
Varios dioses egipcios como Duamutef (hijo de Horus), Wepwawet (el que abre caminos) y Anubis (dios de los muertos) son representados con cabezas de perro o chacal.
Relatos sobre pueblos con cabeza de perro también aparecen en la antigua Grecia. En el siglo V a.C., el físico Ctesias señala la presencia de cinocéfalos en la India. De forma similar, el viajero griego Megástenes afirmaba haberse encontrado en la India con un pueblo de las montañas con cabeza de perro. También añadió que aullaban para comunicarse, aunque eran capaces de comprender las lenguas humanas. El historiador Heródoto cuenta que los libios afirmaban que pueblos de cinocéfalos habitaban al este de sus tierras, así como hombres sin cabeza y otras criaturas legendarias. Otros autores griegos mencionan a los Hemicinos, un pueblo mitad humano y mitad perro.
Durante el viaje legendario de los Argonautas en busca del vellocino de oro, los tripulantes del Argos entraron en batalla con un pueblo de cinocéfalos en un lugar situado al norte de Grecia, quizás en la actual Serbia o Hungría.

En "La ciudad de Dios" San Agustín también menciona a los cinocéfalos, debatiendo sobre si esas criaturas son descendientes de Adán o si existen. Agustín afirma que si los cinocéfalos son humanos, deben ser descendientes de Adán.

A finales del siglo X el obispo y poeta alemán Walter de Speyer describió a San Cristóbal como un gigante cinocéfalo de la tierra de los cananeos, que comían carne humana y ladraban. Finalmente Cristóbal conoció el cristianismo, se arrepintió de su conducta y recibió el bautismo, recibiendo apariencia humana y dedicando su vida a Cristo, convirtiéndose en su campeón y uno de los santos soldados.
Una leyenda medieval también afirma que los apóstoles Andrés y Bartolomé viajaron a la tierra de los partos, donde se encontraron con un hombre con cara de perro que procedía de una ciudad de caníbales. Sin embargo, después de recibir el bautismo fue liberado de su aspecto de perro.
El viajero árabe Ibn Battuta afirma haberse encontrado con pueblos con cara de perro en sus viajes, posiblemente los Mentawai (que afilan sus dientes), viviendo en una isla entre la India y Sumatra.
Pablo Diácono menciona a los cinocéfalos en su Historia de los Lombardos, quienes afirmaban tener como aliados hombres con cabeza de perro que beben sangre humana. En la corte de Carlomagno, los nórdicos en ocasiones son descritos con cabeza de perro. El teólogo Ratramno escribió "Epístola de los Cinocéfalos" afirmando que si son humanos, existe el deber cristiano de predicarles el evangelio. Thomas de Cantimpré y Vicent de Beuvais también los mencionan en sus enciclopedias.
El Códice Nowel, que contiene la saga de Beowulf, también contiene referencias a los cinocéfalos, y de la misma forma en varios poemas sajones también aparecen mencionados hombres con cabeza de lobo y de perro. El rey Arturo y sus caballeros luchan contra los cinocéfalos en las montañas de Edimburgo, matando a cientos de ellos, en un antiguo poema galés. En estos poemas a menudo se confunde la figura del hombre perro con el hombre lobo.

Tras su viaje al Nuevo Mundo, Cristóbal Colón afirmó que los taínos conocían a pueblos que tenían cabeza de perro. En el año 1519 el gobernador de Cuba instruyó a Hernán Cortés para que investigara rumores sobre la existencia de cinocéfalos en su expedición al continente americano.
En el Libro de Liang, el budista chino Hui Shen describe una isla habitada por hombres con cabeza de perro al este de Fusang. "El reino de los perros" también es mencionado en crónicas posteriores. Habitualmente se cree que es una referencia a Japón.