(C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)

[Variable]

Antes de entrar ya podía olerlo: un penetrante olor a pizza y a queso. Cuando abrió, Raúl estaba en mitad del pasillo, con las pizzas en unos platos. Saludó a Eva con alegría y la invitó a pasar, mientras dejaba las pizzas sobre la mesita del salón.

- ¿Cómo estás? ¿Se te ve fatigada? -preguntó-. He leído tu mensaje, empezaba a preocuparme.

Se sentó en el sofá y comenzó a cortar la pizza.

- Le envié un mensaje a Cortés esta tarde. Pero, cuenta, cuenta.

[Livia]

Eva fue hacia su tío, tenía la cara consternada por los nervios y ahora que estaba en confianza fue corriendo directamente hacia él y le abrazó como si fuera una niña pequeña. Escondió la cabeza en su pecho y empezó a llorar.

- C...Cor...Cortés.. es...e...es mu...muy majo - articuló, entre sollozos. Con un mar de lágrimas derramándose por sus mejillas - Me da el libro, me contrata tres meses con sueldo fijo para que le ayude a investigar. El sábado me invita a cenar y me enseña el puesto de trabajo en su biblioteca.

Pensar en eso hizo que afloraran más lágrimas. Su cuerpo se convulsionó por el llanto, tardó unos minutos hasta que consiguió calmarse. Entonces, alzó el rostro para mirar a su tío a través de las gafas empañadas y con la nariz y los ojos enrrojecidos.

- ¿Qué me pasa, tito? ¿Me estoy volviendo loca? Te juro que lo he visto. Lo he visto. ¿Por qué no me deja en paz? ¿Me estoy volviendo loca?

Miró a Raúl como si esperara una respuesta al respecto, algo que la calmara.

- Viene todas las noches desde que fui a La Finca. Viene con la moto. Me roba. Viene en sueños. Tengo mucho miedo, tito. -le confesó - Yo estaba muy feliz. Me había hecho mucha ilusión encontrar un trabajo honrado en el que se me valorara. ¿Qué pasa? ¿Qué me pasa? ¿Qué está pasando? Yo solo quiero ganar dinero para sacar la librería adelante y ayudarte con lo que pueda, y con eso soy feliz, tito.

Ocultó de nuevo la cara en su pecho, temblando porque de noche las pesadillas parecen más reales, sobretodo si te las encuentras en el metro.

[Variable]

Raúl consoló a Eva, dejó que se expresara y que llorara lo que necesitara. Cuando terminó, quiso apoyarla con unas palabras de aliento:

- Estás pasando una semana muy difícil -explicó-. Tómate un día libre, relájate. Tienes casi dos días enteros para descansar y centrar tu mente.

Se quedó unos segundos callado.

- Y si tienes un acosador, lo lleva claro. No sabe con quién se está metiendo.

[Livia]

- No tengo que centrar nada, tito. Solo quiero que se vaya - respondió, Eva. - Que se vaya.

Intentó recuperarse y fingir que sus palabras de aliento habían sido tan reconfortantes como cuando entraba la luz del día por la ventana. Nunca había pensado en ir a dormir como un suplicio, si no como un premio después de un largo día de trabajo. Empezaba a mirar los lugares de descanso como si fueran potros de tortura.

- ¿Nos vamos a Burgos? Estar con la mente desocupada no me va a ayudar. Puedo echarte una mano con lo que sea, si te has comprometido. Me esforzaré mucho para que Cortés esté contento y quiera encargarme más cosas para traer más dinero, tito.

Volvió a intentarlo, aunque seguro estaba más pálida

- Con un vinito seguro que se me tiemplan los nervios - sonrió, débilmente.

Tenía el estómago retorcido, la garganta cerrada pero estaba un poco mejor y no quería despreciar el esfuerzo de su padrino. Así que iba a esforzarse por fingir que podía disfrutar de la cena de celebración.

[Variable]

El hombre se levantó trabajosamente.

- Tengo un cartón de Don Simón en la cocina -dijo, encaminándose hasta allí-. Creo que no es el mejor momento para que vayamos a Burgos. Lo mío está postergado una semana, no pasa nada. Y con respecto a lo tuyo, no debes, bajo ningún concepto, desaprovechar esa oportunidad. Igual no consigues otra igual en la vida.

Volvió con dos vasos y el tetrabrick.

- Si puedo hacer algo por ti, dímelo.

[Livia]

Estaba intentando ocultar que una poderosa sensación de irrealidad y un terror profundo se le había instalado en las entrañas. Eva asintió con total determinación, no podía dejar escapar la oportunidad que le ofrecía Cortés. Podía ser que no la llamara más pero también podía ser que si se esforzaba consiguiera alguien que pudiera ofrecerle más trabajos.

- ¿Crees que debería arreglarme? Es que nunca me han invitado a una cena, y de trabajo menos y no sé qué debería ponerme. Estoy muy confusa, ya sabes que lo mío pues no son los trapos ni el arreglo.

Suspiró, alargó la mano y se sirvió ella misma un vaso de vino y le dio un buen trago.

