Webvampiro

{ https://www.youtube.com/watch?v=_d7rEG2fdxg - Copenhague by Vetusta Morla }



Me gusta ponerme con mi moto a 200 por hora bajo los túneles de la ciudad, mientras las luces naranjas forman un reflejo infinito en mi casco. No puedo dejar de realizar mi ritual diario de echarme un peta y una Carlsberg al salir cada dia del curro. No puedo engañarme más, por mucho que intente negarlo, odio al inmigrante. No dejo de pensar como decirle a papá que soy homosexual. Tengo un velero en el canal que no puedo costearme, pero lo mantengo porque me gusta aparentar. Me pongo melancólica cada vez que veo el tranvía llegar desde el andén nevado. Cada noche pongo a prueba mi promiscuidad a pesar de las heridas emocionales. Estudio una carrera que no me gusta, solo para contentar a mi familia. Me gustaría abandonarlo todo y escapar a un país asiático, pero no tengo el valor. Sigo con él a pesar de sus infidelidades. Soy un adicto al porno y no sé como pedir ayuda. No siento nada por él. No puedo vivir sin ella...

Soy parte de tu rebaño, y ni siquiera soy consciente de ello...

https://www.youtube.com/watch?v=Vz6r0TP4FBI

COPENHAGUE 1971

-Cuando llegué a esta ciudad estaba solo. Lo sigo estando, en cierto modo.

El vampiro miró a la mujer desvestida que tenía delante, apenas llegaba a los veinte años, era una niña y ya había sido arrojada a una vida de prostitución y adicción. La joven danesa asentía sin comprender, tumbada en la cama, esperando que el cliente que había pagado por adelantado 3 horas de su tiempo hiciera con ella lo que quisiera.

Pero el vampiro solo quería hablar, su mirada vacía parecía perdida en otro tiempo, evocando los recuerdos de otro mundo, de otra vida. Había dejado atrás a su familia hacía muchos años, a miles de kilómetros de allí. Probablemente, no fueran más que mudos habitantes de alguna tumba sin nombre.

La blusa negra de aquella dama apenas cubría unas largas piernas y unos moratones provocados por las palizas de los gánsteres de tres al cuarto de aquella ciudad neblinosa. El marqués le había enseñado a tratar a las mujeres como conquistas y a los mortales como ganado, como un rebaño al que sacrificar para sobrevivir, para alimentarse.

Se preguntó en qué momento había dejado de pensar en los humanos como personas. Tuvo que recordarse a sí mismo que ya no era un ser vivo, era un parásito, el cadáver del hombre anteriormente conocido como Laurent Malalt.

-¿Crees que algún día alguien me querrá? Con todo lo que he hecho, con la gente que ha muerto a mis manos, apenas soy capaz de mirarme al espejo, mucho menos de perdonarme. Y en este frío agujero que algunos llaman hogar me oculto, me escondo de mi pasado, creándome una nueva identidad, pero atado por mis pecados.

El Toreador contempló por la ventana el paisaje nocturno, las luces de los barcos que conectaban el estrecho que separaba Suecia de Dinamarca. El mundo se encontraba cada vez más interconectado, se expandía, crecía y, en cierto modo, se hacía más pequeño. No quedaban tierras vírgenes por explorar, islas por descubrir o nobles justas por amor.

La humanidad se había envilecido, ninguna causa merecía el sacrificio, las guerras eran un asunto miserable y mecánico, que resolvían tanques de acero y explosivos nucleares, veneno invisible y radiactivo arrojado desde cientos de metros de distancia, capaz de acabar con mortales e inmortales por igual. Ninguna cruzada, ningún ideal era realmente puro, sino farsas corrompidas por el poder y la codicia. Probablemente, siempre hubiera sido así.

-¿Sabes? Cada vez hay más seres humanos, más gente en este mundo, pero nos estamos retrayendo, encerrando en nosotros mismos. Supongo que por ello son tan importantes las familias, hace tiempo que perdí el contacto con la mía. Cuando llegan estas fechas me pregunto qué hice mal, porqué no tuve hijos, porqué no hay nadie a mi lado.

El francés tragó saliva cuando miró a la joven danesa, aquella noche era una más para él, la bestia seguía reclamando su precio. El depredador se alzó de la silla, anduvo hasta la cama, pasó las garras afiladas por el cuello de la chica y sintió sus colmillos extenderse entre sus dientes, como finas agujas.

-Podría arrebatarte la vida, atiborrarme con tu sangre y abrazarte, convertirte en un parásito como yo. Entonces dejaría de estar solo, supongo. -En los ojos de ella se entremezcló el pánico y el estupor, dos perlas manaron de sus lacrimales.

- Lo siento, perdóname. – Dijo el vampiro, recogiendo la chaqueta y cerrando la puerta tras él.

No había un alma en las nevadas calles de Copenhague, pues las familias se reunían al calor del hogar y los no-muertos vagabundeaban envueltos en su soledad.

{ https://www.youtube.com/watch?v=31cuEIWOym4 - Take on me by Aha }

Era un día como otro cualquiera. La ciudad olía a jengibre y canela. Miles de bombillas de colores iluminaban los rostros enrojecidos por el frío de cabezas embufandadas. Odiaba la navidad tanto como se odiaba a sí mismo. Hipocresías autoimpuestas con un maquillaje de benevolencia que desaparecía los trescientos cincuenta días restantes.

