JORDANIA: LA HISTORIA EN LAS SOMBRAS
La verdadera historia de Jordania remonta sus orígenes a la historia antigua de Egipto y Roma. Los faraones egipcios de las dinastías XIII-XX a menudo estuvieron bajo el control de los Seguidores de Set. Cuando el rey Saúl, con la ayuda de otros clanes, arrebató el control de Israel a los egipcios, los Setitas se enfurecieron. Por desgracia, Egipto se encontraba una situación inestable, provocada por los demás clanes, que luchaban contra los Seguidores de Set por el control del país. Los Setitas tenían suficientes problemas tratando de mantener su precario dominio sobre los gobernantes de su país nativo como para preocuparse de recuperar territorios perdidos.
Los enfrentamientos en la corte faraónica terminaron con la llegada de un misterioso individuo conocido como Sehtnakht, que se convirtió en faraón en el año 1223 a.C. Los Setitas no consiguieron corromperlo ni a él, ni ha su hijo Ramsés III, ni a ninguno de sus sucesores. Los Setitas perdieron el poder y pasaron muchos años tratando de recuperarlo. Ningún otro clan pareció beneficiarse del gobierno de Sethnakht, y su origen todavía continúa siendo un misterio actualmente.
Ningún Vástago está seguro de quién era Sethnakht. Los Setitas tenían muchos rivales, y cualquiera de ellos pudo haber ayudado a Sethnakht a conseguir el trono. Sin embargo, ningún otro clan ha admitido jamás ser el poder tras el misterioso faraón. De hecho, ninguno pareció beneficiarse del gobierno de Sethnakht. Algunos Setitas creen que era un poderoso Magus o incluso Caín en uno de sus muchos disfraces, actuando por algún misterioso propósito personal. En cualquier caso, después de que el faraón Ramsés III ocupara el trono, Sethnakht desapareció tan misteriosamente como había llegado.
Los Setitas consiguieron recuperar algo de influencia hacia el 50 a.C. Reconocieron el creciente poder del Imperio Romano y también deseaban que Egipto recuperara sus territorios previos. Enviaron a la reina Cleopatra, su agente mortal, a influir sobre las decisiones del Senado Romano. Fue incapaz de utilizar sus encantos sobre Julio césar, pero persuadió a Marco Antonio, Octavio, y sus aliados de que lo asesinaran; posteriormente Octavio se convirtió en César Augusto, y bajo la influencia de Cleopatra, envió a Herodes el Grande a gobernar Judea.
Los Setitas apoyaron a Calígula, que subió al trono del Imperio Romano en el año 37 d.C. Por aquella época se cree que el emperador Calígula se encontraba bajo la influencia de tantos clanes y fuerzas externas que no fue sorprendente que terminara volviéndose loco. Con toda la conmoción provocada por sus actividades, las órdenes de los Setitas para que las legiones romanas conquistaran el reino de los Nabateos pasaron casi desapercibidas.
Los Setitas continuaron influyendo parcialmente sobre los emperadores romanos hasta el año 106, cuando el emperador Trajano finalmente culminó la conquista de los nabateos. Los romanos saquearon la ciudad de Petra y la transformaron en la capital de una nueva provincia romana.
Los Setitas desconocían que Trajano también estaba siendo manipulado por los Assamitas, el clan de vampiros que posteriormente se convertirían en asesinos a sueldo. Varios agentes de los Assamitas estuvieron presentes en la batalla final de Petra, con órdenes de anotar la interferencia de otros Vástagos. Durante el saqueo, uno de los Assamitas vio a un soldado nabateo, un guerrero conocido como Talaq, que había matado solo a doce soldados romanos.
Talaq finalmente cayó, pero su proeza causó una profunda impresión en el observador Assamita. En aquella época los Assamitas no disponían de un rito organizado de aprendizaje para los neonatos –se limitaban a reclutar a fanáticos guerreros de Oriente Medio como carne de cañón para su clan. El Assamita terminó con los legionarios supervivientes, llevó al guerrero agonizante a un edificio abandonado y le concedió el Abrazo.
Cuando Talaq revivió, el Assamita le informó de su nueva situación. A pesar de su deseo de vengarse de los romanos, Talaq permitió que le llevaran a Alamut, la fortaleza de los Assamitas en las montañas de Turquía, donde mejoró sus ya considerables habilidades.
