Una historia de fantasmas: Un camino de acero y almas
Parte IX: Tiempos interesantes
Tenían que apresurarse. Aquel lugar en las Tierras de las Sombras estaba lejos de ser estable, pero los tesoros que albergaba resultaban demasiado tentadores. La guerra había traído muchas reliquias a través de la Mortaja, muchos edificios destruidos, muchas vidas segadas y muchos recuerdos que constituían una rica cosecha para los Wraiths emprendedores. Las Legiones de Estigia no daban abasto, y había muchas oportunidades para quienes estuvieran dispuestos a afrontar los peligros de la Tempestad.
Los Segadores habían realizado su labor, protegidos por un escuadrón de Legionarios, que vigilaban las ruinas descarnadas bajo los cielos tormentosos. La Necrópolis de Sarajevo había atraído a muchos oportunistas, que ofrecían sus servicios a un buen precio. Los burócratas de las Legiones se encontraban muy ocupados, catalogando, emitiendo permisos y contrataciones, y había sido necesario recurrir al servicio de grupos “autónomos.”
En las Tierras de la Piel la Biblioteca Nacional de Sarajevo había sido destruida por los bombardeos serbios, pero su reflejo fantasmal permanecía, como un mudo testigo de la destrucción humana. Más de la mitad de sus libros habían ardido, así como millones de documentos y archivos, y cientos de manuscritos incunables. Su cúpula deformada, sus arcos de estilo morisco, su mobiliario histórico, habían sido destruidos. Pero no fue el final. Su presencia había tomado forma como una Morada frente a los vientos de la Tempestad en las Tierras de las Sombras. La Legión Esmeralda se había apresurado a ocuparla, y tras cierta discusión no exenta de tensiones, su reclamación había sido aceptada y aprobada en medio del incesante papeleo de la burocracia estigia.
No había muchas almas que segar en las proximidades de la biblioteca, pero su interior estaba lleno de reliquias: sobre todo libros, pero también documentos y artefactos que irían a parar a la arcas de la Legión Esmeralda. Por supuesto, había agentes que debían recibir su pago para que el proceso fuera correcto y sin intervenciones, y funcionarios corruptos que se quedarían la mejor parte. La máquina burocrática de Estigia podía no ser perfecta, era mas bien una máquina vieja, chirriante, y defectuosa, pero mientras funcionara, no había necesidad de cambiarla, o eso creían los burócratas.
Las ruinas de la biblioteca eran recorridas por un grupo de Wraiths, que armados con paciencia y faroles de acero de almas, se dedicaban a revisar el suelo sembrado de libros y papeles, en busca de reliquias y artefactos. De manera metódica, iban alzando montones que eran inventariados por los secretarios de la Legión Esmeralda.
Entre estos secretarios se encontraba un hombre alto y pálido, vestido de negro riguroso, con unas enormes gafas de montura metálica, casi calvo y con el escaso cabello gris en las sienes, que se dedicaba a revisar los libros y tomar nota de su contenido. Había sido bibliotecario en vida, y en cierto sentido continuaba siéndolo en la muerte, trabajando para la burocracia de Estigia. Lo que otros consideraban un trabajo aburrido y tedioso, era su pasión.
Al menos a primera vista. La Tierra de los Muertos encerraba muchos secretos.
Vedran Suljic parecía concentrado en su trabajo, y en verdad lo estaba, aunque al mismo tiempo que su mente tomaba nota sobre una serie de cartas dirigidas al sultán de Constantinopla, concentraba su poder fantasmal en una telaraña de hilos imperceptible. En aquel momento sus compañeros debían estar aguardando su llamada. Mientras pasaba de forma lenta y cuidadosa las páginas del libro que tenía entre sus manos, comenzó, hablando mentalmente, sin que sus labios pronunciaran una palabra:
-En este día y en esta hora, comienza la reunión de la Cadena Dorada de los Monitores. Soy el Bibliotecario.
***
La Necrópolis de El Cairo albergaba secretos enterrados tras capas y capas de arena y ladrillo, la ciudad se había construido sobre sí misma y había crecido con una colmena laberíntica de hierro y barro fantasmal cuyas entrañas albergaban una infinita red de túneles, tumbas y pasadizos olvidados. Cada cierto tiempo y, pese a los rumores de los guardianes eternos que se encontraban en éstas, los Wraiths cairotas aún enviaban expediciones a aquel submundo en busca de tesoros destruidos por el paso del tiempo, reliquias que habían sido verdaderas obras de arte, pero que habían sido saqueadas o quemadas, que habían quedado fosilizadas o que, simplemente, se habían desecho por la presión de la metrópolis que se asentaba sobre éstas.
