

#41

Mensaje por Darkhuwin » 14 Dic 2019, 12:31

Corso escribió: 14 Dic 2019, 11:03 Solo queda un capítulo? Pues ya puedes ir pensando en una segunda entrega. A mi no me dejas con ganas de más Silver ni Sabbat.

Muy chuliiooo lo del camiiiariiiaada Bestia, por cierto. Mucho ánimo con ese final, lo espero con ganas.
En realidad tengo otra entrega en mente, porque sí que hay mas aventuras y desventuras de los Silver Rockets...Pero de momento quiero centrarme en acabar esta y cerrarla bien, ver si la maqueto chula (y corrijo bien), si le consigo una portada y ya si la puedo meter en la bóveda del narrador, será la leche, je, je.
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Re: Novela: Cruzados en las Tinieblas. Una historia Sabbat de Vampiro La Mascarada.

#42

Mensaje por Darkhuwin » 28 Dic 2019, 22:51

Capítulo 20: El ritual de Metathiax.

Aquellas jodidas llamas le habían quemado a Lupus como nada lo había hecho hasta entonces. Y no es que no disfrutara del dolor, sus gustos a ese respecto habían evolucionado mucho desde su visita a las Viudas. Pero las laceraciones y ampollas que le había provocado el veneno ígneo de Bellemare, no se curaban fácilmente. Y eso que el gángrel antitribu contaba con una especial resistencia al fuego entre sus habilidades y la habitual regeneración de su condición vampírica.

Había tenido que alimentarse tres veces aquella noche, solo para poder andar sin que pareciera que le habían dado una paliza y, por si fuera poco, sabiendo que debía acabar con sus presas, para que no se extendieran las enfermedades de las que ahora era portador. A este paso, la población de Montreal iba a sufrir una de las mayores pandemias de las últimas décadas, por no hablar del número desproporcionado de muertos y desaparecidos, por causas inexplicables, que tendrían que afrontar las autoridades.

Pero eso último no le quitaba mucho el sueño, y más, teniendo en cuenta que, de hecho, gracias a ellos, el Sabbat, la ciudad iba a poder deshacerse de una maldición que la ensombrecía desde su fundación. El ganado viviría más feliz, y en consecuencia, los cainitas podrían seguir sus no vidas disfrutando de los placeres que les ofrecía su inmortal gracia.

Independientemente de su estado físico, Lupus se encontraba en un momento crucial a nivel espiritual. Había empezado a abrazar con fervor su senda de iluminación paralelamente a los últimos acontecimientos y aquello lo había empujado definitivamente a querer convertirse en el sacerdote de Silver Rockets.

La experiencia con La Rosa le había dado una nueva motivación, una nueva meta. No obstante, pese a que ella le había invitado a participar del consolamentum, que era el sumun de la experiencia cátara para los que seguían la corriente de Montreal, él, después de la fatalidad de la pérdida de su cofrade La Bestia, había tomado una decisión muy meditada. Debía asumir una responsabilidad consigo mismo y con la manada antes de ganarse el derecho a buscar su propia iluminación. Sí aquella era la cima de la montaña más alta, aun debía recorrer otros senderos, para no perderse el resto de lo que el mundo podía ofrecerle.

Por eso, cuando la noche siguiente a la lucha con Pierre, Molly 8 se presentó en su cripta preguntando por el sacerdote de Silver Rockets, se adelantó a sus hermanos y antes de que dijeran, como siempre, que no aún no tenían, y anunció:

-Si hay algún obispo disponible para otorgarme los poderes sacerdotales, yo me haré cargo.

Todos en la cofradía se alegraron y le felicitaron por tomar tal decisión. Pantera fue muy claro en sus palabras: - Ya era hora, hermano. Creo que tu carácter es el que mejor puede conducir el espíritu de esta manada. Siempre he sabido que serías tú el indicado, pero no podía obligarte a ello.

Las celebraciones no duraron mucho, pues la tzimisce de los bibliotecarios, les informó de que todos los sacerdotes de las manadas, o en su defecto, los ductus, debían acudir de inmediato a una reunión muy importante que se celebraría en el Alexandrium.

Los acontecimientos se estaban precipitando y los líderes estaban trabajando sin descanso para conseguir que aquella guerra contra el decanus acabara cuanto antes. Así pues, Lupus fue conducido sin dilación hacia la antigua biblioteca. Pero cuando Molly y él entraron en la Capilla de Caín para dirigirse hacia la gran puerta broncínea, encontraron a un cuantioso grupo de cainitas, al parecer, a la espera de que se abrieran para la reunión.

Lupus pudo ver allí a Reza Fatir de 25:17, junto a Ezekiel y Elías la ballena. A Sébastien Goulet, a Benezri y Raphael Catarari de los Pastores. Miguel Santo Domingo se hallaba al lado de Strathcona, que charlaba entre murmullos con un tipo al que no conocía, que lucía una vestimenta de tipo tradicional oriental y cuyas facciones le hacían pensar al Silver Rocket, que se trataba del tal Zhou, del que tanto habían oído hablar. La mirada de aquel cainita, produjo en el gángrel una sensación de certeza ante la visión de un alma iluminada. No le cabía la menor duda de que el vástago que tenía ante sí, irradiaba un aura diferente a la del resto de los presentes en aquella sala. Ni siquiera ninguno de los otros Pastores de Caín, ni La Rosa en el momento álgido de su experiencia mística, le había producido aquella sensación de paz, de trascendencia.

Precisamente, la ductus de Las Viudas, se encontraba intercambiando opiniones al respecto, a tenor de las miradas que le estaban dirigiendo, con otra cainita a la que no reconoció, mas Molli 8 no se detuvo, y cogiéndole de la mano, se dirigió directamente hacia donde estaban los Pastores de Caín y les informó de la intención de Lupus de convertirse en sacerdote de su cofradía. Benezri le concedió su aprobación inmediata, conminándole a oficiar la ceremonia con posterioridad, teniendo en cuenta las especiales circunstancias en que se encontraban, pero dándole a entender que, desde aquel mismo momento, podría desempeñar su función y por descontado, acudir al cónclave en ciernes. Minutos después, las puertas de la Eternidad, se abrieron y Beatrice l'Angou les hizo pasar a todos.

Una hora más tarde, una gran comitiva, partía en procesión desde la capilla de los Santos Vacíos hacia Mont Royal. Decenas de aparecidos Bratovitch y sus perros encabezaban la marcha. Unos cuantos Grimaldi del cuerpo de la policía montada del Canadá, cubrían los flancos con sus monturas Ghoul y daban a la celebración una apariencia oficial para cualquier observador inesperado; aunque la congregación religiosa dirigida por los Pastores, habitualmente utilizaba aquellas vestimentas y símbolos y solían caminar de noche, lo que les otorgaba una perfecta tapadera para su ceremonial viacrucis. El coro de niños castrati Obertus, entonaba los cánticos característicos que solían acompañar las homilías cainitas que oficiaban, lo que terminaba de convertir aquel inusual acontecimiento en un evento más dentro de la extraordinaria riqueza cultural del Montreal nocturno.

Prácticamente todos los sabbat de la ciudad desfilaban en el grupo. Cubiertos con sayos grises y encapuchados, seguían a la cofradía posiblemente más notoria, en cuanto al aspecto espiritual, de toda la secta. Los Pastores de Caín, ataviados con sus engalanadas túnicas negras y doradas, conducían los pasos del resto, con especial sentimiento y devoción, a ojos de Lupus. Sus semblantes y la firme determinación daban cuenta de lo sobradamente preparados y acostumbrados que estaban a liderar aquel tipo de representaciones. Tras ellos, andaban los sacerdotes y demás elegidos que había acudido al cónclave, rodeando a un buen puñado de mortales, que habían sido seducidos, mesmerizados o manipulados de alguna forma para acompañarlos en la misa. Aunque no lo supieran, seguramente aquel sería su último viaje.

- ¿Te han dicho para qué es todo esto Lupus? – Pantera se había acercado a él desde dónde se encontraba su manada, algo más atrás, junto con el resto de sabbats no convocados a la reunión. Su imagen, con las gafas de sol bajo la capucha de su túnica, resultaba poco menos que irrisoria, pero el gángrel se contuvo de decirle nada al respecto.

