Edad Victoriana: Madrid

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Alexander Weiss
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Edad Victoriana: Madrid

#1

Mensaje por Alexander Weiss » 22 May 2025, 20:30

Imagen Edad Victoriana: Ascensión en Madrid Por Magus [email protected]

A Don Antonio, ilustre periodista y tertuliano de la Villa y Corte
Madrid
Tras los convulsos comienzos del siglo XIX, con la Guerra de la Independencia y los últimos estertores del reinado absolutista del rey Fernando VII, Madrid, como toda España, comienza una nueva etapa de marcado carácter liberal y burgués, que busca avanzar a través de las influencias económicas, sociales, y culturales que llegaban del resto de Europa.
Madrid, como capital del reino de España, experimenta como ninguna otra ciudad las transformaciones de este período, llenándose de teatros, cafés, y periódicos. Es una ciudad romántica, alterada frecuentemente por brotes revolucionarios y pronunciamientos militares, que llegan incluso a llenar de barricadas las calles.
Nuevos arrabales acogen a los inmigrantes y obreros mientras la burguesía madrileña se instala en los ensanches. Estas transformaciones fomentan la idea de una ciudad lineal y ordenada, con el fin de descongestionar el saturado casco antiguo. El antiguo cercado barroco de tiempos de Felipe IV termina derribándose, lo que permite el crecimiento de la ciudad y la construcción planificada que será la oportunidad de fabulosos negocios.

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Re: Edad Victoriana: Madrid

#2

Mensaje por Alexander Weiss » 22 May 2025, 20:32

Historia
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La regencia de María Cristina de Borbón (1833-1840)
El reinado absolutista de Fernando VII concluye con la muerte del monarca en el año 1833. En sus últimos años de vida se produce un enfrentamiento político entre los partidarios de su heredera, la reina Isabel II, y el hermano del rey, Carlos, que intriga para ocupar el trono. En torno a ambos aspirantes se produce una división en torno a liberales y absolutistas. Con la muerte del monarca y la proclamación de Isabel II, se produce el estallido de una guerra civil entre los liberales isabelinos y los carlistas partidarios del absolutismo.
Sin embargo, Isabel II sólo tiene tres años de edad, por lo que su madre María Cristina de Borbón asume la regencia del país, apoyada por varios políticos y militares. La regente en principio busca el apoyo de los absolutistas, pero pronto se hace evidente que sólo con reformas se conseguirá hacer frente a la amenaza de los carlistas, debido a los problemas económicos. Con este fin, la reina María Cristina comienza a aproximarse a los liberales más moderados, nombrando a Francisco Martínez de la Rosa presidente de su consejo de ministros.
Comienzan así una serie de reformas moderadas del estado absolutista, creándose unas nuevas cortes, con representantes de la nobleza y la burguesía, designados desde la Corona. También se eliminan algunas restricciones a la libertad de prensa. Sin embargo, estas reformas no terminan de ser aceptadas y en 1834 estalla un motín y una matanza de frailes debido a la aparición de una epidemia de cólera en Madrid. La mala marcha de la guerra carlista termina provocando la caída del gobierno de Martínez de la Rosa, que es sustituido por el conde de Toreno, que también termina cayendo ante la exigencia de unas cortes constituyentes y reformas más radicales.
El gobierno de Juan Álvarez Mendizábal decide asumir la necesidad de reformas y poner fin a la guerra. Su principal medida es la desamortización de los bienes de las órdenes religiosas para obtener recursos para saldar las deudas y ganar la guerra. Al mismo tiempo se llevan a cabo operaciones para conseguir créditos en las bolsas de cambio extranjeras y se aumenta la presión fiscal. También se suprimen algunas instituciones y leyes del Antiguo Régimen. Pero las reformas de Mendizábal pronto encuentran la reacción en las cortes, tanto entre moderados como progresistas, lo que provoca su destitución por parte de la reina en 1836.
Se convocan elecciones, donde obtienen la victoria los sectores más moderados del gobierno, pero los resultados son respondidos por revueltas de carácter progresista en varias ciudades, muchas veces encabezadas por militares, formándose juntas revolucionarias que desafían la autoridad del gobierno. La situación de descrédito permite el avance de los carlistas. En este contexto un grupo de sargentos se sublevan el 12 de agosto y toman el palacio de La Granja de San Ildefonso, obligando a la regente María Cristina a poner en vigor la Constitución de Cádiz de 1812, que había sido derogada por su esposo Fernando VII. Dos días después se nombra un gobierno progresista encabezado por José María Calatrava, con Mendizábal en la cartera de Hacienda. Para atraerse a los moderados se elabora una nueva constitución, que es aprobada en 1837.
A mediados de agosto de 1837 los carlistas emprenden una Expedición Real y se presentan a las puertas de Madrid, liderados por el pretendiente Carlos. El gobierno progresista de Calatrava cae debido a otra sublevación militar, encabezada por el general Baldomero Espartero, que exige la dimisión del gobierno. Madrid resiste y los carlistas se ven obligados a retirarse. En sustitución de Calatrava es elegido presidente del gobierno Eusebio Bardají, que convoca nuevas elecciones, bajo sufragio censitario.
En 1839 termina la primera guerra carlista. Los militares liberales y absolutistas, liderados por los generales Espartero y Maroto llegan a un acuerdo, que no es reconocido por Carlos ni miles de sus partidarios, que se exilian de España, pero que permite un respiro al gobierno de Madrid.
Sin embargo, el acuerdo entre moderados y progresistas, que habían pactado una alternancia en el gobierno, se rompe por la resistencia de los moderados a entregar el poder. Los progresistas recurren al general Espartero, que plantea una serie de exigencias a la reina regente. Se suceden los enfrentamientos entre los partidarios de la regente y los del general Espartero y en 1840 estallan revueltas por toda España.
En Madrid el ayuntamiento encabeza la rebelión en defensa de la Constitución de 1837 y se forma una Junta Central, presidida por Joaquín María López. La reina se ve obligada a nombrar a Espartero presidente del gobierno, y éste negocia en Madrid el final de la rebelión. María Cristina decide finalmente renunciar a la regencia y dejar a sus dos hijas, la princesa Isabel y la infanta Luisa Fernanda, bajo la tutela del general Espartero. La reina se embarca en Valencia, aunque desde el exilio en Francia no deja de intrigar en colaboración con los moderados.
El general Espartero es elegido regente único en 1841 por las Cortes Generales, aunque su modo de gobierno autoritario y militar provoca el rechazo de los políticos progresistas. Se producen varios levantamientos militares apoyados por los moderados, que son reprimidos con dureza y causan víctimas civiles.
Ante el abandono de sus partidarios en las cortes y el ejército y el levantamiento de varios generales, finalmente el general decide a huir a Inglaterra.