-No sé. -respondió - Sé que soy muy grande y no procede pero, ¿me dejarías dormir en el suelo de la habitación contigo? En los cojines del sofá, donde pueda agarrarte la mano si tengo pesadillas. Y despertarme en cuanto tú lo hagas.

Forzó una sonrisa y se decidió a sentarse en una silla al lado de la pizza.

- Anda, vamos a comer que esto se está enfriando y tiene una pintaza. -volvió a intentar sonreir y distender la conversación- Sabes, tito, podría desayunar, almorzar, merendar y cenar pizza lo que me queda de vida y creo que no me cansaría.

[Variable]

Raúl cogió una porción de pizza, y sonrió.

- Cortés era un chico bien parecido, pero creo que te saca unos cuantos años -dijo-. Ve como te sientas más cómoda, supongo que ha contratado tu capacidad intelectual.

Devoró la primera porción. ¡Qué rica estaba!

- Duerme tú en la cama. Tengo un sillón en el cuarto, puedo quedarme yo ahí.

[Livia]

Eva puso una cara de: pero tito, ¿qué me estás contando? Torció la boca, frunció el ceño, puso los ojos en blanco y ¿estaba insinuando alguna estupidez a su necesidad de saber cuál sería la etiqueta?

- No me he fijado en eso, tito - dijo, burlona, ruborizándose y metiéndose un buen trozo de pizza sin masticar cuyo queso estaba, cual lava del Vesubio el día que carbonizó Pompeya, y descendió por su garganta arrasando con todo. Enseguida se le encendieron las mejillas, pero no por sentir algún tipo de apuro, si no porque se le estaba quemando el gaznate. Necesitó un buen vaso de Don Simón para conseguir calmar el incendio que se había producido en su garganta y luego en su estómago - Cortés es trabajo pero no sé qué sería lo más correcto. A ver, que soy consciente que no tengo un estilazo y no sé qué sería lo más acorde. Instagram no ayuda para eso, ¿sabes? Lo que te pedía era eso, tito, y que me dieras algunos consejos para tratar con él. Que siempre ayuda.

Después de toser un poco más y pimplarse más Don Simón, Eva parecía bastante más tranquila y enseguida se cruzó de brazos, alzó la voz y negó rotundamente con la cabeza.

- No, no y no. No voy a permitir que mi tito, teniendo yo veintiseis añazos duerma en un sofá. ¡Ni se te ocurra, eh! Ni se te ocurra porque te llevo a la cama a rastras. Yo me quedo en el sofá que no va a ser peor que un 600 y me he pegado muchas noches durmiendo en uno.

[Variable]

Raúl no sabía bien que contestar, y se le notaba.

- No sé, hija. Yo de esas cosas no sé mucho ya. Hoy en día la gente los jóvenes no sois como antes éramos nosotros.

Cogió otra porción, no sin antes dar un sorbo al vino.

- No voy a discutir contigo. Yo a veces duermo en el silloncito simplemente por comodidad. Es reclinable y muy cómodo. Si lo prefieres, duerme tú ahí. Creo que tengo alguna manta limpia de sobra.

[Livia]

Aunque seguía siendo de noche, el corazón de Eva pudo dejar de estar encogido, su mente se relajó y su espíritu se regocijó con la calidez de la compañía y el vino. El recuerdo del hombre de negro, el motorista de pesadilla desapareció de sus vidas, ahuyentado por la conversación sencilla entre un padrino y su ahijada. Puede que su recuerdo se desvaneciera durante toda la noche o que volviera cuando Eva se tumbase en el sillón, en el lugar más incómodo porque lo último que quería era que su tío padeciese por ella, aunque de seguro ya lo estaba haciendo por que ese comportamiento que estaba mostrando no se lo había visto en la vida. Pero, claro, jamás había tenido visiones que le dejaran el banco tiritando.

- Hablas de los jóvenes de hoy día como si fuesemos extraterresteres, tito -respondió, Eva, divertida, llevándose un trozo de pizza a la boca. Un hilillo de mozzarella se le quedó pegado al labio. Poco después estaba limpiándose la boca en una servilleta. - Todos queremos lo mismo, en tus tiempos y en los míos:ser apreciado por los demás, tener una casa, un futuro, una pareja ,divertirse y poder salir con el chico o la chica que te guste. Dime que no es así -le retó Eva - Aunque los de hoy día lo tenemos más crudo. La sociedad fomenta un narcisismo realmente perverso que separa a los retoños del núcleo familiar convirtiéndolos en pequeños, irresponsables y estúpidos tiranos. Eso y que en tus tiempos el mercado inmobiliario y laboral era mucho más asequible. Hoy para poner ladrillos te piden tres años de experiencia, inglés y una carrera.

Eva se encogió de hombros y se sorprendió, porque con la tontería aún no habían levantado el vaso en un brindis de celebración, como debía.

- ¡Qué no hemos brindado! - se mordió el labio inferior, meditabunda - Quiero que sepas que se me dan fatal los brindis. ¿Que tal por el trabajo bien pagado y una nueva y próspera vida? ¿Muy largo?

Dejó en el aire el viejo y desgastado vaso de duralex en espera de entrechocarlo con el de su padrino.