Pero no puede.
La rabia tiene un sabor sanguíneo y férrico. El vínculo es aún lo suficientemente fuerte para notar cómo el objetivo de sacarlo de las manos de aquella psicópata se convertía al final en el motor que la mantenía en pie noche tras noche. Nunca fue buena idea asentarse en el Bronx y vacilar a aquel grupo de Anarquistas...
Nicole puede notar la angustia en los gestos de furia contenida de su compañera. Podía entender perfectamente lo que significaban los lazos de pertenencia, si bien ella no estaba sometida a una esclavitud tan salvaje como la del Vínculo de Sangre. Le resultaba curioso que su compañera quisiera deshacerse de aquellas sensaciones mientras ella pagaría lo que tuviera en su mano por sentirse una en la familia que conformaban sus compañeras de Clan. Sin mediar más palabra mientras Tindalos caminaba hacia un tipo que fumaba en una esquina y os miraba sin disimulo, apoyó su mano en el hombro de la Brujah.
Minutos después
Little Italy hace honor a su nombre. Es apenas un puñado de calles donde es prácticamente imposible pasar desapercibidas. La sensación de tener encima una especie de sombra opresiva era constante en cada rincón de aquel barrio. Era el territorio de alguien, y ese alguien no hacía esfuerzo alguno por disimularlo.
Ambas tenéis la sensación de que el tiempo corre en vuestra contra por los frentes que tenéis abiertos, pero ambas comprendéis la relevancia de estar delante de ese alguien y evitar problemas mayores. "Alguien" es un tipo fornido, que viste con un estilo demasiado semejante al estereotipo de los italoamericanos de la época de entreguerras. Es sonriente, algo estruendoso y exagerado en sus ademanes, pero trasciende en sus gestos un carisma que sospecháis que en un momento dado puede convertirse en una capacidad de acción que no admite contemplaciones.
Os saluda apoyado en la barra de un viejo pub irlandés pasado de moda y reconvertido en una especie de museo de recuerdos de Italia, desde los cuadros ya casi sin color de las calles de Roma o el puente Rialto de Venecia hasta banderines de los equipos de fútbol de ese país. Un grupo de clientes os mira de soslayo cuando entráis acompañados del tipo que fumaba en la calle, aunque no tienen pinta de ser realmente gente del barrio tanto como los ojos y oídos de aquel Bobby di Maggio.
- ¡Bienvenidos, bienvenidos! -dice abriendo ostentosamente los brazos- ¿Qué os ha traído por el barrio, puedo ayudaros en algo?