DESPUÉS DE ROMA
Mientras tanto, los pocos supervivientes del saqueo de Petra se dispersaron a los cuatro vientos, y la propia ciudad quedó bajo el dominio romano. Sin embargo, cuando el Imperio Romano perdió su influencia, Petra quedó abandonada. Pronto, sólo unas pocas tribus de beduinos recordaron la existencia de la gran ciudad de piedra. Los nabateos supervivientes pronto se mezclaron con otras tribus del desierto y olvidaron su antigua herencia.
Talaq se había convertido en uno de los mejores guerreros del Clan Assamita. A pesar de su posición inicial como “carne de cañón”, sobrevivió a todos los conflictos en los que participó y pasado un siglo los antiguos del clan decidieron que era demasiado valioso para desperdiciarlo. Sin embargo, durante este período Talaq seguía obsesionado con vengarse de los romanos por haber destruido su país natal.
En varias ocasiones Talaq cometió el pecado definitivo contra su clan: participar en guerras sin el permiso o conocimiento de sus antiguos. Sus víctimas siempre eran romanos, ya fuera durante los últimos días de gloria del Imperio Romano o durante el período bizantino. Por fortuna, los antiguos Assamitas nunca descubrieron esta desobediencia.
Los Assamitas estuvieron muy ocupados durante el período de las Cruzadas. Ellos, junto con muchos Nosferatu, Malkavian, Lasombra y Tzimisce, se aliaron con el sultán Saladino contra sus enemigos. Ricardo Corazón de León era a su vez apoyado por varios clanes vampíricos, principalmente los Ventrue y los Toreador. A pesar de varios intentos de asesinato, Ricardo evitó la muerte a manos de los Assamitas, y algunos creen que el Magus pelirrojo conocido como “Merlín” o uno de sus descendientes, proporcionó al rey cristiano varias protecciones místicas. Las acciones de Ricardo eran independientes de sus aliados vampíricos, que en ocasiones estaban dispuestos a sacrificar al tozudo monarca y sustituirlo con alguien más susceptible a su influencia.
Fue durante este período que Talaq se encontró con Khalid, un vampiro del Clan Nosferatu, con el que compartía un mismo odio por el Imperio Bizantino. Durante una de sus batallas independientes, Talaq fue decisivamente derrotado en una de las escasas ocasiones de su existencia por Alexius, un prelado bizantino convertido en Vástago. Por fortuna, consiguió escapar de él antes de sufrir la Muerte Definitiva. Regresó para cazar a Alexius y de nuevo su camino se cruzó con el de Klahdi mientras lo perseguían. Alexius era el sire de Khalid, y en aquel momento el Nosferatu estaba buscando a su creador para aprender más sobre su estado vampírico.
Los dos compañeros nunca encontraron a Alexius, lo que quizás resultó una suerte. Talaq deseaba matar al vampiro bizantino, mientras que Khalid deseaba obtener respuestas de su sire. Si lo hubieran encontrado, Alexius sin duda los habría enfrentado entre ellos. Pero finalmente, la relación entre ambos terminó con una despedida en términos de amistad. Khalid, que también era un guerrero, estaba impresionado por la habilidad de Talaq, mientras que el fervor guerrero del Nosferatu y su odio hacia los europeos también habían impresionado a Talaq. Los dos han mantenido un sutil contacto desde entonces.
Como resultado de su duelo con Alexius, Talaq se dio cuenta de dos cosas. La primera es que no era el guerrero vampiro invencible que había creído ser. La segunda era que, aunque su reino nunca resurgiría, todavía quedaban supervivientes nabateos que habían olvidado su legado. Finalmente decidió hacer lo que pudiera por su pueblo en lugar de dedicarse a una eternidad de venganza por la destrucción de Petra.
Con este propósito, Talaq dejó de atacar a los romanos y sus descendientes. Se dirigió a las tierras del valle del Jordán y comenzó a buscar a los descendientes de los habitantes de Petra. Talaq encontró una pequeña tribu, los Naba, formada casi completamente de descendientes de los nabateos. Asesinó a los no nabateos mientras dormían, y entonces se presentó ante el resto, manifestando sus poderes sobrenaturales. Les llevó a creer que era el dios de sus antepasados, que había venido para guiarlos hacia el verdadero poder.
En los siglos siguientes, Talaq comenzó a unir a los descendientes de los nabateos en una cohesiva unidad tribal. Los guió a la ahora “perdida” ciudad de Petra, su hogar ancestral. Transmitió a sus seguidores gran parte de su fanatismo y de su adiestramiento marcial, convirtiéndolos en un mortífero grupo de guerreros.
