SECCIÓN PREÁMBULOS - Parte 2 -Preludio de RICARDO MANUEL Agirre Gómez Korta Martín

[Soiberg]

-¿ No lo hiciste? --dijo Pelayo al oír la narración de Ricardo

-¿ Era una mujer? --dijo a su vez Mateo, al escuchar a Ricardo-¿Y cómo es eso?---Pues sí que es extraño, puede que sea una táctica de distracción del enemigo...

-Para hacernos vacilar, dijo Pelayo, estando de acuerdo.

-Esto pinta mal.... dijo pensativo Mateo. Tenemos que pensar en algo.

-De acuerdo, mañana por la noche haremos guardia, concordó Mateo ante la sugerencia de Ricardo. Es una buena idea. ¿Qué le decimos al resto del grupo, a nuestros compañeros? --¿O prefieres que mantengamos esto en secreto, por el momento, para no desmoralizar a la tropa, Ricardo?

[Dava]

Asintio a ambos antes de responderlos sin vacilar ni un segundo.

—Me gustaria que fuerais discretos en la medida de lo posible, pero bajo ningun concepto mintais a nadie —les miro a ambos a los ojos—. Quiero ser yo quien de la noticia. Primero hablare con nuestro instructor y capitan, y luego con el resto de la tropa.

Puso una mano en el hombro de cada uno y les asintio agradeciendo la confianza que le depositaban. Acto seguido se incorporo y emprendio junto a ellos el camino de vuelta al campamento con la mochila de la capitana al hombro.

Lo primero que hizo nada mas llegar fue buscar al instructor para informarle de la exitosa incursion, y de los viveres y suministros confiscados, para rematar con lo ocurrido con la capitanA, con A mayuscula. No olvidaria su cara en la vida.

Mientras tanto, solicito descanso para su tropa a lo largo de la mañana por su buen hacer y para que pudieran montar guardia a la noche completamente recuperados.

[Soiberg]

-Descuida, Ricky--dijo Pelayo, ¡seremos una tumba!--dijeron a la vez Mateo y Pelayo, estando de acuerdo con Ricardo.

-Lo dejamos a tu discreción, y procuraremos no comentar nada, para no despertar suspicacias, es lo mejor. --Así también evitaremos mentir a nadie.

-Sí, no hay que desmoralizar a la tropa.

De lejos, se escucharon entonces voces de dolor y de consternación, los soldados rasos supervivientes, que habían sido perdonados, sin duda estaban descubriendo los cuerpos, tras haber sido despertados por los Guardias y la Capitana del Campamento enemigo.

El Instructor Jefe al escuchar el informe de parte de Ricardo, sonrió complacido.

--Puede tomarse ése merecido descanso, recluta. Disfruten usted y sus compañeros.--Se lo han ganado.

[Dava]

Cuando Ricardo terminó de informar a los mandos volvio con su tropa ya modo de historia para no dormir explico lo ocurrido en la tienda deo  aputan con todo lujo de detalles.

No dijo que fuera facil, todo lo contrario, incluso engrandecio la figura de la capitana en la narrativa, detallando como se defendio con uñas y dientes cunsdo intento dejarla incosciente. La verdad es que era una mujer digna de admiración, como minimo, al haberse ganado el respeto de sus pares, almenos hasta esa noche en la que fue "humillada" y dejada con vida.

Una vez terminaron las historias, y todos de echaron a descansar, Ricardo se limitó a soliciitar que si el vampamento enemigo mandaba a alguien a negociar, se le notificase. Tras eso, y haciendo caso a su cuerpo, decido dejarse vencer por el sueño y cerró blos ojos.

[Soiberg]

► Mostrar Spoiler

Te mandé un mensaje antes, no sé si lo has leído, hazlo lo primero cuando puedas antes que nada.

Con respecto al mensaje, esto es lo que tengo preparado y como te indico en el mensaje, a ver qué te parece, que puedo modificarlo si prefieres algo distinto.

Esa noche, apenas unas horas después y bajo el silencio imperante de la misma, con todos los hombres agotados tras unos duros días de batallas a uno y otro lado, algo despertó a Ricardo con un duro pinchazo en el pecho.
Tras abrir los ojos, encima de él se encontraba sonriendo y con un cuchillo muy afilado puesto sobre su corazón de forma amenazadora, la Capitana enemiga, mirándolo con sus hermosos pero desafiantes ojos verdes, cualquier movimiento de Ricardo significaría su muerte.

Pero en vez de obrar sobre ello, se apartó de él, retrocediendo dentro del interior de la tienda, a donde había llegado sin hacer ruido y se sentó en una silla, tras bajar y guardar el cuchillo. Sacó en cambio, lo que parecía una bandera blanca, que llevaba oculta bajo sus ropajes.

