[CA] 9pm, primer piso

[Magda Dalmau]

Después que toda la vorágine se ha calmado en la sala, busco el teléfono de Luis.

- ¡Quieto! Ni intentes moverte, tú debes tener más que claro que cualquier pequeño deliz te dejará tullido.

"¿En qué está pensando? Ya tenemos un cadáver retirado, ¿querrá ser el segundo?"

En lugar de marcar el número de su madre, llamo directamente a emergencias.

¿Siempre parece una eternidad cuándo realmente necesitas la ayuda de inmediato?

Se mantiene el sonido por largo rato, en tono de espera... hasta que de súbito, escucho la voz de un operador.

- ¡Vamos, qué ya era hora!

Me resulta imposible evitar la exclamación y me disculpo inmediatamente por el exabrupto.

"Pero... ¿qué inventaré que sea a la vez honesto en las consecuencias y que oculte la verdadera causa del daño?"

Comienzo por indicar claramente la dirección y el estado de Luis, ya me preocuparé de los detalles.

[Magda Dalmau]

Cita:

- Vaya, muchacha- comenta, y en su expresión divertida se dejan entrever sus colmillos, aunque de un modo mucho más sutil que los exhibidos por Ignasi, casi como un simple recordatorio de la condición compartida por todos los monstruos de la sala- ¿La conversación ha dejado de sobrepasar tu presencia? ¿O es el olor de la mortalidad lo que te atrae de nuevo a nosotros?

El olor a mortalidad....
Lo único que queda de Franz en esos momentos es la mancha de sangre, esparciéndose lentamente por el suelo, siendo absorvida por la madera. Desde luego, no se le antojaba nada apetecible a Rebeca, aunque supuso que no todos estarían tan desesperados como para beber del suelo...Se acordó de Ignasi. ¿O sí serían tan fuertes los impulsos?

Recordó que el próximo cadáver a dejar olor a muerto en la sala podría ser el suyo.

Se contentró, y recordó a Blanca, saliendo enfadada al balcón, y Block, ahora sangrando, y Ramón...llamando a emergencias. Todo le empezaba a parecer las crónicas de unas muertes anunciadas.

-No está del todo equivocado- le dice-. Verá, señor de la Cruz... Yo no soy la más brillante del lugar. Eso está claro. Me habría invitado cualquier otro. Tampoco me interesa convertirme en un ratón de biblioteca para el resto de la eternidad. Si tengo quedemostrarle a alguien lo brillante que soy por las cosas que digo, como sacada de una novela clásica, seguramente sea la próxima despechada o la próxima en decorar el parquet.

Baja un poco el tono de voz, solo para que Adán la oyera.

-Pero ya he visto que en el fondo eso da un poco igual. Si al final el Príncipe es quien tiene la última palabra, ¿realmente importa mucho lo que vaya lamiendo las botas de otros?- dirige su mirada al balcón, donde Blanca ha salido. La había visto feliz, radiante, cómplice de Ignasi hasta que el mismo Ignasi había perdido los papeles y arrastrado el ticket de embarque de Blanca con él. Y la culpa no había sido de Blanca-. Yo no puedo pedir a ninguno de los que estáis, por muy melosona que me ponga, a que...

Evitó imaginar los colmillos de Tangerine alrededor de su cuello. Se sorprendió al evitar también en pensar en los de Adán.

-Pero me conviene no tener más competidores. De aquí sólo saldrán tres, y me interesa estar en ese podio. Y hasta ahora, he tenido la...suerte, de que otros han tropezado antes que yo y han ido quitando obstáculos en el camino- miró de reojo a Block en el sofá, al borde del llanto. Franz, fuera. Luis, posiblemente fuera. ¿Ramón? Habría que verlo, pero por su verborrea, apostaría sus cartas a que fuera. Blanca... no quería pensar que fuera, pero necesitaba pensarlo. Y ella también había estado a punto de tropezar al inicio de la noche-. Pero no puedo seguir tentando a la suerte tanto tiempo. Y para eso, tal vez...necesite algo de ayuda.