A principios del siglo XIX la Orden la Razón, representada especialmente por la Cábala del Pensamiento Puro, era la facción mística más poderosa de Madrid, por lo menos en apariencia. Desde hacía siglos no había dejado de intrigar y enfrentarse con las Tradiciones, especialmente la Orden de Hermes, que dominaba la vecina Toledo, y el Coro Celestial, que competía dentro de las instituciones eclesiásticas contra la Cábala, e incluso se atrevía a influenciar a la monarquía.
La Fraternitas Vera Lucis, liderada por Don Julián Rozas, defendía los intereses de la Cábala del Pensamiento Puro, en alianza con otros miembros de la Orden de la Razón. Era Don Julián un caballero y monje, tan capaz de combatir por sus ideales en los salones de la política como en los campos de batalla. Había recibido su formación militar en tiempos de los tercios, y gobernaba con una mano de hierro y otra de fuego. De hecho, había conseguido de cuando en cuando utilizar a la Inquisición española para deshacerse de sus rivales políticos.
La invasión napoleónica creó un momento de confusión en Madrid que las Tradiciones supieron aprovechar. Sin embargo, no fueron los Herméticos quienes lideraron el ataque contra la Orden de la Razón, sino varios magos campesinos de las Tradiciones Eutanathoi y Verbena, que sembraron el descontento contra los poderes y alzaron el pueblo en armas. El Coro Celestial dio su sostén a los rebeldes desde los púlpitos. La cábala de los Empecinados atacó varias capillas y bastiones Racionalistas, dirigiendo su atención a Madrid y sus alrededores.
Don Julián Rozas y los Racionalistas, que estaban tratando de manipular la corte del rey José I no resultaron del todo sorprendidos. De hecho, acompañaron a la represión que siguió, pero al mismo tiempo reclutaron a varios de los rebeldes para sus propósitos, entre ellos un joven guerrillero llamado José Castellanos, que se convirtieron en el brazo armado de la Orden de la Razón, compitiendo con los Empecinados por obtener el control de los guerrilleros.
Terminada la guerra y restaurado el absolutismo, Don José Rozas consideró prudente purgar las ideas del liberalismo, incluyendo a varios Racionalistas que habían defendido esas ideas durante la Guerra de la Independencia. Algunos fueron enviados en misiones diplomáticas a Francia y otros países europeos “por su propia seguridad”, mientras que otros sufrieron accidentes de conveniencia. El gobierno absolutista de Fernando VII se mostraba especialmente dispuesto a acabar con cualquier indicio de liberalismo, especialmente durante la Década Ominosa.
A la muerte del rey Fernando VII y el estallido de la guerra carlista, Don Julián se vio forzado a recabar apoyos entre algunos Racionalistas liberales para mantener el poder de la Cábala del Pensamiento Puro. Aunque había quienes pensaban que la Orden de la Razón debería apoyar a los carlistas, Don Julián consideraba que tutelar la regencia de la reina María Cristina y su hija Isabel II era más conveniente que el pretendiente Carlos, que estaba siendo apoyado por el Coro Celestial.
Fue traicionado. En el contexto del Edicto de Judas y golpe de Montsalvat, cuando distintas facciones de la Orden de la Razón se unieron para acabar con la Cábala del Pensamiento Puro y separar definitivamente fe y razón, dentro de la Fraternitas Vera Lucis los jóvenes liberales se alzaron contra la vieja guardia y la eliminaron. Nunca se encontró el cuerpo de Don Julián.
Reformada como la Hermandad de la Razón Verdadera, o simplemente la Hermandad de la Razón, Don José Castellanos ocupó el liderazgo de la Orden de la Razón en Madrid, y en gran parte de España. Los restos de la Cábala del Pensamiento Puro fueron perseguidos o encontraron refugio en el Coro Celestial.
Sin embargo, sólo algunas facciones del Coro Celestial apoyaban el carlismo. Otras Tradiciones preferían otras vías de influencia. Durante esta época los Herméticos se encontraban detrás de varios círculos de ideología masónica, y Euthanatoi y Verbena seguían obteniendo reclutas entre el pueblo llano. Durante esta época Mercedes Gonzaga, una guerrillera veterana de la Guerra de Independencia, asumió el liderazgo de los Empecinados frente a la Orden de la Razón.

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Re: Edad Victoriana: Madrid

#3

Mensaje por Alexander Weiss » 22 May 2025, 20:34

Imagen El reinado de Isabel II (1843-1868)
En 1843, con trece años, la reina Isabel II es proclamada mayor de edad. Dos días después jura la Constitución ante las Cortes Generales. Una de las primeras medidas del gobierno es concertarle un matrimonio, lo que provoca una serie de intrigas en los gobiernos europeos. Finalmente el candidato elegido es el primo de la reina, el infante Francisco de Asís de Borbón, Duque de Cádiz. El matrimonio, celebrado en 1846, hizo aguas muy pronto, y nunca sería feliz, rodeado de rumores y burlas sobre la homosexualidad del rey consorte.
En las elecciones de 1843 obtienen victoria los moderados y se forma un gobierno presidido por Salustiano de Olózaga. Comienza así un período de gobiernos moderados aliados con la Corona, que tratan de evitar alzamientos y revueltas progresistas. En 1844 el general Ramón Narváez forma nuevo gobierno, proyectando una nueva constitución, que es aprobada en 1845, y una serie de leyes que limitan la libertad de prensa. También se llega a la conciliación con el Papa de Roma, disgustado por las leyes de desamortización de los bienes eclesiásticos.
En 1851, ante el golpe de estado de Luis Napoleón Bonaparte en Francia, se cierran las Cortes Generales en España, que son reabiertas al año siguiente con un nuevo presidente, Francisco Martínez de la Rosa, que intenta introducir una nueva serie de medidas de control legislativo, pero que terminan fomentando la inestabilidad entre moderados y progresistas.
Este enfrentamiento provoca el estallido de la Revolución de 1854, “La Vicalvarada”, cuando el general Leopoldo O’Donnell se subleva en Vicálvaro, y el pronunciamiento militar es seguido de una insurrección popular en Madrid. La expansión del descontento provoca la dimisión del gobierno moderado y se forma una junta que obliga a la reina a nombrar un gobierno progresista, presidido por el general Espartero, que es aclamado por los madrileños.
El nuevo gobierno aprueba una nueva ley de desamortizaciones, que afecta a los ayuntamientos y a la Iglesia, con el objetivo de obtener recursos para sanear las finanzas y para la construcción del ferrocarril, en manos de inversores ingleses. También se introducen mejoras laborales y el derecho de asociación. Sin embargo, las medidas resultan insuficientes, y el alza de precios provoca nuevos levantamientos e insurrecciones carlistas en el norte de España. En 1856, el general Espartero decide dimitir como presidente del gobierno, siendo sustituido por el general O’Donnell.
El nuevo gobierno obtiene estabilidad suficiente para acabar con los levantamientos, introducir numerosas inversiones públicas, proseguir con la construcción del ferrocarril y la política desamortizadora. Sin embargo, no se consigue acabar con la corrupción endémica de las instituciones, arrastrada desde gobiernos anteriores. El gobierno de O’Donnell comienza a perder partidarios a partir de 1861. En 1863 O’Donnell presenta su renuncia.
El nuevo gobierno de Ramón Narváez devuelve el poder a los moderados y detiene la desamortización. Trata de aglutinar partidarios políticos, pero gobierna de manera autoritaria, lo que general el rechazo de los progresistas. En 1865 una protesta estudiantil es reprimida de forma sangrienta por el ejército durante la Noche de San Daniel. La crisis gubernamental que resulta provoca la dimisión del gobierno y el regreso de O’Donnell, que convoca elecciones, aunque con la negativa de los progresistas a participar. Ante la falta de apoyos, O’Donnell se retira y regresa Narváez, que se mantendrá en el poder hasta su muerte en 1868. En septiembre de ese año, con una crisis financiera y de subsistencia, estalla la Revolución Gloriosa, que se inicia en Cádiz con la sublevación del general Juan Bautista Topete. En Madrid el gobierno dimite.
El levantamiento termina triunfando en Madrid, y el general Francisco Serrano nombra un gobierno provisional. El día 30 de septiembre la reina Isabel II, de vacaciones en San Sebastián, parte al exilio, aunque afirmando que no renuncia a sus derechos a la corona.

