"Countdown" 4
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Nyx (DarkOsca)
Arquitecto
Re: "Countdown" 4
El Vessel, estructura construida en la propia ciudad de Nueva York definía perfectamente lo que Nyx piensa de Dawson. Brillante, excesivo, creativo pero carente de sentido práctico. Un contrapunto con el que nunca ha estado demasiado de acuerdo pero con el que, curiosamente, ha tenido un trato cordial.
En su caminar errático por la estancia decide dar primero un rodeo para identificar a la chica que está hablando con Dawson. Una vez hecho esto fingirá que pide algo de beber y golpeará levemente al arquitecto de la Heatherwick para llamar su atención.
En su caminar errático por la estancia decide dar primero un rodeo para identificar a la chica que está hablando con Dawson. Una vez hecho esto fingirá que pide algo de beber y golpeará levemente al arquitecto de la Heatherwick para llamar su atención.
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Re: "Countdown" 4
No obstante, su atención parece centrarse al observar el rostro de Melinda. Montecristo cree que incluso las lágrimas asoman a los ojos de Lena, lo que no es una señal muy esperanzadora. Toma el cigarro con nerviosismo. El Tremere puede intuir cómo la ansiedad se ha apoderado de cada milímetro del cuerpo de la chica que tiene delante.
- Olvídate de ella -dice con un deje de temblor en su voz- Acabará en un contenedor de Broad Channel.
Montecristo toma nota mental sin terminar de comprender del todo. Intenta repreguntarle, pero Lena no hila bien sus frases. El policía teme que no sepa muy bien de qué habla. O que quizá mienta para obtener un chute con el que resistir una noche más.
La muchacha está medio ida, puede notarlo por el modo algo difuso en que enlaza sus palabras. El Tremere asume que conseguirle lo prometido terminará de hacer que su mente viaje lejos de este tugurio. Por otro lado, siente compasión por ella, quizá ese escape es lo mejor que puede ofrecerle.
Pagliacci sentía la punzada del tiempo. Un picor permanente que se entremezclaba con el ansia de su propio corazón muerto. A pesar de tener aún en el paladar el sabor de la Sangre recién consumida, esa bestia interior no dejaba de reptar por sus pensamientos y sus venas aun cuando había conseguido calmarla temporalmente.
Sabía que tenía poco tiempo y mucho en lo que pensar. Desde cómo sacar a Melinda de dónde estuviera hasta cómo mantener el puente tendido con los Sons para obtener más respuestas sobre sí misma. La Caitiff pensó por un instante si realmente hacía todo lo que venía haciendo en las últimas noches por ella misma. Quería pensar que no, que buscaba respuestas, una verdad con mayúsculas, un sostén para sus propios compañeros de Coterie. Pero quizá en lo más profundo de su ser sólo era puro egoísmo.
Su mirada se fijó en un tipo de aspecto árabe que se apoyaba en una de las vigas metálicas sobre las que se sujetaba esa especie de segundo nivel desde el que se asomaban por igual cuerpos bailando y juguetes convertidos en alimento para depredadores con pocos escrúpulos. Había visto más veces a ese tipo en la Iglesia, nunca en el exterior. No se sabía mucho de él, parece que repartía información procedente de la Ashirra, e iba y venía por clubes vampíricos del estilo de la costa Este, donde según se rumoreaba la peculiar secta de Oriente Medio tenía algunos pequeños grupúsculos de acción.
Ante la falta de cualquier rastro de la Tremere nigeriana, aquel tipo podría ser una vía de entrada para acceder a Maya Tawalbe. O quizá estaba cayendo en un estereotipo racial bastante básico. Sea como fuere, no había sido demasiado discreta, tampoco lo pretendía, y el tipo se había fijado en ella. No podía ver sus ojos a través de las gafas de sol que llevaba, totalmente fuera de lugar, si bien eran una herramienta útil cuando uno está rodeado de Vástagos. El tipo miró a Pagliacci de arriba abajo y le hizo un gesto con la cabeza que era la manera de preguntarle qué quería.