[Magda Dalmau]

Cuando escucho a Ramón hablar, noto como si tuviese una olla a presión puesta alrededor de toda mi cabeza, que hierve y hierve, pero nunca termina de estallar y en su lugar de producirse la efusión de cualquier gas, lo que se escapan son unas palabras a caballo entre lo agresivo y la súplica.

-No. Necesito hablar con Miguel.- digo en un estado de inmovilidad casi absoluta. "Ramón lleva razón, estoy grave, pero es hora de cobrar mis servicios". Entre vagos intentos por encontrar la postura menos dolorosa posible comienzo a decirle el número de esta persona.

-Has hecho lo correcto, Ramón, pero no creo que les dejen pasar.- No hay mucha tranquilidad en mi rostro al caer en la cuenta de esas palabras que se diluyen rápidamente sin llegar a formar una conclusión más elaborada de la situación actual.

[Magda Dalmau]

La decepción surgió en el rostro de Trias. Una decepción que le devolvía los fantasmas del fracaso. Una decepción que poco a poco se iba convirtiento en ira, esperando encontrar con la mirada, el culpable de aquellas milésimas de segundo que habían estropeado años de éxito. Quiso encontrar a aquel gilipollas para... para... para nada. Era un cobarde, que simplemente apretó el puño con tal fuerza que con sus uñas, casi corta la circulación de la palma. Ahogó un grito de frustración casi infantil y se giró hacia la ventana. Pensó en salir corriendo tras el principe, pero aquello rompería toda la etiqueta, y podría derrumbarlo todo como un castillo de naipes.

Ahora si que estaba en un serio problema. Había nadado lo mismo con Llátzer que con Fenoll, y en ambos casos había muerto en la orilla. Le quedaba la esperanza de que el Principe aún le lanzara el salvavidas, porque cuando Llátzer se enterara de todo aquello, sería el tiburón que tiraría de él para ahogarlo en las profundidades.

[Magda Dalmau]

Oigo de fondo la voz del objetivo de Marga hablando con mis conocidos sobrenaturales con la certeza que no me prestará atención. Yo no dejo de mirar la escena que tengo delante de mis ojos. No puedo dejar de hacerlo.

Observo aún el reguero de sangre que gotea del cuello de la víctima. El color tan vivo de la muerte es ciertamente chocante. Es un líquido fluido, de un color rojo intenso. No es como el color oscurezido que le salía por la parte inferior del casco a ese motorista en mi temprana edad de los 10 años, que recuerdo cada vez que me encuentro en situaciones parecidas. ¿Quién no ha visto en vivo un accidente de tráfico mortal? ¿Quién no ha podido dejar de pensar en la gente que quiere en ese momento, comparando el cadáver con ellos?

Mi rostro se va volviendo cada vez más frío con cada pensamiento que pasa fugazmente por mi cerebro. Con la mirada alejada de la realidad. No me importa en lo absoluto la víctima que está tendida en el suelo. Y del que está palideciendo de dolor, apenas le presto atención. Tan sólo la atención justa que provoca mi curiosidad al ver que nadie mueve literal y absolutamente ni un dedo por ayudarle. Es una situación triste, pensaría tal vez antes de mi enfermedad. Incluso podría haberme llegado a afectar de alguna manera, siendo generosos, en otro momento. En realidad, me es incluso sorprendente que me provoque tanta indiferencia. "¿Qué clase de vida se tiene que experimentar para llegar a una situación aún más salvaje que la mía?" pienso al darme cuenta, sin apartar apenas mi mirada de los rostros de los monstruos de esta fiesta.

La pregunta de Damiá consigue alejarme de mi ensimismamiento, aunque siguiendo observando la escena, esta vez, con algo más de calidez en mi mirada.