Los objetivos de Don José Castellanos y de la Hermandad de la Razón no sólo eran obtener influencia en la corte de la reina Isabel II, sino también obtener apoyos de otras facciones de la Orden de la Razón, tanto en España como en Europa. En la Convocatoria del Palacio de Cristal en Londres en 1851, Don José acudió personalmente, participando en la reforma de la Orden de la Razón y su transición hacia la Unión Tecnocrática. Regresó a España con varios colaboradores extranjeros e ideas nuevas de la Reforma Albertina, con la intención de modernizar Madrid, y por extensión España, llevándola hacia un nuevo orden.
Los planes de la Hermandad de la Razón se encontraron con dificultades. Los enemigos de la Orden no dejaban de sabotear sus esfuerzos. Varios compañeros de Don José Castellanos se habían unido a las Tradiciones aunque fuera por despecho, y estaban decididos a acabar con él. Los magos del Coro Celestial eran la Tradición más beligerante, y aunque afectados por las desamortizaciones y leyes liberales, todavía conservaban un considerable poder e influencia. A la sombra de Madrid menudearon los duelos, y aunque los Tecnócratas consiguieron imponerse en el ámbito místico, introduciendo la modernidad para socavar el paradigma de las supersticiones, fueron entorpecidos por el gobierno de España. La reina Isabel II a menudo interfería en las actividades de la Hermandad de la Razón con cambios de última hora, ya fuera mediante sobornos o su intención personal.
Hasta qué punto la reina de España conocía los entresijos de la Guerra de la Ascensión no está nada claro. Hay que decir que varias facciones compitieron por ganar su atención y favor, pero que a menudo sus esfuerzos se solapaban o entorpecían entre sí. Lo más probable es que la reina tratara a los agentes Despertados de la misma forma que hacía con la política Durmiente, manipulándolos para sus propios fines personales. En el ámbito corrupto de la política del siglo XIX resultaba complejo aprobar planes que llegaran a buen plazo.
Aunque en ocasiones la Hermandad de la Razón consiguió la cooperación de la reina en sus planes de modernización de Madrid y España, Don José consideraba que se trataba de un obstáculo que entorpecía sus planes, por lo que poco a poco fue trasladando su apoyo a la oposición liberal, reclutando una nueva generación de agentes cuyo objetivo sería derrocar a la monarquía. Irónicamente, algunos magos de las Tradiciones también cooperaron en los planes para acabar con la monarquía, aunque en el caso del Coro Celestial su intención era establecer un candidato conservador y carlista, que defendiera un paradigma de fe y tradición.

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Re: Edad Victoriana: Madrid

#4

Mensaje por Alexander Weiss » 22 May 2025, 20:35

Imagen El Sexenio Revolucionario (1868-1874)
El gobierno provisional presidido por el general Serrano está dirigido por los progresistas y se convocan elecciones constituyentes, por primera vez con sufragio universal. El congreso quedó con una mayoría progresista, acordándose la elaboración de una nueva constitución y la abolición limitada de la esclavitud. También se decretó la libertad de prensa y asociación, y se tomaron medidas económicas para solucionar el déficit público.
La mayoría de los partidos que habían ganado las elecciones eran monárquicos, por lo que se plantearon la búsqueda de un nuevo candidato a la corona de España, desatándose varias rivalidades entre las monarquías europeas por imponer a sus propios candidatos.
En 1870 las Cortes Constituyentes eligieron a Amadeo de Saboya, Duque de Aosta, e hijo segundo del rey de Italia, como nuevo rey de España, introduciendo en el país una monarquía parlamentaria. Sin embargo, el nuevo monarca no resultó muy popular, y su principal valedor, el general Juan Prim, fue asesinado antes de su llegada. Muchos grupos políticos de la oposición no reconocieron su legitimidad y los republicanos provocaron varias insurrecciones armadas. Por su parte, los carlistas iniciaron una nueva expedición militar en 1872, encabezados por el pretendiente Carlos VII.
El rey Amadeo I terminó abdicando el 10 de febrero de 1873, y al día siguiente las cortes proclamaron la Primera República de España. Sin embargo, al igual que el monarca, el nuevo gobierno republicano se enfrentó no sólo a varias revueltas e insurrecciones de la oposición, sino también al enfrentamiento entre los propios republicanos sobre el modelo de gobierno. Se sucedieron varios presidentes en once meses, hasta que el capitán general de Madrid, Manuel Pavía, dio un golpe de estado y formó un gobierno de concentración, presidido por Francisco Serrano. El nuevo gobierno consiguió acabar con las insurrecciones y expulsar a los carlistas.
La debilidad de los gobiernos revolucionarios permitió que los partidarios del príncipe Alfonso, hijo de la reina Isabel II consiguieran rehacer sus apoyos, y el 29 de diciembre de 1874 el general Arsenio Martínez Campos se pronunció en favor del rey Alfonso XII. El presidente Serrano decidió no presentar resistencia, y en Madrid el general Fernando Primo de Rivera proclamó su adhesión a los rebeldes.

Aunque la Hermandad de la Razón se atribuye el mérito del derrocamiento de Isabel II, lo cierto es que sólo fue uno más entre varias facciones mundanas y místicas que se conjuraron de forma independiente para acabar con el gobierno de la reina. De hecho, una vez exiliada Isabel en París, comenzaron a surgir discrepancias sobre el nuevo gobierno. Don José Castellanos, el líder de los Tecnócratas madrileños, quería establecer un modelo republicano que abanderara la modernización, pero otros de sus compañeros consideraban que se trataba de un cambio demasiado precipitado y brusco que provocaría una reacción política, y defendían una monarquía de corte parlamentario o constitucional.
Finalmente se impusieron los monárquicos, y Don José Castellanos cedió con reservas. El candidato elegido fue Amadeo de Saboya, que había recibido una educación moderna y en cuyo séquito se incluían varios agentes italianos de la Tecnocracia, entre ellos Giulio Orsi, de la facción conocida como Guardiani della Luce. Hubo algunos roces entre José Castellanos y Giulio Orsi, pero finalmente ambos alcanzaron un compromiso en bien del conjunto de la Tecnocracia de Madrid.
Pero la monarquía de Amadeo de Saboya fracasó por diversas razones. En el plano de la Guerra de la Ascensión, Giulio Orsi era asesinado poco después de su llegada a Madrid, y entre los mundanos el general Prim, el principal valedor del rey, también moría en un atentado. Privado de apoyos, y en medio de la impopularidad, Amadeo de Saboya terminó abdicando del trono.
José Castellanos vio su oportunidad tras el fracaso de la monarquía e impulsó la proclamación de la república como forma de aumentar la influencia de la Tecnocracia. La Hermandad de la Razón aceptó sus postulados, pero la Primera República España nació demasiado débil, a pesar de los esfuerzos de los Tecnócratas. De nuevo los Tecnócratas españoles se reunieron y decidieron apoyar la restauración de la monarquía en un esfuerzo desesperado por salvar su proyecto y evitar el ascenso de otras facciones, entre ellas los carlistas, apoyados por el Coro Celestial, y la Orden de Hermes, que se movía en los círculos masónicos. Magos de otras facciones como el Culto de Baco y los Euthanatoi, también actuaban fomentando el descontento popular y movimientos revolucionarios.