Al mismo tiempo Talaq vivía una triple vida, de modo que sus principales planes avanzaron muy lentamente. No sólo se dedicaba a unir a las tribus de los Naba, sino que también debía actuar como un guerrero leal para el Clan Assamita. Tampoco había renunciado completamente a su venganza contra los romanos o los Seguidores de Set; había descubierto que habían sido los Setitas quienes habían influenciado a los romanos para que conquistaran a su pueblo, así que eran tan culpables como los romanos.
Talaq se vengó tanto de los romanos como de los Setitas ayudando a los Mamelucos, una casta militar de esclavos entrenados para la guerra que se apoderaron del poder en Egipto hacia el año 1260. Talaq manipuló sus ambiciones para que desconfiaran de los Setitas, que habían ayudado a los gobernantes previos de Egipto. De esta forma los Setitas se encontraban de nuevo desacreditados en sus tierras nativas, lo que no dejó de agradar a Talaq.
El gobierno de los Mamelucos sobre Tierra Santa fue en su mayor parte benévolo, permitiendo que los turcos otomanos crecieran en poder. Los otomanos, bajo la sutil guía de Talaq, asediaron Constantinopla, poniendo fin al Imperio Bizantino y a la presencia de los “romanos” sobre Oriente Medio. Cuando la capital bizantina fue conquistada en 1453, Talaq consideró que su venganza contra los romanos estaba completa.
Talaq consiguió mantener en secreto la reunificación de los nabateos a ojos de los antiguos Assamitas. Se dio cuenta de que si hubieran descubierto sus operaciones secretas, su existencia llegaría a su fin. Sabía que tenía que romper con la influencia de su clan sobre él. También necesitaba una mayor libertad de movimientos que su estado vampírico le impedía.
Con este propósito en mente, Talaq contacto con un sabio talmúdico de los judíos. Este sabio, Maimónides, era realmente un poderoso Magus de la Cábala que había sido consejero y cortesano del sultán Saladino. Maimónides también era conocido como Rabí Moisés Ben Maimon, o Rambam, y había conocido a Khalid durante un tiempo en que el Nosferatu se había dedicado al estudio de la cábala. Talaq había oído hablar de la existencia de Ramban gracias a Khalid y sabía que Rambam había estado activo al menos desde el siglo X, y que se había convertido en un maestro de muchos hechizos que alargaban la vida. El vampiro nabateo esperaba que los hechizos místicos del mago le permitieran romper su maldición vampírica.
En 1515 Rambam y Talaq llegaron a un acuerdo –Rambam realizaría un ritual cabalístico que devolvería a Talaq a su forma humana y le proporcionaría una vida prolongada. A cambio, Talaq influiría sobre el sultán otomano Solimán el Magnífico para que hiciera dos cosas. La primera sería levantar una muralla que rodeara la Ciudad Vieja de Jerusalén. La segunda sería proteger la Ciudad Santa durante su reinado.
Talaq mostró ciertas reservas al acuerdo, puesto que conseguía mucho más que Rambam, pero finalmente aceptó y el mago realizó el ritual. Talaq estaba encantado de volver a ser humano de nuevo, y además el ritual no sólo le proporcionaba una vida mucho más prolongada de lo normal, sino que además le permitió conservar algunos de sus poderes de vampiro.
Durante este período la Camarilla tomó medidas para terminar con la amenaza que suponía el Clan Assamita al diabolizar a otros Vástagos durante las Guerras del Sabbat. Con su habilidad marcial, Talaq realizó fácilmente la transición de guerrero a asesino, y bajo su tutela, muchos de los descendientes de los nabateos también se convirtieron en formidables asesinos.
Cuando Talaq recuperó su humanidad, decidió fingir su muerte luchando por los Assamitas. “Murió” durante la batalla final entre los turcos otomanos y los mamelucos egipcios. Fue esta batalla la que permitió a los turcos apoderarse de Oriente Medio y el engaño de Talaq funcionó con éxito durante unos tres siglos.
Desde 1515 a 1812 Oriente Medio fue una zona relativamente pacífica. Talaq se encontraba demasiado ocupado readaptándose a su humanidad y disfrutando de haberse liberado de los Assamitas, como para dedicarse a influir continuamente sobre la política. Descubrió que en su forma humana envejecía, pero a un ritmo pausado de un año por cada veinte de un humano normal. Durante este período el antiguo soldado nabateo también estuvo ocupado organizando, entrenando y fortaleciendo a los Naba, e incrementando su influencia entre los emires otomanos.