-¿Por qué no debería estarlo?- la pausa sórdida que provocan mis palabras en mi cerebro me hacen despertar un poco más. -Tarde o temprano todos nosotros terminaremos de la misma manera- Digo refiriéndome en la forma filosófica de la muerte, aunque de forma ambigua, no dejando claro si es sobre la situación de aquel degraciado o de la muerte en sí misma.

-Oh, disculpe mi falta de tacto- digo sacudiéndome la cabeza terminando de despertarme y girando mi cuerpo y mi mirada hacia la figura estoica de Damià. -Mi nombre es Julián- Digo extendiendo mi mano para saludar a aquel señor que se ha molestado en dirigirse a mi, con mi buena y simpática sonrisa -Encantado de conocerlo-

[Magda Dalmau]

Camareros:

(...)el cuerpo genera una mancha en el suelo que se va expandiendo con lentitud. No es necesario que nadie de ninguna indicación, pues tres camareros con aire circunspecto llegan a su vera y se lo llevan a pulso, cargando con el cadáver sin mucha ceremonia.

La mancha se queda en el suelo, empapando la madera.

La acción de los camareros la saca de su ensimismamiento, pero el trato que le dan a aquel joven recién asesinado llama poderosamente su atención. Ni un gesto de humanidad ni un decoro con el muerto... simplemente un cadaver que limpiar. ¿Cuántos... cuántas personas más han debido de correr la misma suerte? Una pequeña vocecita en el fondo de su cabeza empieza a alertarle de que está en peligro y debería huir... pero esa vocecita ha quedado bastante marginada tras todos los hechos horrendos que ha presenciado ya esta noche.

Fredo y Chiara:

- Mis esperanzas de irme de aquí temprano se han esfumado -comenta, sin importarle que Marga o Julián puedan escucharle. Su tono es desganado, pero se contradice por la mirada despierta y energética de sus ojos - Chiara, querida, reorganiza mi agenda.

- Pero...-empieza la mujer, sacando el movil y mirando la serie de compromisos que previsiblemente tendrá que cancelar. No parece muy contenta con la idea y toquetea la pantalla con el ansia del que ve su perfecto plan destruido por un imprevisto incontrolado.

- Aqua in bocca -le corta su dueño, a falta de palabra mejor.- Fenoll quiere una ciudad repoblada. Estará dispuesto a comprar favores. O a devolverlos. Una ocasión así se tiene ad ogni morte di Papa

Al escuchar la conversación, Marga cae en la cuenta de quién es él. ¡Es Fredo! Tantas veces hablando de él con Chiara; la persona que siempre decide "sí o no" en cada trato y en cada negocio que ha cerrado con ella... Marga se encuentra esta noche aquí por la invitación de Chiara, pero sabe que ella no hace nada sin el consentimiento de su jefe. Y por fin está aquí. Tendré que presentarme y ofrecer mis respetos pues... -piensa.

Damià:

- Cierto. Pero no creo que el Príncipe vaya a conceder su derecho a nadie de los aquí presentes.

Grifols deja la conversación abierta (...)

- Ah -dice, segundos después, como quién no quiere la cosa mirando a Julián- ¿Se encuentra bien?

La repentina llegada de Damià corta su iniciativa para presentarse a Fredo. La mujer lee rápidamente la conversación: ambos vampiros (Fredo y Damià) están muy por encima de Chiara, Julián y ella misma. Su propia norma de etiqueta le indica que no debería interrumpirlos para presentarse. Está segura de que Fredo ya sabe quién es ella, y no parece el tipo de persona que le guste perder el tiempo. Además, están hablando de aspectos de las relaciones entre vampiros; le conviene escuchar atentamente e ir captando las sutilezas del mundo de los nocturnos.

Julián:

-¿Por qué no debería estarlo? Tarde o temprano todos nosotros terminaremos de la misma manera.

