"Countdown" 4

[Pagliacci]

Nunca era suficiente, siempre le pedía más, resistirse era un acto cotidiano de heroicidad, un esfuerzo que le desgastaba enormemente, constantemente, que acabaría desbordándola. Pero ahora más que nunca, debía hacerlo, no podía dejarse llevar, no podía malherir a la familia de Nyx, familia de su familia, la única que tenía.

Recordó el día en el que había conocido al Brujah por primera vez, no pensó en un principio que pudiera tratarse de uno de ellos, poseía una mente analítica, pero en sus venas ardía la pasión, casi pudiera parecer que estaba vivo. No se imaginaba a muchos vástagos que dedicaron sus horas a trabajar o moverse en un comedor social, Nyx lo hacía, a él le importaban las personas, le importaba el barrio en el que vivían, le importaba la verdadera Nueva York, la que respira bajo pieles teñidas por el sudor y la contaminación.

Dejó caer al primo del arquitecto o quizás su sobrino lejano, no le importaba. Aquello había sido una mala idea y sentía que estaban perdiendo el tiempo, ahora debería estar en La Iglesia, debería estar haciendo preguntas, debería encontrar a Melinda. Y, sin embargo, ahí estaba, en un lugar perdido de Queens. La Caitiff había accedido, simplemente, porque ya no tenía fuerzas para cargarse el mundo sobre la espalda.

La intimidad que Nyx había compartido con ellos le asustaba, pensó mientras se dejaba caer sobre un sofá viejo y saboreaba el sabor del miedo en la sangre. No había hecho falta amenazar al taciturno conductor para despertar esos matices en la vitae, había bastado con asegurarle que ella ya había muerto y no había nada más. Que en ese breve lapso de tiempo que había transcurrido entre su asesinato y su resurrección no había estado en ninguna parte, ninguna cohorte de ángeles con fanfarrias le había recibido, ninguna luz, ningún infierno, nada.

Pagliacci quería asegurarse de que Montecristo y Nyx llevaran ahora el paquete y ella pudiera ir a La Iglesia. Pero evidente que al brujo aquello le afectaba profundamente, todos estaban revelando parte de sí mismos que hubieran preferido mantener al margen. Aquello la periodista lo respetaba, era mejor no mezclar tus seres queridos con este sórdido mundo de la noche.

Al reunirse con sus compañeros sintió a la bestia enjaulada del Tremere agitarse como una pantera tras los barrotes de un zoológico, la sangre apenas había sido un bálsamo para ella, un alivio claramente temporal. Nyx parecía, en cambio, demasiado calmado, como si no fuera consciente de que iban contrarreloj, que no podrían abarcar todo aquello si no se separaban.

-Yo iré a La Iglesia, para encontrar a Melinda, tiene que ser esta noche.- Dijo Pagliacci, en respuesta al zelote- Y vosotros podéis ir a dónde consideréis, teniendo en cuenta que el futuro de David y de Eddy dependen de realizar el intercambio. Pero antes, la verdad saldrá a la luz.

Y abrió la caja.

[Voivoda]

Montecristo y Nyx no se esperaban el movimiento repentino de Pagliacci. No obstante, ambos agradecieron en su fuero interno que abriera la caja, pues su contenido es algo que los corroía por dentro. Eran conscientes de que su Coterie se había reforzado como hermandad al alimentarse del rebaño de uno de ellos, de modo que también lo que implicara el contenido de esa caja era algo que tendría consecuencias para todos. También los tres sabéis que por separado es casi imposible que podáis sobrevivir.

Uno para todos, aunque sea por mera supervivencia.

El sonido de los grillos y de una televisión cercana sintonizada a demasiado volumen son los únicos elementos que rompen el silencio de una noche que se está volviendo fría. En el interior de la caja hay un montón de paquetes iguales embalados con una gran cantidad de plástico. Ninguno habéis visto previamente este tipo de productos y dudáis en un primer momento. Por su aspecto, pensáis que pueden ser fardos de droga, ya que tienen un aspecto parecido al que habéis visto en las películas.

Un vistazo más de cerca os da la respuesta. El aspecto chicloso de esas barras semejantes a arcilla... es el aspecto que tienen los explosivos, en concreto los que son semejantes a la goma.

Os miráis los unos a los otros sin articular palabra durante unos segundos, conscientes del peligro en el que estáis metidos.

OFF: Paro aquí por si hay algún cambio en vuestros planes.

[Jebediah_Gogorah]

Montecristo soltó un ligero bufido ante el repentino e impetuoso movimiento de Pagliacci. A pesar de todo, había ciertos códigos éticos y morales, al que al tremere, claramente a su antojo, le gustaba ceñirse. De todas formas calló. El fraternal momento que estaban viviendo gracias a Nyx no debía ser roto con una protesta o un rapapolvo.

Revisó el contenido de la caja convencido de que no le iba a gustar nada lo que iba a encontrar. Apuesta al caballo ganador. Con todo, no esperaba ni por asomo el contenido del paquete. Soltó un bufido aún más sonoro que el primero, mientras la imagen de Eddie le venía a la cabeza, con sus pueriles gestos y su cabello lacio. ¿Como era posible?...

- Genial, ahora estamos en el equipo de los terroristas...

[Pagliacci]

Contemplar en aquel maletero la carga que habían transportado al hogar de tantas familias le horrorizó, habían puesto en peligro, sin saberlo, a todos aquellos a los que el Brujah se esforzaba en proteger. El tufo de la goma explosiva, una vez desvelado el contenido, resultaba ya innegable y recordaba al olor del pegamento que había visto a unos niños de Baltimore esnifar cuando todavía respiraba, era un olor parecido al de la gasolina, una peste química que se adentraba en la carne e invadía por completo los sentidos.

La mente de la periodista se disparó en mil direcciones, las piezas comenzaron a encajar, cayendo una sobre otra, un puzzle del que apenas había sido consciente. Comenzaba a entender las implicaciones de todo aquello, una guerra de intereses librada por la tierra húmeda de Nueva York y el territorio regado en sangre que los vástagos codiciaban.

-Parece que los Sons of blood planean atacar las obras de gentrificación que los Shelby están impulsando. No me sorprendería si esto- dijo señalando el contenido de la caja- estuviera destinado a volar por los aires las instalaciones y detener o retrasar la puesta en marcha del proyecto.

La Caitiff sonrió para sí misma, podía saborear la noticia antes de que se produjera, era un sentimiento, un poder inconfesable que le impulsaba noche a noche. Cerró la puerta del maletero y se quedó mirando a sus compañeros, esperando ver cómo reaccionaban a sus palabras.