
Nicole trata de ser lo más natural posible delante de aquel tipo. No tiene precisamente la pinta de un cocinero o un camarero, aunque al verle respirar con normalidad la Malkavian al menos descarta que suponga un peligro sobrenatural más evidente. Al olfato de Nicole llega un ligero olor a sudor mezclado con el de ropa húmeda. En el restaurante sobrevuela el aroma también de las especias utilizadas en la cocina italoamericana, aunque está muy atenuado porque hace ya unas horas que el local está oficialmente cerrado.
El hombre no espera la pregunta, pero el tono banal de la misma le hace bajar un poco la guardia. Nicole no las tiene todas consigo de que no esconda algún arma, al fin y al cabo, ¿qué más podría estar haciendo allí a esa hora que garantizar la seguridad del tal Pozzi?. Roza por ello la navaja de su bolsillo, nunca se sabe dónde se esconde el peligro.
El tipo, cuyos tirantes le dan un aspecto demasiado estereotípico para el escenario en el que estáis, se encoge de hombros con un gesto que muestra que está relajado, que no considera que la Vampira sea ninguna amenaza.
- ¿Francamente? El olor más difícil de quitarse de encima aquí es el de la basura, no es que los camiones se preocupen mucho por el servicio en este barrio, ¿sabes? -el hombre tiene una voz agradable, podría ser cantante- Pero de comida supongo que el de la cebolla o el ajo, ¿no?

Tadd disfruta por un momento del aire húmedo y frío de la noche neoyorquina mientras espera que Nicole salga, lo que hace poco después. La Brujah siente una oleada de algo parecido a la ¿melancolía? durante un momento. La doctora Akiva sentirá que toda su vida cambia, sentirá el miedo de algún tipo de amenaza protagonizada por los italoamericanos, sentirá que todo cuanto daba sentido a su vida estaba en riesgo y le obligaba a empezar desde cero desde la más absoluta incertidumbre. Tadd sabía que todo eso era indudablemente mejor que morirse. Que ser asesinada.
Pero la doctora jamás sabría que en realidad cuando aquellos tipos llamaran a su puerta, o a la puerta de quien pudiera empujarla a dejar la ciudad, estaba en su día de suerte. Tadd no podía dejar de sentir culpabilidad por aquello. Por elegir el mal menor por propio beneficio. ¿Era acaso mejor que Miki?
Una sombra de preocupación cruzó la mente de la Brujah por sus propias palabras. ¿Le habría dado demasiada información a Pozzi? Había sido deliberadamente ambigua y el italoamericano no era el típico chismoso. Por lo que sabía, los territoriales Vástagos de aquel dominio no solían asomar las narices fuera de aquella isla desde que el gobierno nocturno se atomizó y, de igual manera, se guardaban mucho de que nadie entrara a husmear en sus asuntos. Quizá por ese carácter tan territorial, Pozzi había vuelto a advertirle de que corría mucho peligro junto a Nicole. El sentido común la invitaba a salir corriendo y perderse en la noche.
Pero su empatía y su sentido de la justicia le impulsaban a quedarse quieta. Miró a Nicole para decidir qué hacer antes de que la noche comenzara a extinguirse.
OFF: Tadd mantiene su Humanidad