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Re: Edad Victoriana: Madrid

#5

Mensaje por Alexander Weiss » 22 May 2025, 20:37

Imagen El reinado de Alfonso XII (1874-1885)
Antonio Cánovas del Castillo, líder de los partidarios del nuevo rey, formó un gobierno provisional, asumiendo el poder del monarca hasta su llegada, el 9 de enero de 1875. El gobierno elaboró una nueva constitución que instauraba una monarquía constitucional, basada en los principios del liberalismo y la alternancia entre conservadores y progresistas en el poder, integrando a varios políticos de los gobiernos revolucionarios previos. El propio rey Alfonso XII participó en las campañas militares contra los carlistas, antes de regresar a Madrid, mostrándose conciliador con progresistas y republicanos. En 1878 contraía matrimonio con su prima María de las Mercedes de Orleáns y Borbón, pero tras un aborto, la reina fallecía poco tiempo después. Al año siguiente, el monarca contraería nuevas nupcias con María Cristina de Habsburgo.
El primer gobierno de Cánovas puso los cimientos del nuevo régimen político de la Restauración, tratando de crear un estado liberal firme, buscando compartir el poder mediante turnos de gobierno pacífico, evitando los pronunciamientos previos, y a pesar de la insistencia de varios políticos moderados de volver a la situación previa a 1868. Frente a las pretensiones moderadas, Cánovas terminó imponiendo su propio criterio, convocando elecciones por sufragio universal, y terminando con la Tercera Guerra Carlista y la Guerra de Cuba, introduciendo la abolición completa de la esclavitud.
A diferencia del Partido Conservador, que en 1876 ya se había configurado bajo el mando de Cánovas, el Partido Liberal no consiguió consolidarse hasta 1880. La mayoría de los liberales rompieron sus lazos con los republicanos y Práxedes Mateo Sagasta se convirtió en su líder. En el Partido Liberal también se incluyeron varios militares moderados, formando un partido heterogéneo y poco cohesionado.
En 1881 Sagasta formaba un nuevo gobierno con el apoyo del rey Alfonso XII a pesar de la resistencia de Cánovas, forzando la llegada de los liberales al poder. Su gobierno tuvo que equilibrar las distintas facciones internas para mantener la unidad, aunque las presiones terminaron forzando cambios. El nuevo gobierno recuperó varias de las libertades del período del Sexenio Revolucionario, ampliando la libertad de prensa y expresión, recibiendo incluso la aprobación de los republicanos. Ese mismo año se convocaron elecciones, que validaron el acceso de los liberales al poder.
Desde 1883 el gobierno liberal tuvo que hacer frente a las actividades de anarquistas y republicanos, incluyendo varios pronunciamientos que fracasaron, al carecer de apoyo popular. Una crisis diplomática con Francia favoreció a los conservadores, acusando al gobierno de incapacidad. Sagasta terminó dimitiendo el 11 de octubre, formándose un gobierno entre los liberales y la izquierda dinástica, presidido por José Posada de Herrera. Sin embargo, el nuevo gobierno chocó ante la propuesta de una reforma de la constitución, viéndose obligado a convocar elecciones en 1884, que fueron ganadas por los conservadores, aliados con los partidos católicos.
De nuevo en el poder, Cánovas asumió la presidencia del gobierno, pero pronto comenzaron las fricciones con sus aliados católicos, así como con los catalanistas.

La Hermandad de la Razón se preparó para el regreso de Alfonso XII, colaborando con los políticos de la restauración. Los Tecnócratas comprendían que la colaboración era importante para evitar la derrota ante sus enemigos de las Tradiciones, y no hubo rencillas ante el liderazgo de Don José Castellanos, al menos no abiertamente. La Guerra de la Ascensión continuaba, y en medio de la nueva guerra carlista hubo varios asesinatos y batallas místicas, pero al final la Hermandad de la Razón consiguió imponerse.
Los Tecnócratas madrileños crearon un “Gabinete Invisible” discurriendo de forma paralela al gobierno surgido de la Restauración de Alfonso XII. En el llamado Parlamento de la Zarzuela se estableció una jerarquía y un orden entre las diversas amalgamas tecnocráticas de Madrid. Don José Castellanos recibió el título de Presidente, al mismo tiempo que se formalizaban grupos formados por Convenciones, que se repartieron diversos ámbitos encargados de la vigilancia y modernización de Madrid.
En verdad, el gobierno de Alfonso XII simbolizó el triunfo de la Tecnocracia en España, o por lo menos el comienzo de su influencia a gran escala, dando paso a una etapa de estabilidad y prosperidad. El Coro Celestial, la principal Tradición, comenzó a dejar paso al ascenso de otras Tradiciones, especialmente la Orden de Hermes y el Culto de Baco. Hasta cierto punto, en este período la Guerra de la Ascensión en Madrid dio lugar a una tregua, donde todas las facciones místicas comenzaron a reformarse y modernizarse.
Las obras de modernización de Madrid a menudo encubrían complejos planes y símbolos, tratando de reclamar Nodos y lugares de poder. Varias capillas discretas también fueron construidas en espacios secretos de palacios y fábricas. Fue un período de prosperidad y expansión, tanto para Tecnócratas como Tradicionalistas, a pesar de los recelos de ambas facciones. Aunque había voces que llamaban a reanudar la guerra abierta contra el enemigo, lo cierto es que la paz beneficiaba a todos, y eran preferibles los corteses y elegantes acuerdos diplomáticos a la violencia.

