[EC] Escena 04 - El pequeño templo de Salomón

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Jebediah_Gogorah
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[EC] Escena 04 - El pequeño templo de Salomón

#1

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 21 Mar 2022, 18:41

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{ https://www.youtube.com/watch?v=uFWVqKjJBas - Verbum patris hodie by Le Ciel et la terre }

Pamplona los había cambiado a todos. Para bien o para mal, la capital del Reino de Navarra había mellado los peregrinos corazones del inventor y el cátaro, y dado alas al de la grog sumida en el desprecio servicial. Y en medio de todo ello, la pérdida irremediable del montaraz dispuesto a abrir caminos a trote y desenvainar la espada cuando peligro hubiere. Pamplona, aquella cuyos muros ahora quedaban a la espalda era ahora una sombra maléfica que, cual ente viviente, se afanaba con sus garras de campanarios, y con su mandíbula de Atalaya a la silueta diluida de la luna.

Porque ya era noche cuando salieron de la ciudad, llevados por Juana que se movía con la gracieja exploradora de quien reconocia cada piedra de aquella su ciudad, y en algun momento, mientras se apoyaba en la húmeda piedra en cada esquina, vigilante de que no hubiera moros en la costa, se preguntó si volvería allí. Si Aymar se convertiría en un simple recuerdo grabado a fuego en su corazón, como cuando marcaban a los caballos en los establos de la Atalaya. Pues cuando cerraba los ojos, sentía que el dolor en su pecho era físico.

No quisieron avanzar demasiado en aquella negrura, pues más de uno y dos tropiezos dieron en aquella oscuridad mal sana, pues la llamada Catalina, aparecía timorata entre las nubes que encapotaban el cielo, y apenas ofrecía dos o tres rayos que permitian ver una llanura inmensa y los destellos de un curso de agua, al cual se dirigieron. El río Sadar, allí, en su ribera, pasarían la primera noche a la intemperie de aquel final de invierno y comienzo de primavera.

Gares, o Puente de la Reina, como se habían propuesto rebautizar los castellanos la villa, por la recién estrenada construcción de un puente en honor a la reina y que haría la delicia de los peregrinos, parecía ser la próxima etapa en el camino. O al menos eso decía el batiburrillo de conocimientos, itinerarios y dimes y diretes de las tabernas en las que habían puesto el oído. Allí se dirigirían, pero tendría que ser al alba, cuando el sol alumbrara su senda, y no pusiera en peligro sus tobillos o los encuentros furtivos con bestias en la noche.

Juana recogió hierba de los alrededores, y alimentó a los famélicos animales con aquellas manos que eran gloria con ellos, mientras que su homónimo masculino, se afanaba por encender una fogata con su presta yesca y su eficaz pedernal, y cuando prendió el hongo de la llama, no pudo evitar sentir el acongojo de la pena, pues llegaron a su cabeza las palabras de Jerónimo: "- ignis, quo clarior fulsit, citius exstinguitur" que pronunciaba cada vez que repetía aquella operación en tantas y tantas noches que vivieron juntos por las extensas llanuras de Iberia.

Jaime había descendido la corta distancia hasta las frías casi gélidas aguas del río para refrescarse un poco el rostro y dar un poco de aseo a su maltratado cuerpo, que si bien no era sino una cáscara para su alma, bien sabía que una presencia decente y limpia, era fundamental para que le abrieran aquellas puertas que la presencia de Juana podría cerrarles, pues no era de buen gusto dormir al raso en las madrugadas. Aunque él era consciente de que las comodidades eran obra del demonio, también sabía que el frío era capaz de matar, y lo comido por lo servido, se veía en la obligación de velar por la salud de sus compañeros del camino.

El caso es que se presentó frente al agua, donde los rayos de la luna centelleaban brevemente entre las ondulaciones provocadas por la corriente, y cuando introdujo sus manos en el frío líquido, rompiendo el patrón generado por la traída del agua, aparecieron frente a su reflejo las enllamadas siluetas de los rostros de sus hermanos. No solo estaba Liotard, preso de la flamígera agonía, si no que tambien estaba el hermano François, con aquella profunda barba que le cargaba el pecho, enseñando el cielo del paladar entre gritos aterradores mientras era pasto de las llamas. O Pierre, el hermano Pedro, cuyos ojos se derretían como huevos de codorniz frente a la azulada llama de la pira. O el mismísimo hermano Claude, el más veterano de todos ellos, que apenas lloraba sangre que se resecaba en sus mejillas como dos surcos escarlata mientras el ollín carcomía su rostro. Jaime se vio sobrepasado por la escena, y durante unos segundos sintió que sus manos ardían como si en el mismo fuego estuvieran. - Hermanos míos - pensó - ¿cuan será en vano vuestro sacrificio?.
"- ¡¡¡Fenomenales poderes cósmicos!!!... y un espacio chiquitín para vivir" (Genio - Aladdin)

