
Por Magus EL VIAJERO Y EXPLORADOR RICHARD BURTON EN ZANZÍBAR, 1856
“Hileras de negros permanecían como bestias mientras el intermediario voceaba bazar khush, los menos horribles de los oscuros rostros, algunos de los cuales apenas parecían humanos, estaban coronados por gorros de dormir de color escarlata. Todos estaban terriblemente delgados, con las costillas salientes como los cercos de un tonel, y no pocos se hallaban agazapados en el suelo, demasiado débiles para tenerse en pie. Los más interesantes eran los muchachuelos, los cuales hacían muecas, mostrando los dientes, como complacidos por el degradante y nada decoroso reconocimiento al que personas de ambos sexos y de todas las edades eran sometidas. La exhibición de las mujeres resultaba un espectáculo pobre y despreciable; había sólo una muchacha de aspecto decente, con las cejas cuidadosamente ennegrecidas. Parecía modesta y probablemente había sido expuesta a la venta a consecuencia de alguna inexcusable ofensa contra el decoro. Por regla general nadie compra esclavos domésticos (para distinguirlos de los salvajes) adultos, varones o hembras, por la simple razón de que los dueños no se separan de ellos hasta que se los encuentra insoportables… los tratantes nos sonreían y estaban de buen humor. Luego había el barrio de las prostitutas donde las mujeres tenían “rostros como de pelados simios y flacas piernas embutidas en piezas de seda encarnada.”
Eran los esclavos salvajes del interior quienes, aun cuando vendibles, causaban la mayor parte del desorden en Zanzíbar. Vagaban por las calles en busca de comida como jaurías de perros hambrientos, y se hallaban dispuestos a cualquier violencia, a cualquier forma de pillaje. Nadie daba vueltas por la ciudad sin llevar armas encima, y de noche todas las puertas y postigos se atrancaban para protegerse de los merodeadores de las desiertas calles.
Los esclavos domésticos, por otro lado –los que habían nacido o sido adiestrados en Zanzíbar y eran más o menos civilizados- presentaban otros problemas. Eran los más perezosos, los más sucios, los más deshonestos de los criados; pero sus dueños árabes no podían concebir la vida sin ellos. Con frecuencia, tales esclavos eran incorporados a la familia y no recibían un duro trato; si una concubina tenía un hijo de su dueño, era enseguida declarado libre y adoptado como hijo o hija de la casa. Sin embargo, la embriaguez y los pequeños hurtos continuaban siendo la regla entre los esclavos domésticos en la mayoría de las casas, y esclavos y dueños yacían apresados en una telaraña de mutua desconfianza y aun de odio.
Había por aquel tiempo unos cinco mil árabes en Zanzíbar, y algunos de ellos tenían hasta dos mil esclavos.
-El Nilo Blanco.
HISTORIA
El archipiélago de Zanzíbar ha estado habitado al menos desde hace 20.000 años, pero los primeros asentamientos permanentes no fueron construidos hasta el siglo VI. Desde época muy antigua comerciantes árabes atravesaron el Océano Índico y utilizaron el puerto natural de Zanzíbar. Aunque las islas tenían pocos recursos, constituían una buena base para contactar y comerciar con los pueblos de la costa oriental de África, en su mayor parte de etnia bantú.
Los comerciantes también comenzaron a asentarse en Zanzíbar desde finales del siglo XI, mezclándose con los indígenas. Finalmente surgieron varios reyezuelos locales sin demasiado poder y en el año 1107 se construyó la mezquita de Kizimkazi.
Algunos Laibon locales frecuentaron los mercados de Zanzíbar durante esta época, entre ellos varios Ishtarri deseosos de acceder a los productos exóticos de Oriente. Sin embargo, la presencia vampírica durante este período fue algo anecdótico.
El explorador portugués Vasco da Gama visitó Zanzíbar en el año 1499 y los portugueses conquistaron las islas unos años después, para aprovechar su estratégica localización en la ruta hacia las especias y productos africanos y orientales. La presencia portuguesa se prolongaría durante casi dos siglos y en este período también llegaron los primeros vampiros, principalmente del clan Lasombra, que querían asegurarse el control del comercio de marfil y esclavos en la zona.
Sin embargo, los planes de los vampiros fueron obstaculizados por el rechazo de los árabes. Los sultanes de Omán también tenían intereses económicos y comerciales en la zona y desde el siglo XVII comenzaron a hostigar a los portugueses, conquistando sus puertos hasta expulsarlos en 1698. Los Lasombra portugueses huyeron hacia el interior de África y no volvieron a ser vistos, aunque varios Laibon del legado Xi Dundu afirman ser descendientes suyos.
Los árabes de Omán fomentaron el comercio de esclavos, así como el cultivo de plantaciones de especias. Entre ellos llegó Mohammed ibn Abdullah, un visir del clan Assamita, que pronto se convirtió en el más destacado de los vampiros del lugar.
