SECCIÓN ESCENAS

[Dava]

Las palabras sobre una llave resuenan en la mente de Ricardo mientras observa parpadear las luces, cuando cae en la cuenta de un pequeño detalle determinante. Antaño, durante la guerra en la que aun era mortal, se les adiestraba para identificar a los enemigos durante la noche gracias a los reflejos de la luna sobre las partes metálicas de su equitación. Y por la cerradura de aquella cabina azul la llave debía ser de metal.

Ricardo haciendo uso de su disciplina del clan, Protean Prestaba especial atención a cada momento en que la luz volvía, con la esperanza de ver un destello fruto de un reflejo metálico fuera de lugar.

-Si no encontramos esa llave pronto tendremos que pasar al plan B -Dice golpeando la estatua mas cercana usando sus garras cuando vuelve la luz-. A no ser que se os ocurra algo mejor...

[Soiberg]

Aurora vio extrañada cómo su amigo Amant salía del garage y mencionaba algo de un puerto mientras subía las escaleras, se dirigía hacia fuera y salía.

Justo tras cerrar éste la puerta y salir al exterior, Aurora lo llamó a gritos

-¿No es al puerto, ¿has escuchado?-- tenemos que introducir las coordenadas en la cabina, ¡hay que encontrar esa llave!

Aurora, desesperada mientras las estatuas se les acercaban cada vez más, pulsó la palanca, ahí se reveló repentinamente un gran arcón oculto con montones de frascos de drogas, ¡por fin, el alijo del cartel!-se dijo para sí misma, aunque a estas alturas ya no era importante por la premura de la situación-probablemente deberían de encontrar a Amant ya en el golfo de León -se dijo Aurora para sí misma, pensativa-. Y a un lado...brillaba algo, ¡la llave!, se la dió a su hermano para que abriera la misteriosa cabina azul, mientras miraba las escaleras por si su amigo Amant volvía.

[Baudelaire]

Observo con atención los barcos y me escabullo en la capitanía para revisar los próximos embarques. Una mirada rápida y ya he descubierto en cual deberé abordar.

Un barco, como el de Caronte, paro para dejar el inframundo de una buena vez. Allá voy, amada mía.

Con el mismo sigilo de siempre, me deslizo a la cala entre las mercancías. En menos de 10 horas habré llegado por allá, mi arte es la escena. Dulcinea y Quijote jugarán con el cincel.