-Oh, disculpe mi falta de tacto- digo sacudiéndome la cabeza terminando de despertarme y girando mi cuerpo y mi mirada hacia la figura estoica de Damià. -Mi nombre es Julián- Digo extendiendo mi mano para saludar a aquel señor que se ha molestado en dirigirse a mi, con mi buena y simpática sonrisa -Encantado de conocerlo-

Por lo que escucha, Julián no ha cambiado mucho: sigue siendo aquel hombre que es capaz de pasar por alto la etiqueta, ya sea para bien o para mal. Ante la peligrosidad de esta situación, parece que se lo toma con serenidad, bromeando con la muerte sin enrojecer.

Sin saber muy bien por qué, Marga se siente "obligada" a interactuar en esta conversación. Aprecia a Julián, a pesar del tiempo que llevaban sin verse. Y se le ha quedado un regusto amargo al marcar distancias en su acercamiento, aunque su reacción haya sido de manera instintiva.

En cuanto Julián y Damià se presentan, Marga añade para informar a Damià: Julián es un antiguo amigo de hace años, aunque llevábamos un tiempo sin vernos. Ha sido toda una sorpresa encontrarnos aquí -señala con tono simpático, dando un toque de naturalidad a la situación, como si esto no estuviera ocurriendo en una sala llena de monstruos y sangre por el suelo. Cuando calla, su sonrisa se muestra a ambos hombres.

[Magda Dalmau]

Santiago parece encontrarse incómodo haga lo que haga. No parece desear quedarse y hablar con Blanca, pero no se mueve y su expresión parece la de alguien intimidado al tantear la posibilidad de escaparse. Ante la duda, simplemente mantiene la mirada gacha, escuchando a la mortal.

- ¿Cómo esperabas salir? -dice, recuperando sin embargo algo de su tono desdeñoso inicial, como si no pudiera evitarlo - ¿Entrar en esta sala y luego volver a casa como si nada? Tsk, si te hubieras venido conmigo....seguramente estarías como ese de ahí -la referencia a Franz es evidente, y no por ello menos irrespetuosa- No se trata de tocar bien o mal - continua, volviendo a una voz más tímida, como si se hubiese dado cuenta de su transgresión- sino de saber qué melodía le gusta y cuál odia quien quieras impresionar.
- Veo que lo tienes todo bastante claro -dice Adán a la protegida de Tangerine- Pero eres demasiado pesimista en tus predicciones y no tienes en cuenta una cuestión política: el que está en la cumbre siempre se sustenta por sus inmediatos inferiores. Y estos, por los suyos. Así que no menosprecies el poder de una lengua preparada para lamer botas, porque no hay ningún Príncipe que gobierne ninguna ciudad sin deber favores o sin facciones en contra. Y menos aquí...

De la Cruz deja la última frase en el aire y se queda meditabundo, examinando la sala, como si estuviera haciendo sus propias predicciones sobre el futuro de la ciudad. Pero regresa pronto su atención a Rebecca

- Ahora mismo, de aquí sólo saldrán dos. Y cierto, no te has tropezado, pero quedar segundo es simplemente ser el primero de los perdedores. - El Toreador le sonríe, ladino- Estoy seguro que necesitarás ayuda. La pregunta en verdad es qué puedes ofrecer a cambio.
Damià responde al saludo de Julián y estrecha su mano con el decoro adecuado, con fuerza comedida. Marga puede o no recordar la capacidad de esas manos, que ahora no obstante parecen tan normales.

- Algunos nos resistimos un poco más con el asunto de la Parca, para bien o para mal. -dice, consiguiendo despertar una leve sonrisa en Fredo. Mira a Rocafort, con una leve sorpresa dibujada en su rostro.- ¡Ah! ¿Se conocen? Sin duda el mundo es un pañuelo. Tenía consciencia que venían recomendados por la misma persona -dice señalando a Chiara con la cabeza- pero no que hubieran tenido una relación anterior. Eso...cambia las cosas
La voz de la operadora de emergencias es profesional y seria.

- En 10 minutos estará una ambulancia allí señor - dice, tras tomar nota de la dirección - ¿Puede llevar a su compañero a pie de calle o será preciso subir a por él? ¿Sabe si hay ascensor en el edificio? ¿Dispone de alguien que pueda ayudarle?