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Juan Zuñiga (Rugido_Ancestral)
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Re: [EC] Escena 04 - El pequeño templo de Salomón

#2

Mensaje por Rugido_Ancestral » 30 Mar 2022, 00:33

La noche abriga, la noche también cobija, la oscuridad aunque tenebrosa alojaba aquello que no deseaba ser visto. Como lo eran en este caso los peregrinos que por sabiduría de la reemplazante de Aymar había aconsejado.

"¿Qué es lo que se hace cuando los recuerdos se avecinan como una tormenta esperando destrozar la poca compostura que estaba guardando después de días y noches tan agitadas?" Juan se quedo viendo el fuego unos segundos, sin entender ni siquiera el significado de aquellas palabras que su mentor no le había querido decir aún, pues decía que debía descubrirlo por el mismo. Y repitió, casi en el mismo tono que su querido Jerónimo, aquellas palabras: -ignis, quo clarior fulsit, citius exstinguitur.- Su pronunciación no fue precisa, pero al joven manos inquietas le parecieron pronunciadas por aquel que hasta hace unos días había sido su mentor, como si hablará su alma por intermedio de Zuñiga, aunque solo fuera una ilusión para acariciar su corazón.

-¿Qué creen que nos depara?- Dijo esperando una respuesta. -Desde nuestro último encuentro en el puente de la rabia, ahora creo que les tendré fobia... jaja...- Intentaba bromear para aligerar el ambiente. -Espero que esta vez nos encontremos con una reina... ¿Será tal vez más terrible que aquella criatura?- Lo pensó sabiendo que a veces los nobles eran unos monstruos aun mas desalmados que aquella bestia que encontramos en la espesura de la noche.

Se quedo mirando las llamas, como si ellas dibujaran figuras que conocía y veía a la distancia. En aquella fogata ahora mismo veía como su madre estaba sentada en su telar, comenzando con sus labores y vio a Clara, en su mesa de luz, leyendo un libro, un libro que el mismo Juan le había regalado en secreto. Recordó su charla con su amada y cayó en cuenta de que nunca cumpliría su palabra, de presentar a su querido Sir Jerry a Clara. Por último vio a una niña, una niña que no reconocía, pero que le resultaba extrañamente familiar, mientras apretaba sus parpados con sus puños en un gesto claro por despertarse.
Última edición por Rugido_Ancestral el 31 Mar 2022, 03:27, editado 1 vez en total.

Jaime Alberti Atienza (Baluar)
Monje inciado

Re: [EC] Escena 04 - El pequeño templo de Salomón

#3

Mensaje por Baluar » 30 Mar 2022, 20:48

Jaime apartó la vista del agua para alejar de sí esas imágenes. Cogió una rama gruesa y larga y golpeó el tronco de un árbol con la cadencia de un leñador, con movimientos aprendidos durante años de vida en el campo, descargando una rabia contenida, producto de los últimos días que le había tocado vivir. El odio se manifestaba a través de sus ojos desorbitados y de la espuma que le salía por la rendija que dejaban sus dientes apretados.

El crujir de la rama lo volvió en sí. Se había dejado llevar por el odio, pero era eso mejor que canalizarlo sobre algún inocente. Tales eran los intereses del Diabólico, conducir inocentes a sus garras a través del miedo, de la ira, del odio y del sufrimiento. Solo el conocimiento del camino a seguir conducía al hombre recto a la salvación de los débiles.

Llegó hasta la hoguera y calentó sus manos mientras escuchaba las palabras de Juan. Pensó un momento antes de responder, dado que era un peregrino y no conocía aquellos lares. Quizás la nueva compañera supiese algo más que decir...

-No lo sé, hermano Juan -respondió-. Solo puedo esperar lo peor y si de aquí a nuestro final todo va en aumento, a las puertas del Sepulcro del Apóstol solo podremos esperar encararnos con el mismísimo Diablo. Debemos ser audaces, como advirtió Virgilio en la Eneida: fortuna audentes iuvat, la fortuna ayuda a los audaces, eso quiere decir, hermano, que debeos ser valientes, pero con cabeza, con precaución.

Miró a la grog por segundos y se dispuso a hablarle:

-Hermana Juana -dijo mirando a la mujer-, vos sois de aquí, ¿verdad? ¿Qué nos podéis decir de nuestra próxima parada?