-Sé lo poco que te gusta ir a ciegas, jefe. – comenzó a responderle, intentando no sonreír. - Pero esta vez, creo que es de vital importancia que sepamos lo menos posible. Hay ojos y oídos por todas partes. No sabemos quién puede traicionarnos. Lo único que nos han dicho es que estemos preparados para enfrentarnos a nuestras peores pesadillas. Podría ser la batalla final.

-Eso podía imaginarlo, teniendo en cuenta que vamos con todo lo que tenemos. – El ductus había adoptado el rictus que le caracterizaba cuando no controlaba una situación. - Pero me gustaría saber, por lo menos, hacia dónde vamos y por qué arriesgamos todo a una misma carta. Si la cosa sale mal, el Sabbat entero de Montreal podría ser borrado de la existencia.

-Me doy cuenta de que esto será duro para ti, hermano. – Lupus adoptó una actitud tan seria que incluso a él mismo le sorprendió. - Se vuelve a repetir la misma historia de Ottawa, ¿Eh? Pero si quiero convertirme en sacerdote de nuestra manada, esta vez necesito que confíes en mí.

La cara de contrariedad Pantera no cambió demasiado cuando dijo: - Puedo confiar en ti, amigo. Eres mi hermano y sé que darías tu no vida por nosotros. Pero eso no significa que confíe en quien nos dirige, quizás a una destrucción en masa.

-Si hubieras visto su mirada, lo entenderías. – dijo Lupus, esta vez, con misteriosa devoción.

- ¿Zhou? – elucubró el lasombra acertado.

-Resulta que acabó sus cuadros, ¿sabes? - empezó contándole, mirando a todos lados, como si estuviera haciendo algo prohibido. Y prosiguió: - En realidad eran un jodido mapa que le permitiría encontrar sus propias notas reunidas y escondidas durante años para que el demonio no pudiera rastrearle. El pavo, luego, con la ayuda de Sangris y el interrogatorio de Cedilia de la Lengua, consiguió descifrar los enigmáticos galimatías de Jacob ‘cablescruzados’. Parece ser, que en sus accesos de verborrea aparentemente sin sentido, en realidad, el puto tremere antitribu está, de alguna forma, hablando desde la propia consciencia del Decanus. Proyectando muchos de sus secretos y miedos. – Hizo una pausa melodramática y abrió mucho los ojos para terminar: -Y el maestro Zhou, ha sido capaz de descifrarlos, encontrando algo que, según él, nos podría conducir hacia su derrota. No se sabe si definitivamente, pero, por lo menos, conseguiremos quitárnoslo de en medio por una buena temporada. – Lupus estaba totalmente convencido después de haber visto y oído al Pastor oriental. Pero aquello no parecía terminar de tranquilizar, ni mucho menos a Pantera, que insistió:

-Eso está muy bien, hermano. Y puede que sea verdad. Pero dime: ¿Han dicho cuánto va a costarnos?, ¿Tenemos alguna idea de a qué vamos a enfrentarnos esta noche? Tengo la impresión de ser un cordero arrastrado al sacrificio.

Lupus frunció el ceño y sacó el morro, tras unos instantes de reflexión, miró de nuevo a ambos lados y bajando la voz más aún, confesó:
-Por lo poco que sé, no te equivocas en que habrá sacrificados. Pero ellos mismos han elegido hacerlo. Sin contar, claro está, a algunos de estos mortales. – lo último, lo dijo con su habitual sonrisa pícara. – Todo lo que se nos ha dicho es que debemos llegar a la cruz de Mont Royal y defender la posición ante lo que venga, durante el ritual.

En realidad Lupus sabía alguna cosilla más que no le había dicho a su ductus, pero era sólo por precaución, ya que nunca se podía estar seguro de qué oídos podrían estar escuchando en la noche y todo lo que se había hablado en el Alexandrium había estado protegido por los poderosos rituales taumatúrgicos que poseía la ancestral biblioteca. Además, aquellos detalles no le habrían tranquilizado más al lasombra mejicano, que se despidió del gángrel antitribu con un cabeceo y volvió a su lugar en la procesión.

No tardaron mucho en alcanzar la falda de la pequeña montaña al lado del Oratorio de San José, actual refugio de Los Pastores de Caín y emplazamiento desde el cual, iniciarían la ascensión hacia su destino. Podía vislumbrarse desde allí, la oscura sombra de la cumbre, tenuemente iluminada por las farolas que alumbraban el característico parque del lugar. Nunca había sido un sitio especialmente transitado por los sabbat de la ciudad, sobre todo por las historias que circulaban acerca de desapariciones y avistamientos extraños, pero, en aquella ocasión, la atmósfera que lo rodeaba, le pareció a Lupus verdaderamente aterradora. Y por lo que pudo observar entre sus acompañantes, era una sensación que estaba afectando a todo el mundo por igual. La niebla que habían tenido el día anterior, volvía a formarse, provocando aquellos singulares juegos de luces y sombras. En los momentos en los que los canticos del coro y los rezos se detenían, los sonidos que normalmente reinaban en la nocturnidad de la zona, se hallaban en completo silencio. Parecía como si ni los grillos se atrevieran a hacerse notar, lo que ayudaba a crear aquel inquietante ambiente. Posiblemente por este mismo motivo, el pastor Alfred Benezri, se deslizó hacia atrás la capucha y adelantándose unos pasos a la comitiva, se dio la vuelta y la hizo detenerse elevando los brazos al cielo:

-¡Escuchadme hermanos! – Comenzó arengando. Todo quedó en silencio, excepto los ocasionales resoplidos de las monturas equinas y los jadeos de los perros ghoul, ansiosos por seguir el camino. – Hoy es una noche crucial para todos nosotros. El orgullo y la complacencia, nos ha cegado durante años ante el peligro de la enfermedad que se extendía silenciosa entre nuestras filas. Los pecados de nuestra comunidad han hecho mella en su espíritu y esa debilidad, ha provocado que lleguemos a este momento, que nos veamos de esta guisa, avocados a una prueba de fe, que sólo el altísimo sabe cómo terminará. – Su aura brillaba como una vela en un lugar oscuro, dando esperanza y calor a todo el que le observaba. Tras una pequeña pausa, continuó. – No habrá paz sin lucha, ni esperanza sin sacrificio. No voy a engañaros. Esta noche, la luna será testigo de la sangre derramada por muchos. Las estrellas contarán con más almas sabbat a las que hacer sitio allá arriba, ya que muchos no sobreviviremos al amanecer. Mas no nos puede temblar el pulso. No debemos tener miedo, porque nuestra es la verdad y nuestro es el camino de Caín, el desheredado, el maldito, nuestro padre. Y como él, caminamos en la oscuridad para toda la eternidad, porque ese es nuestro sino, porque la sangre obliga. ¡Oremos!

Y con aquellas palabras, el coro Obertus, resurgió del silencio, entonando altísimos registros sonoros que rasgaron la quietud imperante y la procesión reanudó la marcha, habiendo reforzado sus espíritus y reavivado su fuerza interior, ataviados ahora con nuevas energías que los impulsaban hacia lo desconocido. Hacia el incierto destino de la batalla que los esperaba en la cima de la montaña.

(Continuará)
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Re: Novela: Cruzados en las Tinieblas. Una historia Sabbat de Vampiro La Mascarada.

#43

Mensaje por Darkhuwin » 30 Dic 2019, 18:10

(Cap 20 parte II)

Lo primero que les atacó, fueron los árboles. Las ramas deshojadas y las raíces del suelo atraparon y engulleron caballos, perros y aparecidos con voraz apetito, sin que apenas pudieran hacer nada para evitarlo. Aunque cortaron su madera y quemaron sus troncos, a riesgo de socavar su propia moral, los antinaturalmente animados especímenes vegetales se ensañaron con la comitiva, desde el momento en que comenzó a ascender la montaña.

