
CALIAH
No te equivoques. Somos más antiguos que las pirámides. Más viejos que los faraones. Anteriores a la ciudad de Bubastis o a las esfinges que una vez imitaron nuestra imagen. Somos más milenarios que los vampiros y que los Caminantes Silenciosos y que las tribus. Fuimos los primeros. Todos los demás son usurpadores.
Cuando la Madre Luna sonrió sobre las orillas del Nilo, nombró a nuestra primera raza, los Cymaa, guardianes de aquellas riberas. Nuestra raza, los grandes Gatos de Kyfur, vagaron a través de las noches como enviados de los dioses. No lo voy a ocultar. Por aquel entonces ya existían los dioses. Si han desaparecido, no pienso llorar. Después de todo, somos más libres sin sus ataduras.
Iré más lejos y diré que Cymaa, la primera de nosotros, era una diosa. Una hija de la Reina Gato en su regio aspecto. Con sus hijos persiguió a la prole de la Rata hasta expulsarla de los lastimosos almacenes de comida de los antiguos egipcios, a quienes aún les quedaba mucho para dominar el arte de los ladrillos, no digamos ya el de la piedra. Los hombres del Nilo nos respetaban entonces. Dieron a Cymaa el nombre de Ubastet y se peleaban por convertirse en sus amantes. Cuando se hacía necesario los cazábamos como a ratas, pero llenos de curiosidad, pronto les permitimos que se convirtieran en nuestros servidores. Con el tiempo Ubastet les enseñó los secretos de la Nyota Jamaa, y sus servidores se volvieron poderosos, después orgullosos y por último demasiado altivos como para ser de nuestro agrado. Debían ser castigados…y los castigamos.
Cayeron víctimas de terribles plagas. El Nilo se desbordó y arrasó el hogar de los hombres. A los hijos de los Ubastet se les bajaron los humos y observaron. Cuando las ratas regresaron, las espantamos, y después esperamos a que nos reconocieran nuestra ayuda. Lo hicieron. Siempre lo hicieron, después de aquello. Gente sabia, aquellos hombres de Khem.
Nunca diré que gobernamos. ¿Por qué íbamos a tener que mandar? ¿Qué utilidad tiene un gato para los deberes de los faraones? Sólo diré que recibimos nuestra paga: comida, cobijo y secretos. Muchos secretos. Eran listos, aquellos hombres de Khem, e inventaron complejos signos y palabras de poder. Dieron forma a lo informe con sus inteligentes nombrecillos. Debo decir que nos impresionaron. Así que hicimos un trato que duró muchos siglos. Les hablamos de los chaya. Ellos nos hablaron de sus nombres de poder. Nosotros los defendimos por la noche. Ellos nos dieron su propia carne y sangre para mantenernos fuertes. Con el tiempo construyeron una ciudad en nuestro honor: Bubastis, nuestro santuario y el lugar donde habitaba nuestra Parentela. Le devolvimos nuestro conocimiento a la Madre Luna cada vez que el Nilo crecía y todo el mundo estaba satisfecho.
Entonces llegaron Osiris y Set, dos vampiros de gran poder. Tienen otros nombres más profundos pero ahora utilizaremos éstos. Osiris tenía una esposa sabia, Isis, que conocía los secretos de la magia y los compartió con nosotros. Hasta se acostó con algunos de los de nuestra tribu, tras lo cual dio a luz a una rica descendencia. Set, o Sutekh, había gobernado una parte del Alto Nilo durante siglos. Le rehuimos, porque los secretos que recuperamos de sus ciudades causaban escalofríos con sólo recordarlos. Pero cuando Menes, el primer faraón, unió nuestras tierras a las de Set, estalló la guerra.
Durante dos mil años Set luchó contra Osiris. Imagínate: ¡dos mil años de conflicto! Por supuesto, nos aliamos con Osiris. Hasta luchamos junto a los cabezas de chacal, los Caminantes Silenciosos, pero a pesar de la fuerza y el poder de nuestra alianza, Sutekh consiguió imponerse. Como venganza, sus servidores corruptos saquearon nuestra ciudad y demolieron los ídolos de Ubastet. Lo peor de todo fue la matanza de los Gatos de Kyfur. Nuestra Parentela. Asesinada, o peor aún, convertida en fantasmas bebedores de sangre. Habían pasado dos milenios, pero nuestra Parentela murió, y con ella, la fuerza de nuestra tribu.