Juana (DarkOsca)
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Re: [EC] Escena 04 - El pequeño templo de Salomón

#4

Mensaje por DarkOsca » 31 Mar 2022, 19:53

Exhausta, Juana contempla ensimismada las llamas. El fuego que da vida, calor, purifica, pero también quema y destruye. Es valiente y tenaz, sin embargo se está embarcando en la mayor aventura de su vida y eso la inquieta, aunque sus ganas de vivir, su energía, es mucho mayor. Escucha de fondo, a lo lejos, a sus compañeros dialogando y da un respingo cuando oye su nombre.

-Es una villa nueva, que ha crecido a raíz de la construcción del puente. Pese a estar oficialmente dedicado a una de las reinas más recientes, Muniadona o Estefanía, hay algunos que dicen que su nombre deriva del río que pasa por debajo de él, el río Runa. También es importante porque nuestro camino convergerá con el camino francés, con lo que tendremos la oportunidad de conocer a gentes de más allá de los Pirineos.

Con ojos cansados, quedos, mira a sus compañeros y esboza una ligera sonrisa.

-He estado pensando. Creo que puedo suponer un problema para vuesas mercedes. Por eso, se me ha ocurrido que, una posibilidad podría ser que me hiciera pasar por una familiar de alguno de ustedes. Quizá una hermana, quizá una esposa.

Cuando dice está última palabra, vuelve su vista hacia el fuego y piensa en Aymar. Rezará todos los días por su alma, porque recupere su antiguo ser. Su fe se pondrá a prueba, como tantas cosas, en este camino, su fe y la de todos.

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Jebediah_Gogorah
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Re: [EC] Escena 04 - El pequeño templo de Salomón

#5

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 31 Mar 2022, 20:42

{ https://www.youtube.com/watch?v=RzlYGja30Xg - Pos de chantar, Cançon by Guilhem de Peitieu }

- Quizá una hermana, quizá una esposa... - Las palabras de Juana se solaparon con las visiones de Zuñiga en el crepitar de las llamas danzantes, y sintió que una punzada se le clavaba en el pecho. ¿Por qué? ¿Quien era aquella extraña aparición que dormitaba entre el fuego? ¿Por qué se le presentaba en aquel preciso momento? ¿Por qué le causaba aquel sentimiento de desasosiego y extrañeza?

¿Que tenía aquel lugar bajo un cielo oscuro y encapotado, entre encinas secas y el rumor del río, para haber envelesado tanto a Juan como a Jaime? ¿Ácaso estaban todas las noches al raso del camino provistas de aquella magia? ¿Era tan fino el velo en las oscuras noches como para ser envuelto por él sin el menor atisbo de providencia?

La silueta de Pamplona aún era visible, sobre todo por la iridiscencia de sus fuegos internos, en un simil perfecto de lo que la villa era, y de las almeras que permanecían antorchadas. Y en la cúspide de la Atalaya, una llamarada verdosa, aquella que había anunciado Juana que había instaurado el Magister, y que a veces subía a los cielos como la lengua de un dragón. Insitintivamente, cada vez que la grog se percató, se echó mano del morral para sentir el bulto del intacto paquete.

Juana sabía de un paso intermedio antes de la llegada a Gares. O al menos eso conocía de oídas por otros peregrinos. Pero sin más detalles, de que algunos decían que estaba hecho a semejanza del templo de la Roca de Jerusalén, y de que otros simplemente, lo llamaban, el pequeño templo de Salomón. Pero eso sería mañana, al alba, tras los montes verdes y los campos de espigas doradas, que ahora se sumían en la más tangible de las negruras.
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Juan Zuñiga (Rugido_Ancestral)
Curioso Autodidacta

Re: [EC] Escena 04 - El pequeño templo de Salomón

#6

Mensaje por Rugido_Ancestral » 03 Abr 2022, 23:29

El fuego ahora no solo calentaba el cuerpo, sino que también con aquellas imágenes calentaba el alma. Las palabras de su compañero Jaime eran sabías, y aquella frase era tan cierta. "¿Acaso la fortuna no los estaba bendiciendo porque no estaban actuando con valor? Tal vez deberían actuar de manera más intrépida de ahora en más... O probablemente si habían sido todo lo valiente que se puede ser y el resultado que obtuvieron fue siempre el mejor que se podía sacar... Por algo estaba ahora Juana..."

Lo que dijo Juana demostró que seria de utilidad, con Sir Jerry había conocido a muchas personas, algunas de más allá de los Pirineos y hasta del otro lado del mediterráneo, de las tierras de Ébano. Aunque no había aprendido diferentes dialectos de alguna forma siempre se había hecho entender.