En 1812 la ciudad perdida de Petra se había convertido en una próspera comunidad de 2.000 habitantes. Los Naba, ahora una tribu poderosa, sobrevivían mediante la agricultura y atacando a otras tribus de la región. La influencia de Talaq y la ubicación aislada de Petra, impidieron que los emires otomanos descubrieran la existencia de la ciudad.
Esta situación pacífica fue amenazada en 1812. Un explorador suizo llamado Johann Ludwig Burckhardt y su grupo de exploradores recorrieron la zona que rodeaba Petra. Talaq no descubrió lo cerca que estaban los exploradores de la ciudad, y antes de que pudiera intervenir, una patrulla de Naba se encontró con el grupo de exploradores y los mataron a todos. Un guía nativo consiguió escapar y surgieron rumores de que unos incursores misteriosos operaban en Petra o en las cercanías.
Talaq tuvo que utilizar todos sus recursos para evitar que los emires otomanos investigaran la zona y descubrieran Petra. Proporcionó ayuda a Mohammed Alí, un virrey otomano de Egipto que se sublevó contra el sultán otomano de Estambul. Al mismo tiempo unos 1.500 guerreros Naba se dirigieron a un lugar a 200 km al norte de Amman y se enfrentaron a un ejército turco que triplicaba su tamaño. Los otomanos destruyeron por completo a los Naba, pero quedaron convencidos de que habían eliminado a los misteriosos incursores y no siguieron realizando más averiguaciones, ocupados como estaban con la rebelión de Egipto.
Sin embargo estos actos no pasaron del todo desapercibidos, y los Assamitas se dieron cuenta de la situación. Varios exploradores del clan fueron capaces de infiltrarse en Petra y uno consiguió sobrevivir lo suficiente para regresar e informar de que Talaq seguía vivo. Ahora los Assamitas tenían una respuesta para muchas de las extrañas actividades e influencias secretas en la zona, que hasta el momento habían atribuido a los Seguidores de Set. Se dieron cuenta de que Talaq estaba realizando una Mascarada propia, y decidieron actuar contra su antiguo compañero de clan, atacándolo sutilmente para castigarlo por su deserción y evitar que comprometiera sus secretos.
Por fortuna, Petra resistió contra los Assamitas, porque Talaq había enseñado a los Naba a utilizar las propias disciplinas de su clan. Los Vástagos eran incapaces de emprender un asalto a gran escala, mientras que los Naba y los espíritus guardianes de Petra se mostraron bastante eficientes destruyendo a cualquiera que entraba en la ciudad sin permiso.
De repente Talaq se encontró enfrentando tanto a su anterior clan como a los Seguidores de Set, pues los Setitas también habían descubierto su existencia tras interrogar a un espía Assamita. Para defender su posición Talaq decidió actuar de forma decisiva y tomó la identidad de Hussein ibn Alí, un jefe tribal hashemita. En secreto asesinó al verdadero Hussein en 1878 y tomó su lugar, utilizando las habilidades que había aprendido de los Assamitas para disfrazarse y sus habilidades de control mental para mantener el engaño.
Como Hussein, Talaq engendró cuatro hijos: Alí, Abdalá, Faisal y Zaid. En 1914 estalló la Primera Guerra Mundial y los otomanos se aliaron con los alemanes, lo que llevó a Talaq a iniciar correspondencia con el Alto Comisionado Británico en 1915. Ofreció levantar a los árabes en armas contra los turcos a cambio de que Inglaterra reconociera la independencia de Arabia.
Talaq, ahora Jerife de la Meca, instruyó a sus hijos (que desconocían la verdadera identidad de su padre) para que ayudaran a los británicos. El propio Talaq expulsó a la guarnición militar otomana de la ciudad santa de La Meca, mientras que su hijo Faisal conquistaba Al Aqabah, un importante puerto marítimo. Posteriormente su hijo entró en Damasco, obligando a los gobernantes otomanos a capitular unas pocas semanas después.
