Interdicta plena: Morte'nte caligine

[Baudelaire]

Tomas nota mental de las ropas abrigadas, generalmente con botas gruesas y guantes de cuero reforzado, sumado a chalecos de lana frondosa para musculaturas abultadas. Ciertamente el desgaste es intenso y prima mucho más la calidad que la estética. Nadie luce bien como para ir a ver una ópera en que cante tu madre, esa persona sería echada a patadas y ella probablemente conseguiría hacer que nunca más pueda acercarse al teatro.

Mientras mezclas tus recuerdos con la observación, el secretario sale corriendo con la cabeza baja y muy humillado, sostiene la puerta para su jefe que te habla directamente.

Este papanatas que tengo por secretario me ha dicho que erais "una señora con su hijo". Pero resulta ser que sois Anaís Médici, directora del gremio de cerrajeros. Museo ha tenido a bien el informarme aquéllo. Por favor disculpadme ante este tamaño exabrupto, espero no haberos insultado, noble dama.

Hace la declaración y golpea en la nuca al duendecillo de cuento de hadas que es ahora su asistente.

Mi nombre es Andrónico Zanetti, ¿podríais tener la gentileza de acompañarme a mi oficina?

El director muestra toda su amabilidad, mientras el secretario se sume en un trance de ofrecerte sus disculpas con un tono francamente apanicado, como alguien convencido que mañana estará de patitas en la calle.

[Leohan]

Solamente me alegra que la confusión se haya aclarado digo, manteniendo la cabeza en alto. Al pasar miro al secretario de reojo, dejando mi satisfacción para mi misma. Es cierto, el hombre seguramente está en serious problemas, en los que no estaría de no ser por mi posición. Pero a fin de cuenta es víctima de su propia indiferencia y mala educación. No hay ningún insulto agrego, sin embargo. Aunque el secretario ciertamente tenía una lección que aprender, tampoco querría que él se encuentre sin trabajo por un descuido poco conveniente.

Al pasar nuevamente dentro del edificio el ambiente ha cambiado un poco y todo está más silencioso. Seguramente Zanetti ha pegado un grito o dos y asustado a la gente. Sigo al hombre a su oficina, donde encuentro a Museo levantado de su silla, y a Eurídice apoyada sobre su respaldo, y mordiendo la camisa del niño.

Indico a Museo que se siente y yo, por mi parte, ocupo la silla contigua.

Muy bien, digo, mirando al director ¿De qué estaban hablando?

[Baudelaire]

Notas las gotas de sudor que se deslizan desde la frente del secretario al pasar junto a él cuando sostiene la puerta principal y, luego, la que comunica con la oficina del director Zanetti. Después de acomodarse, rápidamente aclara tus dudas…

Museo me ha dicho que quiere ser mi aprendiz. Si me permitís la impertinencia, desconocía que fuera vuestro hijo. Espero que vuestro nuevo marido goce de buena salud.

…y gatilla nuevas. Sabes que el niño es tu primo, pero quizás es poco oportuno intentar aclarar la confusión. Después de esta reunión, será más sencillo hacerlo en la mansión Perugi. Sin embargo, tampoco tienes mucha oportunidad de decir algo, pues la explicación continúa antes que puedas reaccionar.

Sin preguntarle, me ha explicado que hay tres tipos de aguas: someras, semiprofundas y profundas. Igualmente, puede reconocer todas las especies que nadan en los alrededores de Venecia, incluyendo canales y mar abierto. Me asegura que sabe nadar muy bien y que ¡ningún pez escurridizo se escapa de mis manos! Sabe más que los oficiales de mayor rango y casi tanto como un maestro del gremio… Quizás podríais comentarme cómo es que sabe tanto, lo cuál apreciaré mucho. Lo que más me intriga es su mascota, ¿cómo ha conseguido que le siga a todos lados?

Finalmente se queda en silencio adoptando una actitud de atenta escucha. Al mismo tiempo que Museo está a punto de saltar para explicar él mismo lo de Eurídice.

[Leohan]

¿Así que Museo no ha aclarado la situación de nuestro parentezco aún? Al preguntárseme, contemplo por un momento responderle que la madre de Museo se está recuperando de una fractura y por eso soy yo quien lo acompaña. Sin embargo, ese momento fue suficiente para que el hombre continúe hablando, dejando dicha explicación para otro momento.

