Si aún fuera capaz de respirar, Nyx se habría detenido resollando de manera salvaje al terminar su carrera. Su Bestia insistía en su mente en la necesidad de recibir su sustento, su impuesto, su pago para no desatarse hacia su propia perdición. Al menos, era capaz de controlar sus pensamientos.
Los aclaró con el aire del océano que llegaba especialmente frío delante de él. Había dejado atrás Coney Island, corriendo hasta alcanzar el Monumento a los Veteranos que se alzaba desde el borde oeste de Brooklyn. Los rascacielos de Manhattan, en particular aquel construido junto a donde en su día estuvieron las Torres Gemelas, se alzaban a cierta distancia a su derecha, como un enorme muro que le recordaba permanentemente que no tenía acceso.
Pensó en aquel agente de policía cuyas vértebras habían crujido bajo el peso de su cuerpo en su huida. Nyx se resistía a tomar a todos los agentes de las fuerzas del orden como potenciales enemigos. Nunca había creído en ello e, independientemente de que ahora sí le perseguían, aquel tipo solo hacía su trabajo. Tendría una familia, un entorno que ignoraba que entre los peligros a los que se enfrentaba en la noche estaba la huida desbocada de un vampiro.
¿Era alguien
inocente? La preguntaba corroía la mente de Nyx mientras observaba las lejanas luces de Manhattan una vez que tuvo por seguro que estaba solo en aquel parque y que no le perseguía ningún dron. Una vez que volvía a sentir todo el dolor de sus heridas y el aguijón del hambre. Necesitaba una respuesta a esa pregunta. Si aquel tipo podía considerarse inocente, un daño colateral evitable, su destino se quedaría como una maldición en sus pensamientos. Necesitaba justificar que haber destrozado el cuello de aquel tipo era algo
inevitable.
(ver Off más abajo)
Hay una frase que Efraim Ellis le dijo a Montecristo en una fría noche invernal, cuando ya estaba ingresado en la residencia, que resonó para siempre en la mente del Tremere: "
Un policía nunca deja de pensar como un policía". Aquella frase era un aguijonazo en los recuerdos de Montecristo, ya que Efraim la decía cuando aún era consciente de que su mente iba a perderse en las nieblas de la confusión. El viejo confiaba en que hubiera una parte instintiva en el cerebro que siguiera rigiendo su manera de entender el mundo incluso cuando su mente hubiera viajado a otros lugares alejados de la realidad.
Montecristo había querido aferrarse a aquel aforismo, pero la propia degeneración mental de su antiguo comisario le sumió desde entonces en una lógica incredulidad al respecto.
Hasta esta noche.
Ciertamente, la mente de un policía sigue funcionando siempre como ha sido entrenada. Montecristo sabía de modo instintivo cómo estarían actuando los agentes allí fuera. Varios estarían detrás de Nyx y seguramente del tipo que llamó a la puerta antes. Si Pagliacci había logrado colar su treta de mujer desamparada en unos almacenes en plena madrugada, otros estarían pendientes de ella.
Aún quedarían otros desplegados en la entrada de aquel almacén, pero seguramente sería por pura inercia, y estarían ya pensando en el final de su turno o en irse a otro lugar considerando que parte del peligro no era más que una negra perdida y la otra parte estaba siendo perseguida por los drones.
Eso le daba una oportunidad. Su Bestia se despertó repentinamente, incitándole a jugársela.
El Tremere se pegó a la pared del almacén una vez que salió de la estancia en la que ha descansado la Coterie. Amparado por las sombras, fue evitando en todo momento la luz exterior que entraba por la puerta principal abierta y, por tanto, también la de los focos de los coches patrulla. Iba palpando cada metro, paso a paso, buscando alguna salida trasera que estuviera probablemente sin vigilancia. Montecristo sabía que nadie se molestaría en vigilar la parte trasera de un almacén perdido en aquella zona de Nueva York si ya no había aviso de peligro en su interior.
Con ese modo de actuar alcanzó una puerta metálica que, al abrirse, daba acceso a un pequeño lavabo con un retrete. Y encima del retrete, una ventana.
Voilà.
No era la manera más glamurosa de salir de aquel lugar, pero como buen policía, sabía que sería la más segura para él.
Montecristo aterrizó suavemente en la gravilla del exterior confirmando que un policía nunca deja de pensar como un policía. En aquella salida no había nadie vigilando porque en teoría era absurdo vigilar nada en ese punto.
Con un atisbo de esperanza en su interior cogió su móvil y empezó a contar los tonos que daba hasta que la Caitiff contestara...
La primera reacción de aquellos tipos puso en guardia a Pagliacci. No tenía la paciencia en su momento más álgido y era consciente de que la más mínima provocación podía acabar en un desastre. Por eso, la Caitiff intentó hacer oídos sordos a todos los comentarios soeces que salían de las bocas de aquellos tipos. No estaba segura de si podría hacerles frente llegado el caso, menos aún si alguno llevaba además la sangre de alguno de los Shelby, pero se había demostrado a sí misma en las últimas noches que no iba a temer el enfrentamiento.
Sus colmillos estaban a punto de asomar al exterior cuando una voz grave calló a los hombres, que se pusieron firmes de inmediato colocándose las ropas y carraspeando.
-
¡Callad de una puta vez!
Pagliacci observó a uno de los hermanos o primos Shelby, era imposible adivinar cuál de ellos sería, caminando con elegancia hacia ella. Su aspecto era antiguo, como el de las bandas de los años 20, su rostro pálido y no había nube de vaho alguna cuando hablaba, lo que le daba un aspecto cuando menos inquietante. Aún así, era extremadamente educado y, en cierta manera, atractivo.
-
Perdone los modales, aún no han aprendido lo suficiente -dice para disculparse por las palabras de sus hombres, que guardan un silencio reverencial a cierta distancia-
No sé si nos han presentado anteriormente, no tengo una gran memoria.... soy Adrian Shelby, el hermano de Jack. ¿Puedo ayudarle en algo?
En ese momento, el móvil de Pagliacci empieza a vibrar insistentemente de tal modo que Adrian se queda mirándola con las cejas enarcadas.
-
¿No va a cogerlo?
OFF: Nyx Ansia 4 + 4 Niveles de Salud superficiales (4/5). 1 Mácula (necesito tirada de Remordimiento)
Pagliacci, Ansia 4 + 1 Nivel de Salud FV
Montecristo, Ansia 2