Era un refugio muy apropiado para el Coleccionista, ciertamente. En aquellos recónditos pasajes se encontraba un verdadero museo que albergaba desde papiros alejandrinos (que el Bibliotecario codiciaba con envidia) a auténticas maravillas procedentes de El Reino Oscuro de Ébano. El Coleccionista acumulaba Grilletes de todo tipo, algunos de poderosos señores, otros de ciudadanos insignificantes del Imperio de Estigia, pero todos igual de válidos para su interminable colección, que se extendía cámara tras cámara bajo la superficie.
Pero no era cierto del todo, las manos del Coleccionista acariciaron unos óbolos verdaderamente envejecidos. Había pagado una verdadera fortuna por ellos y enviado a las forjas a unos cuantos espíritus para conseguirlas, pero ante él se encontraban las monedas de Príamo, con las que había pagado a Caronte el paso de Héctor a los infiernos. El tesoro de un Rey. Aunque no entendía la conexión, el coleccionista podía sentir lo importantes que habían sido para Caronte en el albor de los tiempos.
Sintió la llamada. La reunión estaba a punto de comenzar.
-Añado mi eslabón a la Cadena Dorada de los Monitores. Soy el Coleccionista.
***
Leopoldina de Braganza y Borbón – Dos Sicilias recorría las estancias del palacio de San Cristóbal en Río de Janeiro, recordando tiempos más felices, llenando su mente de las imágenes de otro tiempo, recuerdos de emperadores y reyes, de los juegos de sus hijos y la belleza que la rodeaba. Un escenario muy diferente al que veía ahora, un paisaje decadente y oscurecido por el toque del Olvido. Y sin embargo, incluso en la muerte, Leopoldina era tratada con respeto, especialmente por los Wraiths más veteranos de la Necrópolis, una situación que su puesto como Anacreonte de la Legión Esquelética contribuía a consolidar.
Leopoldina había muerto joven, debido al tifus. Su belleza pálida había sobrevivido a la muerte, aun con las marcas de la enfermedad, y se vestía con las joyas y el lujo que los mejores artesanos de Estigia habían podido elaborar. Sin embargo, Leopoldina era mucho más que una mera figura decorativa. Libre de las restricciones de su época y sexo, había aprendido a navegar en las turbulentas aguas de la política de Estigia, manteniendo el protocolo, y al mismo tiempo sabiendo enfrentar a sus enemigos y salir indemne de los ataques de sus adversarios.
Había dejado en manos de sus secretarios una gestión diplomática importante, alegando que necesitaba Ensoñarse un poco antes de continuar. Pero la verdad es que debía concentrarse en una reunión más urgente. Sintió una nueva conexión, una llamada, y siguió el hilo imperceptible que había aparecido en su mente. Se acomodó en una lujosa silla de terciopelo en la que había sido su habitación en vida, y respondió en silencio.
-Añado mi eslabón a la Cadena Dorada de los Monitores. Soy la Reina de Diamantes.
***
Un barco fantasmal hacía frente a los vientos furiosos de la Tempestad. Una lluvia torrencial de ácido atacaba la cubierta, pero la embarcación, rodeada de una brillante luz, resistía el empuje de la mortífera tormenta. Una bandada de Espectros especialmente atrevidos, recibieron una luminosa salva como advertencia, y retrocedieron despavoridos.
El barco era el Mizusumashi y había naufragado a finales del siglo XVIII para terminar en las Tierras de las Sombras. Una banda de Wraiths se había apoderado de la embarcación fantasmal y lo había utilizado para dedicarse a la piratería. De la embarcación original quedaba poco ya, remodelada con el paso del tiempo con sucesivas reformas y añadidos, entre ellos varias armas reliquia modernas, para hacer frente a las amenazas de la Tempestad y los Reinos Oscuros.
Los Wraiths de aquel barco habían muerto en varias naciones distintas, y ninguno de ellos había tenido una muerte pacífica. Desde que habían atravesado la Mortaja y se habían unido a la tripulación del Mizusumashi, se habían dedicado a la piratería.
