El siguiente post es un poco largo. Se cuenta parte de la historia de Roma, de manera muy resumida y simplificada (y posiblemente plagadas de errores de interpretación míos), para intentar explicar el panorama político de la Roma de Claudio.
Los que quieran evitarse tal tostón, pueden pasar directamente a la visión política del post número dos.

Ni siquiera Rómulo fue eterno, y cuando un monarca moría, su poder supremo volvía al Senado, que gobernaba en un interregnum hasta que otro Rey fuera elegido. Y así Roma tuvo 7 reyes.

El Senado llevó una serie de reformas con medidas de limitación de poder, donde unos órganos vigilaban que los otros no se excedieran. Los dos magistrados más importantes gobernaría como cónsules, bajo la aprobación del Senado que ya no sería un mero órgano consultivo. En tiempos de peligro se podía ver la necesidad de un mando único, para lo cual se nombraba un dictador, que debería devolver el poder en poco tiempo. Había nacido la República.

La conquista de Grecia supuso un paso muy determinante para Roma, pues su cultura caló rápidamente en la aristocracia romana, y durante siglos siguió importando maestros, ingenieros y sabios griegos, para beber de su avanzado conocimiento.
La República vivió en gran medida del botín de conquista que tomaban de otros pueblos, en bienes y en esclavos. Cuando las conquistas se empezaron a atascar, también lo hizo la economía. Una nueva clase social comerciante empezó a ganar poder, chocando continuamente con el Senado que trataba de limitarlos. Las clases populares estaban hartas de ser gobernadas por una élite. Las tierras de los legionarios romanos se veían perjudicadas por las ausencias debido a las prolongadas campañas, lo que creó inestabilidad en los campesinos. La lucha de clases rugía en Roma.
El Senado se dividió en dos facciones; los populares, que querían buscar el apoyo del pueblo, y los optimates que querían mantener los privilegios y el control de la aristocracia. La lucha era atroz y no estaba por encima de maniobras como el asesinato.

A tenor de las reconstrucciones de última tecnología Julio César tenía una cabez privilegiada Y aquí entro un tipo que se llamaba Gayo Julio César. Consiguió la unidad política creando el Triunvirato, una alianza entre él, que se alineaba con los populares, Pompeyo, un optimate, y Craso, el hombre más rico de Roma. César y Pompeyo sellaron el acuerdo con un matrimonio, pues el optimate se casó con la hija del popular. La alianza supuso un gran éxito, Roma se estabilizó, César se hizo Cónsul, Pompeyo aumentó su influencia en el Senado y Craso se enriqueció aún más.
Pero no parecía que las fatas quisieran paz para Roma. Craso murió, también la hija de César, y no quedó nada que uniera a los dos miembros restantes del triunvirato, que empezaron a maniobrar un contra otro. César ganó fama en las Galias, y Pompeyo trató de despojar de poder a César mediante maniobras políticas y legales. La cosa llegó a guerra, una costosa guerra civil en la que, resumidamente, César se acabó imponiendo y teniendo vía libre para hacer de Roma lo que él quisiera. Consiguió que el Senado lo nombrara dictador perpetuo. La falta de límite en el mandato lo convertía efectivamente en un Rei com los de antaño.
Dentro de muchos senadores, especialmente los optimates, se incubó la idea de que César era un tirano, como los de antaño, y que se necesitaban a héroes que salvaran la República. Así que un bonito día de Marzo más de sesenta senadores apuñalaron a César en el mismo Senado (no estaban hecho de la misma pasta que los nuestros).

Ni siquiera guardaron cola


Hay quien asegura que Augusto siempre tuvo en mente volver al funcionamiento normal de la República, pero que lo fue dejando. En ese caso estaríamos más ante un procrastinador que un tirano.
Sea como sea, la fórmula de gobierno de Augusto se mantuvo tras su muerte. Sus mismos títulos y privilegios pasaron a su heredero, el hijo de su esposa, Tiberio. Tiberio siempre estuvo más preocupado de que lo mataran que de gobernar (temor comprensible teniendo en cuanta cuántos de sus familiares habían sido asesinados en intriga política). Instauró un régimen de terror, en el que cualquiera, de cualquier clase, podría ser juzgado por traición ante la mínima indicación de desacuerdo (aunque fuera un comentario estético).

A Caligula lo asesinaron, en un complot. Lo esperaron en los túneles del Circo y lo mataron. También asesinaron a su esposa y a su hijo, esperando no dejar heredero, ya que el propósito de los conspiradores era restaurar la República.
Pero la guardia pretoriana consiguió encontrar un sucesor, un tío de Calígula, un auténtico desconocido para casi todo el mundo, que prácticamente había estado escondido de todo el mundo y, en este caso, también lo encontraron escondido detrás de una cortina. A la Guardia Pretoriana le valió para asegurarse su continuidad, y consiguieron imponerse en el complot, y restaurarle el poder imperial.