La chica vestida de negro estaba notablemente perjudicada. Bien fuera el alcohol, algún tipo de droga, o una mezcla, aquella mujer con la que hablaba de una forma un tanto patética Henry Dawson probablemente no tenía muy claro ni dónde estaba. Nyx siente una cierta repulsión hacia ese comportamiento, no tanto por un puritanismo que no profesa como por la decadencia que implica. ¿Qué lleva a alguien que aún está en el mejor momento de la vida a terminar en una fiesta subterránea rodeada de cadáveres sedientos de sangre?
No era momento para mucha filosofía, por lo que el Brujah golpea ligeramente el codo de Dawson, quien se vuelve y observa al Brujah durante unos segundos hasta que finalmente lo reconoce.
- ¡Joder!, ¿William Parker? ¿En serio eres tú? ¡Jooooooder! -dice también bajo los efluvios de una mezcla de alcohol y cocaína que mantiene sus pupilas dilatadas- ¿Cuánto hace que no te veo? Joder, cuéntame qué andas haciendo, qué haces aquí, joooder, no me lo creo, de verdad.
Dawson acompaña la cháchara de un constante contacto corporal que tensa a la bestia interior de Nyx. Le toca el hombro, incluso le golpea cariñosamente la cara entre "joder" y "joder" mientras la chica baila sola llevada por la música, bien sea la de este antro subterráneo o bien la que ella misma tenga en el interior de su mente.
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Montecristo (Jebediah_Gogorah)
Investigador ocultista
Re: "Countdown" 4
El solo pensamiento de contemplar a su hija en un contenedor, heló su muerta sangre. Melinda era lo poco que le quedaba. Había ejercido con ella el rol de padre que nunca usó. Salvarla a ella era, en cierta medida, salvar también a Eddie.
Sin remilgos, cogió a la pueril figura del brazo y la intentó convencer de que viniera con él, esperando poca resistencia por su parte. Prometiéndole una o dos dosis o las que fueran necesarias. El aire de la noche le haría bien para sacarla de aquel estado cuasi catatónico. Lo que fuera para montarla en el coche y patrullar con ella por South Queens hasta que las lágrimas acabaran de brotar por sus ojos. Hasta que los recuerdos le martillaran la sien en un grito mudo.
Si su plan funcionaba y conseguía sacarla del tugurio sin que la yonki le montara un cirio, avisaría a sus compañeros por mensaje, esperando que la pista del Broad Channel fuera la buena, y no otro callejón sin salida.
Sin remilgos, cogió a la pueril figura del brazo y la intentó convencer de que viniera con él, esperando poca resistencia por su parte. Prometiéndole una o dos dosis o las que fueran necesarias. El aire de la noche le haría bien para sacarla de aquel estado cuasi catatónico. Lo que fuera para montarla en el coche y patrullar con ella por South Queens hasta que las lágrimas acabaran de brotar por sus ojos. Hasta que los recuerdos le martillaran la sien en un grito mudo.
Si su plan funcionaba y conseguía sacarla del tugurio sin que la yonki le montara un cirio, avisaría a sus compañeros por mensaje, esperando que la pista del Broad Channel fuera la buena, y no otro callejón sin salida.
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Pagliacci (Pagliacci)
Periodista
Re: "Countdown" 4
https://www.youtube.com/watch?v=fiYXNaQ4Fbg
Los focos del local arrojaban sombras de color púrpura y violeta a su paso, la masa de cuerpos se movía como una ola de carne en sacramento, chocó con un tipo que vendía pastillas con forma de oblea, no se detuvo, no había tiempo. Leía en los rostros cansados y las miradas idas que era tarde, sólo los solos quedaban en pie en aquel duelo hasta al amanecer.
-Me llaman Pagliacci, no soy nadie, soy una huérfana, una pander, una paria. Busco a Maya Tawalbe, he oído que podrías llevarme hasta ella.