El líder de aquellos Wraiths era una figura enigmática que inspiraba un frío y silencioso terror. Cubría su rostro con una máscara de jade blanco que sólo dejaba entrever sus ojos oscuros. Sus hombres de confianza habían contemplado su rostro: Una mujer de belleza fría y actitud implacable. Los pocos necios que se habían atrevido a discutir su autoridad o su capacidad habían terminado arrojados al Olvido, y muchas veces sin llegar a enfrentarse a la capitana.
Hayami Yaso se encontraba en su camarote personal, un espacio lleno de antiguas reliquias que había reunido con el tiempo. Meditaba en silencio y ordenaba sus pensamientos, mientras las cubiertas crujían a su alrededor, y los vientos de la Tempestad aullaban con la voz del Olvido. Entonces sintió en su mente una conexión, una llamada, y respondió.
-Añado mi eslabón a la Cadena Dorada de los Monitores. Soy la Araña de Jade.
***
Los cuatro Maestros que se sentaban en la Cadena Dorada de los Gremios de Monitores se conocían en persona, pero aunque habían mantenido reuniones periódicas y relativamente abiertas, aunque sólo fuera para mantener las apariencias, preferían debatir los asuntos más importantes a puerta cerrada, conectando sus mentes a través de una cadena invisible, lo que permitía evitar viajes peligrosos y también posibles espías. Por supuesto, siempre existían riesgos, pero procuraban mantener discreción y secreto.
Los cuatro Maestros se encontraban en un completo vacío, y veían las imágenes que sus mentes transmitían de sí mismos. El Bibliotecario se inclinó ligeramente a modo de saludo y fue el primero en hablar.
-Sean todos bienvenidos. Creo que ante la crisis provocada por la última reunión de los Gremios, y los acontecimientos recientes, era necesaria una reunión para decidir cómo vamos a proceder. Debemos actuar con premura.
El Coleccionista asintió.
-Seth ha vuelto clamando venganza contra las Furias. Siempre ha sido un estúpido, pero su última torpeza nos ha resultado útil. Su precipitación ha obligado a nuestros enemigos a mostrar sus cartas.
“Su plan de atacar a los demás Gremios aprovechando la distracción de la búsqueda de Caronte estaba condenado desde el principio. La reacción de las Furias ha sido correcta. Por supuesto, le hemos apoyado en su protesta, pero nos interesa más lo que hemos descubierto.
-Los Titiriteros se encuentran preocupados -intervino Leopoldina de Brasil- . No creo que quieran seguir con su descabellado plan.
El Bibliotecario tomó la palabra.
-Al mismo tiempo hemos hecho varias averiguaciones. El Gremio de Furias ha recibido un contrato de una fuente desconocida. Se están produciendo disturbios en varias Necrópolis de las Tierras de las Sombras. En Estigia, los Oráculos y Perdonadores están agitados.
-¿Y qué sacamos de todo eso?
-Como hablamos en nuestro último encuentro, justo después de la última reunión de los Gremios, creo que la búsqueda de Caronte es una farsa, y los últimos acontecimientos parecen indicar que en realidad se trata de una distracción para mantenernos mirando en otro lugar.
-Supongo que nuestro querido Bibliotecario ha adivinado dónde se encuentra en realidad -dijo Leopoldina con una sonrisa.
-No, pero estamos cerca de descubrirlo -intervino el Coleccionista-. Sólo hay que mirar hacia el lugar adecuado.
-Sabemos que Caronte no está en el Laberinto -dijo la Araña-. Cuando desapareció tras su enfrentamiento con Gorool, de alguna forma consiguió refugiarse en las Tierras de la Piel, y allí se le perdió la pista.
-En mi humilde opinión -dijo el Bibliotecario-, creo que sigue ahí, y que alguien lo ha encontrado, o desde el principio supo donde se encontraba, pero ahora las cosas han cambiado de alguna manera.
“Caronte va a regresar a las Tierras de los Muertos, y quienes saben donde se encuentra quieren evitar obstáculos. Quieren que los Gremios miren hacia el Laberinto mientras ellos preparan su regreso. Desconfían de que alguien pueda interferir. Los Soñadores son la voz que nos ha advertido, pero alguien más lo ha puesto en marcha.
Leopoldina mostró una expresión pensativa.
-¿Los Perdonadores? ¿O quizás los Oráculos?
-Me inclinaría por los segundos. Aunque los Perdonadores tienen los medios para ser grandes manipuladores, la falta de escrúpulos es más propia de los Oráculos.