Damià parece haber escuchado al fin que Ramón estaba usando el teléfono móvil proque se gira y lo observa con cara de sorpresa. Está claro que el Malkavian no se esperaba ese curso de los acontecimientos, pero ¿para bien o para mal? Quizás esté planteando qué ocurrirá si llega un equipo médico a esa sala y ve una mancha de sangre en el suelo o si empieza a hacer preguntas. Quizás esté buscando ya la manera de proteger la Mascarada, que pasa por silenciar para siempre a los dos. O quizás sólo esté sorprendido por la imprudencia.

[Magda Dalmau]

"Pero no creo que les dejen pasar, pero no creo que no les dejen pas..." Entonces ya consciente de la situación de mis costillas, la adrenalina vuelve a fluir violentamente por mi cuerpo, los neurotransmisores se activan majestuosamente como una de estas imágenes aceleradas de plantas floreciendo y la descarga recorre mi médula materializando en una sacudida violenta que emana por mi boca. De una manera soez, pero apropiada para mi supervivencia y, tal vez, la de todos los asistentes humanos de esta sala.

-Ramón, esa broma no tiene ninguna gracia. Devuélveme el puto móvil- grito mientras le quito violentamente el móvil con el brazo derecho y me lo acerco a mi cara.

-Buenas noches, quiero pedirle disculpas por este entuerto. Mi amigo está borracho. Lamento de veras que le haya hablado así. Soy el doctor Luis de Cea Fons, neurólogo desde hace más de una década en el Servei de Neurologia de L'Institut Usp Dexeus y puedo asegurarle que me encuentro perfectamente, no hace falta ninguna ambulancia. Disculpe las molestias y que tenga una buena noche.- mantengo un tono enérgico durante toda mi conversación con la operadora, finalmente cuelgo la llamada, sin dar más explicaciones.

-Ramón...- suspiro para recuperar un poco el aire tras el momento de ansiedad. -Has visto lo que era Ignasi, nadie de los aquí presentes puede dar explicaciones de esto. Suerte que seguimos vivos, de momento. Puedo reconocer mis heridas, fractura de dos costillas, no creo que sea necesaria cirugía, pero un buen calmante para el dolor me aliviará bastante.- digo finalmente relajado, aunque jodido por el daño, tratando de revelar en mi rostro la aprobación de las mejores intenciones de este chico

[Magda Dalmau]

Sonrío al escuchar las palabras apuntilladas sobre la Parca. Es sorprendente como se creen vivos cuando ni siquiera necesitan oxígeno para seguir moviéndose...

-Oh. Creo que ustedes ya están en la siguiente fase- pauso para observar a Damià, pero dirigiéndome también a Fredo al haber observado cómo reaccionó a las palabras del interlocutor. -Han vivido la, seguramente, trágica y terrorífica fase de la muerte, y por el momento, han conseguido burlarse de ella, eso ya demuestra la astucia que poseen- vuelvo a pausar de forma amable, intentando ser lo más cortés y educado posible, y a la vez, alabando su persistencica para no dejar de vivir. -Cuando uno de nosotros tiene una experiencia cercana a la muerte- digo refiriéndome a los humanos -empieza a ver las cosas de otra manera, y normalmente te vuelves más frío y pragmático... ¿Cómo será cuando te conceden una segunda vida?- Termino pensando en voz alta sabiendo que es la única forma de tener alguna posibilidad de conseguir la respuesta, pues de forma directa, seguramente se me negaría.

La sonrisa perenne de amabilidad se torna cariñosa y melancólica cuando la voz de Marga impregna de sonido la escena. No hay que ser muy lince para darse cuenta en mi rostro, el recuerdo que aún procesa de Marga, el bien que le hizo su relación para poder progresar emocionalmente en su vida. De otra manera, posiblemente ahora estaría sólo, amargado y más que posiblemente ya no estaría en este mundo para poder experimentar esta noche. Algo que siempre le escondí a ella, y posiblemente esa frialdad y falta de confianza fuera lo que la hizo apartarse de él en su momento.

