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Noche de Reyes.
- ¿Te gusta... mi sabor...? - la lengua de Karen anticipó un nuevo beso en el cuello de la mujer que yacía a su lado como única respuesta. En parte, que aún fuese capaz de articular palabra llamó su atención. Una grata sorpresa, en cualquier caso. Tras varios fuertes orgasmos, sus músculos se habían destensado -habían cedido- como lo hacían tras pasar varias horas de monta en el club de hípica, lugar en el que la había conocido.
- Salitre. Tu cuerpo sabe a salitre e incienso... - le contestó indolente a su amante, aunque ésta apenas podía intuir ya su voz como el eco de un soplo lejano, antes de volver a lamer la delicada piel que le velaba la yugular -
Supongo que es por las bombas de espuma y el baño.
Saga Sorensen había ardido de pasión entre sus brazos, hasta casi consumirse, pero aún y así parecía que iba a retenerla en la cama un poco más -
...Lirio...blanco... - le confirmó la mujer.
- A-haaa - una de las inmaculadas uñas de la ventrue recorrió lentamente la cadera de Saga, rodeando su curvatura hasta posar la yema del dedo en un destino mucho más húmedo. Ese signo de aprobación provocó un ligero espasmo y un suave gemido, a medias entre una falsa queja y el renacer del deseo, entre los labios de la mortal -
No creo que tu padre apruebe esto.
- Él no puede...controlar...ahhh...mi destino...ahhh... - suspiró Sorensen, de manera entrecortada y suave, sintiendo palpitar de nuevo su sexo.
- Y sin embargo, es tan fácil hacerlo. Ahora mismo, desnudas, eres como arcilla caliente resbalando en mis manos - aseguró Klausen, moldeando a su antojo el febril cuerpo del que se había alimentado mientras trazaba delicadas espirales entre las piernas de ella -
Podría fundir tu ser si me lo propusiera... - el índice y el corazón de la vampira se solaparon uno sobre otro y penetraron a su amante, que volvió a explotar de placer en un último grito ahogado-
...pero no lo haré...
La ventrue retiró los dedos y se colocó a horcajadas sobre Saga -
Nos conformaremos con que esta noche hayas sido el lienzo sobre el que rubricar mi inmortalidad - las frías palmas de sus manos acariciaron los pechos desnudos de la mujer antes de dejarse caer junto a su cuello. Al volver a clavar los colmillos y empezar a beber, pudo sentir cómo su corazón apenas sostenía un pulso rítmico. Casi tuvo que esforzarse en replegar al sangriento pasajero que llevaba dentro para no llegar al punto de no retorno. Era suficiente, por ahora, pues sabía que aquella solo era la primera noche de otras muchas. También sabía, que a partir de aquel momento, Saga Sorensen le pertenecía, que era una ciega y obcecada prisionera de su voluntad. Sería a través de ella como
conseguiría a Olaf Sorensen, a quien le arrebataría, una a una, cada pieza de su imperio inmobiliario. Sería a través de ella como le descosería hasta el alma.
-
...porque vuestros designios no suponen para nosotros nada más que un ligero ejercicio de planificación - le confesó a la inconsciencia de Saga con un pequeña perla de sangre resbalándole del labio inferior.
A salitre, incienso...y oro.