-¡Tranquilo, grandullón! Tan solamente he venido a hablar, y lo del numerito del cuchillo ha sido para mostrarte que venía de buena fe y en son de paz.--Hablaba de forma que solamente ellos dos dentro de la tienda pudieran escucharan las palabras pronunciadas.--Hablaba con calma, pero de nuevo con esa mirada tan desafiante con que enfrentó hace unas horas a Ricardo, al defenderse de él.

-Verás, no negaré que nos has dejado unas cuantas bajas antes en el campamento, pero siento decirte que no soy de las que se arredran de forma tan fácil.---Al hablar, se movía de forma impaciente sobre la silla y se daba pequeños golpecitos con la mano derecha sobre la rodilla, como si tratara de pensar cuidadosamente sus próximas palabras.

--¿No estas un poco cansado de jugar con las reglas estas de Reyes egoístas que no cuidan de su pueblo?--Yo antes era como tú, dijo mirandolo de forma inquisitiva---como tratando de preguntarle su nombre o que Ricardo se lo dijera, dejando unos segundos de hablar para ello... pero sin atreverse de momento a preguntarle de forma directa.--Pero descubrí otro Mundo en el que se me permitía ser libre de esas cadenas morales y Mundanas.--¡Tú también podrías serlo!


Esperando la respuesta de Ricardo en uno u otro sentido aquí


-Si quieres informarte o no, puedes acudir con varios de tus amigos, acudid sólo vosotros mañana por la Noche a la cercana arboleda de Valdeolivas, que está a apenas medio kilómetro de aquí. Sois bienvenidos a acudir.-- Os prometo como Capitana que no se os hará ningún mal, y nadie estará armado, y si no, me muera en el sitio, dijo este juramento y para ello cogió nuevamente el cuchillo y se hizo un leve corte sobre su palma, para luego chupar a continuación la herida. Tras ello ocultó la mano a Ricardo. --Preguntad una vez estéis allí por Cristoff, quien dirigirá la reunión, y os estará esperando.


Hizo tras ello una solemne reverencia ante Ricardo, para escuchar luego su respuesta a la invitación solemne de honor planteada. Tras la misma, procedió a despedirse de Ricardo por el momento (y si Ricardo le ha dicho su nombre, se despide de él diciendo su nombre y guiñándole el ojo), para perderse entre las tiendas casi como si fuera por arte de magia en pocos minutos.

Primera Guerra Carlista

[Dava]

Ricardo sintió peligrar su vida por unos momentos, pero ese miedo fue eclipsado por la emoción de verse superado en combate.
Y mas aun por aquella mujer.

No dudo en ningún momento en reconocer su superioridad y alzar ambas manos a modo de tregua.
La intriga domino su mente cuando ella simplemente comenzó a dirigirse a el.

Sus palabras eran firmes y directas, sin rodeos ni adornos, y aun así estaban endulzadas por algún tipo de carisma innato a ella, mas allá de su claro atractivo.

Su monologo se volvió algo mas oscuro y siniestro cuando comenzó a mencionar a los 'verdaderos" poderes y de librarse de las cadenas. Aquel discurso anarquista era peligroso en aquellos tiempos de guerra. Y mas aun saliendo de la boca de una mujer. Cuando la vio moverse incomoda en la silla, Ricardo no pudo evitar hacer un gesto a la defensiva preparándose para lo peor.

—Aquí todos nos llamamos "Soldado", señora.

Permaneció en silencio unos segundos, durante los cuales la tensión aumento de manera exponencial. Ricardo sabia que la única salida para la joven sin ser vista pasaba por el lugar que el ocupaba en esos momentos. Cuando todo estuvo a punto de explotar hablo de nuevo.

—Decidle a Cristoff que Ricardo acudirá.

Y tras esas palabras se limito a dar un paso a un lado y dejarla vía libre para abandonar sus aposentos. Observo con asombro la facilidad en la que se desplazaba por el campamente, como si de una depredadora se tratase. Cuando estuvo solo miro el suelo para encontrar su faca, la misma con la que le había dejado la nota la noche anterior y el mismo arma con la que le acababa de amenazar.

A la mañana siguiente, y ante la falta de noticias de rendición por parte del campamento enemigo dispuso una segunda batida, en esta ocasión simplemente reunirían información del enemigo: patrullas, cantidad de efectivos, cantidad de suministros... toda la información que pudieran conseguir seria de agradecer. Pero si por algún avatar del destino vieran fuego en la arboleda de Valdeolivas, las ordenes se cambiarían por las de arrasar el campamento enemigo hasta los cimientos.

Designo para ello como lideres de la incursión a Pelayo y Mateo. y una vez acabada la reunión con todos, les tomo a ambos y se los llevo a parte, donde se dirigió a ellos.