Una vez que hubieron tomado la determinación de alejarse de las zonas con mayor vegetación para poder controlar, en cierta medida aquellas furibundas defensas, se encontraron lindando con los antiguos cementerios que ocupaban todo el lado Norte del parque: el del mismo nombre, Mont-Royal y Nuestra señora de las nieves, a su lado. Y fue allí, donde descubrieron con horror, el destino de aquellos a los que, durante años, se los enterró para que resurgieran como sabbats y nunca lo hicieron. El propio monte, pareció elegir aquel momento para esculpirlos; hambrientos, desesperados y en un absoluto y descontrolado frenesí, para nuevamente intentar frenar aquella mística procesión que lo amenazaba.

Una encarnizada y cruenta lucha tuvo lugar entre los cainitas y aquellas decenas, casi cientos de cabezas de pala salvajes que iban surgiendo bajo la tierra. No había ningún tipo de conciencia en sus almas, pues habían sucumbido a la bestia desde el momento de su creación y nunca la habían abandonado en años de intranquilo letargo. Así que no fue una batalla fácil, ni exenta de bajas, aunque en realidad, sólo era el preludio. Ya que, tras haber conseguido acabar con toda la plaga que emergió de los cementerios, aún tuvieron que hacer frente, más adelante, a lo que les esperaba en la cima.

El aura de terror que rodeaba la nueva cruz de neón colocada en el más alto mirador del parque, no era ni por asomo la que había tenido hasta la fecha, sino mucho más poderosa. Tanto, que los propios Pastores de Caín dudaron, una vez alcanzado el camposanto, antes de acercarse. Era como si el antiguo monumento, el verdadero de piedra, desaparecido hacía décadas, estuviera de alguna forma nuevamente presente en el lugar. Finalmente, y tras hablarlo con brevedad, Lupus, observó cómo el mismo Cardenal Strathcona, instaba a los suyos a seguir adelante con lo planeado. La atmosfera era terrorífica, el frío atenazador, nada que ver con la temperatura lógica para aquella época del año. Los bancos de niebla, jugaban con la vista, haciendo aparecer y desaparecer sombras y bultos, creando de la nada voces, gritos y susurros aquí y allá. El sacerdote de Silver Rockets, en algún momento, creyó incluso escuchar los latidos lejanos de su propio corazón, detenidos hace ya décadas.

El coro de niños Obertus alzó de nuevo sus vocecillas, aunque esta vez, sus cantos parecían dubitativos, sobrepasados por la situación. El hermano Marc, sin embargo, les reprendió con fuerza y consiguió que se repusieran, mejorando notablemente su interpretación. El resto de aparecidos fueron distribuidos en posiciones defensivas y también muchos de los sabbat que habían acudido sin saber lo que iba a suceder. Lupus vio como a sus cofrades los colocaban en uno de los caminos que accedían al mirador, justo antes de que Yithzak se acercara a su grupo y les instara a preparar a los mortales a los que habían traído. Como sacerdotes, debían apoyar en la elaboración del ritual y estar siempre dispuestos a lo que hiciera falta.

Justo cuando Raphael Catarari y Sabrina acababan de preparar los cálices y Christanius Lionel ayudado por Mary-Ange Gagnon acondicionaban un altar en la base de la cruz, un cántico disonante con respecto a las armonías de los aparecidos, comenzó a sonar en lontananza.
La poderosa voz, que barría, incluso a aquella distancia, toda la intensidad del coro obertus, sólo podía pertenecer a alguien. Musa se acercaba, y seguramente, traía con ella el principal contingente de las bestias de Metathiax. Pero, ¿Por dónde?

El propio Ezekiel, desprendiéndose del sayo, se dirigió a los cainitas que había elegido como sus lugartenientes para la batalla. Soldat, Reza Fatir, Yasmin y Elías La Ballena, le rodearon para recibir sus órdenes. Lupus no podía oír nada ya que el hermano Marc, estaba forzando a los niños para que cantaran lo más alto posible, pero sí pudo observar como los capitanes se encaminaban en diferentes direcciones hacia las posiciones en las que habían desplegado las defensas. También fue consciente de que Erinyi, la Gárgola de los Navegantes, volaba ahora en círculos sobre todos ellos, seguramente buscando también la procedencia del enemigo. Pero al parecer, aún nadie era capaz de localizarlo.

Teniendo en cuenta la probable proximidad del ataque y el apremio que todo ello provocaba, los preparativos se aceleraron, Los Pastores y Los Bibliotecarios trabajaban frenéticamente, poniendo velas, encendiéndolas, dibujando círculos con tiza o con polvo y sal, reuniendo vitae y condimentos, preparando pequeños rituales de apoyo, etc. Y en el centro de todos, con la túnica arremangada y un enorme tomo negro ribeteado en plata, viejo y deslustrado, Sangris en el cuerpo de De Soto se retiró la capucha. Su cara era la misma, pero sus ojos… sus ojos brillaban con un fulgor diferente desde la última vez que Lupus le había visto. Y luego estaba su aura. Sin duda alguna, el cambio que se había producido en aquel cainita era notable. Su poder se tenía que haber multiplicado así como sus conocimientos de manera imposible de medir. El gángrel antitribu pensó que alguien así, podía ser rival incluso para un demonio ultraterreno, pero claro, no estaba seguro de si eso era, de alguna forma posible. Sólo esperaba que el Decanus no se diera cuenta del ardid hasta que no fuera demasiado tarde…

Alfred Benezri y el cardenal, se acercaron a los círculos concéntricos y colocaron frente a Sangris el cuerpo desmadejado y sin vida que había pertenecido al falso Sangris, y que, según habían contado en la reunión, habían descubierto que, en realidad, era de Terrence DeBouville, un mortal infernalista de los primeros fundadores de Montreal, y el primero que invocó al Decanus a este lado del mundo. El serpiente de la luz, lo utilizaría como recipiente para contener a Metathiax, una vez convocado.

Una vez estuvo todo preparado y en su sitio, los Pastores los Bibliotecarios y los sacerdotes del resto de manadas allí reunidos, formaron un último círculo alrededor del monumento y el improvisado altar y, cogiéndose de las manos, comenzaron un singular mantra repetitivo que encajaba a la perfección con la melodía coral y ayudaba a protegerse de la, cada vez más potente y dañina, voz de la hija de la cacofonía, que amenazaba con introducirse en sus mentes.

Y así comenzó el ritual.

Ajeno a todo lo que existía más allá de aquel círculo, Lupus apenas era consciente de los temblores de tierra, explosiones, disparos y combates que se produjeron fuera de él, durante los siguientes largos minutos. Pero pudo ser testigo de primera mano, de como aquel antiguo cainita infernalista confeso y ahora arrepentido, invocaba magistralmente los poderes más oscuros y peligrosos que podían ser invocados por un ser terrenal. Utilizando la sangre de niños, vírgenes, ancianos y animales, pronunciando antiguos vocablos arcanos de impías rimas y ritmos imposibles. Infringiéndose terribles heridas y sufriendo dolores inimaginables. Al final, el Decanus acudió. El cuerpo de DeBouville se alzó y comenzó a levitar, sus ojos, dos pozos de oscuridad insondable, su cuerpo, rodeado por una fina línea roja fosforescente se mantenía en una posición relajada, como si estuviera siendo sostenido en vilo por un hilo invisible, que mantenía brazos y piernas ligeramente separados y la cabeza alzada:

-Rggiiirrreaatka hhrraddrruuuum krrreaaataaa mrrrrrtueeennnsssss. – Las incomprensibles palabras que pronunció aquel ser, dolían en los oídos como si le clavaran a uno una aguja en el tímpano.

-He sido yo, Maestro. Tu humilde servidor en este plano. Sabes quién soy, porque te debo mi existencia y mi alma y sé que estás ávido por obtenerlas. – Sangris hablaba con voz potente y profunda, con los ojos entornados y un rictus tenso debido claramente al dolor que producía tan solo mirar directamente a aquel contenedor de maldad que era el cuerpo de Terrence.