Debo añadir que aquello no fue lo peor de la guerra. Ahora te revelo este secreto, para que puedas comprendernos: cometimos un sacrilegio contra nosotros mismos. Actuando así condenamos a nuestros descendientes a compartir los “honores”. Tú y yo sufrimos hoy la maldición que nuestros ancestros recibieron hace miles de años. Hay algunas sombras que ocultan secretos demasiado siniestros como para que se consuman. Los hijos de Ubastet se refugiaron en aquellas sombras, de donde volvieron con las patas oscurecidas.
Mira tu piel y la mía. Oscuras como la medianoche, ¿verdad? Sin marcas ni brillos. Es el precio de aquellas noches interminables de espionaje. Los secretos que descubrimos nos volvieron tan oscuros como una tumba abierta. Hubo una vez en la que fuimos una raza de esplendorosos colores, felices y también vigorosos. Demasiadas noches en los templos de Sutekh se llevaron aquellos tonos de nuestro pelaje y drenaron aquella energía de nuestra alma. Aprendimos secretos que se deberían haber perdido en el olvido. Lo que es peor, todavía hoy seguimos teniendo hambre de ellos.
Nuestra Raza es polvo o algo peor. Nuestra piel se ha manchado con los secretos que destapamos. Casi hemos desaparecido, aunque seguimos resistiendo. Dos mil años más tarde, seguimos vivos. Somos más antiguos que los faraones y la habilidad de las yemas de nuestros dedos no tiene comparación. Nosotros, que no somos estatuas resquebrajadas, algún día recuperaremos el poder que perdimos. Entonces daremos gracias a los hijos de Set por lo que nos hicieron.
DESCRIPCIÓN
Los escasos miembros de esta tribu arrastran una siniestra reputación como hechiceros y conspiradores. No es que no la merezcan (los Bubasti intercambian secretos en las profundas criptas y en las cámaras subterráneas). La magia que practican se centra en los espíritus, los elementos y el alma, y de vez en cuando requiere el sacrificio de bestias “inferiores” como por ejemplo, los humanos. Durante casi 5.000 años han formado parte de los reinos del Nilo. Cuando la guerra entre los antiguos vampiros dividió aquellos reinos la suerte de la tribu también se vio afectada. No obstante, la pena más severa de aquella guerra bien pudo haber sido la que trajeron los propios gatos de las sombras: la maldición del hambre eterna.
Los Bubasti son un pueblo reservado y secretista. Sin embargo se encuentran entre los hombres gato más sociales, y tienden a cooperar estrechamente entre ellos en la mayoría de sus planes.
Los Bubasti afirman que desde su creación se les encargó la tarea de custodiar a los místicos que caminaban entre los humanos, asegurándose de que no cayeran a las tentaciones de Asura. Sin embargo, con el crecimiento de la humanidad y el azote de la maldición de Set, estos hombres gato tuvieron que cambiar su cometido para sobrevivir. Ahora tienden a actuar como eruditos e investigadores, devotos de todos los conocimientos arcanos, trabajando constantemente en secreto en un esfuerzo de sabotear y neutralizar a las fuerzas de la oscuridad del mundo mediante métodos indirectos. Muchos habitantes del Mundo de Tinieblas los cuentan como potenciales contactos o aliados, aunque raramente toman una acción directa contra nadie. Su conocimiento y afinidad mágica parecen ser suficientes para asegurar que los demás encuentren sus contribuciones valiosas.
HISTORIA
Las tierras del Nilo han atraído a los Bastet desde tiempo inmemorial. Antes de la aparición de la civilización egipcia, las riberas de la tierra de Khem eran habitadas por distintas especies de felinos. Las tribus de leopardos, leones y guepardos se encontraban bien representadas. Sin embargo, los Bubasti afirman que no vinieron de ningún lugar de África, sino que nacieron en las tierras del Nilo, siendo los primeros hombres felino que las reclamaron como su hogar y dominio.
Algunas teorías apócrifas, que son rechazadas por los Bubasti, afirman que fueron los Simba los primeros en reclamar el dominio de Egipto. Al fin y al cabo, la diosa Bast, en sus formas más antiguas, aparece representada como una leona, no como una gata. Los Bubasti habrían surgido como una facción escindida de los Simba egipcios, que abandonó los desiertos y sabanas para adentrarse a explorar los misterios de las ciudades…y controlar las plagas de ratas que causaban numerosos problemas a los primeros egipcios. Hay quienes dicen que realmente esta labor ocultó una guerra entre Bastet y Ratkin, y que los hombres felino habrían resultado victoriosos.