— Creo que tienen una vía alternativa de suministros pero no se de donde vienen —mintió con cierta facilidad—. En caso de que detecte una caravana acercándose demasiado desde la arboleda haré un fuego y con ello os daré la señal para arrasar el campamento y salir por pies. No dudéis en retiraros si os aviso.

Tras eso tomo sus mochila y agarro algo de aceite y una linterna. Comenzó el ascenso hacia la arboleda que estaba a un trecho a buen paso, si había calculado bien llegaría al atardecer. Y si eso era una trampa lo iban a pagar muy caro. Aunque había algo que le decía que la capitana enemiga era de fiar. Una mujer de palabra

[Soiberg]

Los hombres escogidos por Ricardo, con quien concordó el Jefe de instrucción, en todo momento estando de acuerdo, se prepararon para realizar ante su sugerencia la batida de reconocimiento de las tropas del enemigo y, tras tenerlo todo listo, se marcharon de forma sigilosa, tratando de camuflarse entre los árboles, la maleza y los matorrales de esa región del Norte español.

-¡No te defraudaremos!--le dijo Pelayo a Ricardo, tras ver que era junto a Mateo de los elegidos por su amigo para dirigir la incursión, antes de partir junto al resto, y mientras era desinformado por él, pero con buenas intenciones...

--De acuerdo--dijo Mateo a su vez, tomando nota mental de investigar acerca de posibles rutas de suministros alternativas del enemigo, y si ves alguna caravana o algo extraño, como dices, nos avisas, --vale, descuida, haremos bien nuestro trabajo.--Nos retiraremos si eso hace falta tras destruir el campamento si se llegara a dar...- no te preocupes.

El camino a la arboleda era un trecho de no mucha distancia pero era un terreno complicado y pedregoso, que comenzaba con un ascenso a una colina, había que caminar con mucho cuidado para no resbalar con la gravilla existente en el camino, y por otra parte ese repecho, o subida tenía una fuerte pendiente de desnivel.
Además, y aunque aún no era de noche, comenzaba ya a oscurecer, lo que de por si cabe, dificultaba todavía más el caminar por allí. Ricardo había hecho bien en llevar consigo el candil de aceite que había cogido última hora.

[Dava]

Cuando llego a la empinada loma hizo una pausa para encender el candil y ahora con algo mas de luz, hizo un par de barridas por la zona.

Por lo que la capitana habia dado a entender, Cristoff y sus hombres le esperaban alli arriba, y si una tropa habia ascendido haata alli seguro que habia un paso mejor, solo tenia que encontrar su rastro.

Tenia poco tiempo para ello, hasta que terminara de caer el sol. Justo cuando lo iba a dar por imposible y tras un rodeo encontro el ratro y una ruta de ascenso mas transitable.

Se supone que le esperaban, y que era una invitacion formal, asi que ocultarse podria ser tomado por descortes. Si le hubieran querido muerto, la rubia le habria apuñalado con su propio cuchillo. Varias veces.

Ascendio por el sendero completamente erguido y linterna en mano hacia el lugar del encuentro, obviamente estaba alerta a todo lo que le rodeaba pero ante todo provuro no reaccionar ante las amenazas e ignorarlas.

(Si el enemigo te toma por estupido tienes la batalla ganada)

Pensaba Ricardo mientras llegaba al lugar de la cita bajo la luna menguante de agosto.

[Soiberg]

Los últimos metros del duro ascenso, ya de noche, se podían recorrer bien, pero siempre con el debido cuidado de no tropezar con algún guijarro y resbalar, pero con la ayuda de la lámpara de aceite, no suponían problema alguno para Ricardo.

En ese último tramo sin embargo comenzaron a divisarse a ambos lados vigías que lo observaban según ascendía, aunque como la Capitana le había prometido, ninguno de ellos se encontraba armado, como podía observarse. Ya podía divisarse la bella luna en todo lo alto, como Ricardo había planeado, al llegar finalmente arriba.

Algunos de los vigías lo saludaron afablemente desde la distancia con un gesto de su mano, en un gesto extrañamente familiar, pero a la vez incómodo, al no conocer a ninguno de ellos Ricardo.

En lo alto, a apenas 200 metros suyo se encontraban el claro y la arboleda. En el centro del mismo, lucía una hoguera que parecía recién encendida hace escasos minutos.

-No creo que tus hombres encuentren nada de valía en lo que era el campamento, dijo sonriéndole la Capitana al acercarse a él. --Lo hemos desplazado. ¿Qué creías, que seríamos tan ingenuos de no tomar precauciones?

Esperó durante unos segundos en silencio, esperando una contestación de Ricardo, si éste la hacía.