- ¿Tú? ¡Pérfido traidor! ¡Sabandija cobarde y desleal! – Pronunció el ser, en perfecto inglés. - ¿Cómo te atreves a convocarme, a dirigirte a mí siquiera? Estás muerto, estáis ya todos muertos y serás mío en cuanto esto haya acabado. – La voz arrastraba ecos en forma de susurros, voces femeninas y de niño. La sensación era increíblemente alucinante, incluso en lo desagradable. Lupus estaba sufriendo una epifanía sensorial de tal magnitud, que conseguía mantenerse consciente, cuando otros habían caído ya, abatidos por el dolor, el cansancio, o por no poder mantener su bestia a raya, sucumbiendo al frenesí o al Rötschreck.

-Tus deseos son inevitables, Maestro. Soy consciente de ello. Pero antes deberías saber algo que quizás te interese. – Sangris conseguía mantener la compostura, incluso en aquel maelstrom de energía que se había formado dentro del círculo y que mantenía a aquellos que seguían conscientes, con la cabeza gacha por la fuerza que desprendía.

- ¿Pretendes encandilarme otra vez con tus patéticas habilidades seductoras, ladrón de almas? – Tronó la voz enfadada - Metathiax no se deja engañar una segunda vez. Consumiré tu alma y la de todos los que se han atrevido a desafiarme hoy. ¿No creerás poder atraparme durante mucho tiempo en este mísero círculo de brujo de pacotilla?

-Ni se me hubiese ocurrido semejante estupidez, Maestro. Pero sé que aún puedo serte útil. Pues supongo que te habrás dado cuenta de que ahora soy mucho más poderoso… porque no soy solo yo. – dijo con orgullo.

-Sí, lo he notado. Yo lo sé todo. – la voz ultraterrena, casi dudó un segundo. - Pero eso que habita en ti, contigo, no puedo alcanzarlo. No llego a ver qué… ¿Es otro de tus trucos, serpiente ingrata?

-Nada de trucos, Maestro. – Prosiguió despacio Sangris, sin alterarse. - Aunque no lo creas y no confíes en mí, soy tu humilde siervo y siempre lo he sido. He pasado todo este tiempo, oculto, preparándome. Al acecho de tu mayor enemigo en esta ciudad. He sacrificado mi existencia a sabiendas de que desconfiarías de mí y entrarías en cólera. Pero finalmente he cumplido mi misión y te he llamado para ofrecerte mi regalo y cancelar mi deuda para contigo.

-Sigues jugando con mi paciencia insignificante insecto, - El Decanus volvía a encolerizarse. - tú no tienes nada que ofrecerme salvo tu alma que ya es mía. Ningún trato podrá saldar esa deuda.

- ¿Ni siquiera si te ofrezco la forma de romper tus cadenas? ¿De ser libre por fin de aquello que te ata a este lugar eternamente? – Dejó caer como de forma casual el serpiente.

-Si tuvieras esa información yo lo sabría… - La voz adoptó de pronto un tono mucho más prudente.

-A no ser que no puedas verla. – le respondió conspicuo el ex arzobispo. Pero continuó explicándose. – Para que veas que no tengo nada que ocultarte, te informo de que aquello que no puedes alcanzar en mi interior, es el alma diablerizada de Zhou, el cainita oriental de los Pastores que andaba tras tu rastro y hacía peligrar tu existencia oculta. – No hubo respuesta ni interrupción. Lupus conocía esta información, por lo que no se sorprendió al oírla. - Él llegó a conocer tus secretos, tus anhelos y mucho más… él era tu verdadero enemigo, tu némesis terrenal y yo lo he matado por ti. Y no sólo eso, sino que he consumido su alma y adquirido sus conocimientos y su poder, para usarlos a tu servicio. – El silencio continuó, haciendo por un momento presentes, los gritos y sonidos apagados, provenientes de fuera del círculo. El demonio estaba pensando. Aquello parecía haberlo dejado confundido. Volvía a haber tablas en aquel juego de ajedrez entre inmortales.

-Pero no sólo has consumido el alma del oriental…- comenzó a susurrar el Decanus. – Nunca has tenido bastante ¿Verdad haitiano? Tus ansias de poder te ciegan. Siempre lo han hecho. Te crees muy listo, pero solo eres un niño con ínfulas, una hormiga jugando a juegos de titanes. Quieres volver a enfrentarme a mi hermano, Bothothel.

La cara de Sangris no cambió, excepto para mirar con ambos ojos hacia la izquierda, según Zhou, un gesto simple y claro, que nadie podía evitar al mentir, si no estaba preparado. Parecía que el plan estaba funcionando, pero de pronto, el suelo desapareció bajo sus pies y todo el círculo de invocación cayó a las profundidades de la montaña a una velocidad vertiginosa.

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Re: Novela: Cruzados en las Tinieblas. Una historia Sabbat de Vampiro La Mascarada.

#44

Mensaje por Darkhuwin » 30 Dic 2019, 23:42

(Cap 20 parte III)

Cuando Lupus recuperó la consciencia de sí mismo y de su entorno, se encontró en una gigantesca caverna apenas iluminada. La cabeza le daba vueltas y casi no conseguía recordar cómo había llegado hasta allí. La temperatura había ascendido ostensiblemente y el olor a azufre era insoportable. Al incorporarse, se dio cuenta de que había caído desde el techo repleto de estalactitas, que ahora estaba unos cien metros más arriba, pero allí no se veía agujero alguno. Sin embargo, una capa de polvo y algunos escombros que había sobre él, daban cuenta de lo que había experimentado. A su alrededor, pudo ver a varios cainitas más, algunos inconscientes o algo peor y unos pocos en su misma situación, tratando de ubicarse. Invocó sus ojos de visión en la oscuridad mentalmente y por fin, fue consciente de la escena completa que lo rodeaba. Se hallaban en una gruta efectivamente enorme, posiblemente tan grande como la loma donde se encontraba el mirador. Y por lo que pudo otear, era posible que todo lo que había en el mirador unos minutos antes, se encontrara ahora allí abajo. En cuanto escuchó lejanamente el primer quejido, se dio cuenta de que no oía nada, porque un pitido constante le había estado impidiendo hacerlo desde que volviera en sí.
Aquel sitio, le recordaba mucho en su aspecto, olor y sensación a los pasadizos por los que habían caminado en su visita anterior, cuando encontraron al danzante de la Espiral Negra. Estaba claro que habían sido transportados al lugar maldito, a la mismísima guarida del demonio. Y aquello, pensó Lupus, debería seguir siendo algo bueno, según el plan, aunque, una vez allí, toda su seguridad comenzó a hacerse añicos.

Lo primero que empezó a introducirse en su mente, fue el canto de Musa. No sabía de dónde provenía, pero fue abriéndose paso en sus oídos según iba recuperándolos y, con la melodía, algunas de las sombras y bultos que andaban esparcidas por doquier, comenzaron a moverse y a gruñir y aparentemente a volver a la lucha.

Cerca del gángrel, sin embargo, también se habían levantado varios de los suyos. Fue un alivio ver a Strathcona entre ellos, algo desaliñado, pero con su Claymore y su orgulloso gesto imperturbable. Junto a él, el nuevo arzobispo, con dos largos y afilados cuchillos y cara de rabia, parecía dispuesto a no perder la oportunidad de alargar por algún tiempo más su breve reinado recién conquistado. Soldat y Reza Fatir, Miguel Santo Domingo, Celeste y Elías. Parecía que, al menos, los más fuertes, habían sobrevivido al primer envite y serían ellos los que se enfrentarían a la última de las cruzadas.

El Silver Rocket se temió lo peor con respecto a sus hermanos, no era capaz de hallarlos por allí, aunque la caverna era tan amplia que podían haber caído lo suficientemente lejos para no verlos, ni siquiera con sus rojos ojos de protean. Un grito infantil asombrosamente lleno de rabia despertó a Lupus de su ensimismamiento. Pasó junto a él, como una centella, la niña perteneciente a la cofradía de los Pastores, a la que nunca había prestado demasiada atención. Deshaciéndose de su túnica, la pequeña, vestida toda de cuero negro y correas y con dos navajas, saltó hacia las criaturas que los acechaban con valentía o ciega determinación y comenzó a producir una escabechina de tamaña magnitud, que provocó la subida de moral necesaria para que los sabbat, al grito de su Cardenal, atacaran sin dudarlo.