En la oscuridad de esa guerra habrían surgido los Bubasti, que en el proceso habrían mudado de piel y abandonado la aterradora forma de los grandes leones por la sigilosa forma de los felinos, mucho más adecuada para las sombras de las ciudades y para cazar a las ratas. Fue entonces cuando la tribu se habría formado, reclamando como Parentela a los Gatos de Kyfur.
Nunca ha quedado claro a qué especie pertenecían estos felinos, y aunque hay quienes se aventuran a relacionarlos con alguna especie extinta, quizás un ancestro del gato montés africano, de los servales o caracales, hay quienes sospechan que se trataba de algo distinto. En su guerra por el poder los Bubasti habrían invocado a los Cymaa, espíritus felinos de la Umbra, y no se limitaron a luchar a su lado, sino que mezclaron su sangre con ellos, dando lugar a una especie de felinos de naturaleza espiritual, mucho más elevada que los humildes felinos del mundo físico al poseer en su interior la esencia de los dioses. Estos felinos fueron celosamente protegidos y la tribu los reclamó como su Parentela exclusiva.
Cuando terminó la guerra contra las ratas la nueva tribu reclamó su dominio sobre Egipto. Sin embargo, los Simba y otras tribus Bastet todavía tenían una importante presencia. Los hombres león se convirtieron en la principal competencia de los hombres gato, pero pronto llegaron a un acuerdo, pues al fin y al cabo habían luchado juntos y si se enfrentaban su dominio se debilitaría permitiendo que sus enemigos invadieran su territorio. Los Bubasti se quedaron con las tierras del Bajo Nilo, mientras los Simba reclamaban el Alto Nilo.
Pero tras la expulsión de las ratas la humanidad comenzó a prosperar y se extendió demasiado lejos, con demasiada rapidez, matando en exceso y reduciendo los territorios de caza de los Bastet. Fue entonces cuando los hombres felino impusieron su propio Impergium, aunque no hasta el extremo impuesto por los Garou en otros lugares. Los Bubasti cazaron a los humanos, pero también habían aprendido de las ratas y desataron sus propias plagas, haciendo que el Nilo se desbordara y provocando la aparición de epidemias y hambrunas. De todas maneras, el hecho de que el Impergium nunca fuera desatado por completo concedió una ventaja a la civilización del Nilo.
La Guerra de la Rabia afectó de forma secundaria a Egipto. Simplemente no había suficientes hombres lobo para enfrentarse al resto de las Razas Cambiantes, y de hecho los presentes decidieron seguir una pragmática vía de compromiso para sobrevivir. Los Caminantes Silenciosos, la tribu de hombres lobo más numerosa en las tierras del Nilo, tenía poco interés en participar en la locura que se había desatado en otros lugares del mundo, y no había motivos para odiar a los otros Fera. Fue una decisión sabia, ya que había otros problemas más acuciantes que amenazaban Egipto.
Comenzó con la lucha de dos hermanos por la sucesión del trono de su abuelo. Estos dos hermanos, Osiris y Set, atrajeron a su lucha primero a los vampiros y después a otras facciones sobrenaturales. Los Bubasti fueron atraídos al conflicto por la poderosa maga Isis, quien compartió su conocimiento con los curiosos hombres gato a cambio de su ayuda. Se dice que incluso llegó a tomar a algunos de ellos como amantes, y de la sangre de Isis surgiría todo un prestigioso linaje de Bubasti.
La llamada Liga de Osiris, en la que participaron los Bubasti con otros cambiaformas y criaturas sobrenaturales, se enfrentó a Set y sus seguidores. No fue una guerra fácil, pues el poderoso dios vampiro no era un enemigo sencillo de derrotar. Sin embargo, la primera gran derrota de Set no llegaría por parte de los Bubasti, sino de los Simba. Su reina Sakhmet invocó el poder del sol y durante una semana su luz sembró la muerte sobre Egipto, matando a muchos vampiros y destruyendo sus rebaños. Set consiguió sobrevivir a la destrucción, y durante un tiempo permanecería oculto, recuperando fuerzas.
Siguieron siglos de conflicto entre los seguidores de Set y la Liga de Osiris, con períodos de predominio de unos y otros. Los hombres gato crecieron en fuerza y la ciudad de Bubastis al este del delta del Nilo se convirtió en su fortaleza. Mientras otras tribus preferían los desiertos, apartados de la civilización humana, los Bubasti preferían las ciudades, cerca de los humanos, especialmente de los magos de la Liga de Osiris con los que compartían saber esotérico. También mantuvieron contacto con los inmortales Shemsu-Heru, los Seguidores de Horus, cooperando con ellos contra los vampiros, pero aunque ambas partes mantenían respeto mutuo, nunca hubo una confianza total.
