
Cirene tuvo conexión con el cristianismo desde sus inicios. En los evangelios se menciona la figura de Simón de Cirene, que ayudó a Jesús a llevar la cruz. En los Hechos de los Apóstoles se menciona que en el día de Pentecostés se encontraban habitantes de Cirene en Jerusalén. Según la tradición de la Iglesia, San Marcos Evangelista era un nativo de Cirene, y la tradición afirma que fue el primer obispo de la ciudad, aunque posteriormente se trasladaría a Alejandría.
Los obispos de Cirene aparecen ya en los escritos eclesiásticos en los primeros siglos del cristianismo, sufriendo persecuciones o acusados de corrupción. A pesar de que la ciudad se encontraba en ruinas a mediados del siglo V, los obispos seguían residiendo allí y asistieron a los primeros concilios. El Obispo Sinesios destaca durante este período, relatando la historia de Cirenaica.
LOS JUDÍOS
Tras la destrucción del reino de Israel, muchos judíos emprendieron una diáspora que los extendió por el mundo conocido. El faraón Tolomeo envió colonos judíos a Cirene y otras ciudades de Libia, donde formaron comunidades numerosas. En época romana los cireneos se dividían en cuatro clases: ciudadanos, granjeros, extranjeros residentes y judíos. Sin embargo, si bien durante la época de dominación egipcia los judíos habían disfrutado de derechos iguales ahora se encontraban sometidos a la población griega tras convertirse la Cirenaica en provincia Romana (74 a.C.).
Un enviado del dictador romano Sila fue enviado a Cirene para tranquilizar los disturbios en los que participaban los judíos, y siguiendo las recomendaciones de varios gobernantes orientales, los romanos realizaron ciertas concesiones a la población judía.
Los judíos de Cirene permanecían en contacto con sus compañeros de Judea y eran libres de enviar ofrendas al templo de Jerusalén. Los conflictos entre los romanos y judíos a menudo provocaban repercusiones en otras comunidades extendidas por el territorio romano, entre ellas Cirene. Durante la guerra en Judea en el año 74 los romanos también se enfrentaron a disturbios en Cirene, provocados por un sicario llamado Jonathan. Sin embargo, la rebelión fue aplastada rápidamente por el gobernador Catulo, que no conforme con ejecutar a varios rebeldes, confiscó las propiedades de muchos destacados judíos cireneos.
En el año 113 el emperador Trajano comenzó una campaña militar contra el Imperio Parto, con el objetivo de conquistarlo y llegar a la India como Alejandro Magno. Para mantener la estabilidad en la provincia de Judea tomó una serie de medidas contra los judíos. Cuando la ofensiva comenzó en el año 115 ocupó Mesopotamia, incluyendo Babilonia y Susa, donde se encontraban importantes colonias judías. Los judíos se rebelaron, combatiendo encarnizadamente contra las legiones romanas y apoyando a los partos.
Mientras tanto en el Imperio Romano las comunidades griegas de Cirenaica y Chipre atacaron los barrios judíos, acusándolos de ayudar a los partos. Este ataque provocó la rebelión generalizada de las comunidades judías. Los judíos de Cirene, dirigidos por Lucas Andreas, atacaron a su vez a los griegos, destruyendo numerosos templos paganos y edificios que simbolizaban el poder romano, y asesinaron a miles de griegos y romanos. El movimiento de Lucas se dirigió hacia Alejandría, consiguiendo incendiar algunos barrios, destruyendo templos paganos y monumentos importantes.
El emperador Trajano se vio obligado a enviar tropas al mando del prefecto del pretorio Quinto Marcio Turbo para pacificar las provincias de Egipto y Cirenaica, que se dedicaron a combatir y masacrar a las poblaciones judías. La pacificación no terminaría hasta finales del año 117. Los bienes y
propiedades de los judíos fueron expropiados para reconstruir las ciudades y reparar los daños causados por el levantamiento. Lucas Andreas no pudo ser encontrado y presumiblemente huyó a Judea.
Cirenaica quedó despoblada hasta tal punto que fue necesario fundar nuevas colonias para recuperar la población.
LA ESCUELA CIRENAICA
Bajo la prosperidad de Cirenaica surgió una escuela de pensamiento iniciada por Aristipo de Cirene, que viajó a Atenas y fue discípulo de Sócrates en el siglo V a.C. A su vez se rodeó de discípulos y su pensamiento fue transmitido por su hija Areté de Cirene a su nieto, Aristipo el Joven, que fue quien formalizó las enseñanzas de su abuelo en un sistema filosófico.
