Episodio 4. Arañas y serpientes

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Re: Episodio 4. Arañas y serpientes

#31

Mensaje por Voivoda » 16 Jun 2020, 17:03

Larsson mira a Laurent de un modo intenso, como si memorizara cada palabra. Malalt tiene la sensación de que la atención de su interlocutor está absolutamente absorbida por sus explicaciones, aunque al mismo tiempo es como si fuera al revés, como si realmente fuera él mismo el que deseara ese mismo efecto. Larsson se reclina en el asiento antes de volverse a apoyar en la mesa, transmitiendo de esa manera una permanente vitalidad con sus gestos.

- ¿Todo esto para asegurar tu refugio? A ver, Laurent... creo que todo es mucho más sencillo -Larsson parece tener la solución para todo y Laurent a duras penas puede luchar contra la sensación casi de tomar nota de cada una de sus palabras- Si haces lobby por un grupo de Anarquistas, tienes tu Dominio a las puertas de territorio Anarquista y en tu grupo hay una Brujah.. ¡y un Caitiff!... realmente ahora mismo tienes todo un poco en contra para no ser considerado un Anarquista. ¡Un Caitiff, Laurent! -enfatiza sus palabras sin resultar agresivo ni faltón, casi parece divertirle- En el momento en que Juul o Veborg hablaran de tu propuesta estarías ya de cabeza en esa lista de simpatizantes directos de la causa Anarquista.

Larsson se toma unos segundos en los que guiña el ojo y saluda a dos hombres vestidos como elegantes ejecutivos que se sientan en la barra del local. Después, vuelve de nuevo a mirar a Laurent.

- Laurent, tú estás por encima de todo este lío. Eres un tipo con formación, con gusto artístico. No sé a qué te dedicas realmente por Christiania, pero debes subir un peldaño por encima del barro. ¿El problema es el refugio?. Tranquilo, puedo proporcionarte seguro un sitio mejor, que no arderá de primeras cuando todo esto salte por los aires. Incluso podríamos hacer algo con tus amigos, aunque si quieres mi consejo -Laurent realmente no lo quiere, pero desea escucharlo- lo mejor es que los ates en corto lo antes posible. Mira, sí, de verdad que entiendo los lazos que se forman en una Coterie... pero en serio, con esos amigos es difícil dar una imagen distinta a la de un Toreador rebelde y que va por libre... Y eso a la larga...

Las palabras de Larsson son como un imán. Un notable cansancio mental cae como una capa sobre Laurent. En pocas noches los Verdaderos Daneses le han tentado, los Anarquistas han avisado a su Coterie de que tomarán nota de lo que haga respecto a la petición de Sorensen y ahora su propio Clan le aconseja tomar otro camino. Todo eso sin contar con Kat, cuya validación es en el fondo la que más desea Laurent. Y tome el que tome, se asegura tener enemigos. Malalt mira a Larsson mientras la semilla de la duda empieza a plantarse en el terreno fértil de su inquietud interior. El Toreador baja algo la voz para concluir su argumentación.

- Es muy difícil que esta idea salga adelante. Mira, no tengo ni idea de qué coño hay en esa isla, pero ten por seguro que todos vamos a intentar saberlo. Quizá Elsa pueda ceder por temor a la respuesta de los locos estos de Sorensen, pero para el resto sus represalias no serán más que meras excusas para entrar en Christiania a sangre y fuego. Muchos lo están deseando -Larsson vuelve a reclinarse en la silla- No, no, Laurent... hazme caso, es el momento de tomar una posición más segura. Pase lo que pase, los Anarquistas nunca van a gobernar Copenhague.

OFF: Tienes -1FV. Tendrías que gastar otro para no ceder de primeras a la tentación de seguir los consejos de Larsson (la tirada no hace falta repetirla, sacaste éxitos suficientes). Por eso describo que Larsson ejerce una atracción tremenda sobre ti, sus palabras son como un imán, aunque no las acatas directamente, tu voluntad aún puede enfrentarse a esa corriente magnética de la Presencia.



-----

- Pero, ¿quién coño te has...?

El tal Rasheed, nombre que tenía muy pocas posibilidades de coincidir con el suyo, se alejó medio metro de Jasper mientras sopesaba la posibilidad de evitar el encuentro con métodos expeditivos. El informante se toma unos segundos para terminar de reconocer a Jasper. El Caitiff sabía que su aspecto generaba de modo natural cierta simpatía en los demás. No sabía si era fruto de que provocara algún tipo de compasión por su aspecto desaliñado y con ciertos dejes propios de un adicto, o bien porque resultaba incluso algo gracioso y amigable con sus gestos. El caso es que funcionaba. Y no dejaba de ser una bendición cuando bastantes problemas tenía uno ya cuando no tenía ni Estatus ni posibilidad alguna de ganarlo dentro de la nueva sociedad en la que había tocado sobrevivir.