Cuando los hicsos invadieron Egipto, por primera vez en varios siglos Sutekh los acompañaba abiertamente. Aunque los Bubasti sufrieron las consecuencias de la invasión, el principal objetivo no eran ellos, sino la tribu de hombres lobo de los Caminantes Silenciosos. Los maldijo y la propia tierra de Egipto se volvió contra ellos, obligándoles a exiliarse.
Los Bubasti habían sido derrotados, pero consiguieron resistir el empuje de los invasores. Sin embargo, sólo pospusieron lo inevitable. Finalmente el santuario de la tribu de los hombres gato fue invadido y profanado. Muchos Bubasti murieron defendiendo su hogar pero al final su esfuerzo fue en vano. Los divinos Gatos de Kyfur fueron sacrificados en los altares de Set y sus seguidores o esclavizados con la sangre impía de los vampiros. Fue la hora más oscura de la tribu.
Hubo muy pocos supervivientes. Algunos dicen que seis, otros que más. En cualquier caso eran un puñado escaso y fue entonces cuando sobre ellos cayó la maldición del dios Set.
“Ya que tanto amáis vuestro hogar, permaneceréis en él para siempre y vuestra tierra será vuestra prisión. Si vuestra tribu abandona alguna vez las oscuras arenas de Khem nunca regresará y perecerá. Ya que tanta hambre sentís por los secretos, que esa ansia sea vuestra compañera para siempre. Ningún secreto ni alimento saciará vuestra hambre eterna. Por estas palabras, oh, hijos de Bastet, yo os maldigo.”
Y así fue desde entonces. Malditos y condenados a la oscuridad, los supervivientes Bubasti fueron relegados a las sombras. Los vampiros retuvieron a los Gatos de Kyfur como rehenes para garantizar la obediencia de los hombres felino. Engordados con la sangre de los vampiros, los Gatos de Kyfur se corrompieron y se convirtieron en monstruos encerrados en las bóvedas más oscuras y en mugrientos rediles. Desde entonces los Bubasti no volvieron a atacar abiertamente a los vampiros.
Pero no se rindieron.
Tras recibir la maldición del hambre eterna, los supervivientes se reunieron y formaron los Kheper, que tomaron medidas para ayudarse mutuamente y garantizar la supervivencia de la tribu. Se dice que cada uno de ellos se convirtió en el fundador de una nueva familia de hombres gato, eligiendo a sus parientes entre los leales seguidores que habían sobrevivido a la purga de los Seguidores de Set. Sin embargo, la desaparición de los Gatos de Kyfur entrañaba un grave problema, ya que sin su Parentela felina no tenía posibilidades de sobrevivir. Los Kheper utilizaron su magia para buscar nuevos Parientes y con paciencia los encontraron entre los servales y caracales de Egipto, unos tristes sustitutos que carecían de la gloria divina y espiritual de los Gatos de Kyfur. Se desconoce cómo los Bubasti consiguieron mezclar su sangre con ellos, aunque se dice que provocaron emparejamientos antinaturales con sus artes y con el tiempo consiguieron que las mujeres de su tribu dieron a luz a nuevos Felinos entre sus filas.
Después de que Set desapareciera de nuevo, arrastrado por el sueño de los vampiros, y a medida que los Bubasti incrementaban sus filas, poco a poco se volvieron más atrevidos y en silencio afilaron sus garras. No volvieron a atacar directamente, pero consiguieron azuzar a otros contra sus enemigos o consiguieron atraer a los Seguidores de Set hacia su perdición. Con el tiempo desarrollaron una gran paciencia que rivalizaba con la de sus enemigos inmortales; pese al ansia de venganza que los impulsaba aprendieron a aguardar el momento de actuar durante años e incluso décadas. Ocultaron a sus agentes en los rincones de las antiguas ciudades de Egipto y de vez en cuando uno o dos Bubasti conseguían derramar la sangre de un vampiro antes de perderse de nuevo en la oscuridad. Con el tiempo crearon archivos con los papiros y tesoros robados a los seguidores de Set, y con cada nuevo asalto, la tribu se volvía más sabia.
La endogamia se convirtió en un problema y una preocupación para los Bubasti. Los Kheper, que habían recibido la maldición de Set, temían que si mezclaban su sangre con extranjeros terminarían activando la maldición y provocando la extinción de la tribu. Durante varios siglos no sólo prohibieron a todos sus descendientes abandonar las fronteras de Egipto, sino que incluso condenaron el contacto carnal con los extranjeros, tanto entre los hombres gato como entre su Parentela, recurriendo a dolorosos castigos e incluso a la castración ritual de los infractores.