La caitiff escudriñó con la mirada al ashirra, esperando que le devolviera el gesto o que le indicara un lugar más discreto en el que hablar. Como todo lo que hacía, aquella no era más que una decisión desesperada en una larga lista de malas decisiones.
Los focos del local arrojaban sombras de color púrpura y violeta a su paso, la masa de cuerpos se movía como una ola de carne en sacramento, chocó con un tipo que vendía pastillas con forma de oblea, no se detuvo, no había tiempo. Leía en los rostros cansados y las miradas idas que era tarde, sólo los solos quedaban en pie en aquel duelo hasta al amanecer.
-Me llaman Pagliacci, no soy nadie, soy una huérfana, una pander, una paria. Busco a Maya Tawalbe, he oído que podrías llevarme hasta ella.
La caitiff escudriñó con la mirada al ashirra, esperando que le devolviera el gesto o que le indicara un lugar más discreto en el que hablar. Como todo lo que hacía, aquella no era más que una decisión desesperada en una larga lista de malas decisiones.
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Nyx (DarkOsca)
Arquitecto
Re: "Countdown" 4
Debería darle vergüenza comportarse de esa manera. Eso si fuera consciente de ese concepto. En fin, tiene un trabajo que realizar, no puede perderse en trivialidades. Durante unos minutos que le parecen interminables aguanta el tono despectivo del colega arquitecto, incluso traga con que se confunda con su nombre. Cuando su cháchara disminuye en intensidad y pierde interés por su amiga, Nyx actúa.
Le introduce el tema común de su trabajo como arquitectos, menciona trabajos y personas en común en su trayectoria laboral y una vez centrado y enfocado el tiro dispara.
-Me ha llegado el rumor de que un grupo de inversores provenientes de Inglaterra están adquiriendo estratégicamente inmuebles en NY. ¿Estás al tanto del tema?
Si la respuesta es afirmativa
-¿Con quienes se han relacionado? ¿Sabes si han enfadado a alguien?
Le introduce el tema común de su trabajo como arquitectos, menciona trabajos y personas en común en su trayectoria laboral y una vez centrado y enfocado el tiro dispara.
-Me ha llegado el rumor de que un grupo de inversores provenientes de Inglaterra están adquiriendo estratégicamente inmuebles en NY. ¿Estás al tanto del tema?
Si la respuesta es afirmativa
-¿Con quienes se han relacionado? ¿Sabes si han enfadado a alguien?
- Voivoda
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Re: "Countdown" 4
Eh, eh, eh, quieto, coño
La Crepuscular tarda unos minutos en acabar de comprender que Montecristo la está sacando a rastras de aquella rave subterránea. Cuando las puertas de aquella especie de catedral del tecno y la sangre situada bajo tierra quedan a una cierta distancia y recorréis varios túneles parece salir del trance en el que parecía estar allí dentro. La chica se zafa de Montecristo con una sacudida, se detiene, se aleja unos pasos y estira los brazos, haciendo sentir al Tremere como una especie de acosador callejero, lo que no termina de dejar tranquila a su conciencia.
- ¿Dónde te crees que vamos, viejo?
Montecristo no acaba de discernir si el adjetivo obedece a que efectivamente aparenta ser bastante mayor que ella, lo que le hace imaginarse a sí mismo como un abusador y le causa náuseas, o bien se refiere a la diferencia de edad... vampírica. En cuyo caso le parece que los jóvenes recién Abrazados son realmente más atrevidos de lo que deberían si querían sobrevivir una noche más.
El Tremere la miró comprobando que sólo mediante la fuerza bruta conseguiría sacar a la chica de allí. Podía notar la punzada del sueño en su cuerpo, así como el temor de la Bestia a la llegada del sol. Francamente, las prisas no estaban siendo buenas consejeras.