Quizá por todo ello, el informante de Laurent se sacudió un poco la ropa, comprobó que no había un alma en ese callejón perdido de la mano de Dios, que la policía se ponía en movimiento lejos de vosotros, y terminó por apoyar su espalda en el muro, así como su pierna derecha. Con parsimonia se encendió un cigarrillo que llevó un agradable olor a tabaco a la nariz de Jasper, quien intentaba contener su impaciencia.

- Amigo de Laurent, ¿verdad?

El Caitiff quería largarse cuanto antes de allí, pero asintió comprendiendo que tendría que seguir un tanto el ritmo del informante de su compañero de Coterie. Tenía rasgos propios de un sirio, libanés o alguien de esa zona del mundo. Pero ya era miembro de la segunda generación de daneses, nacidos ya en territorio danés aunque con rasgos y apellidos de otros países del mundo. Un fenómeno generalizado también en Suecia y Noruega y que traía de cabeza a la extrema derecha que necesitaba los votos de estos ciudadanos de sus amadas patrias, pero al mismo tiempo los despreciaban por estar totalmente alejados del fenotipo clásico del nórdico.

- Dicen que el tipo ese es un terrorista sueco, de algún grupo antifascista. La policía anda rastreando la zona porque al parecer son los que traen las armas para los disturbios aquí en Dinamarca. Deben de ser amigos de los antifas de aquí. Creo que están entrando por el mar, en lanchas y así -el tipo da una larga calada al cigarrillo- No sé más, pero es una putada para el barrio, ¿sabes?. Ahora vamos a tener secretas por aquí pululando a todas horas. En todo caso -el informante mira ahora a Jasper directamente mientras le señala con el cigarrillo- dile a Laurent que vaya buscando una coartada. No tardarán en llegar hasta él si el punki ese de mierda estaba en su piso.
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LAURENT MALALT (Pagliacci)
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Re: Episodio 4. Arañas y serpientes

#32

Mensaje por Pagliacci » 16 Jun 2020, 21:56

https://www.youtube.com/watch?v=DeumyOzKqgI

La oferta era demasiado buena como para no considerarla, era una salida fácil a todo aquel merder, una oportunidad para volverse a dedicar a lo que realmente le importaba, la pintura. Malalt titubeó antes de hablar y se sintió patético al hacerlo, así debía sentirse Jaspers en su presencia. Detuvo su mirada en aquellos ejecutivos de hermosos cuerpos esculpidos en un gimnasio, caros trajes italianos y relojes suizos. Todo aquello estaba a su alcance, sangre fácil, sin preocupaciones y tiempo para dedicarse a sus asuntos.

-Me da igual que salga adelante o no, Stephen. Por mí podéis estacar a Sorensen y cocinarlo en su propio jugo. Pero míralo de este modo- dijo dándole un trago a su copa- hace tiempo que buscamos una oportunidad para devolverle el poder a la Príncipe y arrebatárselo a la usurpadora que ostenta el cargo actualmente. ¿Qué mejor que una guerra para demostrar la debilidad de la malkavian? No habrá mejor oportunidad que esta, cederle la isla a unos anarquistas sería el insulto definitivo, la muestra incuestionable de la debilidad del Natlige.

Quizás, incluso, consiga levantar los celos y envidias de otros anarquistas. La Juventud Roja no es precisamente hábil a la hora de hacer amigos. La ciudad desembocará en el caos, Sorensen no seguirá muchas noches vivo y pronto sabremos lo que oculta en esa isla. Tal y como yo lo veo, los potenciales beneficios superan a los riesgos.

¿Quieres saber por qué me rodeo de anarquistas? Un sabio dijo una vez, mantén cerca a tus amigos, pero más cerca a tus enemigos. Tener el refugio en pleno territorio anarquista me permite anticiparme, ninguna revolución me pillará con el pie cambiado, sus cambios de humor recorren eléctricos mi piel y me impulsan a zarpar antes de que baje la marea.

Si estoy aquí, contándote esto, es porque ese idiota confía en mí. Así que no menosprecies el valor de mi refugio en Christiania, pues este es la clave de mi éxito y de mi valía para el Clan Toreador
-El contrabandista hizo una pausa para darle algo de gravedad a sus palabras -Te digo lo que voy a hacer, voy a hablar con Juul y voy a intentar sacarle lo que sepa sobre esa isla. Pero acepto tu oferta de auxilio, me ayudaría saber que tengo algún lugar al que recurrir, llegado el momento.