Sonrío mientras el hombre habla, imaginando a Museo frenéticamente recitando su examen auto-impuesto, con esperanzas de impresionar lo más posible al director Zanetti ¡Y sí que lo ha logrado! Yo misma no me hubiera creído que alguien podría pescar en la forma en que él lo hace, de no haberlo visto con mis propios ojos ¿Pero quién habría pensado que, además de tal talento extraordinario, también conoce tanto acerca de la teoría?

Cuando me pide que le comente dónde lo ha aprendido, me pongo un poco nerviosa ¡Si soy yo misma quién querría saber éso! Sin embargo, el mismo Zanetti con su modismo de hacer preguntas y no esperar por las respuestas salva la situación, interesándose más en Eurídice.

Oh, ella no es sólo su mascota digo, recordando nuestro primer encuentro. Eurídice es quien lo ayuda a encontrar los mejores peces ¿Cierto, Museo? El parece ansioso por responder. Durante un momento, miro al ave a los ojos. Pensándolo bien, fue a ella a quién hube visto primero. La extraña gaviota tan blanca que su reflejo me fue enceguecedor.

Un niño y su ave. Incluso habiendo dormido en el mismo hogar varios días, ya, sigo pensando que ambos son bastante misteriosos.

[Baudelaire]

Museo se larga a contar una historia digna de Homero, una epopeya de corte épico que relata detalladamente los acontecimientos de su encuentro con Eurídice y las batallas colosales que hubieron pasado juntos antes de que comprendieran que jamás se separarían.

Es un niño con demasiados talentos, educado y respetuoso, organizado y tenaz, cantante y narrador. Lo único que podría faltar es que sepa abrir cerraduras y te quite el puesto de directora del gremio. Sonríes con tal pensamiento y notas que el silencio inunda la oficina. Por supuesto, el apresurado Andrónico vuelve a tomar la palabra.

Muy bien, Museo. Definitivamente cumples todos los requisitos para comenzar como aprendiz, si tu madre está de acuerdo. Es más, te esperaremos mañana a primera hora en el muelle 4 F, allí deberás contactar con el capitán Rupertino Polo. En unos momentos voy a enviarle una nota con mi secretario, pero será de mi propio puño, pues jamás dejaré pasar esta oportunidad. Es notable que vuestro hijo, directora Médici, tenga tantos talentos. Lo habéis educado muy bien y se muestra siempre muy respetuoso. Ha sabido organizarse al presentar sus fortalezas y muestra gran tenacidad que ya querría para mí. Falta que, además de contar historias, sea bueno para cantar.

Se ríe antes que Museo pueda comenzar a impresionarlo más. Mientras te parece que el director Zanetti ha leído directamente tus pensamientos.

Él te hará el examen práctico y si tuvieres éxito, serás nombrado mi aprendiz. Sí, yo mismo te instruiré… estoy a punto de retirarme y en ningún caso permitiré que algún otro maestro u oficial tenga el honor de observar y dirigir tu aprendizaje. Cuéntame, Museo, si te parece bien y si podrías llegar a las 4 de la mañana al lugar que te he indicado.

Solo hay una intensa oscilación de su cabeza hacia arriba y hacia abajo, asintiendo y desbordando alegría al mismo tiempo. Eurídice parece estar, igualmente de acuerdo. Lo notas porque ha dejado de tironear la camisa de su amo.

[Leohan]

No creo que la emoción de Museo sea igualable, pero por lo menos yo comparto una buena parte de la misma ¡No solamente un aprendiz, sino un cadete del director! Y con la declaración de que él se retiraría pronto ¿Quién dice que Museo no podría convertirse en su eventual sucesor? Me contengo de saltar al igual que el niño al levantarme y ofrecerle la mano en saludo a Zanetti.

Me alegra mucho oír eso, director. Sería un enorme honor que usted lo reciba. Aunque sólo para aclarar las aguas, deberé corregir algo que le ha dicho su secretario: no soy en realidad la madre de Museo. Ella ha sufrido una fractura esta semana, de hecho, y es por éso que no ha podido venir. Por supuesto, yo he recibido su permiso para auspiciar el ingreso de Museo al gremio.