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Re: Edad Victoriana: Madrid

#6

Mensaje por Alexander Weiss » 22 May 2025, 20:38

Imagen La regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902)
Aquejado de tuberculosis, el rey Alfonso XII moría en 1885, provocando una honda conmoción en España, y los partidos políticos se mostraron preocupados por la regencia de la reina María Cristina de Habsburgo, embarazada, que daría a luz al año siguiente. El gobierno temía un pronunciamiento republicano o un levantamiento carlista, por lo que el ejército fue puesto en alerta.
Ante esta situación Cánovas decidió dimitir y aconsejó a la regente que llamara a Sagasta y los liberales para formar un nuevo gobierno, con nuevas elecciones para disponer de una mayoría política sólida. El nuevo acceso de los liberales al poder permitió superar la crisis y consolidar el sistema político de gobierno por turnos. Sin embargo, durante este período también comenzaron a extenderse los sectores marginales de este sistema: los movimientos anarquistas y socialistas, así como los nacionalismos regionales.
Durante este nuevo gobierno, conocido como “Parlamento Largo” surgió una nueva ley de asociaciones y libertad sindical, legalizando las organizaciones obreras; una ley de jurado para el orden social, y la introducción del sufragio universal masculino, aunque el fraude electoral asentado sobre el caciquismo se mantuvo. También se instauró un servicio militar obligatorio para los varones, aunque con varias limitaciones.
El gobierno de Sagasta también tuvo que hacer frente a una profunda crisis agraria procedente de Europa, debido a la llegada de productos más baratos de otros países, principalmente de América. Los salarios agrícolas se estancaron, y muchos pequeños propietarios se arruinaron, llevando a gran parte de la población campesina a emigrar. Los propietarios presionaron al gobierno para que introdujera medidas proteccionistas.
Culminado su programa de reformas en 1890, Sagasta dio paso a un nuevo gobierno conservador presidido por Cánovas a partir de las primeras elecciones por sufragio universal masculino en 1891. El nuevo gobierno no modificó las reformas de los liberales, dando preferencia a las cuestiones económicas y sociales, introduciendo las demandadas medidas proteccionistas por parte de agricultores castellanos y tejedores catalanes. Sin embargo, en 1892 un caso de corrupción en Madrid provocó la caída del gobierno, que la reina María Cristina solventó llamando de nuevo a Sagasta, que celebró nuevas elecciones en 1893.
El gobierno trató de introducir cierta autonomía en Cuba y Filipinas, donde de nuevo se estaban produciendo conflictos con los independentistas, pero el proyecto fue rechazado en cortes y tachado de antipatriótico. El terrorismo anarquista también comenzó a convertirse en un problema para el gobierno, especialmente en Cataluña. Finalmente, Sagasta dimitió en 1895, al negarse que varios periodistas críticos con el ejército fueran juzgados por tribunales militares. Al mismo tiempo, la guerra por la independencia había vuelto a estallar en Cuba.
La guerra de Cuba creó una profunda crisis exterior. A nivel interno, el terrorismo anarquista continuaba causando muertes, que fueron contestadas con una brutal represión policial y consejos de guerra. En este ambiente de protestas, Cánovas fue asesinado en 1897, y Sagasta tuvo de nuevo que hacerse cargo del gobierno, pero sus medidas para terminar con el conflicto en Cuba fueron inefectivas. La guerra culminó en 1898 con a intervención de los Estados Unidos a favor de los independentistas y la derrota de España, que perdió Cuba, Puerto Rico, y Filipinas, vendiendo poco después las islas del Pacífico a Alemania y liquidando su imperio colonial en la zona.
Tras la derrota, se generó un sentimiento de frustración en España, y cobró fuerza una corriente a favor de regenerar la sociedad española para que no se repitiera el desastre. Sin embargo, las pérdidas coloniales permitieron la llegada de capitales e inversiones repatriados a España, que permitirían desarrollar grandes empresas.
En marzo de 1899 se formó un nuevo gobierno conservador, presidido por Francisco Silvela, para alivio de Sagasta, que se había visto obligado a asumir la crisis y derrota de 1898. Silvela se hizo eco de las demandas de regeneración, introduciendo reformas financieras y tributarias, pero las desavenencias internas terminaron provocando la caída del gobierno conservador y el regreso de Sagasta en 1901.
En mayo de 1902, el rey Alfonso XIII, con dieciséis años, accedió al trono. En diciembre, Sagasta dimitía de su cargo por razones de salud, y moría un mes después, dando paso a otro gobierno conservador. Sin sus líderes, el sistema de turnos entre conservadores y liberales comenzaría una progresiva crisis política que se agravaría tras la Primera Guerra Mundial, y empujaría España hacia una dictadura militar.

La estabilidad de la Restauración refleja las relaciones entre los Despertados de Madrid. Mientras el sistema se mantiene, las diferentes facciones místicas tratan de mantener una frágil paz, o al menos una tregua que evite los conflictos. Sin embargo, la muerte del rey Alfonso XII constituye la primera crisis del sistema.
La Hermandad de la Razón considera que la minoría de edad del heredero Alfonso XIII es el momento ideal para profundizar en las reformas que consideran necesarias. Don José Castellanos incluso va más allá, sugiriendo una eventual restauración republicana, aunque ante la impopularidad de su propuesta en los salones tecnócratas, decide aplazar su plan a largo plazo.
Al mismo tiempo, las Tradiciones comienzan a dividirse. Aunque el Coro Celestial y la Orden de Hermes consiguen adaptarse a los cambios de gobierno, las Tradiciones más “populares” ven las grietas en una fachada utópicamente perfecta. Los problemas generados por la industrialización, la desigualdad social, la corrupción política, afectan a muchos magos que surgen entre las clases bajas, especialmente entre el Culto de Baco, los Euthanatoi, y los Verbena. Varios de estos magos abrazan ideas cada vez más radicales.
Las Convenciones también se encuentran en tensión. El liderazgo de la Hermandad de la Razón es cuestionado por los Tecnócratas más jóvenes, que defienden ideas igual de radicales. Durante esta época la Convención de los Ingenieros Electrodinámicos, formada por varios científicos e inventores dispersos cree que la Tecnocracia no está realizando lo suficiente para modernizar el país, y que sus ideas constituyen la solución. Sin embargo, las ideas de los Ingenieros son demasiado diversas y fragmentadas, cada vez demasiado adelantadas para el consenso tecnocrático. En 1887 la idea de una máquina del tiempo, presentada por Don Sindulfo García, es rechazada.
La radicalidad de algunos Ingenieros provoca represalias por parte de la Hermandad de la Razón, generando un creciente descontento, especialmente a partir de 1898, cuando la idea de crear una flota de submarinos de Éter para ganar la guerra de Cuba contra los Estados Unidos, es rechazada y detenida. Este descontento provocara una desafección cada vez mayor entre los Ingenieros Electrodinámicos españoles, que cuestionan su lealtad hacia la Tecnocracia.