-Supongamos entonces que son los Oráculos quienes están preparando el regreso de Caronte -intervino el Coleccionista-. Saben donde está, desvían la atención de los Gremios hacia el Laberinto, y provocan disturbios en las Tierras de las Sombras mientras siguen adelante con sus planes.
“La pregunta que se nos presenta es: ¿qué debemos hacer con lo que sabemos?
Un profundo silencio se extendió entre los presentes. En esta ocasión fue Leopoldina la primera en hablar.
-Tras la Ruptura, los Señores de la Muerte y Caronte persiguieron a nuestros antecesores y provocaron la caída del viejo Gremio. No creo que guarde muchas simpatías hacia nosotros.
-Es verdad -respondió el Bibliotecario-. Pero no creo que el regreso de Caronte sea casual. Existe un motivo más allá de devolverlo al gobierno de Estigia. Todo parece indicar que se avecina una nueva crisis. Posiblemente un Sexto Maelstrom, mayor que los anteriores. Creo que los Oráculos quieren traer a Caronte para salvar Estigia. Si es así, deberíamos apoyarle, o por lo menos, no interferir.
El Coleccionista, que se había mostrado especialmente pensativo, decidió intevenir.
-Si los Oráculos están llevando a cabo este plan por su cuenta, es que no confían en nosotros. No obstante, si decidimos intervenir, sé por dónde comenzar.
Los otros tres Maestros Monitores lo miraron al unísono, con sus miradas fijas llenas de un repentino interés.
-Cuando Caronte desapareció, hice mis pesquisas, busqué las conexiones, como sabemos hacer. Y tenía un as en la manga para ayudarme en su búsqueda -En ese momento sacó de su bolsillo un puñado de óbolos, unas monedas ennegrecidas, y de una antigüedad inconmensurable-. Uno de sus viejos Grilletes, o eso creo. Lo guardó después de resolverlo, pero todavía resulta útil para seguir su rastro.
-¿De dónde lo has sacado? -Leopoldina abrió sus enormes ojos negros, con su mirada atrapada por aquel pequeño objeto insignificante.
-Formó parte del botín robado de la Torre de Ónice hace siglos, pero no importa. Como os he dicho, conseguí seguir la conexión y terminaba en un lugar concreto de las Tierras de la Piel.
-¿Dónde? -preguntó el Bibliotecario.
-Londres. En un pequeño orfanato abandonado tras la Segunda Guerra Mundial tras un incendio fortuito...poco después de que Caronte atravesara la Mortaja. Creo que alguien intentó borrar su rastro...aunque no lo consiguió del todo.
-Así que Caronte se encuentra en Londres -apuntó el Bibliotecario.
-No necesariamente. Puede haberse movido durante todos estos años que ha pasado en las Tierras de la Piel.
-Debemos vigilar a las Furias y a los Oráculos -dijo Leopoldina-. Deben estar vigilándolo de cerca.
-Y posiblemente también ocultándolo hasta que llegue el momento de su regreso -el Bibliotecario chasqueó la lengua-. Encontrarlo no será sencillo.
-En algún momento terminará atravesando la Mortaja -señaló el Coleccionista-. Y debemos estar preparados para ese momento.
La Araña, que había permanecido en silencio hasta ese momento, decidió que había llegado el momento de intervenir.
-Londres. Qué oportuno. Se avecinan tiempos interesantes.
Sus tres compañeros la miraron fijamente, con extrañeza.
-¿Qué quieres decir?
-He recibido noticias importantes que quería presentar en esta reunión. Se avecina la guerra.
-¿Guerra? ¿Contra quién...oh…? -la pregunta del Bibliotecario quedo sin concluir cuando la respuesta se reveló en su mente.
-Contra el Reino Oscuro de Jade. De la misma forma que Estigia se encuentra en decadencia bajo el gobierno de los Señores de la Muerte, la corrupción y el estancamiento también se han apoderado de las Fuentes Amarillas. Los enemigos del emperador presionan cada vez más. Y además...-hizo una pausa- alguien en Estigia ha estado transmitiendo información. El ataque es inminente. Y la primera batalla se librará en Londres.
-Muy oportuno, en efecto -dijo el Bibliotecario, llevándose la mano al rostro en un acto reflejo-. Demasiado.
-No crees que sea casualidad -dijo el Coleccionista con una sonrisa. La revelación de la Araña también lo había sorprendido.