El francés había recuperado la confianza y le dirigió una mirada cargada de seguridad en sí mismo, jugaba fuerte al intentar convencer a Larsson de que lo que hacía era en pro de la causa, la causa de su familia, su causa. A estas alturas, apenas sabía cuál era su verdadera causa, decía tantas medias verdades que le resultaba difícil no creérselas. En el fondo, Laurent pensaba que era un tipo honesto, aunque fuera el mayor mentiroso que había pisado la ciudad.
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Jasper Rohde (Jebediah_Gogorah)
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Re: Episodio 4. Arañas y serpientes

#33

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 17 Jun 2020, 12:54

{ https://www.youtube.com/watch?v=neLkIPJsSfc - Soothe my Soul by Depeche Mode }

El callejón se tornaba oscuro. Solo la luz naranja de la farola, cortaba de manera perpendicular el vertice de su esquina. A los ojos de cualquiera, parecería que Jasper hablaba solo contra la pared. Unos gatos peleaban por los pequeños restos de basura orgánica que se depositaban junto a la entrada de servicio de un Döner Kebab. Sus cuerpos ágiles, chocaban en la refriega una y otra contra el enrejado metálico creando un tintineo casi molesto.

El Caitiff se revolvió al escuchar las noticias. Ahora por primera vez, si que sentía su pequeño bienestar personal (si podía llamarse así) en peligro. Parecía que la cosa se ponía realmente fea. Terroristas, armas, poli secreta... si algo bueno tenía estar en el escalafón más bajo de la Estirpe es que muy pocas veces se tenía que preocupar de hacer otra cosa que no fuera acometer las órdenes de otros. Pero ahora, creía que era el momento de demostrarle su valía al jefe, y ser algo más que un perro apaleado. Tenía que ayudar a Laurent, porque así se ayudaría asi mismo. Necesitaba autonomía...

- Vamos Hamid... no me jodas... - puso la mejor de sus caras. Esa de yonki regateando cinco euros para su última dosis - Eso ya lo sabía... dime algo nuevo. Sabes que si al franchute le va mal te va a ir mal también a ti. La mejor forma de quitar a estos maderos de paisano de aquí, es colaborando conmigo y atajando este problema lo más pronto posible. - Sacó la caja de tabaco y le ofreció uno - ¿Que hacía ese tipo en el piso de Malalt?... ¿puedes llevarme ante alguien de los antifascistas?... ¿algún nombre?... ¿hay programadas más manifas? ¿sabes los puntos exactos donde están llegando esas lanchas?... - Las preguntas caían una tras otra, de manera mecánica pero pausada, y poniendo lo mejor de su carácter en ello*1 - Vamos tio... lo mejor para Laurent, será lo mejor para ti... echame una mano y lo convenceré para que extienda tu zona de menudeo.


*1
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Re: Episodio 4. Arañas y serpientes

#34

Mensaje por Voivoda » 19 Jun 2020, 18:44

- Eh, eh... para el carro -el conseguidor de Laurent se pone serio, aunque en ningún momento Jasper lo percibe como una amenaza. Quizá su propia ansiedad se haya mostrado en exceso. Estaba disfrutando de su papel, de la libertad de movimientos. Era una paradoja que disfrutara de la libertad para luego tener algo que contarle a su compañero de Coterie. Pero no podía escapar de esas paradojas, como la de colocarse, esclavizar su cuerpo a una sustancia, para sentir a través de esa actitud que era por fin libre- Los vecinos andaban murmurando que el tipo tenía llaves del piso. Si estaba ahí es porque Laurent quería que estuviera ahí.

Uno de los gatos sale disparado con los restos de algún tipo de comida entre sus dientes, siendo perseguido por el otro con una agilidad que a Jasper le recuerda los movimientos de velocidad sobrenatural que había visto hacer alguna vez a algunos Vampiros. Mientras se apagaba el eco del tintineo de la verja, no pudo evitar un gesto de sorpresa. No se esperaba ese giro en las palabras del camello relacionado directamente con el Toreador.

El tipo deja unos segundos de silencio. Seguramente no quiere ir más allá en lo que toca a Laurent, aunque una capa de sombras cae sobre los pensamientos de Jasper. El danés de origen árabe fuma con tranquilidad antes de seguir con la conversación.

- No estoy muy metido en rollos políticos. Lo mío es otro negocio, ya sabes... -te mira dejando entre los dos un mar de sobreentendidos- Sólo he oído eso de las lanchas que llegan a Saltholm. No sé, esa isla nos ha hecho ya bastante daño con la mierda esa de los niñatos que fueron allí a colocarse y se les fue la mano... No creo que haya nadie del barrio tan idiota como para asomar por allí las narices. Ya llevamos bastantes días viendo a algún viejo conocido de Estupefacientes por aquí -el hombre apura su cigarrillo- Díselo a Laurent si le ves, por cierto. Entre Estupefacientes y la mierda de hoy vamos a estar jodidos un tiempo.

------- - Entiendo tu posición, de verdad, Laurent, la entiendo -Larsson suaviza aún más su voz melosa, anticipo de un comentario más duro- pero te equivocas.