--Ya hemos recibido refuerzos por las bajas que nos causasteis ayer.

Estaba hablando con él, pero hablaba de forma muy clamada e incuso con un aire ausente, como si todo aquello realmente no tuviera tampoco demasiada importancia para ella, había algo que no encajaba.

Comenzó a andar, haciéndole un leve gesto con la mano izquierda a Ricardo, para que la siguiera, a su paso algunos los miraron, varios de ellos tenían la cara extrañamente deformada con raras marcas de cicatrices. Y lo más extraño, en una esquina...

-No te alarmes, no hacen nada---dijo la Capitana antes de que siquiera se hubiera podido fijar bien a qué se refería y adelantándose a la posible reacción suya.

Y lo que era.. es que en una esquina apartada en la arboleda del claro, había dos hombres jugando con un enorme lobo tirándole estos un palo, que el lobo iba luego a coger como si fuera un perro, y más aún, al lado del perro se vislumbraba lo que parecía un enorme Oso quien contemplaba tumbado toda la escena. Era sin duda alguna escena de lo más surrealista.

-Bueno, ahí tenías la escena circense. Se aburren los pobres, dijo sin más mención a ello la Capitana mirando a Ricardo.


Ricardo puede comentar aquí su estado o impresiones de extrañez ante todo lo visto hasta ahora.

Parecian dirigirse a una zona apartada donde había una vieja cabaña de madera. Antes de legar a la misma, se cruzaron con dos parejas de hombre-mujer que practicaban esgrima entre sí.

-¡Aurora!--dijo una de las mujeres, saludando a la Capitana y mencionando su nombre por primera vez.

--¡María!--- respondió la Capitana.--Díle a Anselmo que luego me voy a cobrar la revancha, añadió sonriendo.

Sin duda y a pesar de lo extraño de todo, se podía apreciar claramente que reinaba un ambiente de camaradería muy relajante en el lugar entre todos.

Finalmente se pararon ante la cabaña, donde había un guardia desarmado también, quien se encontraba sentado en un banco mientras leía el periódico. No les prestó siquiera atención. De nuevo, era todo muy extraño. La Capitana Aurora miró a Ricardo antes de entrar, y...acercándose a él lentamente para no asustarlo, levantó lentamente la palma de la mano y la dirigió a su pecho, enderezándolo la camisa que éste llevaba puesta.

--Así mejor--dijo la Capitana, complacida.--Una cosa, ¡déjame hablar primero, por favor!-- Cristoff puede ser un poco...impetuoso a veces--le dijo a Ricardo esperando la respuesta de Ricardo, de quien esperaba que comprendiera el protocolo que tenían así establecido.

[Dava]

Riicardo sonriona la capita y alzo las manos por si queria cachearlre. Lo unico que vestia eran unos pantalones una camisa, las botas y llevaba en las manos era una lampara de aceite. Entre sus pertenencias, dentro de la mocchila, lo mas parecido a una arma era un pequeño cuchillo para cortar queso de menos de 10cm de hoja.

— Contaba con ello amiga. Por eso sus ordenes son reunir informacion —suspiro— . Si no me habria sido imposible que Mateo y Pelayo me dejaran venir solo como me he propuesto desde el primer momento...

La siguio con paso tranquilo y curioso de todo lo que les rodeaba. Si ya era demasiado exteaño, el panorama se volvio aun mas confiso si cabia.
En primera instancia penso que aquellos hombres dran apestador o desdchos de la sociedad por su deformidades, peeo cuando vio a lo animales, hozo un par xe conexiones mentales que le llevo a pensar en un mito de los montes.

(¿Hombres Lobo?)

Por suerte su sentido comun activo su mecanismo de supervivencia y le impidio ahondar mas aun en esa idea, centrandose en el hecho de que aquellos soldados tenian amaestrados animales salvajes para vete tuba saber que fin.

—Pense en adiestrar una manada de animales para nuestras incursiones, pero no suelen quedarse en zonas de guerra. Su instinto les hace ponwrse a salvo —miro a la joven—. Mis felicitaciones al instructor. Ha hecho un trabajo loable, sin duda.

Camino a su lado el resto del camino y tomo bien nota de su nombre cuando la saludaron. Ina vez llegaron a la puerta de la cabaña,trago saliva al ver como Aurora acercaba sus manos hacia su pechera. Habia algo wn la mirada de aquella mujer que hacia que Ricardo temblase y no de temor. Los mas de dos meses en el frente empezaban a pasarle factura. Cuando ella termino de prepararle para la reunion, Ricardo carraspeo y la contesto.

—Esta bien, Aurora —sonrio ladino—, mi vida esta en tus manos.

Y añadiendo una lelaborada reverencia, espero sus indicaciones