Lupus gastó sus últimas reservas en alargar sus mortíferas garras y cargar de forma salvaje. Encontró su camino para cabalgar el frenesí y dejarse llevar, como una vez le enseño la Bestia, su hermano caído, y luchó como nunca lo había hecho hasta ese momento. Su larga coleta bailoteaba de un lado a otro con sus movimientos. Decenas de criaturas sucumbieron bajo sus acometidas, formando una montaña de cuerpos a sus pies a la que se iba encaramando para poder tener ventaja sobre sus atacantes que le embestían desde todos los flancos. La sangre lo cubría por completo. Garras golpes y mordiscos iban mermando poco a poco su increíble resistencia, hasta llevarle casi al abatimiento, pero entonces llegó la caballería.

Los certeros disparos en la cabeza de sus enemigos, solo podían significar una cosa. Sus hermanos venían al rescate. Pronto vio la cimitarra de Quate, la sangre de las criaturas hervir y salirles por todos los poros, obra, por supuesto, de Lilith. La potencia del lasombra enviando a varios de ellos contra una estalagmita y derribándola. Y sus miedos desaparecieron por completo. Aunque estaba exhausto, la visión de sus cofrades le inflamó de nuevas energías y consiguió recomponerse a base de voluntad.

Poco tiempo más tuvieron que luchar en aquel flanco, pues, de pronto, una descomunal voz se alzó incluso sobre la melancólica canción de la hija de la cacofonía, haciendo que las criaturas salieran corriendo en la dirección de la que provenía.

-¡Eres mío! Tú y toda la escoria que has traído contigo, estáis acabados. – La voz podía escucharse por toda la gruta, aunque no tuvieran línea directa de visión con lo que estaba ocurriendo. Lupus cruzó los dedos y arrugó la nariz. Un poquito de suerte, solo necesitaban eso.

El grito de agonía que siguió era de Sangris.

-Eres astuto, pero no lo suficiente. – dijo entonces la voz de Metathiax. – Ella me ha confesado tu plan. Cedilia la loca, la otra listilla. ¿Crees que no puedo oírla en tu interior? Tenías que comértela a ella también, imbécil. La ambición te ha podido y ahora estás a mi merced, en mi casa y bajo mis reglas. Veamos qué tienes ahí, te lo sacaré.

Los Silver Rockets, viendo que toda la acción se había desplazado hacia un lado de la caverna, se dirigieron hacia allí cautelosos. Por el camino, fueron encontrando a algunos otros cainitas y los que pudieron, fueron uniéndoseles. Avanzando, llegaron hasta un cortado donde la gruta se dividía en dos alturas bastante separadas, con una caída de unos cuantos metros. Allí, en el borde, estaban los Pastores Benezri, Catarari, el hermano Marc y Yithzak, algunos heridos otros exhaustos, observando la escena en actitud reverencial. La otra Pastora, Sabrina, estaba atendiendo a la pequeña guerrera que tanto sorprendiera a Lupus, dándole parte de su vitae para que curase sus heridas. Los gritos del haitiano volvieron a acaparar la atención de los presentes. Y el Decanus dijo:
-Nadie saldrá de aquí ya salvo yo. Tú serás mi salvoconducto y las almas de los tuyos me ayudarán a romper mis cadenas. Este será mi momento de triunfo. –

Lo que se podía ver ahí abajo era extraño. Todas las criaturas, se habían reunido en torno a un pequeño lago interior, formado en una esquina, en el que una enorme cruz de piedra se hallaba medio sumergida y una sombra incorpórea zarandeaba por el aire y el agua el frágil cuerpo de De Soto, habitado por Sangris. Lo golpeaba y agitaba y de algún modo lo engullía una y otra vez, tratando de alguna forma de extraer algo de él. Algo que parecía brillar en su interior con una curiosa luz azul. Musa había dejado de cantar y se encontraba cómodamente sentada, bastante apartada de lo que estaba ocurriendo, observándolo en silencio. Los gritos del taumaturgo oscuro eran cada vez más débiles.

Strathcona apareció con Elías y Araña, el resto de los 25:17, los Navegantes y los Bibliotecarios. Se acercó al improvisado balcón y dijo cansado, dirigiéndose a los Pastores:
-¿Funcionará?

A lo que Raphael Catarari respondió:
-Si hay infierno, tiene que haber cielo. – Su aura se iluminó por un instante y una fugaz visión de un ángel, se dibujó en las mentes de los que le observaban, con sus prístinas alas blancas y todo.

-Yo no estaría tan seguro de eso. – La magia del momento de iluminación pareció romperse con las lúgubres e incrédulas palabras del cardenal.

-La Beatificación es real. – Intervino Benezri. -Yo he visto con mis propios ojos la santidad, la he sentido. Zhou alcanzó su plenitud, ahora es un mártir.

-Si el sujeto realmente ha trascendido, alcanzando su meta existencial, - añadió Yithzak - el ritual lo glorifica, signifique lo que eso signifique, en términos metafísicos, su pureza es indudable. Y la pureza es dañina para las criaturas de corrupción.

-A Sangris no pareció dañarlo. – Incidió el antiguo mandatario.

Lupus, había visto como Sangris diabolizaba a Zhou en pleno ritual de Beatificación, justo en el momento en el que su existencia se extinguía para trascender a otra realidad, a otro plano de existencia superior, o como colmillos lo llamen. El caso es que ahora solo faltaba que el decanus acabase finalmente con la no vida de Sangris y al absorber su alma, se tragase un regalito de pureza celestial que lo mandara a freír espárragos de este plano. El problema, era que había que conseguir engañar a Metathiax para que no sospechara y descubriera el pastel, evitando zamparse la sorpresa. De ahí todo el ritual, la diablerie de una desinformada Cedilia, el secretismo y demás. Pero si aquello no funcionaba, estaban todos acabados. El Hermano Marc tomó la palabra mientras todos observaban los últimos estertores de Sangris:

-Él accedió a sacrificarse al final. – La voz del Pastor sonaba vieja y cansada - Por su progenie, por sus antiguos camaradas, por el Sabbat. Ese acto de contrición no limpiará su alma por completo. Pero ha servido para ser capaz de portar en su interior el arma que desterrará el infierno de esta tierra tantos años maldita.

La seguridad que irradiaba aquel grupo de viejos caducos colgados de vitae adulterada de alucinógenos hasta las cejas, no dejaba de sorprender al gángrel antitribu. Porque todo aquel galimatías parecía tener sentido en términos maniqueos y simplistas. Pero joder, ellos eran putos vampiros y además con pocos escrúpulos hacia lo que estaba bien o mal, según los estándares mortales, así que ¿Qué sentido tenía aquello?

Pero el caso es que, cuando finalmente Sangris murió definitivamente, lo único que pudo escucharse antes de una explosión tremenda que hizo tambalearse los cimientos de la caverna y que obligó a todo el mundo a salir por patas de allí fue un:

- ¿Pero qué mierrr… PRRRRUGGHHHTT GLIFFTTRRRRR GRRRRRR AAAAHGGG?

(Fin: Pero falta un epílogo)
"El Espíritu libertario será el principio fundamental de la secta. Todos los Sabbat tienen derecho a esperar y reclamar libertad de sus líderes." Código de Milán. artículo XI.

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Re: Novela: Cruzados en las Tinieblas. Una historia Sabbat de Vampiro La Mascarada.

#45

Mensaje por Darkhuwin » 02 Ene 2020, 00:05

Epílogo: La letanía de la Sangre.

Lázaro caminaba cerca de las paredes del gran mausoleo principal del Templo de los Susurros Eternos observando los murales. Los largos y singularmente tratados trozos de piel, en cierto modo viva, y escritos en sangre, que contaban la historia de la secta y de sus miembros. Estos, eran reproducciones más grandes de los originales, expuestas para el disfrute de los sabbat que acudían desde todos los rincones de América, e incluso del viejo continente, a aquella celebración anual de su cultura que era la Conferencia de Caín. Habían pasado solo unas pocas noches desde el traumático suceso de Mont Royal y la moral de la población cainita de la ciudad, estaba aún algo mermada. Sin embargo, el Cardenal Strathcona, Los Pastores, Los Bibliotecarios y el nuevo arzobispo de la ciudad, habían creído conveniente y casi, necesario, el no cancelar la convocatoria, precisamente para elevar los ánimos y dar renovada fuerza al espíritu colectivo.