Laurent estaba haciendo un grandísimo esfuerzo para intentar no caer en el agradable torbellino de la personalidad de Larsson. El Toreador transmitía seguridad, confianza... confort. Tres cosas a las que había renunciado hacía mucho tiempo. No vivía mal, al final había logrado cierta independencia y un aceptable nivel de subsistencia. Pero su Sangre se sentía inevitablemente atraída por una vida más acorde con sus gustos y aficiones. Christiania era una buena tapadera, pero no dejaba de ser... insuficiente.

- Tanto si hay una revolución a gran escala, como si se reprime, difícilmente las Coteries como la tuya podrán salir indemnes. No está en juego bajar los humos a un grupo de adolescentes o intentar meterlos en el sistema. Está en juego el propio sistema -Larsson evita parecer arrogante o excesivamente pedagógico. Respetaba el hecho de que compartís Clan y muy probablemente valora también que no hayas caído a la primera en los amagos verbales que utiliza. No obstante, Laurent no olvida que, a pesar de que el cargo de Arpía no está realmente instaurado de un modo oficial en Copenhague, la opinión y posición de Larsson puede hacer subir o bajar el prestigio de alguien con mucha rapidez.

- No me obsesiona la política como a mi Sire, me dan lo mismo los adolescentes con colmillos, la verdad -Larsson suena bastante sincero al decir esas palabras- y quizá tiene un punto lo que dices de que dar algo de cuerda a los Anarquistas puede ser una molestia para Elsa y eso siempre es bueno para nosotros -Larsson se pone más serio y deja de gesticular con las manos- pero ten en cuenta que Karen jamás aceptará que tengan poder real ni creerá que nadie es valioso para el Clan por tener lazos con la chusma de Christiania. Ya sabes, la edad influye, ve las cosas más a la vieja usanza -Stefan saluda de refilón a una mujer que pasa cerca de vuestra mesa antes de mirarte de nuevo para lo que parece el fin de la conversación- Haz lo que consideres, sabes que te respeto, Laurent, pero no pienses que la puerta del auxilio va a estar abierta por mucho tiempo.

OFF: Podéis seguir con las conversaciones si queréis, o podéis avanzar.
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Jasper Rohde (Jebediah_Gogorah)
Caitiff Programador

Re: Episodio 4. Arañas y serpientes

#35

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 21 Jun 2020, 09:27

- Tío... deja de marear la perdiz como si guardaras la puta fórmula de la coca cola, tronco - dijo hastiado un Jasper viendo como su aparente carisma natural no había tenido todo el éxito esperado - Dame un puto nombre... algo de donde tirar. ¿Como se llama el madero?... ¿Va en un sedan negro o en un Testarrosa blanco a lo Sonny Crockett?... deja de guardarte la información y compartela, colega... ahora mismo hazte a la idea de que estás hablando con el mismo Laurent... si quieres lo llamamos. - dijo rebuscando su móvil en el bolsillo de la cazadora, pero sin ánimo de sacarlo.

Aquellos galones no ganados le sentaban tan bien, que casi imaginó una no vida paralela sin Malalt presente en ella. Esperaba aquella información que el confidente le pudiera proporcionar con las púpilas dilatadas y una mirada casi enfermiza. Se imaginaba a Alex cogiendolo de la pechera... pero aquel no era su estilo. No tenía la elegancia y el liderazgo toreador, ni la intimidación y la fuerza brujah... era otra cosa. Era un compendio de habilidades que ya traía de fábrica de antes de caer en la maldición de la noche eterna.

Luego, cuando la cosa se calmara, tenía pensando entrar en el portal... coger alguna propaganda de un buzón e intentar acceder al piso de Malalt. Se preguntaba si a la poli se le escaparía algo y si el sueco tenía algo que ofrecerle en forma de pista. Algo que siguiera alimentando su autonomía. Quería, necesitaba, llevarle algo de interés a su amo... al fin y al cabo, desprenderse de él, solo eran imaginaciones. Ínfulas ilusorias que nunca llegarían.

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LAURENT MALALT (Pagliacci)
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Re: Episodio 4. Arañas y serpientes

#36

Mensaje por Pagliacci » 21 Jun 2020, 12:33

https://www.youtube.com/watch?v=3JQQ9RuajVA

Malalt se quedó en silencio un largo rato mientras encajaba las palabras de Larsson, había empezado a venderle su falsa verdad a tanta gente que, ahora que alguien le enfrentaba a las consecuencias de lo que le esperaba, se daba de bruces con un futuro en el cual lo perdía todo. Perdería su dinero, su dominio, su coterie, su colección y a Kat, no podía permitirlo. Las tierras y el dinero las quería, pero a Kat la necesitaba, no se imaginaba la eternidad enfrentado a la soledad.

