Re: Prólogo (Karen): Amundsen Abogados
Publicado: 12 Oct 2019, 09:48
“Si tuviese un tumor, lo llamaría “humanidad”. - pensó Karen, un poco exasperada tras leer el mensaje holográfico. A veces, durante una fracción de segundo, sentía el impulso pasajero de dejarse ver ante los demás: de mostrarse tal y como era. No es que fuese algo que cobrase tanta fuerza como para no poderlo “ignorar” ( o, para ser más concretos, adormecer) pues dominar sus impulsos, el aprender a estirar y destensar la cuerda de su propia impaciencia hacia la mortalidad con la que tenía que convivir, había sido una lección bien aprendida (y que seguía recordando) desde su abrazo. De eso hacía cada vez más tiempo y, noche tras noche, la sensación de lejanía con ese misma humanidad que alguna vez ella había tenido parecía cobrar una distancia mayor para con la persona (ser) que era ahora. Quizá más de lo que le era deseable.
Manejaba esos impulsos con férreo control, a conveniencia según el momento pero, sin embargo, había situaciones en las que la marca de la vitae que llevaba en sus venas parecía volverse más...densa, más lejana a la sangre humana que alguna vez le había dado la vida y que parecía escribir, como una secuencia más, la patológica necesidad de jugar a las apariencias en el ADN mortal.
¿Por qué el noble lobo tenía que vestirse con piel de cordero si su mera superioridad le procuraba cuanto necesitaba del rebaño? ¿Acaso no era más astuto, fiero y fuerte que la oveja? Lobo indigno que mancillas tu nobleza con el disfraz de la común debilidad.
¿Acaso no era Karen un ser más puro y más noble que las ignorantes ovejas que habitaban Copenhague? No necesitaba de banales artificios: podía tomar y dejar, a voluntad.
Entonces, de súbito, se forzaba a diluir su Sangre Azul un ápice hasta rebajarla para poder lidiar entre cotas mortales y, para no engañarse a sí misma, la Ventrue acababa por reconocer a regañadientes que las retribuciones de jugar a ser algo que no era le beneficiaban más que sacar unos fieros colmillos. Su naturaleza era marcadamente tradicionalista, tampoco quería engañarse en ese punto, hacia la Camarilla y las Tradiciones de la Secta, lo que hacía impensable revelar al monstruo latente de su más profundo ser interior. No solamente por las consecuencias fatales (o definitivas) que eso supondría sino porque, además, seguía teniendo y sintiendo más cercanía de la que le gustaba reconocer hacía la mayoría de aquellos inocentes borregos con los que trataba, le gustasen más o menos. Sin embargo, Karen sentía en su yo más interno como su “código moral” cada vez se volvía más laxo y menos restringente. Algunos lo llamaban “Vía Humanitas” y aunque la Ventrue intentaba conservar sus escrúpulos mortales y rechazar cualquier forma de violencia, crueldad y perversión para no llegar nunca a sucumbir a la Bestia, por tercera vez no se engañaba a sí misma y consentía reconocer que el desanudar el hilo que ocultaba su auténtico rostro era una idea que rechazaba tanto como atraía. Tan frustrante, tan apetecible. Y ella, suspendida en ese punto medio.
Su educación humana y vampírica había viajado a motor sobre su afinidad por los ideales de la extrema derecha, preceptos que Karen abrazaba de manera innegable. Estos, desde hacía un tiempo, parecían estar empezando a virar a orillas mucho más radicales comandados por las voces de algunos nuevos teóricos; y Karen siempre procuraba tener los oídos bien abiertos. Eran temas sobre los que le gustaba hablar con Lars de vez en cuando, y sobre los que quizá podría departir algún día con Annalise.
Aún con todo, la Ventrue, de momento solo se permitía escuchar esas ideas como un suave ronroneo que le provocaba un pequeño cosquilleo en la nuca sin dejar que llegasen a cristalizar más de lo conveniente en su mente. No se permitía ir más allá. Al menos, no, en el sentido de llegarse a acercar al absoluto desdén y rechazo hacia la raza humana de esas alimañas bestiales del Sabbat. Al menos, no de momento.