Tras la guerra, Gran Bretaña finalmente comenzó a tomar medidas diplomáticas para reconocer la independencia de Arabia. De los hijos de Hussein/Talaq, Alí se convirtió en el nuevo Jerife de La Meca en 1924, Abdalá fue nombrado emir del recién creado emirato de Transjordania en 1921, y Faisal se había convertido en Rey de Siria en 1920. Como Hussein, Talaq se “retiró” en 1924. Mientras tanto los británicos diseñaron gran parte de las fronteras del actual Israel, incluyendo la Cisjordania y Palestina como parte del hogar del pueblo del judío. Talaq no tenía ningún prejuicio especial contra los judíos, recordando que cuando Petra era la capital del reino nabateo los judíos habían sido responsables de gran parte de la cultura y conocimiento de la época. De esta forma Talaq regresó a Petra, manipulando al gobierno de Transjordania y manteniendo la fuerza de la tribu Naba.
En 1946, tras la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña otorgó la independencia plena a Transjordania, debido a la lealtad y apoyo del país durante la guerra. Dos años después Gran Bretaña terminó con su mandato sobre Palestina e Israel se proclamó como nación independiente. Poco después estalló la primera guerra árabe-israelí y los árabes lucharon por lo que creían que era suyo.
Abdalá, rey de Jordania, participó en la guerra contra los israelíes para no arriesgarse a la ira de los ciudadanos jordanos. El ejército jordano conquistó Cisjordania, incluyendo Jerusalén este, pero no avanzó más allá. La aparente reticencia de Abdalá a atacar a Israel provocó que sus enemigos contrataran a un asesino Assamita, que aceptó el contrato suponiendo que la muerte de Abdalá haría que Talaq saliera de su refugio en Petra. Una vez quedara expuesto, los Assamitas podrían matarlo con relativa facilidad.
Abdalá murió en la mezquita de al-Aqsa en 1951, su nieto, Hussein, apenas consiguió escapar de la muerte cuando una de las medallas de su uniforme desviaron una segunda bala dirigida contra él. El hijo de Abdalá, Talal, se convirtió en rey de Jordania, pero fue incapaz de gobernar durante mucho tiempo debido a su enfermedad mental. Al mismo tiempo, Naif, hermanastro de Talal, conspiraba para hacerse con el trono jordano.
Para neutralizar los planes de Naif, Talaq apartó a Talal del poder y se lo llevó a Petra. Entonces el antiguo nabateo se disfrazó y ocupó el lugar de Talal. Mientras gobernaba Jordania, Talaq tuvo que dedicar mucho tiempo a evitar muchos intentos de asesinato por parte de los Assamitas. Por fortuna, fue capaz de sobrevivir a todos ellos.
Talaq mantuvo el poder en Jordania el tiempo suficiente para que Hussein, el hijo de Talal, fuese nombrado rey en 1952. Entonces despareció de la luz pública y regresó a Petra. El propio Talal fue llevado a una villa cerca de Estambul para que disfrutara de un pacífico retiro donde murió en 1972. En lo que se refiere a Naif, Talaq lo “persuadió” de que se marchara de Jordania y no regresara nunca.
El rey Hussein asumió poder constitucional el 2 de mayo de 1953 y demostró ser un líder extremadamente efectivo. Durante el breve gobierno de Talaq como Talal, el nabateo abrió Jordania a más reformas democráticas, considerando que de esta forma suavizaría los conflictos internos del país y ayudaría a garantizar la seguridad de Petra. Además, Talaq prefería que la zona que rodeaba “su” ciudad fuese tan pacífica como fuera posible.
Como resultado de la política de Talaq, el rey Hussein tuvo que enfrentarse a los comunistas y socialistas que trataban de conseguir el control en el Parlamento de Jordania. También tuvo que enfrentarse a varias amenazas internas y externas, especialmente muchos intentos de asesinato dirigidos contra él. En una ocasión varios cazas MIG sirios intentaron derribar su avión personal. Otro asesino intentó arrojar ácido a la cara de Hussein. Los Assamitas iniciaron varios de estos intentos de asesinato, tratando de volver vulnerable a Talaq obligándolo a proteger al rey.
En 1967 la situación política de Oriente Medio cambió durante la Guerra de los Seis Días, la tercera guerra árabe-israelí. Israel ocupó Cisjordania. Talaq se mostraba intranquilo ante los disturbios que se produjeron en su país y la invasión de “su” país. Estaba tan furioso que planeó lanzar a los guerreros Naba contra los israelíes.