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Alexander Weiss
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Re: Edad Victoriana: Madrid

#7

Mensaje por Alexander Weiss » 22 May 2025, 20:41

Imagen El rostro de Madrid Durante los primeros años del período isabelino, Madrid seguía ofreciendo una fisonomía no muy distinta de la de finales del siglo XVIII: un mundo de mendigos y artesanos, sin espacios verdes, con empedrado precario y mucha inmundicia. Todo el caserío de Madrid, incluyendo los barrios más humildes, comienzan a ser edificados en el siglo XIX.
Las casas madrileñas tenían un trazado concéntrico, agrupadas en manzanas pequeñas e irregulares, con calles estrechas y tortuosas dispuestas en torno a distintas plazas. La falta de agua corriente, calefacción, iluminación, etc. hacía que los madrileños vivieran prácticamente en la calle, donde incluso se llegaba a cocinar. En los barrios de gremios y artesanos abundaban las casas de corredor o de tócame roque, casas vecinales en torno a un patio con galería, donde convivían varias familias.
La iluminación, debido a la carestía de cera, se conseguía con velas de sebo y candiles de aceite. La calefacción consistía a menudo en un brasero de carbón o leña. No existían excusados, sino bacinillas y orinales que se vertían por un canalón. No había agua corriente en las casas, que compartían pozos comunes o era suministrada por aguadores o de las fuentes públicas.
Sin embargo, no todas las clases vivían en estas condiciones: las clases burguesas introdujeron cambios sustanciales en los edificios, tanto en su función como en su estructura. En las zonas despejadas de la periferia comenzaron a construirse palacios y palacetes aislados, con jardines que contrastaban con los antiguos caserones de la vieja nobleza madrileña.
La modernización urbana de Madrid se extendió sobre todo con la aprobación de los planes del ensanche de Carlos María de Castro en 1860, con calles y construcciones más amplias, así como plazas, parques, y paseos para el disfrute público. Este plan triplicó la superficie de Madrid y permitió la construcción de nuevos barrios, afectando a los arrabales de norte y sur. También se vendieron y parcelaron propiedades reales en el monte del Retiro y la montaña del Príncipe Pío.
Los cambios políticos, ideológicos, tecnológicos, artísticos, etc. también provocaron un cambio en las formas de vida. Las casas y hogares adquirieron mayor protagonismo con mayor privacidad, comodidad, y habitabilidad. El interior doméstico se fue haciendo cada vez más atractivo, conviviendo la practicidad burguesa con la fantasía y el lujo. Se fue identificando cada vez más con la vida en familia.
En la década de 1870 Madrid superó los 400.000 habitantes y sentó las bases de la futura área metropolitana. Como consecuencia de esta expansión, comenzaron a construirse los primeros medios de transporte público, con las primeras líneas de tranvía.
Aún así, incluso a finales del siglo XIX, Madrid conservaba los rasgos de una antigua villa del Antiguo Régimen. La necesidad de infraestructuras provocó la absorción de poblaciones periféricas independientes que conservaron su carácter rural. Estas nuevas poblaciones absorbidas se convirtieron en barrios obreros, mientras la burguesía reclamaba los barrios nuevos del ensanche. La Puerta del Sol era el centro neurálgico, donde se cruzaban comerciantes, vendedores ambulantes, aristócratas en carruajes y obreros.

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Re: Edad Victoriana: Madrid

#8

Mensaje por Alexander Weiss » 22 May 2025, 20:44

Imagen El canal de Isabel II
Desde que el rey Felipe II instaló su corte en Madrid, la ciudad buscó constantemente reservas de agua potable para la creciente población. A mediados del siglo XIX Madrid cuenta con 77 fuentes públicas, en las que se instalan caños para llenar las cubas de 950 aguadores.
En 1848 se aprueba la memoria para abordar con urgencia el abastecimiento de agua a Madrid. Los ingenieros Juan Rafo y Juan de Ribera estudian los proyectos y finalmente deciden traer las aguas del río Lozoya a la ciudad, una propuesta para abastecer a una población de más del doble de la existente. El 18 de junio de 1851 se aprueba la construcción de un canal que llevará el nombre de la reina Isabel II, promotora del proyecto. La inauguración tuvo lugar el 24 de junio de 1858.

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Re: Edad Victoriana: Madrid

#9

Mensaje por Alexander Weiss » 22 May 2025, 20:45

Imagen Las clases sociales
La aristocracia y la burguesía viven en palacios o pisos elegantes en el centro. Las mujeres pasan el tiempo en visitas sociales, paseos por el Retiro o el Prado, y asistiendo a bailes y óperas en el Teatro Real. Los hombres frecuentan cafés, clubes privados, o la Bolsa.
La clase media vive en casas más modestas. Sus jornadas incluyen trabajo, paseos vespertinos, y en algunos casos, tertulias en los cafés más humildes.
Las clases populares, entre las que se encuentran obreros, criados, y artesanos, habitan en corralas (viviendas colectivas hacinadas) en barrios como Lavapiés o Chamberí. Su vida gira en torno al trabajo manual, mercados al aire libre (como el de la Cebada), y fiestas populares.

Gastronomía y diversiones
La dieta depende de la clase social. Los pobres comen pan, legumbres, patatas, y algo de carne en ocasiones especiales, mientras los ricos disfrutan de guisos, caza, y postres sofisticados. El cocido madrileño es el plato emblemático de la ciudad, consumido por todas las clases, aunque con variaciones según el presupuesto. Los mercados y vendedores ambulantes (como aguadores y lecheros) son esenciales para el aprovisionamiento diario.
Los madrileños adoran las verbenas (como las de San Isidro o San Antonio), con bailes, churros, y rosquillas. Estas fiestas son momentos de convivencia entre clases. Los teatros y corrales de comedias también ofrecen entretenimiento variado, desde dramas románticos hasta sainetes populares.
Los paseos por el Parque del Retiro o el Paseo del Prado son una actividad diaria para clases medias y altas, donde se exhiben las modas y se hacen contactos sociales.
Los toros en la Plaza de Toros de la Puerta de Alcalá (y posteriormente en La Fuente del Berro) son una pasión compartida por todas las clases.