Cuánto duraría eso no se aventuraba a fecharlo. Era consciente de que si algo tenía la eternidad era una amalgama de posibilidades sobre las que había que tener cuidado a la hora de actuar. En ese instante, tenía una de esas posibilidades de elección justo al otro lado de la línea telefónica. Karen eligió vestir piel de cordero y ponerse la careta de aquel icono que le sonreía guiñándole un ojo; una vez más en post de un bien mayor.
- Señor Simonsen, buenas noches – saludó en el tono más cordial que permitía el asunto del que iban a tratar – Creo que el Señor Amundsen ya me ha presentado. – miró de soslayo a Anker con un fugaz destello de exasperación ante su mensaje. Anker sabía que, de vez en cuando, podía permitirse aquellas pequeñas licencias con Karen, pero también que la ironía no era su punto fuerte; menos aún cuando estaba concentrada en algo. La voz de la cainita poseía la mezcolanza justa entre la afabilidad y la preocupación. Sonaba firme, pero también amistosa – Aunque me temo que no en el mejor momento. Quizá le hayamos distraído de su vida familiar o interrumpido su tiempo de descanso. Le agradecemos que nos haya atendido a estas horas. Sin embargo, yo aún no he tenido el placer ¿Cuál es su papel en la empresa?
Hizo una mínima pausa esperando una respuesta para dar por acabadas las presentaciones formales, lo que le servía para que su interlocutor empezase a acostumbrarse a su voz. Mientras, con la mirada puesta en Anker, buscaba con un gesto interrogante la aprobación (que ni mucho menos necesitaba) por parte de su buen amigo el exfiscal.
¿Y quién soy para ti? - escribió en otro holograma flotante también con ¿ironía? ¿o malicia? El juego de la ironía podía resultar difícil de seguir con alguien como ella. Dejó el mensaje flotando con una expresión felina en su rostro, como gato que juega con un ratón. Por supuesto, Anker sabía que no tenía nada que temer pero aquella sonrisa zalamera seguía poniéndole aún, incluso después de tantos años y a pesar de la estrecha relación que ambos mantenían, un poco... nervioso. Nunca era fácil elegir la respuesta perfecta jugando con aquella mujer. Karen cerró el juego y centró su atención en Simonsen de nuevo.
Bien, estoy convencida de que convendrá con nosotros en la delicada situación en la que nos encontramos. La información confidencial que nos ha hecho llegar hacía esta llamada...inaplazable – otra breve pausa sirvió para enfatizar la urgencia que iba a subyacer en su conversación – Por esto, Señor Simonsen, es imprescindible que mantenga un estado de calma y nos dedique una atención absoluta. Si necesita ir a tomar un poco de agua o a por un paquete de cigarillos o cualquier otra cosa, es un buen momento para hacerlo – dejó que el tipo se tomase un segundo para pensarlo mientras ella misma tomaba asiento en el sillón de cuero del escritorio de Anker.
¿No? - la negativa del hombre volvió a hacer sonar la voz de Karen – Muy bien, entonces empecemos – La voz de la Ventrue parecía flotar en el aire y viajar a través de las ondas telefónicas como si ella y el propio Simonsen no necesitasen verse para confiar el uno en el otro. El encanto de la voz de la vampira era casi hipnótico pues, desde que empezó a despuntar en los debates de la universidad, había trabajado esa cualidad hasta convertila en una firme y cálida caricia si así se lo proponía; como era el caso. De hecho, era un “arma” más de las que disponía como inmortal. Incluso más de un hombre/mujer había llegado a desear a Karen por el solo hecho de tener esa voz susurrándole al oído.
Por lo que nos ha hecho llegar, hace unos días la policía encontró los cadáveres de esos niños en el parking de su sede. Una escena aterradora. No obstante, tenemos que esforzarnos en dejar a un lado la desolación que encoge nuestros corazones... – la pesadumbre en su voz denotaba un pesar y una empatía sinceras, aunque convenientemente calculadas, que duró lo necesario para ir al fondo del asunto – ...para intentar actuar de la forma más rápida y eficaz que sea posible.
No refleja en su email, quién encontró los cuerpos ni quién avisó a la policía. Tampoco la forma en la que se está manejando el tema desde la empresa. Desconocemos cómo es posible que el departamento de policía no haya hecho más “ruido” al respecto. ¿Que otra información tiene su contacto en el cuerpo sobre le caso?