Pagliacci observó por el rabillo del ojo cómo Montecristo se llevaba medio a rastras de la Iglesia a una chica desaliñada cuyo aspecto la situaba a medio camino de ser una novia de Marilyn Manson y una versión bastante echada a perder de Avril Lavigne. En todo caso, no era buena señal. Podía notar el nerviosismo de su compañero Tremere y no podía culparle. La confesión de Eddie debía haberle dejado especialmente entumecido, ya lo había notado por su silencio en el camino hacia este antro subterráneo. Podía notar la ansiedad de su compañero de Coterie y el riesgo que eso suponía para todos.
Trató de mantener la compostura y de parecer interesante para el tipo que tenía delante. Convenía hablar rápido y no cabrear a uno de esos raros Vampiros de la Ashirra.
El tipo mostró los colmillos, que salieron de las encías como dos cuchillas que emitieron un ruido cortante. Un acto reflejo hizo a Pagliacci dar un paso hacia atrás.
- Ya te puedes ir yendo a tomar por culo de aquí, Caitiff -dice con un desprecio nada disimulado. Pagliacci tiene la tentación de dar rienda suelta a la violencia, si bien sabe que eso sería su invitación a la Muerte Definitiva en un lugar como ese.
A duras penas podía resistir la humillación que acompañaba siempre a su estado de Sin Clan. Comentarios como el de este tipo son los que le hacían replantearse por un segundo olvidarse de Melinda, de su propia supervivencia a largo plazo en Nueva York y hasta de sus compañeros de Coterie para centrarse en el único objetivo que en el fondo sabía que anidaba en su corazón muerto: ver a su Sire cara a cara.
Y probablemente estacarlo.
Aquel arquitecto en horas bajas acabó por centrarse y ponerse serio ante Nyx. De modo inconsciente, el Brujah había envuelto el tono de su voz de una gravedad que daba a entender que no estaba para bromas. Aunque no tenía el porte físico de otros compañeros de Clan, Nyx sabía que podía conseguir ese efecto en ocasiones, que era inherente a su propia Sangre. Le había resultado muy útil para moverse en un mundo de tiburones como el de los agentes inmobiliarios de Nueva York. Y ahora volvía a surgir de forma innata.
- Sí, sí, claro... -dice Dawson bajando la voz. La chica que estaba con él sigue suspendida en su trance musical y se aleja unos pasos de vosotros- He oído de inversores ingleses que tienen almacenes y grandes contenedores de carga en distintos muelles de Nueva York y no muy lejos del aeropuerto JFK -el hombre da otro sorbo a su bebida que a ojos de Nyx es un trago que le aleja más de la lucidez que necesita para que responda- Mira, no tengo pruebas, ¿sabes? -dice señalando a Nyx con un dedo con la mano en la que sostiene su bebida- pero yo creo que esos tipos tienen untado a medio ayuntamiento. Están comprando por todas partes, ¿sabes? -baja aún más la voz y se acerca, por lo que Nyx llega a oler su aliento alcohólico- Yo creo que tienen negocios con los italianos, ya sabes de qué te hablo, eh, son jodidos esos... Mira, he escuchado que mandaron la cabeza de un puto dóberman a un profesor de urbanismo, ¿te lo puedes creer? ¡¡Como en el puto Padrino, joder!! Creo que es por un proyecto cerca del East River, mira, no sé, pero mala gente esa, eh, mala gente...
- La Crepuscular tarda unos minutos en acabar de comprender que Montecristo la está sacando a rastras de aquella rave subterránea. Cuando las puertas de aquella especie de catedral del tecno y la sangre situada bajo tierra quedan a una cierta distancia y recorréis varios túneles parece salir del trance en el que parecía estar allí dentro. La chica se zafa de Montecristo con una sacudida, se detiene, se aleja unos pasos y estira los brazos, haciendo sentir al Tremere como una especie de acosador callejero, lo que no termina de dejar tranquila a su conciencia.
- ¿Dónde te crees que vamos, viejo?
Montecristo no acaba de discernir si el adjetivo obedece a que efectivamente aparenta ser bastante mayor que ella, lo que le hace imaginarse a sí mismo como un abusador y le causa náuseas, o bien se refiere a la diferencia de edad... vampírica. En cuyo caso le parece que los jóvenes recién Abrazados son realmente más atrevidos de lo que deberían si querían sobrevivir una noche más.