Poco a poco los Bubasti descubrieron que los límites de la maldición eran más amplios de lo que creían. En efecto, el hambre era su constante compañera, pero no estaban limitados a las fronteras de Khem. Con el tiempo tantearon las paredes de su prisión y se dieron cuenta de que algunos de ellos podían ir más allá, mientras el grueso de la tribu permaneciera dentro de las fronteras de Egipto. Sin embargo, los Kheper se negaron a poner a prueba la maldición y nunca abandonaron sus hogares.
Cuando Alejandro Magno y los griegos invadieron Egipto, los Bubasti comenzaron un lento y progresivo declive. Aunque varias de las familias de los Kheper habían heredado la sangre de los antiguos faraones, con las invasiones y la creación de dinastías extranjeras la tribu de los hombres gato se apartó de la aristocracia “contaminada.” Cuando los Tolomeos convirtieron de nuevo Egipto en un reino independiente, los Bubasti se aislaron de ellos, y a medida que la helenización se extendía en la ciudad, los hombres gato fomentaron la endogamia, casándose exclusivamente entre su familia, lo que terminó repercutiendo en las tasas de natalidad y en la salud de las nuevas generaciones.
Al mismo tiempo, el aislamiento de los Bubasti también perjudicó su influencia en la arena política de Egipto. Aunque su poder esotérico, mantenido mediante el conocimiento acumulado durante milenios era considerable, su reticencia a mezclarse con los extranjeros y colaborar con ellos a menudo limitaba su efectividad, así como su tendencia a permanecer en las sombras y negarse a actuar de forma que los comprometiera demasiado. Con el tiempo, y sobre todo tras la invasión romana, varias familias Bubasti cayeron del pedestal de la aristocracia, y adoptaron un nivel de vida más humilde.
El culto egipcio a la diosa Bastet y los gatos fue prohibido oficialmente en el año 390, varias décadas después de que el cristianismo se convirtiera en la religión oficial del Imperio Romano. Aunque de alguna forma parecía que los antiguos dioses egipcios habían muerto, los Bubasti no los echaron de menos. En la ausencia de la antigua religión egipcia, los hombres gato acudieron a los primeros monjes cristianos, pero su interés estaba lejos de ser religioso. La iglesia copta de Egipto se había convertido en la heredera del legado de conocimiento que había sobrevivido a las persecuciones y el fanatismo. Las familias también hicieron un esfuerzo concertado para recuperar libros, papiros y pergaminos que salvaron de la destrucción cuando los fanáticos cristianos asaltaron por primera vez la Biblioteca de Alejandría, considerándola un bastión de los paganos.
En su protección de la Biblioteca de Alejandría los Bubasti encontraron inesperados aliados, entre ellos un culto de magos conocidos como Shaea, un grupo de mujeres lobo de la tribu de las Furias Negras y varios vampiros que rechazaban la influencia de los Seguidores de Set. Para los hombres gato era suficiente, y se beneficiaron de sus inesperadas alianzas. Sin embargo, el declive demográfico continuó siendo un problema y en las generaciones siguientes las filas de la tribu continuaron menguando. Sus ideales permanecieron fuertes y firmes, pero su sangre era cada vez más frágil y delicada a medida que la endogamia pasaba factura.
La llegada del Islam en el siglo VII aisló todavía más a los Bubasti entre los cristianos coptos, que se convirtieron en una minoría cada vez más reducida ante la expansión de la nueva religión en todos los estratos sociales. Y mientras rechazaban mezclarse con los extranjeros, otras facciones maniobraban en torno a la política de Egipto. Sin embargo, los hombres gato encontraron adecuado apoyar a otros vampiros, especialmente a los Ashirra, contra los Seguidores de Set. Durante las purgas que afectaron al clan de las Serpientes en el siglo XIII, desde las sombras algunos gatos sonrieron y se cobraron cumplida venganza sobre algunos de sus adversarios, algunos de los cuales especialmente antiguos, que recordaban las noches anteriores a la maldición. Sin embargo, en el siglo siguiente sus adversarios regresarían con renovadas fuerzas y los Bubasti tuvieron que ocultarse nuevamente en las sombras.
