Salgo del metro sin poder dejar de pensar en la doctora Akiva y sintiendo como la bestia se agarra ese temor para susurrarme las peores consecuencias de aquello e inunda mis sentidos de las posibles represarías que me invitaría a tomar. Pero no es el momento ni el lugar. Puedo sentir el latido de la ciudad y como no soy bien recibida. Era una sensación similar a ser una pequeña parte indebida de una maqueta en lo más alto de la cúspide de poder y contemplar como los verdaderos regentes la observan con curiosidad buscando una pequeña miniatura que ellos nunca pusieron ahí. Cualquiera podía trabajar para ellos, de un modo u otro. La voz de mi Thelma particular me devuelve a la realidad.
—Mi plan era llegar hasta aquí —digo con mi mejor sonrisa—. Ahora toca hacer uno nuevo.
Escucho su propuesta sobre echar un vistazo y asiento pensativa. No me parecería un mal plan, si no fuera porque posiblemente sabían de sobra que estábamos aquí. Siempre lo soban. El caso es que no suele importarles salvo que comas de su mesa o les toques los cojones. Por mucho que me jodiera, lo mejor era seguir sus normas.
—No sería mala idea si no fuera porque creo que saben de nuestra presencia. Yo propondría entrar por la puerta grande. Ya sabes lo que dicen: “La mejor manera de pasar desapercibido, es llamar la atención” —miré a Nicole a los ojos—. Si nos separamos seremos fácilmente reducidas, pero si sigues pensando en que es la mejor idea, mientras tú haces de “gato” yo haré de “campana”. Haz lo que mejor sabes y yo intentare atraer la atención sobre mí. Si todo sale bien para ambas nos vemos aquí mismo en un rato. Si por lo que sea no me puedes esperar, deja un trozo de papel con la palabra “Louise” al lado de la papelera. Así sabré que, aunque no te vea, estás bien. Yo haré lo propio, pero pondré “Thelma”. Si no hay nota, será que ha pasado lo peor.
Una vez dicho esto, comienzo a caminar en dirección a la puerta principal del hotel W activando el rubor de la vida. Es decisión de Nicole apuntarse a mi plan de entrar por la puerta grande o usar mi descarada entrada para escabullirse en las sombras.