Era pronto y aún había poca gente. Habían puesto, en los altavoces preparados para el concierto que pronto empecería, de WyldChyld, la banda local, música para abrir boca. Y estaba sonando el ‘Who wants to live forever’ de Queen. La letra de aquella canción tan conocida, le traía a la mente recuerdos de su vida mortal, pero cuando sus pasos le llevaron a la parte del mural del Libro de los Caídos y vio allí, entre los últimos nombres, el de su hermano, La Bestia, el Pander lloró y la vitae le escurrió por la mejilla. Lloró de pena por no haberle conocido más. Lloró de impotencia por no haber podido estar allí para evitar su caída y de rabia por no haber estado a su altura, según su propio criterio, en la última batalla que había librado la secta y en la que cayó en letargo poco después de empezar el combate.

Pero aquello sería una lección para él. Aprendería y se haría más fuerte, seguiría las enseñanzas de Caín y sus hazañas serían recordadas y escritas en aquellos murales, quedando registradas para siempre en los anales de la historia del Sabbat.



Algo más tarde, tras la ceremonia de apertura, el concierto ya había comenzado, las cofrades de los Navegantes interpretaban una versión del Enter Sandaman de Metallica y varias decenas de sabbats se arremolinaban bailando y coreando bajo el estrado preparado para la ocasión. Las oscuras gafas de Pantera, que se había separado del resto de su manada un rato, para mirar un nombre en concreto en el Libro de los Caídos, reflejaron, en un lateral, la característica figura adusta y seria del cainita llamado Tobías Smith:

- ¿Así que priscus, eh? ¿Es el premio por traicionar a tú manada y a tu chiquilla? – Los priscus eran cargos dominantes, de algún modo independientes y sin territorio fijo, que ayudaban a los cardenales a controlar a los arzobispos. Su autoridad era indiscutible. La pregunta del lasombra de los Silver Rockets, pareció coger por sorpresa a su interlocutor.

-Y yo que venía a ver si por fin nos hacíamos ‘amigos’. – Volvió a utilizar el término en español, como la primera vez. – Deberías medir mejor tus palabras ya que, efectivamente, estás hablando con un superior. -

-Ya sabes que no es mi estilo hacer diferencias ni deferencias. Y te repito que no estoy interesado en esos, tus ‘amigos’. – zanjó, pero un segundo después continuó: -Pero lo que sí me gustaría saber es: ¿La entregaste por despecho? Es cierto que al final se le fue de las manos, pero, en cierto modo, fue empujada a ello por alguien. – Pantera, no miraba directamente al otro lasombra, seguía con el rostro dirigido al mural donde estaba escrito con las letras tachadas, que simbolizaban la ignominia y el rechazo, el nombre de Carolina Valez. El silencio de Smith, se prolongó durante el tiempo suficiente como para que el Silver Rocket supiera que había dado en el clavo. -

-La entregué por traición a la secta. – dijo, sin embargo, intentando exculparse. – Yo estaba al tanto de sus devaneos imaginarios con su nieta mortal, de sus inconfesables secretos hedonistas. Una Arzobispo del Sabbat no puede poner sus propios deseos personales, por encima de los intereses de su ciudad, de…

- ¿Por encima del amor a su sire? – Escupió con veneno el lasombra mejicano, interrumpiéndole. Esta vez sí lo miró directamente.

-Ten mucho cuidado, Pantera. – le dijo el antiguo con frialdad. – Ahora eres un héroe de guerra, un protegido del Cardenal. Pero nunca sabes lo que puede traerte el futuro. Nuestra existencia puede hacerse muy larga, y las cosas cambian de una noche para otra. Has elegido caminar sólo, sin el apoyo que puede ofrecerte tu clan.

-Yo soy Sabbat y soy un Silver Rocket. – Le respondió con orgullo. – Nunca estaré solo. No necesito amigos cuando tengo hermanos.



Poco después, Pantera había vuelto con los suyos y fue Quatemoc el que anunció que se ausentaría por un rato para hablar con alguien. Quería resolver algunas dudas que le habían quedado y no encontró mejor momento para hacerlo que aquel, ya que Reza Fatir, se encontraba por allí sólo, escuchando como WyldChyld ejecutaba una versión bastante particular del ‘People are Strange’ de los Doors.

-Salam aleikum. – Lo saludó.

-Wa alaikum assalam – Le respondió Fatir, con una sonrisa sincera de agradecimiento por la deferencia y un cabeceo a modo de reverencia. El Silver Rocket, se colocó a su lado, pero no dijo nada, aguardó a que el otro mostrara interés en conversar con él, para no importunarlo. Un hábito que formaba parte de su carácter respetuoso. – Supongo que tienes preguntas que hacerme. ¿No es así? – Le preguntó finalmente el 25:17.

-Así es. – fue la parca contestación.

-No sé hasta qué punto mis respuestas podrán ser satisfactorias para tu curiosidad. Pero creo que te has ganado el derecho a hacerlas. – Su media sonrisa mostraba cierta satisfacción.

- ¿Qué ocurrió con Polidori?

-No tengo una respuesta mejor que la que tú mismo hayas podido elucubrar. Sabemos que regresó poco tiempo después de la huida de Cranston y creemos que Bellemare lo destruyó a traición. Ha sido una gran pérdida para la Mano.

- ¿Fue real el ataque del Niktuku? – Quatemoc ya sabía lo que iba a contestarle de antemano, pero tenía que probar.

-No tengo permiso para responderte a eso.

-Polidori me hizo una oferta para mí y mi manada.

-Como Dominio, tenía poder para hacerlo, pero era algo suyo, personal. El nuevo Dominio tendrá que tomar sus propias decisiones al respecto.

-¿Quién es el nuevo Dominio? – Preguntó, directamente.

-Por suerte o por desgracia, estás hablando con él ahora mismo. A todos los efectos, esa oferta ya no existe. – Quatemoc lo miró buscando alguna explicación a la tajante afirmación. – No lo tomes como algo personal. En estos momentos y con los recientes acontecimientos, he decidido ser prudente. De todos modos, tu sí serás ascendido y de momento estarás a mi cargo. Siempre que los planes del Cardenal no se interpongan…

-¿Qué planes? – preguntó el indio assamita sorprendido.

La sonrisa y el silencio del Dominio dejaban claro que no iba a responder a eso: - Disfrutad de la celebración y el merecido descanso, aún queda mucha noche.



Lupus llevaba ya un rato buscando a La Rosa. Estaba seguro de que había visto, en un momento dado, rondando por allí a Jade, pero tanto mortal con sangre adulterada en las vaulderies, le tenía los sentidos más abotargados de lo normal.

Había en el mausoleo, un montón de manadas nuevas que no conocía, cainitas llegados de todos los rincones de Norteamérica para la ocasión. Aunque casi todos de las zonas más próximas: La Belle Morte, Los Crip-ticos, Los Gitanos Muertos, Los Cuervos, Los Discípulos de la Generación Negra…, pero ni la manada de Corben, ni siquiera alguna de las que vieron en Atlanta o Nueva York. Ni, por supuesto, a los que más echaría de menos, Los Cosechadores, los que, sin embargo, consiguió que estuvieran en el Libro de los Caídos, haciendo un rogatorio específico a Christanius Lionel. Aquel Nosfe antitribu era un cabeza cuadrada. Muy inteligente, pero excesivamente puntilloso.

El Silver Rocket estuvo intercambiando impresiones y sangre con muchos de ellos, y con algunos de los locales, como por ejemplo, Querubín, la niña Brujah de los Pastores que tanto le sorprendió la noche de la batalla.