El no era auténtico. Era una sabandija camaleónica capaz de mimetizarse con cualquier entorno, con el único fin de sobrevivir una noche más. Aunque fuera otro día cualquiera. No obstante aunque estuviera en el último escalón de la sociedad cainita seguía estando por encima de algunos drug dealers humanos, entre los que se habría labrado un nombre. El no era auténtico, pero al menos no se mataba por aparentarlo.

- Aquí faltan casi tres mil coronas, joputa. - La ira de Jasper en sus ojos era tan evidente como el brillo de la navaja que ahora asomaba en su mano - ¿Te crees que soy el puto Santa Claus o que?...

- Lo siento Jota, tío. La cosa ha estado de culo. Ya sabes... la gente en sus casas con sus familias...

- Y una polla. ¿Te crees que soy tonto?... ¿y la mierda donde cojones estás?. - Guardó la navaja dirigido sutilmente por el espíritu navideño. - Mañana pasaré otra vez y más vale que los tengas, si no pasado vendrá Malalt y ya sabes que pasara. Así que espabila, cabronazo. - Se echó el fajo de billetes al bolsillo de su característica y roida chaqueta vaquera. - Ah y feliz navidad y esas mierdas.

Abandonó el lugar y enfiló por la parte central de Christiania, donde se sentía como en casa. El barrio era un fiel reflejo de lo que era él mismo en aquella aburguesada y mascarada sociedad. Una medida mezcla entre libre albedrío y amenaza. Un constante equilibrio entre razón y corazón. Abrió la puerta del refugio y saludó con cierta efusividada a Alex y con jerarquica sobriedad a Laurent. Puso la recolecta en la mesa, en varios montones separados, dando cuenta de que en el último faltaba un buen fajo de billetes. - Parece que Mikkael ha tenido algun problemas. Faltan unas tres mil coronas... - Se adelantó al análisis de Malalt.

Era un día como otro cualquiera. Miró a sus dos colegas, confirmando aquella realidad. Ahora, desde hacía tanto tiempo que no podía contarlo, eran su única familia. Pero era un día como otro cualquiera. Se tiró sobre el sofá, y palpó por última vez la papelina de su bolsillo, asegurandose de tener su tiro cuando la tristeza llegara a su punto más álgido al finalizar aquella noche. La última noche del año.

https://www.youtube.com/watch?v=WLfQXlbjbqw



Noche de Reyes.


- ¿Te gusta... mi sabor...? - la lengua de Karen anticipó un nuevo beso en el cuello de la mujer que yacía a su lado como única respuesta. En parte, que aún fuese capaz de articular palabra llamó su atención. Una grata sorpresa, en cualquier caso. Tras varios fuertes orgasmos, sus músculos se habían destensado -habían cedido- como lo hacían tras pasar varias horas de monta en el club de hípica, lugar en el que la había conocido.

- Salitre. Tu cuerpo sabe a salitre e incienso... - le contestó indolente a su amante, aunque ésta apenas podía intuir ya su voz como el eco de un soplo lejano, antes de volver a lamer la delicada piel que le velaba la yugular - Supongo que es por las bombas de espuma y el baño.

Saga Sorensen había ardido de pasión entre sus brazos, hasta casi consumirse, pero aún y así parecía que iba a retenerla en la cama un poco más - ...Lirio...blanco... - le confirmó la mujer.

- A-haaa - una de las inmaculadas uñas de la ventrue recorrió lentamente la cadera de Saga, rodeando su curvatura hasta posar la yema del dedo en un destino mucho más húmedo. Ese signo de aprobación provocó un ligero espasmo y un suave gemido, a medias entre una falsa queja y el renacer del deseo, entre los labios de la mortal - No creo que tu padre apruebe esto.

- Él no puede...controlar...ahhh...mi destino...ahhh... - suspiró Sorensen, de manera entrecortada y suave, sintiendo palpitar de nuevo su sexo.

- Y sin embargo, es tan fácil hacerlo. Ahora mismo, desnudas, eres como arcilla caliente resbalando en mis manos - aseguró Klausen, moldeando a su antojo el febril cuerpo del que se había alimentado mientras trazaba delicadas espirales entre las piernas de ella - Podría fundir tu ser si me lo propusiera... - el índice y el corazón de la vampira se solaparon uno sobre otro y penetraron a su amante, que volvió a explotar de placer en un último grito ahogado- ...pero no lo haré...

La ventrue retiró los dedos y se colocó a horcajadas sobre Saga - Nos conformaremos con que esta noche hayas sido el lienzo sobre el que rubricar mi inmortalidad - las frías palmas de sus manos acariciaron los pechos desnudos de la mujer antes de dejarse caer junto a su cuello. Al volver a clavar los colmillos y empezar a beber, pudo sentir cómo su corazón apenas sostenía un pulso rítmico. Casi tuvo que esforzarse en replegar al sangriento pasajero que llevaba dentro para no llegar al punto de no retorno. Era suficiente, por ahora, pues sabía que aquella solo era la primera noche de otras muchas. También sabía, que a partir de aquel momento, Saga Sorensen le pertenecía, que era una ciega y obcecada prisionera de su voluntad. Sería a través de ella como conseguiría a Olaf Sorensen, a quien le arrebataría, una a una, cada pieza de su imperio inmobiliario. Sería a través de ella como le descosería hasta el alma.

-...porque vuestros designios no suponen para nosotros nada más que un ligero ejercicio de planificación - le confesó a la inconsciencia de Saga con un pequeña perla de sangre resbalándole del labio inferior.

A salitre, incienso...y oro.

Qué maravilla de escenas. Estoy tentado de utilizar un espacio específico en mi próxima partida para estas historias cortas. Disfruto mucho leyéndoos.