El Tremere la miró comprobando que sólo mediante la fuerza bruta conseguiría sacar a la chica de allí. Podía notar la punzada del sueño en su cuerpo, así como el temor de la Bestia a la llegada del sol. Francamente, las prisas no estaban siendo buenas consejeras.
Pagliacci observó por el rabillo del ojo cómo Montecristo se llevaba medio a rastras de la Iglesia a una chica desaliñada cuyo aspecto la situaba a medio camino de ser una novia de Marilyn Manson y una versión bastante echada a perder de Avril Lavigne. En todo caso, no era buena señal. Podía notar el nerviosismo de su compañero Tremere y no podía culparle. La confesión de Eddie debía haberle dejado especialmente entumecido, ya lo había notado por su silencio en el camino hacia este antro subterráneo. Podía notar la ansiedad de su compañero de Coterie y el riesgo que eso suponía para todos.
Trató de mantener la compostura y de parecer interesante para el tipo que tenía delante. Convenía hablar rápido y no cabrear a uno de esos raros Vampiros de la Ashirra.
El tipo mostró los colmillos, que salieron de las encías como dos cuchillas que emitieron un ruido cortante. Un acto reflejo hizo a Pagliacci dar un paso hacia atrás.
- Ya te puedes ir yendo a tomar por culo de aquí, Caitiff -dice con un desprecio nada disimulado. Pagliacci tiene la tentación de dar rienda suelta a la violencia, si bien sabe que eso sería su invitación a la Muerte Definitiva en un lugar como ese.
A duras penas podía resistir la humillación que acompañaba siempre a su estado de Sin Clan. Comentarios como el de este tipo son los que le hacían replantearse por un segundo olvidarse de Melinda, de su propia supervivencia a largo plazo en Nueva York y hasta de sus compañeros de Coterie para centrarse en el único objetivo que en el fondo sabía que anidaba en su corazón muerto: ver a su Sire cara a cara.
Y probablemente estacarlo.
Aquel arquitecto en horas bajas acabó por centrarse y ponerse serio ante Nyx. De modo inconsciente, el Brujah había envuelto el tono de su voz de una gravedad que daba a entender que no estaba para bromas. Aunque no tenía el porte físico de otros compañeros de Clan, Nyx sabía que podía conseguir ese efecto en ocasiones, que era inherente a su propia Sangre. Le había resultado muy útil para moverse en un mundo de tiburones como el de los agentes inmobiliarios de Nueva York. Y ahora volvía a surgir de forma innata.
- Sí, sí, claro... -dice Dawson bajando la voz. La chica que estaba con él sigue suspendida en su trance musical y se aleja unos pasos de vosotros- He oído de inversores ingleses que tienen almacenes y grandes contenedores de carga en distintos muelles de Nueva York y no muy lejos del aeropuerto JFK -el hombre da otro sorbo a su bebida que a ojos de Nyx es un trago que le aleja más de la lucidez que necesita para que responda- Mira, no tengo pruebas, ¿sabes? -dice señalando a Nyx con un dedo con la mano en la que sostiene su bebida- pero yo creo que esos tipos tienen untado a medio ayuntamiento. Están comprando por todas partes, ¿sabes? -baja aún más la voz y se acerca, por lo que Nyx llega a oler su aliento alcohólico- Yo creo que tienen negocios con los italianos, ya sabes de qué te hablo, eh, son jodidos esos... Mira, he escuchado que mandaron la cabeza de un puto dóberman a un profesor de urbanismo, ¿te lo puedes creer? ¡¡Como en el puto Padrino, joder!! Creo que es por un proyecto cerca del East River, mira, no sé, pero mala gente esa, eh, mala gente...