Necesitamos que entienda que cualquier información o mínimo detalle, por pequeño o insignificante que le parezca, nos ayudará sobremanera y nos hará ganar un tiempo que no tenemos. Seguro que ha escuchado alguna vez que las 48 horas posteriores a un incidente como este son cruciales para encontrar un culpable. Pues lo son, Señor Simonsen. Y si esto se filtra la opinión pública pedirá a la prensa que le facilite ese culpable. Y, sin duda, señalará hacia el parking y sus propietarios. Ya sabe, se abrirá una investigación pública, habrá titulares en los medios, inhabilitaciones hasta resolver el caso, difamación de los accionistas e inversores de C&N, bloqueo de ventas, investigación de cuentas y vidas privadas…Lo sé, lo sé – hizo un ademán con la mano que aunque Simonsen no veía enfatizaba un largo “etc”– No voy a seguir contándole evidencias. – Hizo una nueva pausa bien estudiada antes de seguir.
– Así que, ayúdenos a ayudarles – lo que serviría para remarcar la necesidad de una abierta colaboración del hombre – Ayúdenos a entender cómo es posible que estemos metidos de lleno en este enorme problema y que hayamos tardado tanto en enterarnos de él si esas fotografías y ese vídeo fechan de hace un par de días.
La mejor ayuda y protección legal posible y que podemos darles empieza por el conocimiento y la verdad sobre todos los hechos. Una verdad que intentaremos moldear para que podamos salir de este problema con el menor número de daños y perjuicios. Le agradeceríamos que no escatimase en palabras y nos contase todo lo que esté en su conocimiento o en el de cualquier otra persona. Desde el principio y hasta esta llamada.
Sus palabras, premeditadamente, siempre habían incluído a Anker en la conversación. Sería más fácil para Simonsen saber que no estaba tratando con una completa desconocida, sino que el fundador de Amundsen Abogados también hablaba por la boca de Karen. Además, la Ventrue sabía que en algún momento ella tendría que abandonar el despacho y tendría que dejar ciertos asuntos en manos del exfiscal (hecho que a este agradaría y que serviría para mantener y reforzar su vínculo, amistad y confianza mutua). Ese era el verdadero juego del lobo, aumentar y mantener cerca al rebaño para utilizarlo a conveniencia; y Karen, tan acostumbrada a jugarlo desde que fuese juez en su vida mortal, parecía hacerlo casi con maestría.
Le escuchamos – la “Sangre Azul” guardó silencio, esperando la respuesta del hombre con todos sus sentidos a pleno rendimiento. Esperaba que en un par de horas Lars y ella tuviesen la suficiente información como para poder paliar los daños de aquella bomba.
Manejaba esos impulsos con férreo control, a conveniencia según el momento pero, sin embargo, había situaciones en las que la marca de la vitae que llevaba en sus venas parecía volverse más...densa, más lejana a la sangre humana que alguna vez le había dado la vida y que parecía escribir, como una secuencia más, la patológica necesidad de jugar a las apariencias en el ADN mortal.
¿Por qué el noble lobo tenía que vestirse con piel de cordero si su mera superioridad le procuraba cuanto necesitaba del rebaño? ¿Acaso no era más astuto, fiero y fuerte que la oveja? Lobo indigno que mancillas tu nobleza con el disfraz de la común debilidad.
¿Acaso no era Karen un ser más puro y más noble que las ignorantes ovejas que habitaban Copenhague? No necesitaba de banales artificios: podía tomar y dejar, a voluntad.
Entonces, de súbito, se forzaba a diluir su Sangre Azul un ápice hasta rebajarla para poder lidiar entre cotas mortales y, para no engañarse a sí misma, la Ventrue acababa por reconocer a regañadientes que las retribuciones de jugar a ser algo que no era le beneficiaban más que sacar unos fieros colmillos. Su naturaleza era marcadamente tradicionalista, tampoco quería engañarse en ese punto, hacia la Camarilla y las Tradiciones de la Secta, lo que hacía impensable revelar al monstruo latente de su más profundo ser interior. No solamente por las consecuencias fatales (o definitivas) que eso supondría sino porque, además, seguía teniendo y sintiendo más cercanía de la que le gustaba reconocer hacía la mayoría de aquellos inocentes borregos con los que trataba, le gustasen más o menos. Sin embargo, Karen sentía en su yo más interno como su “código moral” cada vez se volvía más laxo y menos restringente. Algunos lo llamaban “Vía Humanitas” y aunque la Ventrue intentaba conservar sus escrúpulos mortales y rechazar cualquier forma de violencia, crueldad y perversión para no llegar nunca a sucumbir a la Bestia, por tercera vez no se engañaba a sí misma y consentía reconocer que el desanudar el hilo que ocultaba su auténtico rostro era una idea que rechazaba tanto como atraía. Tan frustrante, tan apetecible. Y ella, suspendida en ese punto medio.