Ciertas cuestiones conviene aclararlas lo antes posible, para que nadie piense luego que se las han estado escondiendo.

[Baudelaire]

Antes de cerrar el trato, busca entre sus papeles y te lo entrega. Luego, recibe tu compromiso con el apretón de manos. Se queja un poco, porque parece que tienes mucha fuerza y le has hecho crujir los huesos. Algo de dolor vuelve a tu mano, pero pasa más rápido que en ocasiones anteriores.

Confío en vuestra palabra, directora Anaís. Si no sois vos su madre y ella ya está al tanto, solamente pedidle que llene esta nota de autorización y la firme. Tráela contigo, Museo.

Después de terminar la despedida contigo, completa acariciándole la caricia sin que Eurídice intente picotearle la mano. De hecho salta a su hombro con gentileza y, te parece que le hace una reverencia, antes de salir volando por la ventana.

Cada vez hay más cosas extrañas en esta angelita con forma de gaviota que cuida a Museo, para cuándo reaccionas es el mismo director Zanetti quién te ha abierto la puerta. Museo se retira y tú le sigues, mientras llama a su secretario.

Al escuchar la voz de Andrónico, notas es bastante distinta a lo amable que ha sido contigo, definitivamente aquel hombre convertido en duendecillo encorvado está en serios problemas tras haberte ignorado. Quizás sea el último mensaje que entregará.

[Leohan]

Guardo la nota en mi bolso, agradezco al hombre y tomo a Museo de la mano, llevándolo hacia la puerta. Siento en su mano una emoción incontenible.

Yo, por mi parte, me mantengo compuesta. Ya que he sido reconocida por el director, no querría exagerar ni nada. Salimos juntos del establecimiento, sobre el cual nuevamente reposa la casi mística gaviota.

Caminamos cinco pasos... seis... siete... ocho... Miro a ambos lados. Las conversaciónes apenas pueden distinguirse, en medio de tanto bullicio.

¡SI! celebro a todo volumen, para luego abrazar al niño, sosteniéndolo fuertemente contra mi pecho. Incluso aquí, parece que mi grito ha hecho voltear unas pocas cabezas. Bravissimo, Museo! Bravissimo! Nuevamente siento algunas lagrimas derramar. Es increible todo lo que este niño, que no por tanto tiempo he conocido, logra provocarme.

[Baudelaire]

Museo resulta completamente sorprendido por tu reacción y lo único que atina a hacer es tratar de secarte las lágrimas, tal como su hermana hace poco.

¿Por qué celebramos, señora? Tengo solamente una cita a las 4 de la mañana con un capitán y sigo pensando que es muy temprano… ¿cómo lo haré para despertar?

Dejas de abrazarlo y supones que su preocupación tiene algún sentido, hasta que la gente que se pasea por los muelles parece detenerse a observar la escena: un mujer saltando y gritando, mientras un niño trata de hacerla entrar en razón.

¿Se siente bien, señora?

Un joven algo mayor que Museo, que parece ser aprendiz de pescador te hace la pregunta. Por mucho que has intentado controlarte, es difícil mantener la calma frente a tanta emoción. Museo lo ha hecho magnífico, por supuesto. En cambio tú, fuiste incapaz de contenerte hasta llegar a la mansión.

Para cuándo vas a responder, notas que quién se había acercado ha desaparecido. Cuándo te giras para ver a Museo, tampoco el pequeño está. Eurídice ocupa su lugar, encegueciéndote con su plumaje blanco celestial mientras tira de tus ropajes mostrando indignación.

[Leohan]

Bueno, Museo, estoy lista para decirle. Has hecho ésto muy bien y estoy feliz. Quizás aún -

Sin embargo, al darme vuelta, el niño ha desaparecido. Esfumado en el aire, como si nunca hubiera estado allí.

...No. Hay una evidencia.

Confundida, tomo mi vestido y me agacho para acercarme al nivel de Eurídice.

...¿A dónde se ha ido Museo? pregunto al ave, sintiéndome un poco tonta por esperar una respuesta.