El puerto de Zanzíbar alcanzó tal importancia que en el año 1840 el sultán Said ibn Sultan Al-Busaid de Omán trasladó la capital del sultanato desde Mascate en la península arábiga a Zanzíbar. La nueva capital estaba gobernada por una élite árabe de terratenientes de plantaciones y de comerciantes indios, a quienes el sultán Said animó a asentarse en Zanzíbar. Sin embargo, a la muerte del sultán Said en 1856 sus hijos se enfrentaron por la sucesión y en 1861 Zanzíbar y Omán se convirtieron en dos sultanatos independientes. Mohammed ibn Abdullah, que a efectos prácticos era el sultán vampírico de Zanzíbar, aceptó la separación de Omán con pragmatismo, considerando que se había quedado con el mejor dominio. Buscó apoyos para asentar su control sobre el mercado de esclavos, y ya desde finales del siglo XVIII había contactado con varios vampiros de la familia Ghiberti, que participaban activamente en el mercado de esclavos africanos, así como con varios Laibon que colaboraron con él para conseguir esclavos a cambio de diversos bienes exóticos.
El sultán de Zanzíbar controlaba gran parte de la costa oriental africana (conocida como Zanj), y las rutas comerciales que se extendían hacia el norte e interior de África. Sin embargo, esta prosperidad comenzó a atraer la atención de las potencias europeas, que habían decidido dividir el continente africano en el Congreso de Berlín de 1884. En noviembre de 1886 una comisión germano-británica estableció el Zanj como una franja de territorio de diez millas náuticas (19 km) de ancho a lo largo de la costa oriental africana, desde Cabo Delgado (actualmente en Mozambique) hasta Kipini (actual Kenia), incluyendo Mombasa y Dar es Salaam, todas las islas costeras y varias ciudades en la actual Somalia. Sin embargo, entre 1887 y 1892 el sultán de Zanzíbar perdió la mayoría de sus territorios continentales a manos de los poderes coloniales del Reino Unido, Alemania e Italia.
Los vampiros de Zanzíbar, que apoyaban a Mohammed, vieron con preocupación el avance de los europeos en su dominio, por lo que con cierta desconfianza y reticencia Mohammed entabló relaciones diplomáticas con la Camarilla. A cambio de varias concesiones coloniales consiguió mantenerse en el poder y ser reconocido como la autoridad vampírica de la zona. Sin embargo, la presencia de los vampiros europeos, que comenzaron a utilizar Zanzíbar como base para explorar el interior de África, no era del agrado de todos. Los Assamitas consideraban la presencia de los vampiros europeos un gesto de debilidad por parte del sultán Mohammed.
El Imperio Británico gradualmente fue adquiriendo cada vez mayor influencia sobre Zanzíbar y la relación colonial finalmente se formalizó en 1890 por el Tratado de Heligolandia-Zanzíbar, en el que Alemania y Gran Bretaña delimitaban sus zonas de influencia para evitar interferencias externas y posibles conflictos entre ambos países. En este tratado se establecía que Alemania, entre otras disposiciones, no interferiría en los intereses británicos en Zanzíbar. Este tratado convertía Zanzíbar y Pemba en un protectorado británico (no en una colonia) y la franja de Caprivi (en la actual Namibia) se convertía a su vez en un protectorado alemán. Se nombró un gobernador-visir británico para aconsejar al sultán de Zanzíbar y defender los intereses británicos, que permanecieron en su mayor parte inalterados.
A la muerte del sultán Hamad ibn Thuwaini el 25 de agosto de 1896, su primo Khalid ibn Bargash se apoderó del palacio real y se declaró nuevo sultán apoyado por sus seguidores. Sin embargo, Khalid no contaba con la aprobación del gobierno británico, que apoyaba como sucesor a Hamud ibn Mohammed, otro primo del sultán Hamad. Los británicos realizaron una demostración de fuerza, posteriormente conocida como Guerra Anglo-Zanzibarí, en la mañana del 27 de agosto, cuando varios barcos de la Royal Navy bombardearon el Palacio Beit al Hukum, tras haberle dado a Khalid una hora para que lo abandonara. Al negarse, a las 9 de la mañana los barcos británicos abrieron fuego. Las tropas de Khalid devolvieron el fuego mientras él huía al consulado alemán. El alto el fuego fue declarado 38 minutos después, lo que dio al bombardeo el título de la Guerra Más Breve de la Historia. Hamud ibn Mohammed fue declarado nuevo sultán y la paz regreso a Zanzíbar. El sultán Hamud aceptó las demandas británicas, y en 1897 puso fin a la historia de Zanzíbar como mercado de esclavos, prohibiendo la esclavitud y liberando a los esclavos zanzibaríes tras compensar a sus propietarios. Alí, el hijo del sultán Hamud, fue educado en Gran Bretaña.
En 1896 los Assamitas de Zanzíbar atacaron a Sir Lloyd Blackwelder, el embajador Ventrue de la Camarilla. Si el sultán Mohammed había aprobado o no este ataque nunca se ha sabido. Apenas unos minutos después era destruido con el palacio del sultán de Zanzíbar, su refugio. Varios arcontes de la Camarilla entraron en acción y unas pocas noches después todos los antiguos partidarios de Mohammed habían sido destruidos o habían huido. A pesar de sus heridas, Sir Lloyd había conseguido sobrevivir, y pronto fue reconocido como Príncipe de Zanzíbar.