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Re: Edad Victoriana: Madrid

#10

Mensaje por Alexander Weiss » 22 May 2025, 20:47

Imagen El Centro
El Centro de Madrid es la zona más antigua de la ciudad, con un asentamiento estable desde época musulmana. No es hasta el siglo XVIII que la ciudad rebasa estos límites, y los reyes de España tratarán de convertir Madrid en una ciudad a la altura de otras metrópolis europeas, tomando como modelo inicial París, e invirtiendo en infraestructuras como alcantarillado y edificios públicos.
Ateneo de Madrid: Es una institución cultural creada en 1835 como Ateneo Científico y Literario. Por el Ateneo pasan varios presidentes del gobierno y muchos políticos e intelectuales. En 1860 pasó a llamarse Ateneo Científico, Literario y Artístico. En 1884 traslada su sede de la calle Montera a un nuevo edificio en la calle del Prado, inaugurado por el rey Alfonso XII. Tuvo como portavoz la revista El Ateneo.
Banco de España: Remontando sus orígenes al Banco de San Carlos (1782), el Banco de Isabel II (1842) y el Banco Español de San Fernando (1847), es el principal banco público de España. Tras la Revolución de 1854 recibe el nombre de Banco de España. En 1868 se crea la peseta como unidad monetaria. En 1874 se decreta la fusión de todos los bancos emisores de moneda. Su primera sede fue el edificio de los Cinco Gremios Mayores, en la calle de Atocha, pero en 1891 se inauguró su nueva sede, un edificio neoclásico cercano al Paseo del Prado.
Basílica de San Francisco el Grande: Construida en estilo neoclásico en 1784 sobre un monasterio franciscano, la basílica fue desamortizada en 1836. En los años siguientes se planteó la idea de convertirla en Panteón Nacional, y entre 1869 y 1874 albergó los restos de varios personajes ilustres de la historia española, hasta que se decidió reformarlo y restaurarlo, convirtiéndose en una destacada pinacoteca.
Bolsa de Madrid: La Bolsa de Madrid fue creada originalmente por el rey José I Bonaparte, pero no sería inaugurada de manera formal hasta 1831 por el rey Fernando VII, con un mercado de valores similar al de otros países. Su sede original se encontraba en la plazuela del Ángel. Pronto sufrió su primera crisis con el estallido de la guerra carlista. El marqués de Salamanca se convierte en el “primer rey de la bolsa.”
En 1893 se construye el Palacio de la Bolsa de Madrid, de estilo neoclásico, situado en la Plaza de la Lealtad.
La Casa de la Villa es la sede del ayuntamiento de Madrid, inaugurada en 1692. Es una construcción sobria, de estilo herreriano.
Catedral de San Isidro: En esta iglesia barroca se custodian las reliquias de San Isidro, patrón de Madrid, que fue finalizada en 1664. En 1885 se crea la diócesis de Madrid, y la colegiata pasa a ser la catedral de la ciudad hasta 1993, que se concluye la catedral de Santa María de la Almudena y San Isidro se convierte en colegiata.
Fábrica de tabacos: Una de las obras públicas del rey Carlos III, fue terminada en 1790. Con varias interrupciones y reformas, la fábrica continúa con su función original, dando trabajo a muchas mujeres, siendo uno de los principales centros tabaqueros de España.
Hijos de Casimiro Maou: Se trata de una sociedad mercantil que fabrica y vende hielo, colores, y barnices. Con los servicios del maestro cervecero Konrad Stauffer comienzan a elaborar cerveza con lúpulo importado de Alemania y malta de Aranjuez.
Museo Arqueológico Nacional: El proyecto de un Museo Arqueológico Nacional se fraguó a partir de 1862, decidiendo construir un edificio al final del Paseo de Recoletos, para hacer frente a los problemas del patrimonio histórico afectado por las desamortizaciones eclesiásticas.
En 1867, por real decreto se firmó la creación del museo en el edificio del Casino de la Reina y otros pabellones, con colecciones cedidas por distintas instituciones. Se inauguró en 1871, sufriendo varios intentos de robo y asalto. También se organizaron dos exposiciones Histórico-americana e Histórico europea, hasta que en 1893, comenzó al traslado al palacio de Recoletos. Instalado en su nueva sede, el museo continuó su labor docente e investigadora de manos de sus conservadores.
Museo Nacional de Historia Natural: Heredero del Real Gabinete de Historia Natural creado por el rey Carlos III en 1771, en 1815 se creaba el Museo Nacional de Historia Natural, absorbiendo también el Real Jardín Botánico, el Real Laboratorio de Química, el Real Estudio de Mineralogía, y el Real Estudio Astronómico.
Inicialmente situado en el Palacio de Goyeneche, en 1895 sería trasladado apresuradamente al nuevo Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales.
Museo Real de Pinturas/Museo Nacional de Escultura y Pintura: Este museo, situado en el Paseo del Prado, fue fundado en 1819, por iniciativa de la reina Isabel de Braganza, esposa de Fernando VII. Al igual que otros museos europeos debe su origen a la afición coleccionista de los reyes, siendo una colección asimétrica de artistas y estilos. Las escuelas pictóricas de España, Flandes, e Italia tienen especial protagonismo. El museo también cuenta con una colección de artes decorativas y esculturas.
El edificio original comenzó a construirse en 1786, pero quedó dañado tras el paso de los invasores franceses. Gracias al interés de la reina Isabel de Braganza comenzó su recuperación, inaugurándose en 1819 como Museo Real de Pinturas, formando parte del patrimonio de la corona. Tras el destronamiento de Isabel II en 1868 pasó a formar parte del patrimonio de la nación. No obstante, comenzó a sufrir cierta precariedad, con un apoyo y recursos insuficientes. Sólo a finales del siglo XIX, y tras la alerta de una falsa noticia de incendio, comienzan a adoptarse mejoras urgentes.
Con las desamortizaciones del siglo XIX, y la adquisición de colecciones particulares los fondos del museo se incrementaron. En 1872, tras la fusión con el Museo de la Trinidad, fue renombrado como Museo Nacional de Escultura y Pintura.
Palacio de Altamira: Propiedad de los condes de Altamira, este palacio barroco comenzó a construirse en 1788 y ocupa toda una manzana de viviendas aristocráticas. En 1887 se emprenden reformas para dar un estilo armonioso a la fachada.
Palacio de las Cortes: Es un edificio neoclásico que fue inaugurado por la reina Isabel II en 1850 para las reuniones de los diputados. En su fachada monumental destacan dos enormes leones a partir de 1866, fundidos con el metal de los cañones capturados en la Guerra de África de 1860. Dispone de varias salas de reunión y biblioteca, donde se guardan los documentos de las sesiones de las cortes.
Palacio de Grimaldi: Construido en 1782 en estilo neoclásico para los Secretarios de Estado, fue saqueado a principios del siglo XIX tras la huida del ministro Godoy. En 1819 se convirtió en sede de la Real Biblioteca, pero tras un incendio en 1846 fue reconvertido en Ministerio de la Marina, pasando a ser conocido como Palacio del Almirantazgo.
Palacio de Liria: Inaugurado en 1785, este palacio neoclásico fue propiedad de los duques de Berwick, y posteriormente pasaría a los duques de Alba, convirtiéndose en su principal residencia madrileña, y donde se encuentra su principal colección de obras de arte.
Palacio de Murga: Los marqueses de Linares compraron el terreno y comenzaron la construcción de un palacio neobarroco en 1877. Aunque comenzó a ser habitado en 1884, las obras no terminarían hasta 1900. Es un palacio de cuatro pisos con jardín.
El Palacio Real da nombre al barrio del mismo nombre, siendo el mayor del centro. Es la residencia de la familia real desde el siglo XVIII, con varios estilos, destacando el barroco y el neoclásico. Levantado sobre el antiguo Alcázar de Madrid, fue reconstruido en el siglo XVIII por orden del rey Felipe V, con sucesivas reformas y añadidos. El interior del palacio destaca por su belleza artística y la decoración de sus salas con obras de arte de todo tipo.