Había perdido a su manada, desperdigada ya hace rato, cuando Celeste, la cantante del grupo que actuaba, con la que tuvo aquel malentendido noches atrás, pero que le estaba sorprendiendo gratamente, anunció que tocarían el Pride and Joy de Stevie Ray Vaughan a continuación. Aquello terminó de animarle la noche al gángrel de ciudad, que siempre había soñado con interpretar aquel tema con su propio grupo. Estaba seguro de que finalmente conseguiría que los Silver Rockets formasen una banda. Ahora que era el sacerdote, lo implementaría como parte de los ritae de manada. Emocionado, se puso a bailar solo como un loco, mezclándose con el resto del público, casi olvidándose del propósito de su búsqueda.

Y fue entonces cuando la vio. Al fondo, mirándole a él directamente. Había cambiado su pelo, su ropa e incluso sus rasgos para parecer un varón. Vestida con un traje negro, fromal y fumando un cigarrillo largo con pipa. Aquello le llamó mucho la atención. Ella sabía que ese no era su estilo, ni algo que le agradara. No entendía si quería castigarle, confundirle o quitárselo de encima. Pero el caso es que le estaba mirando solo a él y de forma claramente provocativa.

Se acercó.

-¿Vienes a por mí? – dijo sin rodeos Lupus. Haciéndose el duro.

-Lo cierto es que me han dicho que esta noche los locales van a jugar un partido en Ottawa contra las cofradías visitantes justo antes del amanecer – Su voz era la de un varón, pero delicada, sus maneras, ambiguas y desconcertantes. – La pelota será Juguete, el samedi. Pensé que te interesaría y me pasé a informarte.

-¿Estás enfadada? – Probó el Silver Rocket, completamente confundido.

-Ja, ja, ja, ja. No. Sólo estoy jugando. – Respondió – Puteándote un poquito. ¿Realmente quieres hacerlo?

-¿El Consolamentum? – Ya no estaba seguro de nada, su mente aún retozaba aletargada.

-Si prefieres el partido, lo entenderé… - continuó La Rosa con el jugueteo.

-Lo cierto es que lo he dudado últimamente...No porque no quiera – se trabó, la mirada de la tzimisce le amedrentaba – es sólo que, si es lo mejor que me va a pasar en la no vida. ¿Igual debería retrasarlo un poco?...

-¡Oh!, mi virginal doncella. Ja, ja, ja, ja. – La Rosa se rió de veras. - Retrasémoslo hasta el matrimonio, entonces será más puro. – interpretó, como si de una película romántica se tratara. – Pero cuando vio que él dudaba, se puso algo más seria y explicó: - Sabes que puede repetirse, ¿verdad? Y nunca experimentas lo mismo… - dijo y levantó la ceja, retadora.

-¡Qué demonios! - dijo Lupus, y lo cierto es que no volvió a vérsele en unas cuantas noches.



Lilith se acercó a los murales de la Letanía, aprovechando que Lupus andaba ocupado buscando a La Rosa en un descanso del concierto. Además, De Paso acababa de irse, con la excusa de que aquella música no era muy de su agrado y que prefería aprovechar para visitar el Alexandrium todo lo posible, ahora que tenían permiso para hacerlo por las puertas abiertas debidas a la Conferencia de Caín; Quatemoc se había esfumado y Pantera y Lázaro no estaban especialmente comunicativos.

Observando la artística obra, y tras ver el nombre de su cofradía y de todos sus miembros, entre los más reputados defensores de la secta, repasó los nombres y la historia de las manadas que habían ido apareciendo y desapareciendo en la ciudad desde sus anales. Eran increíbles todos los cambios que podían darse, incluso entre criaturas que podían existir, en teoría, a lo largo de varias generaciones humanas. Allí vio los nombres de Predicador, Veronique la Cruelle, Ignace, Soeur Jeanne. Personalidades destacadas del devenir de la urbe de las que apenas había oído hablar. Definitivamente, el Sabbat, no era el lugar para alguien que quisiera ser literalmente inmortal. Aquello le hizo recordar las palabras de un impertinente gato parlante…

-Es increíble, ¿Verdad? Lo que puede llegar a hacerse con trabajo y dedicación. – La voz que le sacó de sus cavilaciones era inconfundible. Sobre todo para alguien que prácticamente la había criado como protegida, durante sus primeros años de cainita. No podía creer que por fin el cardenal se hubiese dignado a hablar con ella. Pero, pese a que deseaba, desde hacía mucho tiempo, tener aquella conversación, el rencor la hizo mostrarse fría, distante.

-Aha. – fue su corta respuesta.

-Me han dicho que ahora te haces llamar Lilith ¿No es así? – Strathcona, sin embargo, parecía casi divertido con la actitud de su pupila. Como un abuelo tratando con su nieta enfurruñada.

-Si a su eminencia le place, puede llamarme como desee. – Ella, continuó en su papel.

-Vamos pequeña, no me castigues. Solo trato de hacerlo lo mejor posible. – su sonrisa era tremendamente encantadora, como siempre.

-¿Ignorándome? – Pero Lilith continuó haciéndose la dura.

-Evitando sobreprotegerte, dejándote libertad. Tú lo pediste. – Se explicó Strathcona - Aún recuerdo aquella vez que me dijiste que si nunca iba a permitirte andar por ahí con una manada solo por el hecho de ser una tremere antitribu.

-Pero de ahí a ni siquiera hablar conmigo… - Y tras un corto silencio, añadió: - Estuve muerta, ¿sabes? Muerta del todo, por segunda vez.

-Lo sé y lo siento. Tus hermanos ya recibieron una reprimenda. Me asusté mucho, de veras. – dijo poniendo cara de circunstancias.

-Por mí o por lo que represento para el Sabbat. – Era una duda que siempre la perseguiría.

-Sabes que eres como una hija para mí. No debes dudarlo. – Siempre encandilándola con sus palabras.

-Pues tu hija ha cambiado. Ahora soy otra persona, mi espíritu se ha fusionado con otro ser y ahora, a lo mejor, ya no te necesito. – Argumentó ella resuelta.

Él la puso ojitos y morritos diciendo: - ¿Tanto te ha cambiado ese silfo? – Hizo una pausa y prosiguió. - ¿Sabes que yo también leo mucho, no? Y que tengo acceso a grandes conocimientos. Pues resulta que sé que eso que te revivió, además de un insuflador de energía muy potente, es un poderoso alucinógeno. Tal que puede afectar incluso a los de nuestra especie, ya que es de procedencia arcana. Pero por mucho que he rebuscado y preguntado, nadie cree posible que sea un ser, un alma o un espíritu. Por lo que Lilith, eres solo tú. Una tú evolucionada, mejor, si quieres, algo que habitaba en tu propio subconsciente posiblemente. Pero nada más. – Aquello la dejó sin palabras…

- Además, si lo que te preocupa es que no cuente contigo para mis planes o que no tenga en consideración tu consejo o tu aprobación, creo que eso podemos solucionarlo ahora mismo. – Era evidente que el cardenal siempre sabía lo que tenía que decir y cuando. Ella ya casi había olvidado su rencor.

-Tengo en mente un proyecto para vosotros, los Silver Rockets. No te preocupes, no está todavía ni mucho menos cerrado, pasarán semanas, o meses, hasta que podamos ponerlo en marcha, pero ahora que hemos recuperado la estabilidad en nuestro bastión, la reciente desaparición de la manada de Valez, me ha recordado y revivido mi interés por Los Ángeles, esa ciudad tiene que ser Sabbat algún día… - En aquel momento, el concierto se retomaba y las WyldChild comenzaron a tocar los primeros acordes del ‘Highway to Hell’.



De Paso se dirigió directamente a las Puertas de la Eternidad, no era que despreciara una charla sobre Caín como las que estaban impartiendo algunos de Los Pastores en La Capilla que llevaba su nombre. Eran verdaderos eruditos y maestros en la materia, como se había demostrado, pero aquello le recordaba todavía demasiado a su cofrade Bestia, por el que aun guardaba una especie de luto. Así que, harto de fiestas, celebraciones y charlas, prefirió hacer una visita al lugar que más le había llamado a él la atención de la ciudad de los milagros eternos: El Alexandrium. Y así podría, además, estar un rato solo, lejos del mundanal ruido y las relaciones sociales, algo que nunca había sido muy de su agrado.

