Webvampiro

Encuentras un lugar donde poner la cámara, sobre una rama de un árbol del parque.

El problema es que para subir ahí tendrás que trepar un poco.

El suelo dio la bienvenida a Eva después de que ella intentara trepar sin éxito el árbol. Había sido una caída lamentable y lo cierto es que probablemente no podría trepar ese árbol ni aunque se tirara toda la noche intentándolo.

Eva pudo emprender el camino de vuelta sin ningún problema. El problema de ir en coche a aquel lugar es que había dos entradas, y el acceso era un auténtico lío. Tardó como 10 minutos en encontrar una de las salidas, un pequeño camino que terminaba incorporándose a la autopista. En ese lugar, un mal giro suponía tener que recorrer un kilómetro sin poder dar media vuelta.

Ya en el término municipal de Madrid, se percató de que había un motorista, ataviado completamente de negro y en una moto deportiva, que la seguía desde, al menos, La Finca.

Eva iba bostezando desde hacía un buen trecho. La verdad es que llevaba como cinco noches que dormía fatal pero eso le sucedía siempre entre finales y primeros de mes, hasta que se cobraban todo. No sabía si era el sueño o que en La Finca el ingeniero de caminos que diseñó aquello lo había concebido como una especie de trampa.

Sea como fuere el de la moto era un pesado que no se le despegaba.

- ¡No! ¡No puede ser! ¿Pero quién se ha podido dar cuenta? Si he sido muy discreta - murmuró para sí. Clavó la mirada en el retrovisor y tragó saliva. Tampoco era momento de ponerse nerviosa-. Venga, vamos, ¡relájate, Eva!

No iba a negar que de estar quedándose dormida al volante se había despertado mejor que con cinco cafés. Pues se iba a joder, le iba a pegar un paseo al señorito pero de calidad. Iba a gastar gasofa el muy cabrón. Le estaba costando pensar en quedarse sin coche pero estaba comenzando a pensar que lo mismo tenía que prescindir de él.

Se estaba empezando a poner un poco nerviosa. Le habían llegado rumores a través de su padrino de unos cuantos ucranianos con formación militar. Que habían estado molestando a algunos del gremio metiéndose en sus trabajos. ¿Sería eso? ¿Sería un tipo como ese el que se cargó a su padre y ahora le tocaba a ella? ¿Por tres mil pavos? ¡Venga ya! No se lo podía creer. Esos tíos apuntaban alto no a un Cien años de soledad.

De momento, apretó un poquito e intentó acordarse de una zona de un carril en el que por fuerza tuviera que situarse detrás de ella. A ver si conseguía acordarse de algo. Tenía malas perspectivas. Una moto podía colarse por cualquier lugar. Lo mismo, podía parar el coche y echarse a correr a la boca del metro en Callao. Intentar despistarlo allí. Entrar por una boca de metro, salir por otra... Todas las ideas le parecían pésimas.

Sea como fuese tenía la matrícula, vale. Sabían quién era o era cuestión de tiempo. ¿Y si hacía que la detuvieran? Una sanción más o menos, ¿qué más daba? Bueno, de momento, mantener la calma y pasearlo por sitios concurridos sin caer en el atasco. Luego, a buscar ese carril único y cuando estuviera detrás, iba a coger la ropa que tenía en el asiento de atrás para tirársela a la cara. Con suerte el cabrón se pegaría una buena ostia. ¿Sería eso posible?

Tras un par de maniobras, parece que Eva consiguió despistar al motorista sin problema.

Quizás había sido casualidad. El camino de vuelta hasta la librería, terminó sin mayores incidentes.

Quizás tomó la mejor decisión posible. Pasó un buen rato leyendo y tomando algo. De hecho, solo tuvo que espantar a un moscón, uno de esos "gafapastas" que pensarían que, si una mujer está leyendo en un local, es porque le está esperando a él. Despachado el príncipe azúl, pudo leer hasta que empezaron a cerrarsele los ojos.

La calla estaba bastante tranquila cuando regresó a la librería, pero pudo llegar a su lugar de descanso sin problemas.

¿Qué le esperaría al día siguiente? ¿Cuál era su plan para conseguir el libro?