-Emmm.. ¿Esposa?- Dijo mirando a Aymar y luego volviendo su mirada hacia Juana. -Podrías ser mi hermana, creo, aunque los hombres a veces no se conforman con el no de un hermano. Tal vez Jaime haya tenido más experiencia que yo en esto de tener pareja o simular tener una... jajaja- Dijo un poco vivaracho, intentando aliviar el ambiente triste y un poco solemne que había. -Veras... Tengo un amor, un amor que no se cuando la volveré a ver, pero se que me espera, aunque esta relación nunca fue como las demás. Emm... Yo no se bien como tratar con las mujeres...- Dijo entre tímido y contrariado.

Jaime Alberti Atienza (Baluar)
Monje inciado

Re: [EC] Escena 04 - El pequeño templo de Salomón

#7

Mensaje por Baluar » 06 Abr 2022, 17:17

-¡Por lo no puede pasar es por esposa mía! -respondió Jaime con la cabeza encarnada del rubor-. ¡Claramente se ve que soy un monje!

Miró para el suelo sin cruzar la mirada con la mujer. Solo el pensamiento de que podrían mantener relaciones, por muy inocentes que fuese, turbó su conocimiento y despertó algo que creía inexistente. Sus palabras resonaron en el silencio que se produjo en su mente tras su reacción, exagerada, casi sin venir a cuento, con la que se remarcaba el escaso conocimiento carnal del sexo femenino.

-Yo, yo
-continuó-, yo no he conocido mujer salvo a las de mi familia y con esas solo el amor filial o paternal... Yo no valgo para farsa alguna de este tipo porque se me notaría al momento...

Guardó de nuevo otro momento de silencio, como si organizase en su memoria recuerdos, ideas, opciones y posibles soluciones al problema que se les planteaba...

-Quizás -dijo al fin levantando el dedo índice hacia el cielo, poniendo a Dios por testigo-, si vuesas mercedes lo ven bien sí que podría hacer de hermano de Juana, o , mejor incluso, de valedor de su castidad. Les acompaño en peregrinación a la tumba del Apóstol para dar fe de su compromiso ante Dios y de la pureza de la dama... ¿Qué les parece?

Juana (DarkOsca)
Estudiante

Re: [EC] Escena 04 - El pequeño templo de Salomón

#8

Mensaje por DarkOsca » 07 Abr 2022, 21:06

Las mujeres estamos más acostumbradas que los hombres a tratar, entre nosotras, temas sobre nuestras relaciones íntimas. Mis compañeros demuestran una patente incomodidad. Son cómo unos niños ruborizados.

-Dejémoslo en lo de hermana. Será más fácil de mantener.

Sonrío, sin ganas.

-Es muy tarde, deberíamos dormir ya. Nos espera un día muy duro mañana. ¿Creen vuestras mercedes que estaremos a salvo en este lugar?

Mira alrededor, con algo de temor. Espera que, unos caballeros cómo tales, se ofrezcan para realizar las guardias.

-Si deciden que es necesario velar. Yo puedo despertarme temprano y preparar un desayuno que fortalezca nuestros cuerpos y almas. Que nos prepare para continuar.

El cansancio invade a Juana, aunque sabe que le costará descansar. Demasiados acontecimientos recientes, demasiados acontecimientos futuros.

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Re: [EC] Escena 04 - El pequeño templo de Salomón

#9

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 07 Abr 2022, 23:59

{ https://www.youtube.com/watch?v=Nt9Q3mwvCdI - El Cant dels Aucells by Mare Nostrum }

Habían despertado con los primeros rayos que engatusaban el horizonte con ocres y marrones, y debido al ruido de los carros y caballos que pasaban cerca del lugar donde habían pernoctado, pues se habían adivinado ahora con la claridad del día, más cerca de los caminos de lo que en la noche habrían pensado.

Noche que había sido tranquila, y la dama que quería hacerse pasar por varón, no se había librado de su guardia. La plácidez de la madrugada tan solo había sido rota por el ulular del viento que se mimetizaba con el propio verbo de los búhos, y una ligera llovizna, que casi mágica, se tildaba de los reflejos verdes que llegaban desde el fuego fatuo de la torre de la Atalaya, y que a Juana durante su vigia, le había hecho mantenerse con la piel erizada.

Un reconfortante cuenco de leche entibiada al fuego, donde ablandaron un mendrugo de pan duro, había sido el breve desayuno antes de emprender la marcha que dejaba Iruña a sus espaldas, con aquel cambio que nadie había visto venir, y que a priori empeoraba el camino. Hermana o futura esposa, la presencia femenina en el camino, por muy religioso y contemplativo que fuera, siempre se convertía en peligroso, pues no dejaba de estar repleto de obstáculos más allá de los que la propia naturaleza proponía y pues porque no todos los peregrinos eran gente de noble corazón, toda la verdad fuera dicha.