Fue en este momento cuando Rambam, el místico cabalista, contactó de nuevo con Talaq. Como el antiguo nabateo, el sabio mago talmúdico también había utilizado varios hechizos para prolongar su vida que le habían mantenido vivo durante siglos. Además, ahora Rambam trabajaba con el Mossad, los servicios secretos israelíes.
Rambam informó a Talaq de que debía permitir que los israelíes conquistaran Cisjordania y que Jordania no intervendría. Si los jordanos atacaban, Rambam retiraría los hechizos que hacía siglos había lanzado sobre Talaq para preservar su vida.
Como Talaq había sospechado durante largo tiempo, todavía le quedaba mucho por pagar del pacto que había hecho con el místico. Sin embargo, había poco que pudiera hacer. Utilizó su influencia sobre el rey Hussein para que los jordanos perdieran las batallas contra los israelíes, y de esta forma Israel conquistó Cisjordania, provocando además que cientos de miles de refugiados palestinos entraran en Jordania.
Para convencer a Hussein de que renunciara a Cisjordania, Talaq se vio obligado a revelar su existencia al rey. Lleno de respeto por su bisnieto, que había excedido todas sus expectativas, Talaq reveló su verdadera naturaleza a Hussein. También le reveló que su poder había protegido al rey jordano de muchos intentos de asesinato. También informó al joven monarca de que deseaba la paz en Jordania y que le apoyaría mientras mantuviera la paz.
El rey Hussein quedó sorprendido por este espectro del pasado. Percibió que el poder e influencia de Talaq eran inmensos y que aunque hubiera querido hacerlo, no podría haberse opuesto a su ancestro.
Hussein aceptó la situación voluntariamente. Como político hábil que era, podía percibir que la influencia de Talaq era muy importante para mantener y proteger su gobierno. El antiguo nabateo le aseguró que sus poderes e influencia estarían a disposición del rey de Jordania mientras aceptara sus deseos. Las peticiones de Talaq eran relativamente sencillas. Primero, la localización de la ciudad de Petra debía mantenerse en secreto. A lo largo de los siglos la zona que rodeaba Petra había adquirido una reputación tan siniestra que nadie se atrevía a aproximarse. De esta forma Hussein no tomaría medidas gubernamentales para investigar o utilizar Petra.
Talaq también quería que no se emprendiesen acciones en contra de los israelíes. Esta posición era difícil de mantener, pero Hussein lo ha conseguido a pesar de la irritación de los países árabes vecinos. De todas formas, el rey jordano se sintió aliviado cuando finalmente consiguió cortar las relaciones de su país con Cisjordania, dejando a la población palestina del territorio bajo la administración de la OLP y de su líder, Yassir Arafat.
Para mantener la paz en Jordania, Hussein también suavizó la ley marcial, redujo las restricciones a la prensa, legalizó los partidos políticos, y permitió la convocatoria de elecciones generales. Aunque el rey conserva un gran poder, es parcialmente responsable ante la Asamblea Nacional de Jordania.
El último gran problema al que se enfrentó Jordania ha sido la invasión de Kuwait por parte de Iraq. El rey Hussein había sido durante largo tiempo aliado de Iraq, y había apoyado a Saddam Hussein durante su guerra contra Irán. Saddam disfrutaba de un enorme apoyo popular en Jordania, y el rey Hussein no estaba dispuesto a enfrentarse a su propio pueblo. También estaba descontento con la invitación de Arabia Saudí a los Estados Unidos para que protegieran su territorio.
Hussein aceptó las sanciones de la ONU contra Iraq, pero protestó por el uso de la fuerza militar contra su aliado. Esta postura le costó la desaprobación de los países árabes que se unieron a la coalición contra Iraq. Incluso con el fin de la guerra, Jordania todavía se está recuperando de la caída del turismo, la reticencia de otros países a adquirir sus exportaciones y la retirada de ayuda al desarrollo por parte de Occidente.
Actualmente Jordania está cayendo hacia la pobreza. Talaq no está especialmente interesado por la economía jordana, ya que ha tenido poco efecto sobre los Naba. El rey Hussein, que actualmente tiene 57 años, está preocupado del declive económico de su país y de su propia y declinante salud. Su única protección contra los asesinos, especialmente los del Clan Assamita, es Talaq. Por su parte, Talaq está comenzando a arrepentirse de haber revelado a Hussein su verdadera naturaleza. Está comenzando a considerar que uno de los hijos de Hussein sería un sustituto adecuado cuando Hussein sufra un “accidente”.