Re: Episodio 9. Evasión o victoria
Publicado: 13 Abr 2021, 20:59
La mano del hombre de esa particular pareja de aparentes ejecutivos dirigía los pasos de Jasper apoyándose con firmeza en el antebrazo del Caitiff. Durante unos cuantos minutos todo cuanto percibía Jasper pasaba por las sensaciones que captaban los distintos sentidos que no eran la vista. El sonido repetitivo y constante de los tacones de la mujer y los zapatos del hombre, rítmico, tic, tac, tic, tac. Un olor a perfume diluido en un olor ambiental a limpio e impersonal, como el de los grandes edificios empresariales. El roce de la capucha rascándole la nariz. El sabor de la droga diluida en la Sangre que creía percibir aún como un recuerdo que se escapaba poco a poco de su saliva. Un ascensor bajando. La campanilla que anuncia su llegada y las puertas que se abren. El ambiente más denso del interior de esa caja mientras sube de nuevo durante varios segundos. Otra campanilla. Los tacones de la mujer, los zapatos del hombre, tic, tac, la mano que le guiaba con determinación, pero sin ejercer más fuerza de la precisa.
Un espacio con más luz, que llegaba a colarse por los minúsculos agujeros de la capucha. Una mano sobre tu hombro que te empuja levemente hacia abajo.
- Siéntese.
Te sientas.
Una mano tirando de la capucha, cuyo tejido roza tu cara. Unos pasos que se retiran al tiempo que acostumbras tus ojos a la luz. Miras a tu alrededor. Estás en una especie de sala de interrogatorios moderna. A tu derecha hay un inmenso ventanal con las persianas bajadas. Te pone un tanto nervioso que la exposición a la luz solar haya dejado de depender de ti. La Bestia se siente acorralada como un animal en una jaula. A tu izquierda hay un panel como los que se usan en los departamentos de policía, de esos en los que no puedes ver al otro lado, pero quienes estén allí sí pueden verte a ti. Al lado de ese panel hay un monitor que muestra imágenes aéreas un de dron. Está sobrevolando la casa de tu familia. Los colmillos asoman al exterior y los escondes de inmediato. Frente a ti hay una puerta blindada y supones que hay otra detrás de ti por la que se acaba de ir quien te ha quitado la capucha. Nadie te ha atado ni tu inmovilidad está impedida de ninguna manera.
Entre tu silla, semejante a esas que hay en los bufetes de abogados, y la puerta de delante, hay una mesa baja de diseño sobre la que está el mismo router que llevabas en tus manos la noche anterior. Sospechas que todas las casas de Christiania han debido ser revisadas por la policía.
Una voz suena por dos altavoces situados en las esquinas de la parte superior de la sala.
- Bienvenido, señor Rohde. Lamentamos tener que utilizar estas precauciones en nuestro trato con usted. No tenemos intención de hacerle daño, pero sí necesitamos que colabore con nosotros. -unos segundos de silencio- Se preguntará quiénes somos nosotros. Por el momento, deberá bastarle con saber que somos miembros de un conglomerado empresarial que colabora en distintos proyectos con el gobierno. -nuevo y breve silencio- ¿sería tan amable de poner en funcionamiento el router, por favor?
-----------------
Laurent no pudo disimular una media sonrisa entre la ironía y la comprensión al ver a Álex con el pelo rapado, que durará así apenas lo que queda de noche, y con su ropa puesta. La mirada de la Brujah seguía transmitiendo su misma vitalidad, su rebeldía y su determinación, aunque el Toreador podía notar que había también una cierta impronta de amargura y de dolor. Todos teníais vuestras propias heridas derivadas de vuestro tránsito post-mortem, pero como todo en los Brujah, en ese Clan lo bueno y lo malo era mucho más intenso, directo y profundo. Esperaría a que Álex le contara lo que quisiera contarle, estaba convencido de que algo había cambiado en ella. Laurent no pudo evitar también preguntarse si su compañera sabría algo de Kat, pero supo esperar también al momento preciso para sacar ese tema.