El rey Fernando VII introdujo en el palacio una decoración al estilo francés, y posteriormente su nieto Alfonso XII introdujo el estilo victoriano en su residencia. Las obras fueron dirigidas por José Segundo de Lerma, transformando las habitaciones, introduciendo parqué de madera y mobiliario de época.
Palacio de las Vistillas: Construido en el siglo XVIII, pertenece a los duques de Osuna. A mediados del siglo XIX se instala la biblioteca de los duques. El duque de Osuna, Mariano Tellez-Girón es conocido por su vida de lujo disipado, celebrando fiestas y eventos a los que asiste la aristocracia madrileña.
Palacio de la Zarzuela: Fue construido en 1635 durante el reinado de Felipe IV, de sobria forma rectangular y de estilo barroco, con jardines y colecciones de esculturas y pinturas. En el siglo XVIII Carlos IV lo reformó y adornó con tapicerías y mobiliario neoclásico y una magnífica colección de relojes. Su teatro da nombre al género musical de la zarzuela.
Plaza del Barranco/Plaza de Prim: Se trata de un espacio abierto entre los barrios de Sol y Palacio, donde se encontraba un foso defensivo de la ciudad, en los límites de la muralla. En 1868 fue rebautizada como Plaza de Prim, en honor al general Juan Prim. En el centro se colocó una estatua de Isabel II, que sería trasladada poco después al cercano Teatro Real. En su lugar se colocó una estatua dedicada a la Comedia.
Plaza de la Constitución: Originalmente reformada en el siglo XVI, cuando Madrid se convirtió en capital del reino, ha sufrido numerosos incendios y reconstrucciones. La última reconstrucción se prolonga desde finales del siglo XVIII hasta 1854, cerrando la plaza y situando varios arcos para su acceso. En 1848 se coloca una estatua ecuestre del rey Felipe III, y en 1880 se restaura la Casa de la Panadería. Ha alternado varios nombres, llamándose Plaza del Arrabal, Plaza Real, y Plaza de la República. Desde 1876 vuelve a ser la Plaza de la Constitución.
Plaza de Madrid/Plaza de Castelar: Esta plaza fue construida en un plan de remodelación urbana durante el reinado de Carlos III, con jardines y estatuas con motivos mitológicos, en el que destaca la fuente de Cibeles, donde aparece la diosa Cibeles en un carro tirado por leones. Originalmente la escultura también disponía de un dragón y un oso, que fueron retirados en 1862. En 1895 se trasladó la fuente al centro de la plaza. En 1900 la plaza pasa a llamarse Plaza de Castelar.
Plaza de Oriente: Desde finales del siglo XVIII existía el proyecto de construir una gran plaza junto al Palacio Real. Tras varios diseños, terminó por construirse en 1844, creando una plaza rectangular. En 1851 comenzaron a construirse viviendas en torno a la plaza. En el centro se colocó una estatua ecuestre del rey Felipe IV.
Plaza del Palacio de Justicia: Originalmente ocupada por el convento de Calesas, en 1870 fue desamortizado y el espacio abierto pasó a ser la Plaza del Palacio de Justicia, acogiendo las sedes de la Audiencia Nacional, , el Tribunal Supremo, y el Colegio de Abogados de España. En el lado sur se encuentra una estatua del rey Fernando VI.
Plaza de Santa Ana/Plaza del Príncipe Alfonso/Plaza de Topete: Es una plaza en el centro, donde se encontraba el convento de Santa Ana, que ha sido muy modificada a lo largo del tiempo. El convento fue derribado en 1810, en 1860 fue rebautizada como Plaza del Príncipe Alfonso, y entre 1868 y 1874 como Plaza de Topete, volviendo a ser la Plaza del Príncipe tras la Restauración de la monarquía.
Desde 1850, tras el derribo de varios edificios, el Teatro Español preside la plaza. Habitualmente se celebra un mercadillo de pájaros y flores. En 1872 se coloca la Fuente del Cisne.
Plaza de Santiago/Plaza de Colón: Nombrada originalmente a partir del apóstol Santiago, en 1893 la plaza es dedicada al descubridor Cristóbal Colón, situándose un conjunto monumental en el centro de la plaza.
Plaza de la Villa: Es una de las plazas más antiguas de Madrid, remontándose a la Edad Media. Todavía conserva varias casas y edificios medievales, como la Casa y Torre de Lujanes o la Casa de Cisneros. En la plaza se encuentra el ayuntamiento, y en 1888 se colocó una estatua dedicada a Álvaro de Bazán.
Puerta del Sol: Construida en uno de los accesos a Madrid, es una de las plazas más concurridas de la ciudad, con una ubicación cada vez más céntrica. Recibe su fisonomía actual en 1862, construyéndose fachadas uniformes. Ha sido escenario de varios motines y levantamientos, como el motín de Esquilache o el del 2 de mayo. En 1856 también se instala el km 0 de las carreteras españolas.
Real Academia Nacional de Medicina: Fue fundada en 1861 a partir de Real Academia Médica (1734).
Real Casa de Correos: Es un edificio neoclásico de finales del siglo XVIII con parada de postas. En 1847 se convierte en la sede del Ministerio de la Gobernación, y en 1866 se instala un reloj que será referencia para los madrileños.
Real Compañía Asturiana de Minas: Es una empresa minera y metalúrgica de capital belga fundada en 1853. Es la sede de una compañía que explota las minas de carbón de Asturias y cinc y plomo en el País Vasco.
Salón de Baile/Casón del Buen Retiro: Uno de los edificios que sobrevivió a la demolición del Palacio del Buen Retiro. Fue construido en 1637 como Salón de Baile para el rey Felipe IV. A finales del siglo XVIII se convirtió en el Real Gabinete de Máquinas y desde 1831 en Real Gabinete de Estudios Topográficos.
Salón de Reinos/Museo del Ejército: Es uno de los principales edificios que quedan del desaparecido Palacio del Buen Retiro, construido entre 1630 y 1635. Tras la Guerra de Independencia quedó en un estado ruinoso, y en 1841 el Salón de Reinos fue convertido en Museo del Ejército.
Teatro Apolo: Inaugurado en 1873 en la calle de Alcalá, con un aforo de 1.200 personas, es considerado “La catedral del género chico” de la zarzuela. Es famosa “la cuarta de Apolo”, la última sesión después de medianoche, con obras más atrevidas y un público más despreocupado y festivo.
Teatro Lope de Vega/Teatro de los Basilios: Inaugurado en 1850, sobre el antiguo convento de los Basilios, es un pequeño local con butacas de terciopelo. Es gestionado por una fundación y sociedad privada.
Teatro del Príncipe/Teatro Español: Originario del siglo XVI, tras varias vicisitudes recibió en 1849 el nombre de Teatro Español, con un aforo de 1.200 personas. A partir de 1887 sufre una serie de reformas arquitectónicas. Es el teatro modelo de Madrid.
El Teatro Real es el principal teatro de ópera de Madrid, de estilo neoclásico, situado frente al Palacio Real, siendo la principal institución de artes escénicas y musicales de España. Comenzó a construirse durante el reinado de Fernando VII y fue inaugurado por la reina Isabel II en 1850. Aparte de un auditorio con 2.200 asientos, cuenta con dos salones de baile, tres salones de descanso, confitería, café, tocador, y guardarropa. En 1867 tiene lugar un incendio en el conservatorio de música, que por suerte no se extiende al resto del teatro.
El período de esplendor del teatro coincide con el reinado de Alfonso XII, acogiendo a las voces europeas más prestigiosas de la época. En 1888 se introduce la luz eléctrica.
Universidad Literaria/Central: En 1836, por orden de la regente María Cristina, se ordenó el traslado a Madrid de los estudios de la Universidad de Alcalá al Seminario de Nobles. En principio se denominó “Universidad Literaria,” pero en 1850 pasó a llamarse “Universidad Central”. La Universidad nació con una mentalidad renovadora liberal.
Desde 1857 esta universidad fue la única autorizada en España para emitir el título de doctor.

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