-Si caigo- dijo mientras se levantaba lentamente para despedirse- Prométeme que cuidarás de mi colección, es lo mejor que queda de mí.

El toreador abandonó el club, despidiéndose con cortesía de su interlocutor, rumiando todavía las últimas palabras del apuesto e influyente vástago. Tenía que averiguar qué escondían los mocosos en la isla, no podía arriesgarse a que aquello le estallara en las manos, no manejaba la suficiente información. Aquello fue lo que le hizo elegir a la rata de cloaca entre todos los candidatos que le había propuesto Larsson para llevar este asunto ante el Natlige, si alguien sabía que urdían las Juventudes, sería él. Otro tema sería que lograra sonsacárselo o no.

El aire de Copenhage le recibió con su caricia húmeda y fría al salir del club, era el toque gélido y escarchado de una ciudad desagradecida e impersonal, la música aún se escuchaba amortiguada mientras sus pasos le llevaban hacia Christiania. Malalt pensaba en la carta que se disponía a escribirle a Hauptmann, estaba poniendo en movimiento muchas piezas, quizás demasiadas, quería asegurarse de que no le crucificaran desde la derecha, pero no tenía muy claro que todo aquello fuera a servir para algo.

Unos minutos después su refugio le dio la bienvenida con un particular silencio, el resto de miembros de coterie habían decidido emprender caminos separados aquella noche, la sala qué les había cedido, dónde se encontraban cuatro ordenadores emitiendo constantemente un molesto zumbido, permanecía a oscuras. El contrabandista introdujo sus llaves en una puerta reforzada que conducía a su subsótano, donde se encontraba su lecho y lo cuadros más preciados que guardaba, apartados, incluso, de la miradas de los miembros de su coterie.

Entró en el sancta sanctórum con cierta religiosidad, como el sacerdote que se adentra en su templo, el olor de la pintura fresca desprendida por su última obra era patente. Pero el francés pasó por delante de ella y buscó entre los lienzos ocultos tras una estantería de madera flamenca, la humedad la estaba destrozando, Malalt sintió un aguijonazo de culpa.

El contrabandista se detuvo junto al retrato de Trude Steiner, una obra de Klimt que transmitía una belleza fantasmal, los trazos grises de aquella dama blanca parecían cobrar vida, su mirada era lánguida, triste, forzada a permanecer en silencio. Sus labios, ligeramente fruncidos, eran carnosos y rojizos, transmitiendo una sensación de movimiento paralizada en el tiempo, el beso que nunca se dió.

En sus manos, la dama de blanco, la hija de aquel millonario austríaco saqueado por los nazis, llevaba un ramillete de flores, margaritas, probablemente. En aquellos colores grises, la flores parecían muertas, arrancadas de algún camino, forzadas a posar de forma triste, al igual que la joven que las sostenía. Laurent casi era capaz de percibir un reproche oculto en la mirada de Steiner, como si le juzgara por haber ocultado la obra de Klimt de los ojos del público.

Aristócrata hipócrita, cómo si fuera a haber sido exhibida para la plebe en lugar de adornar un gran salón en un castillo sobre el Danubio. Malalt decidió que aquella sería la obra que le enviaría a Hauptmann, de un valor tan incalculable como peligroso. Tómo el lienzo y lo envolvió, después se puso a escribir la carta.

La pluma rasgó el papel dejando tras de sí un rastro de regia tinta, tan azul como la sangre Ventrue. La misiva, decía:

“Querido H.:
Han pasado muchos años desde que hablamos por última vez, pero espero que nuestra amistad no se haya enfriado tanto como para haber perdido la confianza que nos unía, juntos hemos cambiado la historia, ha llegado la hora de volver a trabajar en equipo.

En las próximas noches, llevaré ante el Natlige una extraña propuesta, de oscuras intenciones y, aparentemente, inexplicables motivos. Pero todo lo que hago tiene una razón de ser, sigo siendo un fiel defensor de la causa, por más que me rodee de quien me rodee. Poco me importa si la moción o la propuesta es aprobada o tumbada, se avecina una guerra que barrerá las calles de Copenhage a sangre y fuego. Confío en que este regalo que te envío te recuerde quién soy y de qué lado estoy.

Malalt, de la sangre de los Volgirre.”


El contrabandista mandó llamar a su mejor hombre mientras la tinta se secaba sobre el pergamino, selló la carta con el anillo del marqués de La Tour d´Azyr y le dijo:

-Mañana a mediodía, lleva a esta carta a esta dirección, junto a este lienzo enrollado. Aseguráte de que llegue y serás recompensado.

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Re: Episodio 4. Arañas y serpientes

#37

Mensaje por Ilitia » 21 Jun 2020, 22:09

El olor húmedo de la arena ascendía hasta el bulbo olfatorio de la Brujah, no podía hacer otra cosa que esperar, esperar a que algo pasara, esperar a Kat. Se sentía resignada, sabiendo que por mucho que quisiera evitar un ataque, este era difícil de predecir. No sabía de dónde venían las balas, ni siquiera sabía quién era su enemigo, simplemente estaba allí, una mujer había perdido la vida en un ataque que se dirigía a ella.