Durante los siglos siguientes los Bubasti observaron el ascenso y caída de los soldados mamelucos, y posteriormente la llegada de los otomanos. Durante estos siglos los hombres gato lucharon por sobrevivir y evitar su declive endogámico. Muchos temían que a largo plazo la tribu volvería a quedar reducida a los seis Kheper, y aunque hubo alguna excepción tentativa en la que algún extranjero nubio o sirio fue incluido en las familias, su sangre no bastó para curar milenios de estancamiento y endogamia.
En 1798 el general Napoleón y un ejército francés desembarcaron en la ciudad de Alejandría, tomando por sorpresa al gobierno otomano. No está muy claro que ocurrió, pero hay quienes sospechan que varias mujeres de la Parentela de los Bubasti fueron forzadas por soldados franceses. Los hombres gato reaccionarían con frialdad, saboteando los esfuerzos de los franceses e incluso provocando una peste que diezmó sus filas, condenando su presencia en Egipto. Sin embargo, durante la ocupación francesa nacieron varios “bastardos” y de entre ellos surgió al menos un Bubasti varios años después.
Tras reunirse, los Kheper decidieron flexibilizar su política de reproducción. Tanto los Bubasti como sus Parientes serían libres de emparejarse con extranjeros, pero los matrimonios quedarían siempre sometidos a la aprobación de los Kheper. Resultó difícil romper con una tradición de milenios, y muchos hombres gato continuaron reproduciéndose con las viejas familias egipcias, temiendo ocasionar la desaprobación de los Kheper. Sin embargo, otros Bubasti consideraron que si no abandonaban la tradición endogámica podría terminar condenando a la tribu y buscaron ventajosos matrimonios, primero entre los otomanos y tiempo después entre los aristócratas británicos que entraron en la administración egipcia.
Las consecuencias del fin de la endogamia tardaron en manifestarse, pero finalmente la mezcla étnica favoreció a la tribu. La sangre extranjera resucitó la sangre estancada y la siguiente generación de hombres gato fue la más numerosa en muchos siglos. Al mismo tiempo los Bubasti buscaron en sus matrimonios ventajas económicas y sociales, que en muchos casos incrementaron sus menguadas arcas. Y cuando la moda de la egiptología se extendió por Occidente, acompañaron a los arqueólogos no sólo para descubrir tesoros perdidos, sino también para saquear las criptas y refugios de los Seguidores de Set, que en ocasiones eran “accidentalmente” expuestos al sol.
Hacia finales del siglo XIX, y especialmente con la llegada de los británicos y otros europeos, los Kheper fueron conscientes de la insignificancia de Egipto en la política mundial. Era necesario aprender de los extranjeros y encontrar nuevas armas para luchar contra sus enemigos. Entre los hijos de la aristocracia anglo-egipcia algunos hombres gato fueron enviados a las universidades europeas, donde recibieron una nueva educación y nuevos secretos, que trajeron de vuelta a los hogares. Desde entonces se convirtió en una práctica cautelosa y controlada enviar a unos pocos jóvenes selectos de la tribu al extranjero, para observar y aprender. No todos los jóvenes son enviados, pues la tribu cree que si todos los Bubasti de una generación abandonan Egipto, esa generación será la última, cumpliendo la maldición de Set.
Una nueva oleada de invasores inesperados llegó en 1941, cuando un ejército alemán e italiano al mando del general Rommel invadió Egipto. En esta ocasión los Bubasti fueron en busca de los invasores, no sólo en busca de sangre nueva, sino también con la posibilidad de que les ayudaran a liberar a su pueblo del dominio británico y convertir Egipto en una nación independiente. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que los nazis carecían de la fuerza suficiente para conseguir la victoria, y en el mejor de los casos seguirían siendo un estado tributario de otro país extranjero. Una vez hubieron aprendido lo suficiente y tomaron lo que querían, los Bubasti abandonaron a los alemanes a su suerte.
HISTORIA RECIENTE
Con el ascenso al poder en África de Diente Negro, un tiránico Simba, los Bubasti permanecieron en Egipto, observando desde la distancia cómo sometía a las demás Razas Cambiantes mediante la amenaza, el chantaje y el genocidio. Su lucha contra los vampiros resultaba del agrado de los hombres gato, pero pronto vieron cómo sus acciones se corrompían con una locura sanguinaria y desde las sombras comenzaron a maniobrar, ofreciendo cobijo a las Ajaba y fortaleciendo sus lazos con otros cambiaformas, especialmente los Mokolé y los Caminantes Silenciosos para proteger las fronteras de Egipto. Aunque dejaron la forja de la unidad en otras manos, cuando llegó el momento utilizaron su poder para despojar a Diente Negro y sus aliados de su poder mágico. Sin embargo, cuando comenzaron las negociaciones para formar el Ahadi, una gran alianza entre todas las Razas Cambiantes de África, no se sentaron a la mesa.