-En efecto, buenos amigos- apuntillo con esa mirada que Marga podría dilucidar a las que le entregaba cuando estábamos rodeados de gente y guiñarle el ojo se hubiera convertido en una situación incómoda, aunque mis propias palabras ya lo fueran por diversión. - Y ciertamente volver a encontrarla en esta bifurcación hace sentirme joven de nuevo-

Damià interpele algo sorprendido y deja ir una corta frase que hace incomodarme. Siempre he sido malpensado por naturaleza, y ese tipo de afirmaciones rara vez atraen cosas positivas a las situaciones que habían pensado para nosotros. En cuanto entré por la puerta y vi a Marga acercarse a él, instintivamente decidí que esa opción estaba betada para mi. Aún lo considero, a pesar de que con esta decisión sólo me quede una opción oficial, y tengo que hacérselo saber con mucho tacto y sin ofenderle ni una pizca.

-Si estoy en lo correcto en mis pensamientos- digo refiriéndome a la elección de tener a Marga como Chiquilla -Mal que me pese, creo que su primera elección es y será la mejor que haya tomado- pauso mirando a Marga mientras prosigo mi pequeño discurso de apoyo -Como puede observar es hermosa, agradable, simpática, inteligente y sabe estar en todo momento. Y ese, es un don que en situaciones como ésta pocas personas poseen. Además de una fuerza interior que puede tirar muros si así se lo propone. -para los más avispados, la mirada de Julián tendría un pequeño atisbo de tristeza, que lenta pero inoxerable, irá saliendo a la superficie en cada palabra que describa a Marga, porque en el fondo sabe, que mientras la alaba, se estará cavando un agujero cada vez mayor para su corto futuro. -Pero además podrá conocer algo que ambos compartimos. Una lealtad inquebrantable si se nos trata de la misma forma que nosotros tratamos a quien admiramos, además de una frialdad absoluta en momentos de tensión- Pauso mirando al resto de humanos antes de terminar mi discurso. -Dudo mucho que en esta sala, haya alguien que reúna todas las cualidades que posee Marga. Y estoy seguro que hay gente muy interesante-

[Magda Dalmau]

Me aseguro de indicar claramente la información que me piden y de avisar que estaré cerca de la puerta.

-¡Pero qué haces, Luis!

En un movimiento rápido, aprovechando que mis reflejos son muchísimo mejores que los suyos, corto la llamada... antes que me arrebate su teléfono, de manera que sea incapaz de notar que la ambulancia ya está en camino.

-Toma, ten tu aparatito. No necesitas ser tan brusco, eres médico y sabes que necesitas ayuda.

Se lo entrego amablemente y escucho su letanía.

"Por lo menos su mente sigue funcionando con un atisbo de racionalidad".

Lo miro con una sonrisa.

-Sé la razón por la que estamos aquí y, también sé que lo que ha pasado es complicado.

Le toco la frente.

-¡Estás ardiendo! Vas a sufrir un espasmo en cualquier momento.

Lanzo la broma para tratar de alivianar el momento.

-Je, je, je. Las endorfinas son lo mejor para calmar el dolor. Recuéstate, por lo menos. Respira hondo y mantén tu espalda horizontal, amigo.

Hago énfasis en la última palabra.

-No trato cuerpos, sino mentes. Y, sé que lo que menos necesita ahora tu cerebro privilegiado es agitarse. Tu corazón ya está bastante golpeado como para enviar más sangre hasta arriba... al menos, por ahora. Un chorro de adrenalina está lejos de ser la solución ahora. Si quieres morirte ya, mejor que sea cerca de tu madre. Sería muy triste conocerte esta noche y enterrarte antes de terminar nuestra primera conversación.

Sonrío ampliamente.

-¿Qué tal si me devuelves el teléfono? Te prometo que no intentaré llamar de nuevo al hospital, tú mismo puedes marcar el número de ella. Yo le hablaré y le diré que pase a recogerte.