Alex tenía la mirada fija en un punto en el suelo cuando comenzó a escuchar los característicos botes del balón de baloncesto. Echó la vista al frente, apenas había luz, tan solo los movimientos de la silueta y su intuición le ayudaron a descubrir que era Kat. Ni siquiera sabía que iba a decirle, estaba algo desanimada con todo eso de la muerte definitiva. Apenas pudo coger torpemente el balón que le lanzaba, no supo qué decir, así que lo botó y tiró a canasta. Su falta de habilidad resultó en un tiro fallido que apenas movió las cadenas del aro, pero se acercó de nuevo a recoger el balón y se lo lanzó de nuevo a Kat.

Kat cogió el balón con una gracia especial. Alex no pudo evitar echar una sonrisa cuando se atrevió a decirle algo.

- Malalt me envía a protegerte- terminó por echar unas risas, sabiendo lo absurdas que sonaban sus palabras.

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Re: Episodio 4. Arañas y serpientes

#38

Mensaje por Voivoda » 22 Jun 2020, 12:54

La carcajada de Kat suena natural, espontánea, agradablemente humana. Incluso parece que el gesto jovial repentino la rejuveneciera, no tanto en cuerpo como en espíritu, quitándole ese cierto aura de permanente alerta, ese escudo defensivo de cierta agresividad, que suele acompañar sus gestos. Se ríe sinceramente demostrando que no se esperaba para nada las palabras de Álex. Las dos Brujah comparten esa risa; un repentino momento de camaradería que casi podría hacerles pensar durante un mínimo segundo que no son dos depredadoras muertas y vueltas a la vida. Hacerles pensar por un mínimo segundo... que están vivas.

Kat invita a Álex a sentarse en uno de los bancos que rodean la pista, uno situado bajo una tupida capa de ramas de varios árboles, lo que le sitúa en una penumbra casi absoluta. La Brujah deja el balón debajo del banco y se sienta a horcajadas sobre él, de modo que el respaldo queda a su izquierda y apoya la espalda directamente sobre el brazo de metal.

- ¿Y de qué se supone que me vas a proteger, particular caballero andante? -repite sin dejar el tono de broma.


-------


Laurent vio cómo su aliado cargaba el cuadro en una furgoneta blanca, que cerró con más cuidado del habitual. El Toreador sintió una ligera punzada de pesar. El arte era un ancla para sus temores. Sabía que el paso que daba era una necesidad política, quién sabe si quizá una necesidad personal para sobrevivir, pero ver ese retazo de un instante congelado en el tiempo, ese segundo recogido con aspecto fantasmal que proyectaba un sinfín de preguntas sin resolver, marchándose envuelto en la parte trasera de una furgoneta de reparto de madrugada en una ciudad deshumanizada como Copenhague le generaba un pesar creciente en su interior.

Laurent volvió al interior de su refugio, intentando disfrutar del silencio. Estaba acostumbrado a esa soledad, pero el silencio se hacía espeso, tangible e inquietante en ese sótano. La franqueza y el tecleo constante de Álex y las bromas y comentarios banales de Jasper le daban... vitalidad. Laurent no era el más hablador de los tres, muchas veces se sentaba a leer o simplemente a escucharles. Y en estos momentos de soledad es cuando se daba cuenta de que en cierto modo los necesitaba. Tanto Larsson como Kurtz habían dejado caer de modo más o menos explícito que no eran compañías que pudieran sumar a su favor en los tiempos de incertidumbre que se avecinaban. Laurent pensó si al final también los Vástagos, como los mortales, compartían la tendencia de tomar decisiones en ocasiones que realmente no tenían un verdadero sentido lógico en cuanto a que no favorecían la supervivencia del individuo. Seguramente abandonar su Coterie le daría más libertad y más capacidad de negociación ante el inevitable enfrentamiento que se avecinaba. Y, aún así, era el único pensamiento que no había tenido en su mente en medio de sus cavilaciones sobre qué rumbo seguir.

La protección de Larsson había sido uno de sus objetivos. Reducir la hostilidad de Hauptmann era otro. Ganar tiempo con Sorensen. Encontrar a Juul. No perder ni un grado de la temperatura de su relación con Kat.
Pero nunca abandonar a Álex y Jasper.