Aunque no son participantes activos, los Bubasti se encuentran ligeramente afiliados con la coalición de cambiantes africanos conocida como el Ahadi. Algunos Bubasti están planeando formas de utilizar potencialmente a algunos de los cambiaformas que participan en ella para que les echen una mano con un objetivo más importante –la liberación y curación potencial de algunos de sus antiguos Parientes. Durante milenios, los últimos Gatos de Kyphur han sido mantenidos prisioneros por los vampiros, y han sido transformados por la sangre vampírica en algo que ya no es mortal. Ha sido una forma efectiva de asegurarse hasta el momento de que los Bubasti se mantienen apartados de los asuntos de los vampiros de Egipto. Pero con el Ahadi, los Bubasti ven la posibilidad de reclutar (o manipular) a un grupo de dedicados cambiaformas para que destruyan a las Sanguijuelas, recuperando y curando a los gatos de Kyphur, y proporcionándoles a los Bubasti una nueva forma de vida. Sin embargo, la pregunta es, cómo proceder…
¿A QUÉ PRECIO SE CONSEGUIRÁ LIBERAR A LOS GATOS DE KYFUR?
Los Seguidores de Set mantienen a varios Gatos de Kyfur encerrados. Estos animales, engordados y corrompidos después de milenios de cautividad y sangre vampírica han adquirido proporciones monstruosas y apenas se puede reconocer en ellos a los cazadores elegantes y bellos del Antiguo Egipto. Aunque entre los Bubasti circula el rumor de que las Sanguijuelas podrían permitir que se cruzaran con una de estas bestias, los hombres gato no sabrían cómo pedírselo, incluso aunque estuvieran dispuestos a pagar el precio que las Sanguijuelas establecieran…y que sería elevado.
Los ancianos Kheper saben que al final la búsqueda de los Gatos de Kyfur terminará como mucho en una victoria simbólica. Estas criaturas han sido forzadas a vivir durante muchos siglos más allá de su esperanza natural de vida, y puede que ya no sean capaces de reproducirse nunca más. Sin embargo, aunque los Gatos de Kyfur ya no puedan servir como Parentela para los Bubasti, los Kheper quieren liberarlos de los nidos de las serpientes. Insisten en que se trata de una cuestión de honor para la tribu; aunque mas bien es una cuestión de puro orgullo. Los altivos Bubasti, incluso después de tanto tiempo, odian que las Sanguijuelas aprisionaran a los mejores de ellos, y están dispuestos a arriesgar sus vidas para poner en su lugar a los chupasangres.
ESTEREOTIPOS
Sangre-de-Cahlash, un gato de las sombras, habla desde la oscuridad:
Bastet: En su orgullo se han vuelto demasiado incompetentes. Y sin embargo, son la mejor familia con la que podemos contar.
Bagheera: Son nobles, lo confieso, aunque pueblerinos hasta la médula. Valoran demasiado su lado salvaje para ser tan iluminados como se creen.
Balam: Monstruos salvajes y sedientos de sangre. ¡Me encantaría tener a uno o dos como recaderos!
Ceilican: Dicen que se extinguieron, aunque lo dudo mucho. Yo mismo estoy “extinto.”
Khan: Maravillosas armas cuando se les da una razón. Son más cultos que los del maldito pueblo león, aunque demuestran una fuerza y ferocidad sin iguales. Una vez envié a uno detrás de un vampiro y me complació ver el resultado.
Pumonca: Son una raza que, para ser francos, se aleja mucho de mis gustos. He oído hablar mucho de ellos, pero se deben a su tierra y yo a la mía. Mientras sigan acabando con los vampiros los consideraré buenos parientes.
Qualmi: Demasiado obtusos para mí. Si sus chismorreos tuvieran un mínimo de sentido, me encantaría escucharlos.
Simba: Patanes detestables que se merecen que les rebanen el cuello. Su rey Diente Negro ya ha recibido su merecido, aunque no hayamos hecho los honores. Al menos no personalmente.
Swara: Son unas bestias tímidas y nerviosas, pero también rápidas…Son unas mascotas encantadoras si los convences de que son libres.
Garou europeos: La Guerra de la Rabia no llegó a nuestras tierras. Demostraron que son unos cobardes que se atemorizan ante el poder…o quizás fue un destello de sabiduría. Lo dudo.