Beatrice l’Angou, lo recibió con la educación y hospitalidad dignas de una maestra bibliotecaria y le aconsejó que le pidiera a Molly 8 aquello sobre lo que deseaba investigar, ya que ella debía atender a los visitantes que no habían estado allí nunca y la chiquilla de Mary-Ange, había acabado con su trabajo de confección de los murales.

Una vez se puso a ello, primero decidió preguntar por el arquitecto del templo. Desde que llegó, había querido saber si era verdad que se encontraba encerrado, no vivo, en una de las criptas subterráneas. Y en efecto, Molly 8 le dijo que la tumba de Dumas, el toreador camarilla encargado de su construcción, más o menos una vez cada década, despertaba del letargo y organizaba un jaleo importante, a base de tirarse una y otra vez contra las paredes hasta volver a dormirse agotado. Ya no gritaba porque hacía tiempo que se había tragado su propia lengua.

Preguntó también por la Inquisición. Toda aquella lucha en la que se habían visto envueltos, le hizo querer saber más sobre aquella facción del Sabbat y entender por qué en esta lucha no parecían haber sido partícipes explícitos. La propia bibliotecaria, le explicó que la institución inquisitorial, al parecer, se hallaba en horas bajas. Los Pastores y Montreal, eran los últimos representantes en América de la organización, y prácticamente habían perdido contacto con sus contrapartidas de más allá del charco. De hecho, Zhou, había sido el último juez inquisidor antes de su desaparición y el propio Cardenal, que era uno de los principales valedores de ésta, había dejado de nombrar caballeros inquisidores después de que casi todos ellos hubieran muerto o desaparecido años atrás en extrañas circunstancias. La tzimisce irlandesa, le confesó a De Paso, que ella creía, que en cierto modo, los Silver Rockets, habían sido enviados allí a modo de caballeros inquisidores encubiertos, aunque ni ellos mismos lo supieran, para evitar que el Decanus los descubriese de nuevo.

Aquella teoría le dejó al cainita de origen argentino bastante afectado. Molly 8, como todos sus cofrades, era una mente prodigiosa, pero sus conclusiones, lograron dejarle, si cabe, más preocupado de lo que ya estaba, con todo aquel tema de los demonios, el cielo y el infierno. Así que prefirió no adentrarse más en aquellos temas y buscar otros misterios más mundanos que resolver. Le estaban empezando a entrar ganas de retirarse de sus andanzas y convertirse él también en un bibliotecario, evitando así, volver a ponerse en aquellas situaciones extremas.

Fue entonces, cuando recordó que, estando en México, cargados de juventud y con ganas de aventuras, habían oído hablar de la tumba oculta de un matusalén, que llevaba enterrado con sus tesoros, desde tiempos de los Mayas. Si había información en algún lugar más fidedigna con respecto a ello, sólo podría estar allí. Un Matusalén podía ser peligroso, incluso mortal, pero su existencia se limitaba a una metafísica con la que el tzimisce podía lidiar. Era un pariente lejano, seguramente con malas pulgas y pocas ganas de que lo molestasen, pero al fin y al cabo, era la labor principal de la lucha de la Gehena el acabar con estos abuelos parasitarios, antes de que las noches finales llegasen. Así que se puso a investigar.

Horas más tarde había recopilado muchos datos inciertos, menciones vagas e información contradictoria sobre el emplazamiento de la tumba de Mictlantecuhtli, posiblemente un gángrel de cuarta o quinta generación, que llevaba cientos de años en letargo en Centroamérica. Pero lo que más le sorprendió encontrar, ya que nunca antes había oído nada sobre la existencia de algo semejante, fue la mención de un antiguo saber arcano, llamado el ritual de la Rosa Amarga, que según explicaban, permitía practicar una diablerie a varios cainitas a la vez, sobre un mismo vampiro. Cuando se lo mostró a Molly 8, ésta, algo sorprendida, le preguntó al respecto a Lionel, que andaba en ese momento por allí aleccionando a unos aparecidos obertus.

-Ese manuscrito solo te traerá problemas, créeme. Muchos lo han buscado en vano y otros que lo encontraron, acabaron mal. – El bibliotecario se mostró bastante reticente al respecto del tema.

-Así que es real, existe. – preguntó De Paso entusiasmado.

-Te mentiría si te dijese que no. – Confesó Christanius - Pero igualmente, lo último que se supo de él es que estaba en poder de una organización extraña a nuestra estirpe y a nuestro mundo, llamada Pentex. Y no conozco a ningún chupasangre de nuestra secta o de cualquiera de las otras que trate con esa gente. No son trigo limpio, según he oído, aunque en principio no son abiertamente enemigos.

Antonio De Paso, entonces, termino de rellenar sus notas y apuntes, lo recogió todo y se despidió de los Bibliotecarios, dirigiéndose sin dilación, a informar a Pantera y los demás de lo que había descubierto.

(Y ahora si que sí...Fin...de esta aventura.)
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Re: Novela: Cruzados en las Tinieblas. Una historia Sabbat de Vampiro La Mascarada.

#46

Mensaje por Darkhuwin » 07 Ene 2020, 10:18

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Re: Novela: Cruzados en las Tinieblas. Una historia Sabbat de Vampiro La Mascarada.

#47

Mensaje por Darkhuwin » 07 Ene 2020, 10:25

Aquí está la primera versión, sin revisar ni corregir por parte de ningún profesional. Para quien la quiera tener en PDF y por si decidimos colgarla en la página de alguna forma:
Cruzados en las tinieblas v1.pdf
(1.7 MiB) Descargado 234 veces
Espero que algunos la disfrutéis.
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Re: Novela: Cruzados en las Tinieblas. Una historia Sabbat de Vampiro La Mascarada.

#48

Mensaje por Alexander Weiss » 09 Ene 2020, 14:52

Bueno, he terminado de leer "Cruzados en las Tinieblas". Me ha resultado entretenida y mejor que algunas novelas oficiales de Mundo de Tinieblas. Por lo menos Darkhuwin se esfuerza por mantener cierta coherencia, y los fallos muchas veces derivan del trasfondo previo de Montreal, no del autor. Creo que con un repaso de estilo y ortografía, no desentonaría del universo oficial.

Y en fin, en V5 el Sabbat ha abandonado Montreal, que ha caído en manos de la Camarilla.
Última edición por Alexander Weiss el 09 Ene 2020, 20:23, editado 1 vez en total.

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Re: Novela: Cruzados en las Tinieblas. Una historia Sabbat de Vampiro La Mascarada.

#49

Mensaje por Darkhuwin » 09 Ene 2020, 16:40

Muchas gracias por leerlo y por tus comentarios, maese Weiss. De verdad que aprecio mucho tu opinión y que hayas dedicado parte de tu tiempo a mi trabajo.

Estoy de acuerdo en que debería pasar una corrección estilística y ortográfica, siendo mi primera novela y sin conocimientos profesionales en la materia, era de esperar.

Pero me encanta que te haya resultado entretenída y medianamente coherente y que me compares con lo publicado ya, me flipa (aunque lo publicado no sea muy bueno)

En cuanto a Montreal, los fallos de transfondo oficial y V5, estoy dispuesto a dejarme aconsejar si, finalmente, me decido o nos decidimos, a meterlo en la bóveda del narrador.

Tendríamos que ver el tema de portada, maquetación, etc...
"El Espíritu libertario será el principio fundamental de la secta. Todos los Sabbat tienen derecho a esperar y reclamar libertad de sus líderes." Código de Milán. artículo XI.

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Alexander Weiss
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Re: Novela: Cruzados en las Tinieblas. Una historia Sabbat de Vampiro La Mascarada.

#50

Mensaje por Alexander Weiss » 09 Ene 2020, 20:24

Por la oficialidad no me preocuparía, la Bóveda del Narrador precisamente se caracteriza por lo no oficial, y muchos de sus relatos y novelas no pretenden coincidir con lo canónico.

Y tratándose de una novela, maquetar no debería resultar muy difícil, ya que sólo habría que tener en cuenta la portada y la contraportada, el formato de texto no necesitaría muchos cambios a la hora de adaptarlo a un PDF.

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