[CA] 11:30 pm, baño segundo piso

[Jebediah_Gogorah]

Su plan de juntar agua con electricidad, llegaba tarde. Apenas los lavabos empezaban a rezumar agua y aquella ímpia criatura ya se encontraba ante ellos.

Sancho o Quijote. Era hora de escoger, si ser un iluso caballero viviendo una fantasía, en éste caso la de intentar matar a una criatura feroz que acababa de hacer añicos de un par de golpes la puerta, o volver a ser el escudero que vive una realidad a tiempo completo, sin permitirse ilusionarse. En aquellos momentos, uno no piensa en que tal vez no vea más a sus seres queridos... a su pequeña ni a su ex-mujer. En esos microsegundos, tan solo piensas en la supervivencia... y en dejar una escena para la historia. Como los finales de las buenas novelas.

Eligió ser un hidalgo de los de lanza en astillero. Agarró la pata que había arrancado de la mesilla y cargar contra la bestia.

[Wadabadah]

Es entonces cuando una descarga súbita de adrenalina provoca en mi una sensación única y desconocida.

Mis brazos se tensan y entonces lo percibo claro al mirar a la criatura y dejarme llevar por todo lo sucedido. No ha sido la dedicación a un pensamiento racional, ha sido la fe. No la fe en el progreso científico, ni aquella en la que sus parroquianos se escupen simpatía como padre y madre. Ha sido la misma fe por la que llegué a ser quien soy hoy, la que me hizo avanzar a ciegas por aquellos pasillos de Ginebra, accedí a venir aquí con la esperanza de obtener respuestas, la misma que puse en mi cuando decidí plantar cara a Ignasi y con la que sentencié a un hombre inocente a ser devorado para salvarme. Para salvar la memoria de Elena. Todo este dolor cobra sentido súbitamente.

"Venía buscando respuestas y, al final, las he encontrado. Me he transformado." Los fragmentos del espejo se aferran a mi puño, mis dientes se incrustan en mis labios con violencia y los desgarran formando una sonrisa malvada.

-Mors stupebit et Natura, iudicanti responsura- grito como si estuviera mandando a un hombre valiente a cargar al frente, tratando de inspirar a un héroe anónimo dando utilidad a esas misas en latín que soporté hasta en mi juventud.

[Magda Dalmau]

El escritor tiene buena y mala suerte.

Mala porque la criatura lo golpea y le da tremendo golpe que lo manda contra el suelo, dejándole sin respiración durante unos segundos.
Buena, porque lo atiza con la mano que sostiene la cabeza de Bruno y no con las garras libres de la otra.

La pata de la silla sigue en sus manos, aferrada con fuerza. Si tuviera un instante de distracción y la fuerza para levantarse....quizás...

Y Luis ofrece ese hueco.

El doctor se lanza contra el monstruo. Valiente según muchos, estúpido para otros, pero sin duda efectivo para que el ser lo observe y lance un gruñido, aceptando el desafío.

Desafío que sólo dura unos segundos, en los que el Sabbat esquiva rápidamente el embiste del buen doctor y lo atrapa con ambas manos de los hombros, dejando caer la cabeza de Bruno. Se oye como esta cae pesadamente al suelo y rueda...a los pies de Blanca.

Las uñas se clavan en la piel de Luis, haciendo que empiece a manar la sangre de un modo poco favorecedor para su salud en general. La bestia abre la boca de manera desmesurada y clava los dientes en el cuello del mortal. Es muy posible que, si nadie hace nada, en los siguientes diez segundos termine de cerrar su mandíbula y le arranque toda la piel, músculo y carne que pueda, para escupirla en el suelo y darse un festín con la sangre que mane.
Diez segundos separan al cirujano de la muerte segura.

[Jebediah_Gogorah]

El horror se hizo material en aquel mismo baño donde cosas muchos más vitales estuvieron a punto de pasar. El escritor resbaló, sacudido por la hostia que le había calzado aquel ser del averno. Sus características gafas (como las Lennon) salieron rodando por el ajedrezado, solo frenadas por el creciente charco de sangre.

Convencido de que aquello solo era una de aquellas pesadillas que lo invadían en sus noches de ausencia de musa y de alcohol; de aquellas mañanas que el olvido de aquella gran historia que había vivido en los reinos oníricos lo enajenaba mentalmente; se levantó, y volvió a la carga. Como si de nuevo, con el quijotesco ejemplo, cogiera aquella pata de la mesilla con una lanza en asidero, y cargara contra la despistada bestia que ahora mostraba su pecho más vulnerable mientras saboreaba a su presa.

El fin, o el inicio, estaban más cerca que nunca.

[Magda Dalmau]

off: me olvidé de pedir una tirada para vuestras acciones [mention]Jebediah_Gogorah[/mention] hazla, por fa.