Después de un tiempo la escuela de Aristipo se dividió en facciones diferentes, representadas por Anniceris, Hegesías y Teodoro, que desarrollaron interpretaciones rivales de la doctrina Cirenaica. Sin embargo, a mediados del siglo III a.C. la escuela cirenaica se consideraba obsoleta, habiendo sido superada por el sistema más sofisticado creado por Epicuro de Samos, el epicureísmo.
Los filósofos cirenaicos eran hedonistas y defendían que el placer era el bien supremo de la vida, especialmente el placer físico, que consideraban más intenso y deseable que los placeres de la mente. El placer es el único bien de la vida y el dolor es el único mal. Aristipo y sus seguidores sostenían que el placer era el objetivo final de la vida, negando que la virtud tuviera valor por sí misma.
Los cirenaicos se aproximaban al conocimiento con escepticismo. El conocimiento procede de las sensaciones inmediatas, que son subjetivas y pueden ser dolorosas, indiferentes o placenteras, de la misma forma que una persona puede ser violenta, tranquila o amable. Las sensaciones son individuales y por lo tanto no pueden describirse objetivamente, por lo que el sentimiento propio es el único criterio posible para conseguir el conocimiento y comportarse virtuosamente. El objetivo final del comportamiento humano debería ser la obtención del placer.
Sin embargo, algunas acciones que proporcionan placer inmediato pueden crear más dolor a largo plazo. Una persona sabia es la que controla sus placeres en lugar de ser esclava de ellos, lo que requiere juzgar los diferentes placeres de la vida, absteniéndose de lo que es incorrecto e injusto. Se debe respetar la ley y la costumbre, ya que aunque no tienen valor propio, violarlas puede conllevar castigos impuestos por los demás. De la misma manera la justicia y la amistad son útiles por los placeres que proporcionan, creyendo en el valor hedonista del deber social y la conducta altruista.
Los discípulos de Aristipo desarrollaron variaciones de la doctrina cirenaica. Para Anniceris el placer se obtiene mediante actos individuales que producen placer, poniendo especial énfasis en el amor, extendido a la familia, el país, la amistad y la gratitud, que producen placer aunque requieran sacrificios. Hegesías creía que la felicidad es imposible de alcanzar, por lo que el objetivo de la vida debe ser evitar el dolor y la tristeza. Valores convencionales como la riqueza, la pobreza, la libertad y la esclavitud son indiferentes. Para Teodoro el objetivo de la vida es el placer mental, no el placer corporal, poniendo especial énfasis en la moderación y la justicia. Teodoro no creía en la existencia de ningún dios, lo que despertó la curiosidad y el rechazo de sus contemporáneos.
Posteriormente la filosofía de los cirenaicos evolucionó asumiendo principios del escepticismo, el epicureísmo y también el budismo. De hecho, existen sorprendentes similitudes con los principios de budismo y sus Cuatro Nobles Verdades, así como el concepto del dukkha o sufrimiento. En el siglo III
a.C. varios embajadores budistas enviados por Ashoka, un rey de la India, estuvieron presentes en la corte del faraón Tolomeo II de Egipto y del rey Magas de Cirene. Es posible que los filósofos cirenaicos hubieran sido influenciados por las enseñanzas budistas y el contacto de estos embajadores.
REYES DE CIRENAICA
Tras la fundación de Cirene, Batos fue proclamado rey, y sus descendientes gobernaron hasta mediados del siglo V a.C.
Batos I (630 – 600 a.C.): Batos fue el primer rey griego de África, nacido en la isla de Thera, hijo de los nobles Polimnesto y Fronima. En Grecia era llamado Aristóteles, y no fue conocido como Batos hasta que llegó a Libia. Tras viajar extensamente por el Mediterráneo, durante un período de
hambruna en Thera consultó al Oráculo de Delfos y viajó al norte de África, donde estableció una colonia llamada Aziris. Sin embargo, la escasez llevó a Batos y los colonos a trasladarse a otro asentamiento más fértil, que llamaron Cirene, en honor a la ninfa Ciré o Cira, y lo consagraron al dios Apolo.
Batos fue proclamado rey y gobernó con prudencia y moderación. Tras su muerte hacia el 600
a.C. fue adorado como un dios por sus súbditos y su tumba fue construida en el centro del mercado ante el camino que llevaba al templo de Apolo y que sería destruida durante la revuelta judía del siglo II. En Delfos los cireneos ofrecieron al dios una estatua de Batos.