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Pagliacci (Pagliacci)
Periodista
Re: "Countdown" 4
La respuesta del ashirra cayó como un jarró de agua fría sobre la paria, que se limitó a mirar con desprecio a su interlocutor y darle la espalda, marchándose de ahí. Los ritmos del local ahora retumbaban como un eco lejano mientras distintas emociones disparaban los núcleos hipotalámicos con descargas amigdalinas de miedo y rabia. Sentía ira por la injusticia, rabia e impotencia ante el destino de Melinda Kolinsky, una mujer abandonada, como ella misma había quedado cuando su sire la mató y resucitó hacía ya 25 años. Sentía tristeza, cansancio, el peso del estrés comenzaba a ser una carga insoportable y poco le faltaba para, simplemente, derrumbarse.
No podía contar con los Banu Haqim, al fin y al cabo, pertenecían a la Camarilla, una macabra sociedad elitista que otorgaba más importancia a tu linaje que a tu valía, la máxima expresión del nepotismo y el feudalismo de siglos atrás, mantenida mediante las estructuras de poder y opresión que se ocupaban de exprimir a los débiles en beneficio de los complacientes aristócratas en lo alto de la pirámide. Había olvidado que, realmente, para ellos no era nada, no era nadie.
Vagó con gesto sombrío a dónde se encontraban Montecristo y aquella crepuscular con aspecto de heroinómana, sus ojos brillaron rojizos iluminando las crecientes tinieblas de unos túneles en descomposición, el óxido y la humedad del moho que se extendía bajo la superficie colmaban sus sentidos. Se detuvo ante ellos, atisbó el miedo en los ojos de la sangre débil, el agarre violento y desesperado del brujo. Por un instante, se vio reflejada en ella, una sin-clan, sin-sire, sin-tierra en un mundo hostil.
-Déjala, Montecristo, debemos irnos.
No podía contar con los Banu Haqim, al fin y al cabo, pertenecían a la Camarilla, una macabra sociedad elitista que otorgaba más importancia a tu linaje que a tu valía, la máxima expresión del nepotismo y el feudalismo de siglos atrás, mantenida mediante las estructuras de poder y opresión que se ocupaban de exprimir a los débiles en beneficio de los complacientes aristócratas en lo alto de la pirámide. Había olvidado que, realmente, para ellos no era nada, no era nadie.
Vagó con gesto sombrío a dónde se encontraban Montecristo y aquella crepuscular con aspecto de heroinómana, sus ojos brillaron rojizos iluminando las crecientes tinieblas de unos túneles en descomposición, el óxido y la humedad del moho que se extendía bajo la superficie colmaban sus sentidos. Se detuvo ante ellos, atisbó el miedo en los ojos de la sangre débil, el agarre violento y desesperado del brujo. Por un instante, se vio reflejada en ella, una sin-clan, sin-sire, sin-tierra en un mundo hostil.
-Déjala, Montecristo, debemos irnos.
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Nyx (DarkOsca)
Arquitecto
Re: "Countdown" 4
La escena le causa un gran malestar. Esa gente, pese a su capacidad intelectual, degrada completamente su condición con el comportamiento que demuestran. La música, el olor a alcohol, sudor, personas que en teoría deberían pasarlo bien pero que realmente siguen un camino decadente. Debe centrarse en su propósito, cada vez le cuesta más, demasiados estímulos.
Apunta mentalmente alianza con los italianos, malditos nigromantes, están metidos en cada operación en la que se mueve un dólar. Todavía queda algo más:
-Está claro que tienen la mano metida hasta el fondo y cuentan con poderosos aliados pero, ¿hay alguien que se les oponga? ¿Tienen también enemigos?
Apunta mentalmente alianza con los italianos, malditos nigromantes, están metidos en cada operación en la que se mueve un dólar. Todavía queda algo más:
-Está claro que tienen la mano metida hasta el fondo y cuentan con poderosos aliados pero, ¿hay alguien que se les oponga? ¿Tienen también enemigos?