De hecho, tras los campos amarillos que dejaban los matorrales y encinas atrás, llegaría un pequeño otero conocido como el Alto del Perdón, con una pequeña basílica dedicada a Nuestra Señora del Perdón, donde reos y pecadores, solicitaban la primera venia para limpiar su alma ímpia. La mitad más por acallar los rumores que por propio sentimiento, y esa misma mitad volvería a sacar la faca si fuera poseido por la lujuria o la avaricia, sin dudarlo lo más mínimo.

Allí bajo la sombra de la imagen de la virgen, y rodeados de pétalos secos que resbalan por el muro, como los pecados de los perdonados, hicieron la primera parada. No había llegado el mediodía y poco le quedaba al sol para llegar a su punto más álgido. El momento escogido para un cambio de tiempo, que dejó un cielo nítido y despejado atrás y trajo unos nubarrones negros que al menos tras al almuerzo, no había dejado caer agua alguna.

Para la gente de buena vista, era visible en éste punto, su probable próxima parada. El lugar donde se juntaban los peregrinos del camino aragonés. En el propio valle de Ilzarbe, a poca distancia de la villa de Muruzábal se encontraba la iglesia de Santa María de Eunate, solitaria en el campo, como una balsa de fe en medio de un océano de creencias. Aquella hecha a imagen del templo de la Roca de Jerusalén y que de planta octógonal declaraban refugio de los templarios, aquella enigmática orden de monjes guerreros, pobres compañeros de Cristo, que habían cogido una efervescente fuerza e influencia en el panorama geopolítico de las coronas. Se autoproclamaban guardianes del Templo de Salomón. Y con estos dos axiomas, ya rozaba la evidencia el porque llamaban a aquella solitaria iglesia, el pequeño templo de Salomón. Y para los más avezados, que conocieran que el templo de la Roca de Jerusalén al que imitaba era el Templum Domini de aquella congregación, parecía soslayar que cuanto menos, extrañas eran tales coincidencias.

Y allí que aligeraron el paso, cuando la lluvia empezó a arreciar en medio del camino, y ya el caminar era incómodo con los charcos alojándose en los socabones de la senda, y llenando sus pies de barro y arena mojada. Y al llegar, totalmente calados por la lluvia, tras pasar una artificalmente creado, pasillo de vides que abovedaban el paso, todos se maravillaron de lo que vieron, y conocieron otro sobrenombre del templo. El de las cien puertas. Y noventa y nueve arcadas en tres círculos alrededor del templo, los contemplaban. Estaba solitario y sin nadie más que compartiera el camino, cosa que los extrañó en demasía. Pero era mejor saciar aquellas dudas, bajo el amparo de un techo, mientras intentaban recuperar la sequedad en sus ropas y el tiempo calmaba su rabia contra los valles.

La puerta del templo aparecía cerrada, o al menos eso parecía entre las cortinas de agua y las columnas de las arcadas. Debían acercarse más y esperar cobijo de la hospitalidad cristiana. Si de verdad, era refugio de aquella orden militar, mal defendida se hallaba, pues no había atisbo de persona que se ubicara entre sus muros ni fuera de ellos. Quien quisiera podía acercarse hasta la puerta y hacer chirriar sus goznes.
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Juana (DarkOsca)
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Re: [EC] Escena 04 - El pequeño templo de Salomón

#10

Mensaje por DarkOsca » 12 Abr 2022, 11:22

La vida es un constante conflicto entre fuerzas antagónicas. En Juana, las que se están oponiendo en este trayecto son, por una parte, la incertidumbre de lo que deja atrás, a su amado, su último hogar. La incomodidad del camino, los viajeros que encuentran en el camino bajan la vista ante su paso y murmullan. Sus compañeros, hasta ahora, se han mostrado esquivos, más por no estar acostumbrados a tratar con féminas que por mala intención. Juana lo sabe, pero el sentimiento de no estar siendo aceptada permanece.

En contraposición la determinación, casi inquebrantable, de llegar al final del camino, de llegar a Santiago, de ser, finalmente, tras tantos años, considerada digna pada terminar su aprendizaje, de poder completar la misión que le han encomendado, o mejor dicho que se ha encomendado ella misma.

Permanece callada, en silencio, concentrada en sus propios pensamientos, sin llamar la atención. Al vislumbrar Santa María de Eunate, sin embargo, se atreve a susurrar.

-Parece vacío. Aquí nadie nos espera.

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