En el Uber que cogisteis hacia las inmediaciones de la dirección enviada por Jasper, estáis sumidos en vuestros propios pensamientos. Los de Laurent se centran en las últimas palabras de Greta von Stauffenberg. Se sentía extraño al contar con tanta transparencia sus vivencias de los últimos meses, pero había sido una especie de ritual de liberación. Había ordenado sus ideas y había comprobado al verlo de nuevo por escrito que la ola de violencia e incongruencias de los últimos tiempos tenía una relación directa con la preocupación que los Verdaderos Daneses tenían por el gobierno de los Malkavian. Según te había revelado Greta, Sorensen había proclamado abiertamente la intención de decorar su refugio con tu cabeza. Pero lo que era más interesante aún es que la Ventrue no pareció sorprenderse por ninguna de las partes cuando menos poco comunes de tu relato. Se había limitado a matizar que había sido la propia policía del Principado, es decir Lindhart, quien estaba detrás del registro de vuestro refugio. Finalmente agregó una dirección: un edificio que era sede del gigante de la construcción Christiani & Nielsen. "Di que vas de mi parte y dirígete al párking subterráneo" es cuanto añadía Greta.
Álex sospechaba que algo daba vueltas en la cabeza de Laurent. No era el tipo más hablador que había conocido, pero habían pasado el suficiente tiempo juntos para saber cuándo su silencio era demasiado prolongado. La Brujah concedió ese tiempo de silencio durante el trayecto en coche. Era agradable que otro condujera, que otro decidiera por una vez, que las farolas y los edificios fueran pasando a una agradable velocidad por la ventanilla mientras ella se perdía en sus propios pensamientos. No podía apartar de ellos la amargura y la incertidumbre. En poco tiempo había aprendido en su cruda dimensión el alcance de su verdadera maldición vampírica. Una maldición eterna. Aún podía recordar los ojos inyectados en sangre de Kat. Imaginarte a ti misma con ese mismo aspecto salvaje te producía escalofríos.
Ahora había que centrarse en Jasper. Aferrarse a un sentimiento humano: a la camaradería, la solidaridad. La amistad.
- Aquí es.
El vehículo negro se detuvo a un par de cruces de la dirección exacta tal y como le había indicado Laurent para evitar dejar rastro de vuestro destino final. Camináis bajo una ligera y desagradable llovizna por una acera totalmente desierta a la que se abrían fastuosos vestíbulos, plazoletas con estatuas o cuidados jardines, todos ellos daban acceso a imponentes rascacielos. Todos ellos vacíos, desprovistos de vida, extraños espíritus totémicos del siglo XXI que producían una desagradable sensación de soledad e intimidación en medio de la madrugada.
El rascacielos de TDC generaba la misma sensación, aunque se veían algunas luces a distintas alturas del edificio. Aparentemente el acceso está totalmente cerrado y podéis distinguir varios puntos rojos que conformaban círculos con la forma habitual de las cámaras de videovigilancia.
Un espacio con más luz, que llegaba a colarse por los minúsculos agujeros de la capucha. Una mano sobre tu hombro que te empuja levemente hacia abajo.
- Siéntese.
Te sientas.
Una mano tirando de la capucha, cuyo tejido roza tu cara. Unos pasos que se retiran al tiempo que acostumbras tus ojos a la luz. Miras a tu alrededor. Estás en una especie de sala de interrogatorios moderna. A tu derecha hay un inmenso ventanal con las persianas bajadas. Te pone un tanto nervioso que la exposición a la luz solar haya dejado de depender de ti. La Bestia se siente acorralada como un animal en una jaula. A tu izquierda hay un panel como los que se usan en los departamentos de policía, de esos en los que no puedes ver al otro lado, pero quienes estén allí sí pueden verte a ti. Al lado de ese panel hay un monitor que muestra imágenes aéreas un de dron. Está sobrevolando la casa de tu familia. Los colmillos asoman al exterior y los escondes de inmediato. Frente a ti hay una puerta blindada y supones que hay otra detrás de ti por la que se acaba de ir quien te ha quitado la capucha. Nadie te ha atado ni tu inmovilidad está impedida de ninguna manera.
Entre tu silla, semejante a esas que hay en los bufetes de abogados, y la puerta de delante, hay una mesa baja de diseño sobre la que está el mismo router que llevabas en tus manos la noche anterior. Sospechas que todas las casas de Christiania han debido ser revisadas por la policía.
Una voz suena por dos altavoces situados en las esquinas de la parte superior de la sala.