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Montecristo (Jebediah_Gogorah)
Investigador ocultista
Re: "Countdown" 4
Montecristo soltó el brazo de la sangre débil, casi recapacitando ante las palabras de Pagliacci.
- Sólo queremos tu ayuda... Lena... - suspiró contrariado y clavando su mirada en ella. - La conoces... lo veo en tus gestos... necesitamos saber de Melinda. Necesitamos encontrarla. Sabes algo y puedes decirnoslo. Puedes ayudarla... danos algo de donde tirar, y hoy dormirás diferente... con la sensación de haber ayudado a alguien...
Su voz resonaba en aquel túnel donde las gotas de la humedad caían con un tik tak nervioso que le recordaba el tiempo que les echaba encima.
Miró a la periodista, esperando que si su plan fallaba hiciera uso del poder de la sangre que le permitía mesmerizar a otros. Ahora mismo, aún ardiendo, Lena parecía el único clavo al que agarrarse.
- Sólo queremos tu ayuda... Lena... - suspiró contrariado y clavando su mirada en ella. - La conoces... lo veo en tus gestos... necesitamos saber de Melinda. Necesitamos encontrarla. Sabes algo y puedes decirnoslo. Puedes ayudarla... danos algo de donde tirar, y hoy dormirás diferente... con la sensación de haber ayudado a alguien...
Su voz resonaba en aquel túnel donde las gotas de la humedad caían con un tik tak nervioso que le recordaba el tiempo que les echaba encima.
Miró a la periodista, esperando que si su plan fallaba hiciera uso del poder de la sangre que le permitía mesmerizar a otros. Ahora mismo, aún ardiendo, Lena parecía el único clavo al que agarrarse.
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Re: "Countdown" 4
La Caitiff aún así sentía el aguijón del día acercándose cada vez más dentro de sus entrañas. Les quedaba realmente poco tiempo, el Tremere debía soltar lastre. Y le preocupaba que Nyx alargara en exceso la charla que le había visto tener con una especie de ejecutivo venido a menos. Montecristo por su parte necesitaba agarrarse a una última esperanza.
Aún sentía el dolor de la vida apagándose de su amor de juventud. Aún sentía el dolor de aquel muchacho a punto de meterse en un problema perpetuo y sin revisión de condena. Sentía el dolor de la ausencia de Melinda. No quería cerrar los ojos, que comenzaban a pesarle, con ese sabor amargo en la boca.
La Sangre Débil se desploma sobre sus rodillas, seguramente vencida por la presión, la necesidad, la angustia y su propia desazón.
- No sé... no sé nada más de ella. Los que desaparecen en Columbia y en otros sitios... Aparecen desangrados semanas después en Broad Channel -sospecháis que una terrible imagen se dibuja en su mente y la chica solloza ligeramente- Es... es horrible, hacen cosas horribles. Es como si los hubieran devorado animales salvajes.
Dawson da un último trago a su bebida y Nyx teme perderle del todo. De hecho, tiene la tentación instintiva de detener el camino del vaso a la boca, pero se retiene en el último segundo porque el tipo hace un gesto con su mano libre para que esperes antes de contestarte.
- ¿Enemigos? No me haría enemigo de esa gente, hazme caso, te pegan un tiro primero y te preguntan después. O al menos tienen pinta de eso -Dawson cada vez vocaliza peor y Nyx empieza a temer que lo que diga puedan ser puras fantasías suyas. Aunque los crímenes en Nueva York no son ni siquiera noticia en los periódicos locales- Pero bueno, imagino que ir por ahí como matones que se dedican a extorsionar a media ciudad les tocará los cojones a los que llevan dedicándose a eso toda la puta vida -Dawson se ríe por alguna ocurrencia que pasa por su cabeza. Mira a Nyx como esperando a que el Brujah llegue a su propia conclusión, pero lo que sucede es que al Brujah se le está empezando a terminar la paciencia- Jooooder, ¡a los mandones de Wall Street! Esos llevan presionándonos toda la vida como Dios manda, con el palo y la zanahoria. Estos dan solo el palo.