-No. Y sin embargo, siempre termina ocurriendo algo que me sorprende. Debemos actuar ya. Enviaremos agentes a Londres para buscar a Caronte en las Tierras de la Piel. Los Oráculos, y posiblemente también sus aliados, deben estar vigilándolo. Pero ya los hemos burlado en otras ocasiones. Sus profecías pueden ser muy precisas entre los muertos, pero entre los vivos a veces se ven obligados a actuar a ciegas. Y en las Tierras de la Piel podemos jugar con ventaja.
-¿Y qué hay de los demás? Hay que tener en cuenta a las Furias, y quizás a otros -advirtió Leopoldina-. No sabemos cuántos Gremios pueden haberse aliado con los Oráculos.
-Nosotros también tenemos aliados. Los Titiriteros posiblemente también deseen cobrarse su propia venganza sobre las Furias y estarán dispuestos a ayudarnos. Y posiblemente también nos ayuden los Vigilantes, si les ofrecemos un buen pago.
-En cualquier caso, cuanto menos trascienda fuera de nuestro Gremio, mejor -sancionó el Coleccionista-. Si Caronte vuelve a atravesar la Mortaja, lo sabré -dijo haciendo tintinear el puñado de óbolos que había mostrado a sus compañeros-. Y podremos esperarlo.
-Y también debemos prepararnos para la invasión del Reino Oscuro de Jade -advirtió la Araña-. Los Tsuchigumo tenemos experiencia combatiendo a las fuerzas del emperador.
-Se avecinan tiempos interesantes, desde luego -dijo el Bibliotecario-. Los Gremios de Monitores deben prepararse para la guerra, ya sea para proteger nuestros intereses o simplemente para sobrevivir. Pero la guerra no debe distraernos de nuestro principal objetivo. Nuestros enemigos deben creer que han conseguido engañarnos...lo cual nos lleva de nuevo al principio: la búsqueda de Caronte. ¿Qué hacemos?
-¿Crees que debemos seguir adelante con los demás Gremios? -El Coleccionista enarcó una ceja.
-Por supuesto, daremos nuestra aprobación...aunque no debemos parecer demasiado convencidos. Thusimmos de los Soñadores ha sido el que planeó la búsqueda, e irá representando a su Gremio. Lord Ember también está convencido de que Caronte está en el Laberinto, y creo que también irá. En cuanto al resto...es más complicado de saber, pero no importa. ¿A quién enviaremos a meterse de cabeza en la trampa?
-Propongo a Seth -sonrió nuevamente el Coleccionista-. Le prometeremos un buen cargo en el Gremio si sobrevive.
-Mejor que no -rechazó el Bibliotecario-. Si enviamos a Seth con los demás resultará evidente que no nos hemos tragado el anzuelo. Alguien más sutil.
-Creo que tengo a la persona adecuada -intervino Leopoldina, con una risa traviesa-. Un talento prometedor de lo peor que tienen que ofrecer nuestros Gremios.
***
Aquel día Alphonse estaba pletórico. Seth había sido “retirado temporalmente de sus funciones”, y presenciar lo que consideraba la caída de su rival lo llenaba de regocijo. Miró por la ventana de su oficina en uno de los rascacielos de la Gran Ventana, desde donde se había arrojado al vacío durante el crack de 1929. Había tenido que trabajar mucho para volver a ascender, pero había merecido la pena, una carrera de engaños, traiciones y puñaladas por la espalda en la que se consideraba un experto. Y todavía aspiraba a más.
El pequeño y mezquino Monitor llevaba tiempo aguardando su oportunidad para ascender en el Gremio, y el error garrafal de Seth era precisamente lo que estaba buscando. Había tenido que encargarse de los negocios de los Monitores de Nueva York en su ausencia, y al mismo tiempo había tomado represalias contra las Furias. Como siempre, hubo un intercambio previsible de violencia, pero nada definitivo.
Recibir un mensaje de los Maestros del Gremio confirmó a Alphonse que había tomado la decisión correcta. Aquel mensaje no sólo confirmaba su ascenso como líder de los Monitores de Nueva York, sino que debía reunirse con su superior en Estigia para recibir un encargo para actuar como Portador de la Cadena y portavoz de su Gremio.
¿Estigia? Alphonse soñaba con que un día ocuparía el lugar de uno de los cuatro Maestros de la Cadena Dorada, ¿Y quién sabe? Quizás algún día conseguiría unir a los Gremios de Monitores bajo su autoridad, como en el pasado antes de la Ruptura.
Sin duda le había tocado vivir tiempos interesantes...