Su educación humana y vampírica había viajado a motor sobre su afinidad por los ideales de la extrema derecha, preceptos que Karen abrazaba de manera innegable. Estos, desde hacía un tiempo, parecían estar empezando a virar a orillas mucho más radicales comandados por las voces de algunos nuevos teóricos; y Karen siempre procuraba tener los oídos bien abiertos. Eran temas sobre los que le gustaba hablar con Lars de vez en cuando, y sobre los que quizá podría departir algún día con Annalise.
Aún con todo, la Ventrue, de momento solo se permitía escuchar esas ideas como un suave ronroneo que le provocaba un pequeño cosquilleo en la nuca sin dejar que llegasen a cristalizar más de lo conveniente en su mente. No se permitía ir más allá. Al menos, no, en el sentido de llegarse a acercar al absoluto desdén y rechazo hacia la raza humana de esas alimañas bestiales del Sabbat. Al menos, no de momento.
Cuánto duraría eso no se aventuraba a fecharlo. Era consciente de que si algo tenía la eternidad era una amalgama de posibilidades sobre las que había que tener cuidado a la hora de actuar. En ese instante, tenía una de esas posibilidades de elección justo al otro lado de la línea telefónica. Karen eligió vestir piel de cordero y ponerse la careta de aquel icono que le sonreía guiñándole un ojo; una vez más en post de un bien mayor.
- Señor Simonsen, buenas noches – saludó en el tono más cordial que permitía el asunto del que iban a tratar – Creo que el Señor Amundsen ya me ha presentado. – miró de soslayo a Anker con un fugaz destello de exasperación ante su mensaje. Anker sabía que, de vez en cuando, podía permitirse aquellas pequeñas licencias con Karen, pero también que la ironía no era su punto fuerte; menos aún cuando estaba concentrada en algo. La voz de la cainita poseía la mezcolanza justa entre la afabilidad y la preocupación. Sonaba firme, pero también amistosa – Aunque me temo que no en el mejor momento. Quizá le hayamos distraído de su vida familiar o interrumpido su tiempo de descanso. Le agradecemos que nos haya atendido a estas horas. Sin embargo, yo aún no he tenido el placer ¿Cuál es su papel en la empresa?
Hizo una mínima pausa esperando una respuesta para dar por acabadas las presentaciones formales, lo que le servía para que su interlocutor empezase a acostumbrarse a su voz. Mientras, con la mirada puesta en Anker, buscaba con un gesto interrogante la aprobación (que ni mucho menos necesitaba) por parte de su buen amigo el exfiscal.
¿Y quién soy para ti? - escribió en otro holograma flotante también con ¿ironía? ¿o malicia? El juego de la ironía podía resultar difícil de seguir con alguien como ella. Dejó el mensaje flotando con una expresión felina en su rostro, como gato que juega con un ratón. Por supuesto, Anker sabía que no tenía nada que temer pero aquella sonrisa zalamera seguía poniéndole aún, incluso después de tantos años y a pesar de la estrecha relación que ambos mantenían, un poco... nervioso. Nunca era fácil elegir la respuesta perfecta jugando con aquella mujer. Karen cerró el juego y centró su atención en Simonsen de nuevo.
Bien, estoy convencida de que convendrá con nosotros en la delicada situación en la que nos encontramos. La información confidencial que nos ha hecho llegar hacía esta llamada...inaplazable – otra breve pausa sirvió para enfatizar la urgencia que iba a subyacer en su conversación – Por esto, Señor Simonsen, es imprescindible que mantenga un estado de calma y nos dedique una atención absoluta. Si necesita ir a tomar un poco de agua o a por un paquete de cigarillos o cualquier otra cosa, es un buen momento para hacerlo – dejó que el tipo se tomase un segundo para pensarlo mientras ella misma tomaba asiento en el sillón de cuero del escritorio de Anker.