Arcésilas I (600 – 583 a.C): Arcésilas o Arcesilao heredó el trono de Cirene a la muerte de su padre. Su reinado fue tranquilo y la población de la ciudad se mantuvo. Murió en el año 583 a.C. y fue enterrado cerca de su padre.
Batos II (583 – 560 a.C.): Hijo de Arcésilas, Batos II animó a los griegos a asentarse en Cirenaica. Durante su reinado llegaron nuevos grupos de colonos, principalmente del Peloponeso, Creta y las islas griegas.
Los egipcios, liderados por el faraón Apriés, intentaron invadir Cirenaica pero Batos y sus súbditos les presentaron batalla en el Pozo de Taetis hacia el 570 a.C. Los cirenaicos ganaron la batalla, lo que confirmó la independencia de Cirene y los asentamientos griegos en el norte de África. Posteriormente Batos firmaría la paz con los egipcios y establecería una alianza con el faraón Amasis II. A su muerte sería conocido como Batos Eudaimon (el Próspero).
Arcésilas II (560 – 550 a.C.): El hijo de Batos II se casó con su prima Erixo antes de suceder a su padre en el 560 a.C. El carácter de Arcésilas era muy diferente al de su padre y fue conocido como “El Opresor”, mostrándose muy desconfiado e inflexible, hasta el punto de rodear su hogar con un elevado muro.
Una vez en el poder Arcésilas tomó como consejero a su hermanastro y amigo Learco. Sin embargo, al seguir su consejo se convirtió en un tirano, ordenando el exilio y muerte de varios nobles de Cirene. En secreto, Learco pretendía desprestigiar al rey y ocupar su lugar. Sin embargo, Arcésilas descubrió las intenciones de su consejero y lo hizo exiliar con sus seguidores de Cirene.
Learco y sus partidarios fundaron la ciudad de Barca y persuadió a las tribus libias de que rompieran sus alianzas con Cirene y declarasen la guerra a Arcésilas. Sin embargo, Arcésilas atacó a Learco y los libios y los obligó a retirarse. Durante la persecución, Learco y sus partidarios decidieron resistir y atacar al rey de Cirene y su ejército. Arcésilas y los cirenaicos resultaron derrotados.
No mucho después de la derrota, Arcésilas enfermó debido a una bebida que contenía el veneno de un pez, y Learco aprovechó la debilidad del monarca para estrangularlo en el 550 a.C. Tras deshacerse de su rival regresó a Cirene y se proclamó rey, pero la reina viuda Erixo y su hermano Poliarco lo asesinaron. Batos III fue proclamado nuevo rey de Cirene por su madre y su tío.
Batos III (550 – 530 a.C.): Batos era el hijo de Arcésilas II y de la reina Erixo. Recibió el sobrenombre de Cojo, debido a que había nacido con una pierna deforme. Fue proclamado rey por su madre y su tío Poliarco, que habían conseguido asesinar al usurpador Learco.
Debido a la inestabilidad de Cirene, amenazada por libios y egipcios, Batos visitó al Oráculo de Delfos en busca de consejo y consultó a la sacerdotisa, que le aconsejó que visitara Mantinea en Arcadia y buscara a un hombre llamado Demonax, que le ayudaría a realizar las reformas que necesitaba su reino. Demonax era muy apreciado por los mantineos y ocupaba una posición respetada en la ciudad.
Batos consiguió convencer a Demonax de que lo ayudara y regresó con él a Cirene, y de esta forma elaboró una constitución y estableció un senado presidido por el rey. Sólo el rey tenía autoridad para conceder tierra a los ciudadanos y actuaba como sumo sacerdote encargado de las ceremonias religiosas. Demonax también creó un cuerpo de éforos para castigar a los criminales y una fuerza militar de unos 300 hombres para vigilar y proteger las fronteras de Cirenaica.
Para hacer la paz con sus vecinos, Batos estableció una alianza con el faraón Amasis II, que contrajo matrimonio con Ladice, hija de Batos, en el año 548 a.C. Su reinado continuó de forma pacífica hasta su muerte.
Arcésilas III (530 – 515 a.C.): A la muerte de su padre, Arcésilas se convirtió en el nuevo rey. En el año 525 a.C. estableció una alianza con el rey Cambises II de Persia, que acababa de conquistar Egipto.