Caminantes Silenciosos: Hubo un tiempo en que luchamos juntos y fuimos derrotados. Ellos fueron exiliados, pero nosotros fuimos encerrados en una prisión. Ahora han comenzado a regresar y es algo positivo. Les ayudaremos con nuestra magia y nuestro consejo, pero mejor será que demuestren que lo valen.
Garras Rojas: Estos lobos locos creyeron que podrían expulsarnos de Egipto. Ahora no quedan lobos, sólo chacales.
Corax: Los carroñeros alados ven demasiado para su propio bien. Son buenos mensajeros, pero si hurgan demasiado en las sombras encontrarán colmillos afilados…
Mokolé: Sabios entre los sabios. Y sin embargo, no vieron las ciudades alzarse de las arenas de Khem, ni conocieron la sabiduría que creció en ellas. Todavía conservan la sabiduría de eras pasadas, así que muéstrales el debido respeto.
Nagah: Los hijos de la serpiente murieron y sin duda llorarían al ver que su legado ha sido corrompido por los vampiros. O quizás dejaran sus lágrimas de lado y aguardarían su momento entre las sombras…
Ratkin: Fueron la primera de las plagas de Egipto, y nosotros los combatimos y les arrebatamos sus secretos. Ahora han vuelto a las ciudades y han traído de nuevo sus plagas. Si vuelven a ser una amenaza les enseñaremos cuál es su lugar.
Cita:Si en tu alma habita una víbora, vomítala. El camino que recorremos ya es bastante traicionero.
ORGANIZACIÓN
Para ser Bastet, la tribu Bubasti se encuentra muy unificada. Desde los inicios de la maldición de Set, seis ancianos conocidos como los Kheper dirigen a seis familias y custodian lugares sagrados en las profundidades de las grandes ciudades de Egipto, reuniéndose una vez al año. No siempre son los más ancianos, de hecho, algunos son hijos o descendientes de otros Bubasti más poderosos.
Los Kheper tienen un intrigante secreto –son efectivamente inmortales, y han protegido y dirigido a la tribu desde los inicios de la maldición, o quizás antes. Poderosos Dones les permiten tomar nuevos cuerpos al morir, y en el proceso han adquirido un nivel paciencia que rivaliza incluso con los vampiros más antiguos, una virtud que les permite enfrentarse a sus sutiles planes a largo plazo. Esto también significa que la tribu suele ser más reservada sobre sus actividades que la mayoría de las Razas Cambiantes, ya que puede permitirse aguardar el momento hasta que las circunstancias les favorezcan.
Cada uno de los ancianos y ancianas de la tribu tiene sus propios proyectos, y cada uno coordina las actividades de una parte de la tribu en la consecución de los proyectos que afectan a los Bubasti (por ejemplo la familia Mirada Dura se ha especializado tradicionalmente en el estudio de plagas y enfermedades). De esta forma la sociedad Bubasti es de naturaleza bastante clánica, y cada facción se dedica a sus propios asuntos a menos que algo realmente importante requiera la atención del conjunto de la tribu. Aunque en principio la misión de los Kheper no consiste en dar órdenes, el resto de la tribu sabe que no conviene ignorar sus peticiones.
En el período de esplendor de los Bubasti la tribu era un grupo perfectamente organizado. Los hombres gato se congregaban cada luna llena y celebraban horrendos ritos en el Templo de Bast. Cada año los sacerdotes humanos se unían a los gatos durante una celebración salvaje que duraba desde los últimos días de abril a los primeros de mayo. Tanto a los gatos normales como a los divinos Gatos de Kyfur se les reverenciaba como animales sagrados y sus devotos luchaban contra los vampiros y sus seguidores. Los espíritus aliados poblaban la noche, hostigando a las sanguijuelas con dolores y epidemias. Los Kheper (que según la leyenda recibieron la vida eterna durante aquella majestuosa época) recuerdan aquellos días con cariño. De cuando en cuando hablan sobre una reunión de los gatos de las sombras y sus aliados para tomar las calles de El Cairo y devolverle a Egipto su gloria pasada. Algunos de los más jóvenes creen que esos planes sólo son delirios, pero ¿quién sabe? Después de todo, si los ancianos son tan viejos y pacientes como dicen, podrían hacer algo para reunir a toda la tribu. Sólo el tiempo lo dirá. Mientras tanto los gatos de las sombras siguen sobreviviendo como siempre en la oscuridad, saliendo en ocasiones a buscar golosinas para intentar aplacar su hambre insaciable.