La vibración de su teléfono le sacó de su ensimismamiento. Clara Jorgensen era una abogada que no atravesaba un buen momento en su vida. Un par de fracasos en los últimos juicios, su reciente separación y un accidente de tráfico que le había costado una larga recuperación le habían puesto al borde del precipicio. Los calmantes y estupefacientes que conseguía de modo discreto gracias a la red de Laurent la habían mantenido en el lado de la vida en el que se sigue respirando. A cambio de la discreción (que se filtrara su adicción sería el punto y final definitivo a su carrera), Clara era la testaferra a cuyo nombre estaba precisamente el piso utilizado por Laurent para dar refugio al amigo de Isak. El Toreador cogió el teléfono fingiendo acabar de ser despertado. Clara sonaba muy nerviosa.

- Me... me acaba de llamar la policía. ¡Se han llevado detenido a un terrorista del piso! ¿Sabías algo?, Laurent, ¿sabías algo?... Lo... lo siento... he tenido que contarles que yo sólo firmé la propiedad -Clara se echa a llorar- Por favor, entiéndelo, por favor, no me puede interrogar la policía, por favor...

No acostumbro a meterme demasiado en los pensamientos de los Pj's, que para eso son de los jugadores, pero creo que este post se prestaba a ello una vez que Laurent está estático en un lugar y me he tomado cierta libertad de sacar conclusiones en función de tu interpretación de todos los últimos acontecimientos


-------


Era el momento de hacer algo útil. Jasper observó el piso a su alrededor. Hasta ese momento, todo había ido más o menos como estaba previsto. El informante de Laurent no parecía tener más información. La descripción genérica que había dado del supuesto agente de Estupefacientes tampoco era un gran hilo del que tirar. Por un momento, Jasper llegó a sospechar que el tipo prefería que nadie se acercara al agente: mejor peligro conocido que problemas por conocer. Dedicado a sus negocios, sin ánimo de meterse en problemas... y con las reticencias propias de un empleado, no de un lacayo. Jasper no iba a juzgar, sería un tanto paradójico, hasta qué punto apretaba o no Laurent la soga de sus contactos. El tipo que había visto en la calle trabajaba para él, pero no estaba tan subyugado como para jugarse el cuello por el francés. Ni se había inmutado ante la posibilidad de llamar a Laurent, lo que había terminado de convencer al Caitiff de que poco más podía rascar de él. Que el detenido estuviera en el piso franco de Laurent con el visto bueno de éste aún le inquietaba, pero Jasper esperaba que su compañero tuviera alguna explicación para ello.

Pero ahora era el momento de hacer algo útil. Había costado media hora poder acceder al portal aprovechando que uno de los vecinos parecía tener un turno laboral que empezaba especialmente pronto. Un educado "buenas noches" para entrar, apenas respondido por el empleado aún somnoliento, había sido suficiente para aprovechar la apertura de la puerta. El piso de Laurent era el único que no tenía nombre en el buzón, lo que facilitó encontrarlo. Una vez en el rellano, Jasper se tomó su tiempo para comprobar que en las casas de alrededor reinaba el silencio. Después de la intervención policial, no eran pocos los vecinos que seguían despiertos y comentando lo sucedido en sus casas. Jasper podía escuchar sus voces atenuadas por puertas y pasillos y esperó inmóvil como una estatua en la oscuridad completa del rellano del quinto piso. Jasper tenía una habilidad natural para permanecer concentrado frente a cualquier tipo de distracción, lo que sumado a una buena dosis de paciencia era una buena mezcla para saber exactamente cuándo moverse. Cuando consideró que todo estaba calmado avanzó sigilosamente hacia el piso. Entrar iba a ser lo más sencillo de todo. Aunque la puerta había quedado precintada con cinta policial, habían tenido que reventar la cerradura. Así que Jasper se vio a sí mismo con cierta sorna convertido en una especie de bailarín como los agentes que evitan los campos de láseres en las películas, sorteando de esa guisa la cinta policial y entrando al piso.

Una notable pereza se instaló en la mente del Caitiff. El piso era un auténtico caos. La acción policial había revuelto todo. Y "todo" era una amalgama de ropa de toda clase, muebles viejos, platos sucios, bolsas de Amazon desperdigadas y cuadros medio caídos. Los agentes se habían llevado cualquier aparato electrónico que pudiera haber.

Era el momento de hacer algo útil. Pero iba a llevar demasiado esfuerzo.

Para una búsqueda general, habría que tirar Percepción + Investigación a dificultad 7 (la dificultad estándar es 6, pero sumas un +1 por tu Defecto de Perezoso). Si quieres realizar una búsqueda específica (algún objeto en concreto, sobre alguna información concreta), la dificultad pasaría a 8. Tu mérito de Concentración, además de haberte facilitado entrar al piso hace que no haya que hacer más que la tirada que elijas. Ni los ruidos de la calle o de los vecinos te desconcentrarán (por mucha pereza que te dé ponerte al tema), ni tampoco te pillarán por sorpresa llamando a la puerta ni nada así (aunque si pifias pues todo puede ser, claro)
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LAURENT MALALT (Pagliacci)
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Re: Episodio 4. Arañas y serpientes