Sin embargo, el rey de Cirene no estaba dispuesto a aceptar la constitución que había creado su padre con el legislador Demonax y hacia el 518 a.C. exigió la restauración de los derechos de sus ancestros con el apoyo de su madre Feretima. En la guerra civil que siguió el rey Arcésilas fue derrotado y tuvo que huir a la isla de Samos. Feretima buscó la ayuda militar del rey Eveltón de Salamis, en Chipre, pero fue rechazada.
En Samos Arcésilas reclutó un ejército prometiendo tierras en Cirene, y antes de partir consultó al Oráculo de Delfos. La sacerdotisa le dijo que su dinastía gobernaría Cirene durante el reinado de ocho monarcas, cuatro llamados Batos y cuatro llamados Arcésilas y le aconsejó que no intentará conservar el poder más allá de ese período y que no fuera cruel con los cireneos o se rebelarían contra él. Arcésilas decidió ignorar el consejo de la sacerdotisa.
Arcésilas regresó a Cirene con su ejército y consiguió recuperar el poder, expulsando al exilio a sus oponentes. Sus partidarios recibieron la tierra que les había prometido, pero por miedo a una rebelión, decidió buscar apoyos en la ciudad de Barca, gobernada por Alazir, su suegro.
Mientras se encontraba en el mercado de Barca con su suegro, varios exiliados de Cirene lo reconocieron. Arcésilas y Alazir fueron asesinados. Fue sucedido por su madre Feretima, que gobernó Cirene durante la minoría de edad de su nieto Batos.
Batos IV (515 – 465 a.C.): Batos heredó el trono de su abuela Feretima, que había muerto de una enfermedad de la piel que había contraído en Egipto. Durante su reinado tuvo que rendir vasallaje al Imperio Persa, pero respetó la constitución de Cirene y en conjunto fue un reinado pacífico. El comercio se desarrolló, y el reino de Cirene se convirtió en un exportador de trigo, cebada, aceite de oliva y silfio (una planta que comenzó a ser demandada en el mundo antiguo por sus propiedades medicinales y afrodisíacas).
Arcésilas IV (465 – 440 a.C.): Arcésilas era el único hijo de Batos IV, ocupando el trono a la muerte de su padre en el año 465 a.C. En el año 462 el rey Arcésilas participó en los Juegos Píticos de Delfos y ganó una carrera de cuadrigas utilizando caballos libios. Su victoria fue celebrada por el poeta Píndaro, quien aconsejó al monarca que se reconciliara con sus oponentes.
El reinado de Arcésilas se hizo progresivamente más tiránico, exiliando a muchos nobles cireneos y reclutando mercenarios para mantenerse en el poder. Como resultado, los habitantes de Cirene terminaron rebelándose, obligándole a huir a la ciudad de Evespérides con su hijo Batos.
Los ciudadanos de Cirene consiguieron capturar a Arcésilas y su hijo en el año 440 a.C. El monarca exiliado y su heredero fueron asesinados y los cireneos decapitaron a Batos y arrojaron su cabeza al mar, simbolizando el fin de la monarquía y proclamando una república vasalla del Imperio Persa.
Magas (276 – 250 a.C.): Nacido hacia el 320 a.C. era hijo de Filipo, un oficial del ejército de Alejandro Magno y la noble Berenice. Su padre murió en el año 318 a.C. y su madre lo llevó con sus hermanos a Egipto, donde se casó con el faraón Tolomeo. De esta forma Magas se convirtió en un príncipe egipcio y miembro de la corte faraónica.
Con 20 años Magas recibió el gobierno de Cirenaica del faraón, convirtiéndose en un hábil gobernador. Sin embargo, a la muerte de su padrastro en el 283 a.C. comenzó a actuar cada vez con mayor autonomía, hasta proclamarse rey en el 276 a.C., lo que le llevó a iniciar hostilidades con Egipto, donde gobernaba su hermanastro Tolomeo II. Sin embargo, Magas se vio obligado a regresar de su campaña en territorio egipcio cuando los libios marmáridas atacaron Cirene. Consiguió mantener la independencia de su reino, y finalmente estableció la paz con Egipto ofreciendo a su hija Berenice al faraón Tolomeo III, hijo de su hermanastro. Durante su reinado fomentó las artes y las ciencias.
A la muerte de Magas, su viuda Apama intentó romper el enlace matrimonial entre su hija y el faraón, casándola con Demetrio el Hermoso, hijo de Demetrio I Poliorcetes, rey de Seleucia. Sin embargo, Berenice asesinó a su esposo por engañarla con su madre, y finalmente contrajo matrimonio con el faraón Tolomeo III, lo que restableció los lazos entre Cirenaica y Egipto.