[Jebediah_Gogorah]

[roll=53]3d10[/roll]

[Victoria_Rain]

La vallisoletana tiembla del terror y cuando la cabeza de Sepúlveda aparece a sus pies, se pone a sollozar mientras sus manos dejan entrever uno de sus ojos que la mira horrorizada. Es entonces cuando entra en juego la parte de su cerebro que se activa cuando su vida está en juego, aunque esa parte no toma decisiones que se puedan meditar con inteligencia, ya que en los breves segundos que ha podido pensar algo, ha visto a Luis empezar a quebrarse en las garras de ese monstruo y a Trías comenzar a cargar con algo en las manos que no lo identifica.

Solo en ese segundo de decisión atisba dos acciones. La intención de escapar de allí y la manera de hacerlo.

Agarra la cabeza de Sepúlveda sin mirarla a la cara como si fuera la cabeza de Medusa y la lanza a la cara de la fiera ensangrentada. Con algo de suerte, el toque limitaría algo su campo de visión y quizás Gonçal podría clavarle lo que llevaba en las manos. Y justo en ese momento, justo en el segundo exacto en el que el caballero que hace unos pocos minutos se ofrecía por ella a encararse a Luis, consiguiera clavar el arma, ella se escabulliría entre la breve confusión corriendo hacia la puerta.

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Dime Magda si tengo que tirar algo....

[Magda Dalmau]

Off: a partir de ahora, cualquier cosa que queráis hacer tenéis que hacer tirada. Así vuestro destino queda en manos del azar [mention]Wadabadah[/mention] sigues ahí?

El olor férreo de la sangre es imposible de ignorar. El mundo se ha tornado rojo y la sonrisa victoriosa de la bestia que les ataca es una prueba más de la violencia a la que los mortales se verán sometidos si se rinden al caos. El monstruo parece disfrutar con el dolor que le provoca al pobre Luis, pero su satisfacción se ve alterada cuando ve cómo el escritor se levanta de nuevo para atacarle.

Le dedica una sonrisa amplia, en la que se pueden observar sus afilados colmillos, ahora manchados de sangre de forma desagradable. Por la comisura de aquellos labios alegres se desliza una gota roja que recorre la piel hasta perderse por el cuello, un recuerdo del festín que debe haberse dado con Sepúlveda.

La bestia está convencida que con un pequeño gesto va a acabar con el mortal.

Pero entonces algo le golpea la cara. Algo sangriento y contundente.

Por la sorpresa de recibir de vuelta la cabeza del ghoul, el monstruo suelta a Luis, que cae como un saco de patatas en el suelo. Y segundos después, la pata de la mesa se hundía en su pecho....unos centímetros. Hace falta mucha fuerza para romper costillas y si bien Gonçal ha hecho lo extraordinario, necesita un último empujón.
Pero ahora la bestia, que aulla de dolor, está más que advertida. Un simple fallo y es hombre muerto.

[Jebediah_Gogorah]

La bestia aullaba de dolor ante la inserción de aquella improvisada estaca. No era tan fácil como parecía en su cabeza. Pero en aquella situación de crítica supervivencia, era el momento de agotar hasta el último hálito de esfuerzo.

Empujó con toda la fuerza que pudieron sus escritoras manos, mientrás pensaba en como derribar al monstruo. Vio a aquella mujer que había tenido tanta puntería con la cercenada cabeza, y pensó que entre los dos, todo sería más fácil. - ¡¡ A las piernas... Lánzate a sus piernas... intentemos derribarlo !!...

Le Fanu, Rice, William-Polidori, Stoker... todos aquellos escritores de novelas vampíricas pasaron por su cabeza, y soñó que sus ficticias plumas le diera la victoria en aquella realidad narrada. Sin duda, si sobrevivía a aquello... tendría una gran historia que contar.
[roll=57]3d10[/roll]

[Wadabadah]

Diez segundos en el que mi cerebro solo ha sido capaz de procesar fotogramas de una macabra escena. La sangre gorgotea por mi boca entre la arcada y el espanto. Lo peor de ser médico es que aprendes a diagnosticarte casi en el acto, pero cuando estás sufriendo el propio accidente no hay diagnóstico que valga. Una presión atroz ha desgarrado la carne de mi cuello, haciendo una suerte de masa necrótica mutilada. Cuando la criatura me libera, ni la gravedad haciendo su justo trabajo consigue equiparar el dolor de desplomarme con dos costillas rotas en comparación con el festín de sangre, carne, músculo y hueso que la adrenalina comienza a dejar de camuflar. Mi cabeza, ya en el suelo se mece violentamente hacia un lado inexpresiva, con la mirada inundada y el maxilar inferior totalmente desfigurado. No sabría decir si incluso he perdido la movilidad del maxilar inferior, siento mi lengua hinchada e inútil, la boca totalmente desfigurada.

Tengo oídos, pero a duras penas oigo gritos ahogados. Tengo ojos, pero comienzo a notar ceguera para algunos colores. A efectos prácticos, tampoco tengo boca, y sin embargo quisiera poder gritar, quedándome en un triste y lamentable balbuceo desagradable mientras trato de aferrarme a esta cuenta atrás de dolor insoportable.