- Bienvenido, señor Rohde. Lamentamos tener que utilizar estas precauciones en nuestro trato con usted. No tenemos intención de hacerle daño, pero sí necesitamos que colabore con nosotros. -unos segundos de silencio- Se preguntará quiénes somos nosotros. Por el momento, deberá bastarle con saber que somos miembros de un conglomerado empresarial que colabora en distintos proyectos con el gobierno. -nuevo y breve silencio- ¿sería tan amable de poner en funcionamiento el router, por favor?
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Laurent no pudo disimular una media sonrisa entre la ironía y la comprensión al ver a Álex con el pelo rapado, que durará así apenas lo que queda de noche, y con su ropa puesta. La mirada de la Brujah seguía transmitiendo su misma vitalidad, su rebeldía y su determinación, aunque el Toreador podía notar que había también una cierta impronta de amargura y de dolor. Todos teníais vuestras propias heridas derivadas de vuestro tránsito post-mortem, pero como todo en los Brujah, en ese Clan lo bueno y lo malo era mucho más intenso, directo y profundo. Esperaría a que Álex le contara lo que quisiera contarle, estaba convencido de que algo había cambiado en ella. Laurent no pudo evitar también preguntarse si su compañera sabría algo de Kat, pero supo esperar también al momento preciso para sacar ese tema.
En el Uber que cogisteis hacia las inmediaciones de la dirección enviada por Jasper, estáis sumidos en vuestros propios pensamientos. Los de Laurent se centran en las últimas palabras de Greta von Stauffenberg. Se sentía extraño al contar con tanta transparencia sus vivencias de los últimos meses, pero había sido una especie de ritual de liberación. Había ordenado sus ideas y había comprobado al verlo de nuevo por escrito que la ola de violencia e incongruencias de los últimos tiempos tenía una relación directa con la preocupación que los Verdaderos Daneses tenían por el gobierno de los Malkavian. Según te había revelado Greta, Sorensen había proclamado abiertamente la intención de decorar su refugio con tu cabeza. Pero lo que era más interesante aún es que la Ventrue no pareció sorprenderse por ninguna de las partes cuando menos poco comunes de tu relato. Se había limitado a matizar que había sido la propia policía del Principado, es decir Lindhart, quien estaba detrás del registro de vuestro refugio. Finalmente agregó una dirección: un edificio que era sede del gigante de la construcción Christiani & Nielsen. "Di que vas de mi parte y dirígete al párking subterráneo" es cuanto añadía Greta.
Álex sospechaba que algo daba vueltas en la cabeza de Laurent. No era el tipo más hablador que había conocido, pero habían pasado el suficiente tiempo juntos para saber cuándo su silencio era demasiado prolongado. La Brujah concedió ese tiempo de silencio durante el trayecto en coche. Era agradable que otro condujera, que otro decidiera por una vez, que las farolas y los edificios fueran pasando a una agradable velocidad por la ventanilla mientras ella se perdía en sus propios pensamientos. No podía apartar de ellos la amargura y la incertidumbre. En poco tiempo había aprendido en su cruda dimensión el alcance de su verdadera maldición vampírica. Una maldición eterna. Aún podía recordar los ojos inyectados en sangre de Kat. Imaginarte a ti misma con ese mismo aspecto salvaje te producía escalofríos.
Ahora había que centrarse en Jasper. Aferrarse a un sentimiento humano: a la camaradería, la solidaridad. La amistad.
- Aquí es.
El vehículo negro se detuvo a un par de cruces de la dirección exacta tal y como le había indicado Laurent para evitar dejar rastro de vuestro destino final. Camináis bajo una ligera y desagradable llovizna por una acera totalmente desierta a la que se abrían fastuosos vestíbulos, plazoletas con estatuas o cuidados jardines, todos ellos daban acceso a imponentes rascacielos. Todos ellos vacíos, desprovistos de vida, extraños espíritus totémicos del siglo XXI que producían una desagradable sensación de soledad e intimidación en medio de la madrugada.
El rascacielos de TDC generaba la misma sensación, aunque se veían algunas luces a distintas alturas del edificio. Aparentemente el acceso está totalmente cerrado y podéis distinguir varios puntos rojos que conformaban círculos con la forma habitual de las cámaras de videovigilancia.