
Blanca va dando pasos atrás descalza con las manos cubriendo su nariz en una expresión de llanto contenido, mezcla del horror y la sorpresa de ver aparecer esas garras por la puerta. Niega con la cabeza como si intentara tener algo de opinión en la cantidad de dolor que le espera en su final. Ve a Trías abrir los grifos y a Luis señalarle el interruptor de la luz, pero el charco de sangre que se presupone que es de Sepúlveda no hace sino incrementar el horror que siente.
En los pocos segundos previos a que la puerta reviente, como una niña pequeña en uno de sus peores terrores nocturnos, se esconde entre el último murete de vidriera y el inodoro de la anterior discordia. Se agazapa temblando como la presa que se siente ahora mismo mientras toda su vida pasa por delante de sus ojos, de los que caen lágrimas de miedo, frustración y desesperanza. Y se encoge todo lo que puede con la elasticidad que aquel cuerpo delgaducho le permite.
Nada heroico ni orgullo le queda. Solo la desnudez que se siente frente a la muerte. La misma desnudez que siente un recién nacido a la vida que despierta.
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Por hacerlo más fácil de entender he dibujado un pequeño plano en planta del aseo y he presupuesto dónde estamos colocados cada uno. Para yo entender la situación...corregidme si me equivoco. Lo he sacado de lo que supongo que es la foto.

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Por el camino áspero, a las estrellas.