#39

Mensaje por Pagliacci » 23 Jun 2020, 09:40

https://www.youtube.com/watch?v=JEc1uhdKRko

El francés respiró profundamente, comenzaba a sentirse desbordado por la situación, claramente sobrepasado por los acontecimientos. Los nervios galvanizaron su piel y su sangre se envenenó con corticoides, se tomó un segundo antes de decir:

-Algo extraño ha debido pasar, Clara, el piso se encontraba demasiado cerca de Christiania y es probable que alguien haya decidido ocuparlo por su cuenta. Ya tengo un hombre investigándolo.- Dijo a fin de tranquilizarla- Si la policía se pone en contacto contigo, dímelo cuanto antes y no te preocupes, todo saldrá bien.

En otro momento habría usado y tirado a aquella adicta como la escoria en la que se había convertido, pero aquella petición de ayuda, tan directa y desesperada, tan descarnada y miserable, aludía directamente al carácter paternalista que escondía bajo su fachada de narcotraficante, un deseo de proteger a los demás que normalmente solo expresaba a través de su coterie.

Por supuesto, todo no iba a salir bien, las esperanza que le daba solo aliviaban su malestar actual, pero aquello cargaba una responsabilidad más sobre él que no sabía si iba a poder abordar. Afortunadamente, confiaba en que Jaspers esclareciera que había pasado allí, luego se encargaría de limpiar el desastre. Malalt le dirigió unas palabras de despedida a Jorgensen cargadas de empatía antes de colgar el teléfono.

Volvió al silencio, un silencio relajado, Malalt comenzaba a asumir que la situación hacía semanas que había escapado de su control. Un motivo más para dejar la ciudad y abandonar toda aquella vida, la rencillas con los Anarquistas y los trapos sucios que ocultaba con los Verdaderos Danseses, un nuevo comienzo lejos de todo esto, con Kat.

El toreador se sintió aliviado sabiendo que Alex le informaría de cualquier eventualidad que se produjera entorno a ella. La ha había enviado, no tanto para protegerla físicamente, como para saber que no estaba sola. No obstante, decidió mandarle un escueto mensaje a la brujah: "Localiza a Juul, tenemos que reunirmos con él. Pregúntale a Kat. Gracias."

Aquel último agradecimiento no era más que una forma de suavizar las órdenes que le enviaba, el contrabandista había aprendido que había que tener mano izquierda con los zelotes. Además, la rata de cloaca era una criatura repugnante, Malalt nunca había tenido la necesidad de hablar con él, pero sabía que era un tipo patético, astuto y ladino, no sentía ningunas ganas de reunirse con él en solitario.

Ahora que ya tenía a la coterie trabajando sobre los dos asuntos más urgentes y que los engranajes de la maquinaría política ya estaban en movimiento, al menos unos cuantos de ellos, se detuvo a analizar su próxima jugada. No le había mentido a Larsson cuando le había dicho que debían saber qué se escondía en la isla. Laurent decidió averiguarlo por sí mismo, esta vez iría a aquel nido de cucarachas sin invitación y, con suerte, sin ser visto.

Volvió a enfudarse la chupa de cuero y el cuchillo soviético, dejando atrás el caro traje que había llevado hasta entonces, esperaba poder manejar la lancha por sí solo. Le diría a Sorensen, si le encontraban, que quería que le acompañara a hablar con Juul.


Jasper Rohde (Jebediah_Gogorah)
Caitiff Programador

Re: Episodio 4. Arañas y serpientes

#40

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 23 Jun 2020, 11:58

- Dejalo ir... - resonó en su cabeza. Un "ya nos veremos" fue su despedida, para moverse con su carácteristica gracia al interior del portal. Ubicar su vivienda fue fácil. Laurent no era detallista... tenía aquellos pequeños fallos bajo su concepción que podrían levantar la manta. Aquella ausencia de etiqueta en el buzón le dio la clave. ¿Por que dejaría hospedarse al terrorista sueco en su piso?... ¿Que les escondía el volgirre?... ¿Hasta que punto su fe sobre él era ciega?.

Aquellas preguntas le recorrían la cabeza mientras subía los escalones, escorado a un lado y asegurandose de que no había nadie en el siguiente rellano. Fue una grata sorpresa encontrar la puerta abierta. Se retrajo la manga hasta su palma para no dejar huellas, por si las moscas. La poli ya lo tenía fichado en su época más chunga de yonki, de cuando era capaz de tirar de un bolso para poder agenciarse una dosis. Tras ver el desastre no le sorprendió demasiado. Es más, lo reconocería como el cuchitril donde el mismo descansaba. Cogió una de esas bolsas de la conocida marca de compras online y se la ajustó a modo de guante... y empezó la búsqueda de cualquier cosa que le llevara a la siguiente estación.*1


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