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Mensaje
por Darkhuwin » 28 May 2020, 18:16
"Chicago 27 de Septiembre de 1991. Capilla Tremere." escuchó el inglés en su cabeza. Era la voz de Yasmin, pero ella no había separado sus labios. Estaba dentro de él.
De pronto, como si de una película de ultra definición de 3D con realidad virtual incorporada se tratase, su mente voló dirigida hasta un edificio oscuro de persianas y contraventanas tapiadas, con ladrillo visto y múltiples desperfectos en la estructura que ofrecían una imagen de descuido y abandono notables. Veía a través de los ojos de la tremere antitribu, podía deducirlo, porque mientras subían unas interminables escaleras de piedra, piso tras piso, a una velocidad endemoniada, los brazos y las piernas con la característica túnica de la hechicera aparecían una y otra vez en su campo de visión, moviéndose en vaivén. Por delante, unas botas militares pisaban con fuerza los peldaños sin hacer el más mínimo ruido.
Al principio, pensó que la alucinación que estaba sufriendo era meramente visual, por aquel efecto amortiguador del sonido, pero, cuando, tras un movimiento vertiginoso del de delante, una puerta se abrió y entraron en tropel, una explosión de sonido lo inundó como si alguien hubiera conectado el Dolby Surround en ese mismo instante, a todo trapo. La escena se aceleró de repente; a sus lados, aparecieron dos figuras emblemáticas de 25:17, Ezekiel y Reza Fatir, que habrían estado tras ella durante la subida. Delante, el individuo de las botas había levantado en volandas a alguien y lo mantenía sujeto por el cuello impidiéndole hablar y clavándole unas garras animalescas, aunque desproporcionadamente grandes en su carne, mientras con la otra mano sujetaba una gran estaca y la mantenía en el aire amenazadora.
-Ni te atrevas a intentar ningún truquito, ‘vástago’ – pronunció esa última palabra despectivamente. Haciendo alusión a su procedencia Camarilla. – O esta estaca te dejará seco.
-NNGGhh. ¿Cómo habéis entrado aquí? ¿Quiénes sois? ¿Cómo osáis…? – decía con grandes dificultades un hombre de color, de mediana edad, mientras intentaba desembarazarse de la presa a la que lo tenía sometido su atacante.
Entonces, la voz aflautada característica de Ezekiel surgió de al lado de Yasmin, que estaba realizando los precisos movimientos – conocidos por casi todos los brujos, fueran del bando que fueran – para comenzar a extraer vitae de su víctima, impidiendo así que la utilizara en su contra fácilmente.
-Es mejor que colabores, Marshall. – Comenzó dialogante el ductus - Sabemos que tus superiores no están aquí. Así que más te vale sernos de ayuda, si no quieres acabar mañana saludando al sol por última vez, con una estaca en el pecho.
-¿Sssois Sssabbattt? – Logró articular, nervioso y asustado, el tal Marshall. – No piensso hablarr – mascullaba mientras la mano aferrada a su garganta, perteneciente al que parecía Soldat- por la gabardina y el traje militar- le apretaba sin remisión. Ya comenzaba a sudar sangre que volaba hacia la tremere antitribu por todos los poros de su cuerpo.
-No va a hacer falta que hables, usurpador marioneta – le contestó el ahora Obispo. Y añadió. – Solo necesitamos que te quedes muuuy tranquilito mientras nuestra amiga te saca lo que necesitamos de esa cabecita tuya tan cuadriculada y engañada.
-¿Qué?, ¿Qué va a …? No, no – decía aterrado – me matará, DuSable me matará…
Al momento, cientos e imágenes se agolparon en la mente de Yasmin, que era la mente de William, que era la mente de un tal Garwood Marshal… el vértigo se apoderó del relojero cuando se sucedieron voces, pensamientos, sensaciones, dolor… insoportable dolor…demasiadas conexiones, demasiadas… “Montreal”, “peligro”, “Sabbat”, “misión secreta”, “Acabar de raíz con el problema”… Fundido en negro…
***
Scarambough se encontraba arrodillado en el suelo de la sala VIP con los brazos sobre su cabeza. Cuando abrió los ojos, la luz, aunque era escasa y de ambiente, lo cegó al principio, hasta que se fue acostumbrando a ella…a la realidad. Aún podía sentir ecos de aquellas voces, ecos de dolor y muerte… incluso algo…algo muy antiguo y oscuro, unos ojos, ojos de serpiente. ¿Serían de Ezekiel? ¿De Sangris quizás? No podía ser, ella no lo había conocido. ¿O sí?
Al levantar la cabeza, allí estaba Yasmin, de pie, mirándolo. Desde aquella posición, casi podían apreciarse algunos rasgos de su bien formado rostro. Estaba seria, pensativa.
-¿Entiendes ahora lo que te decía? - Le dijo, esta vez en voz alta pero susurrante, como al principio- Puede que sea algo, o puede que no…pero nunca podemos descartar ninguna vía. Y menos despreciando a nuestros más odiados enemigos.
"El Espíritu libertario será el principio fundamental de la secta. Todos los Sabbat tienen derecho a esperar y reclamar libertad de sus líderes." Código de Milán. artículo XI.