
DÍA 22: ES UNA HERMOSA NOCHE PARA CAZAR
Música frenética, juventud a raudales, la euforia del alcohol y otras sustancias menos legales, los cuerpos agitándose invitadores. Sí. Era la noche perfecta para mezclarse con una multitud más preocupada por dejar atrás las preocupaciones y dar rienda suelta a su necesidad de fiesta. El ambiente era de gozo desinhibido, la noche era cálida y hermosa, con las estrellas reflejando las luces de la fiesta al aire libre.
Era una buena noche para cazar, y Fabien lo sabía. Observó detenidamente la multitud, pavoneándose sutilmente con su estilo andrógino, buscando seducir a su presa. En noches como aquella, no tenía que esforzarse demasiado. Las presas venían en su busca.
Y ya tenía una. Una chica miró a Fabien con duda, dio un trago largo a su combinado carmesí, y se le acercó insinuante. Lo bueno de aquellos tiempos es que ya ni tenía que molestarse en invitar a nadie.
Era guapa, sin exagerar. Piel morena, ojos grandes, negros y llenos de decisión, pelo corto y teñido de carmesí, con un modelo de moda preparado para aquella noche.
-¿Bailas? -le preguntó.
Y vaya si bailaron. Las melodías eran lo de menos, giraron en torno al ritmo, contoneándose, rozándose, provocándose sin palabras. Fabien tenía mucho tiempo de experiencia, y su presa, quizás no tanto, pero se le daba bien.
Pero el baile sólo era un prolegómeno para el aperitivo, el primer paso de la caza. Cuando el alfiler del hambre le recordó por qué había venido a la fiesta, Fabien se inclinó a su oído y le susurró una invitación más atrevida, envuelta en palabras seductoras para no asustarla, con cuidado.
Ella se rió y le preguntó si llevaba preservativos. Y Fabien asintió. Tampoco es que los usara mucho, pero estaban ahí, sólo para tranquilizar a sus parejas.
Ella fue a buscar su bolso, y se escurrieron hacia la parte de atrás. Recorrieron el descampado que servía como improvisado aparcamiento y se dirigieron al coche de Fabien. Un pequeño revolcón y podría tomar su premio: el sexo era lo de menos, la sangre era lo que importaba.
Abrió la puerta y se acariciaron en el asiento de atrás. Ella se tendió invitadora, y Fabien aceptó. La besó, y su hambre se agitó, pero él decidió aguardar un poco...
Una punzada en el pecho interrumpió su lujuria y su hambre, dejando paso a la sorpresa y la alarma.
Adriana atravesó el corazón expuesto del vampiro con una estaca. Sin duda era guapo, pero tenía la belleza de una flor carnívora. Le había seguido el rastro desde hacía meses, y lo había conectado con al menos cuatro desapariciones de jóvenes. Aquella fiesta había sido ideal para tenderle una trampa.
Tomó el móvil de su bolso y llamó a su compañera Chris, que ya estaba acechando entre las sombras, preparada para intervenir. Juntas se desharían del cadáver con un poco de gasolina, y nadie echaría de menos a alguien que no existía.
Sin duda, era una noche hermosa para cazar.