¿No? - la negativa del hombre volvió a hacer sonar la voz de Karen – Muy bien, entonces empecemos – La voz de la Ventrue parecía flotar en el aire y viajar a través de las ondas telefónicas como si ella y el propio Simonsen no necesitasen verse para confiar el uno en el otro. El encanto de la voz de la vampira era casi hipnótico pues, desde que empezó a despuntar en los debates de la universidad, había trabajado esa cualidad hasta convertila en una firme y cálida caricia si así se lo proponía; como era el caso. De hecho, era un “arma” más de las que disponía como inmortal. Incluso más de un hombre/mujer había llegado a desear a Karen por el solo hecho de tener esa voz susurrándole al oído.
Por lo que nos ha hecho llegar, hace unos días la policía encontró los cadáveres de esos niños en el parking de su sede. Una escena aterradora. No obstante, tenemos que esforzarnos en dejar a un lado la desolación que encoge nuestros corazones... – la pesadumbre en su voz denotaba un pesar y una empatía sinceras, aunque convenientemente calculadas, que duró lo necesario para ir al fondo del asunto – ...para intentar actuar de la forma más rápida y eficaz que sea posible.
No refleja en su email, quién encontró los cuerpos ni quién avisó a la policía. Tampoco la forma en la que se está manejando el tema desde la empresa. Desconocemos cómo es posible que el departamento de policía no haya hecho más “ruido” al respecto. ¿Que otra información tiene su contacto en el cuerpo sobre le caso?
Necesitamos que entienda que cualquier información o mínimo detalle, por pequeño o insignificante que le parezca, nos ayudará sobremanera y nos hará ganar un tiempo que no tenemos. Seguro que ha escuchado alguna vez que las 48 horas posteriores a un incidente como este son cruciales para encontrar un culpable. Pues lo son, Señor Simonsen. Y si esto se filtra la opinión pública pedirá a la prensa que le facilite ese culpable. Y, sin duda, señalará hacia el parking y sus propietarios. Ya sabe, se abrirá una investigación pública, habrá titulares en los medios, inhabilitaciones hasta resolver el caso, difamación de los accionistas e inversores de C&N, bloqueo de ventas, investigación de cuentas y vidas privadas…Lo sé, lo sé – hizo un ademán con la mano que aunque Simonsen no veía enfatizaba un largo “etc”– No voy a seguir contándole evidencias. – Hizo una nueva pausa bien estudiada antes de seguir.
– Así que, ayúdenos a ayudarles – lo que serviría para remarcar la necesidad de una abierta colaboración del hombre – Ayúdenos a entender cómo es posible que estemos metidos de lleno en este enorme problema y que hayamos tardado tanto en enterarnos de él si esas fotografías y ese vídeo fechan de hace un par de días.
La mejor ayuda y protección legal posible y que podemos darles empieza por el conocimiento y la verdad sobre todos los hechos. Una verdad que intentaremos moldear para que podamos salir de este problema con el menor número de daños y perjuicios. Le agradeceríamos que no escatimase en palabras y nos contase todo lo que esté en su conocimiento o en el de cualquier otra persona. Desde el principio y hasta esta llamada.
Sus palabras, premeditadamente, siempre habían incluído a Anker en la conversación. Sería más fácil para Simonsen saber que no estaba tratando con una completa desconocida, sino que el fundador de Amundsen Abogados también hablaba por la boca de Karen. Además, la Ventrue sabía que en algún momento ella tendría que abandonar el despacho y tendría que dejar ciertos asuntos en manos del exfiscal (hecho que a este agradaría y que serviría para mantener y reforzar su vínculo, amistad y confianza mutua). Ese era el verdadero juego del lobo, aumentar y mantener cerca al rebaño para utilizarlo a conveniencia; y Karen, tan acostumbrada a jugarlo desde que fuese juez en su vida mortal, parecía hacerlo casi con maestría.
Le escuchamos – la “Sangre Azul” guardó silencio, esperando la respuesta del hombre con todos sus sentidos a pleno rendimiento. Esperaba que en un par de horas Lars y ella tuviesen la suficiente información como para poder paliar los daños de aquella bomba.