NIÑOS DE LA NOCHE
Por David McDowell
Con el estreno de "Déjame entrar", la adaptación estadounidense de la novela de John Ajvide Lindquist, un tópico que resulta evidente es el del niño vampiro. Aunque tan inquietante como sorprendente, ya han aparecido varios ejemplos en la industria del entretenmineto popular.
Puede que el primer ejemplo del tópico sea Claudia, de la destacada "Entrevista con el vampiro" de Anne Rice. Sin embargo, ya existe un ejemplo importante en la película clásica de culto "Lemora" (1975). Aunque interpretada por la adorable Rainbeaux Smith, una adolescente en aquella época, el personaje en sí no pretendía tener más de trece años. En el año 1979 también se estrenó la miniserie "Salem's Lot" con los preadolescentes voladores Ralphie y Danny Glick.
Siguieron unos pocos ejemplos más. El monstruoso Homer en "Los viajeros de la noche", Anna y sus hermanos en "El pequeño vampiro"; el Elegido de "Buffy Cazavampiros", la criatura salvaje y sin nombre de "30 días de oscuridad", la pobre Bree Tanner de "Luna Nueva" y sobre todos ellos el fantástico personaje de Eli/Abby de las dos películas basadas en la novela de "Déjame entrar". Y por supuesto, Divia de "Forever Knight".
¿Véis el patrón?
Comparad los niños con las niñas. Unas pocas de las niñas son auténticos monstruos, feroces o por lo menos descontroladamente salvajes. Sin embargo, la mayoría son en algún sentido personas que intentan aceptar la situación de ser muertos vivientes sedientos de sangre humana. A menudo son bastante agradables. En contraste los niños -el más controlado de ellos es un fanático gélido que ansía traer demonios a este mundo- son apetitos salvajes con manos. Por esa razón los niños no son tan numerosos. Por la misma razón Dexter y Hannibal Lecter so más interesantes y populares que Jigsaw y el propio Jigsaw llama más la atención que las docenas de asesinos en serie que aparecen en muchas películas y otros ámbitos.
¿Qué quiero decir con esto? ¿Tenemos una opinión peor de los niños y mejor de las niñas? ¿Nos tomamos el tópico de "azúcar, especias y otras cosas bonitas" demasiado en serio? ¿Quizás es más fácil pensar que los niños son malos o por lo menos más malos que las niñas?
Hay una noción inquietante. ¿Es por qué tendemos a pensar en los vampiros como criaturas sexuales en cierto sentido? En ese caso nos tropezamos con un hecho inquietante. Nuestra sociedad encuentra más fácil clasificar a las mujeres -incluyendo a los mujeres muy jóvenes- como objetos sexuales. El clásico literario de la pedofilia se llama "Lolita," no "Lolito." Considerad por un momento lo inquietante que podría haber sido "Entrevista con el vampiro" si la creación de Louis hubiera sido Claudio. O si en "Déjame entrar" la protagonista hubiera sido una niña acosada en la escuela llamada Rowena y se encontrara con un niño vampiro llamado Abner...
Siguiendo la misma línea, recordemos que "Lemora" ha sido una de las películas de vampiros más censurada y prohibida de la historia, a pesar de que carece completamente de sexo, desnudos o incluso gore. Siguiendo esos elementos, encajaría con facilidad en los requisitos de cualquier cadena de televisión genérica. Pero toda la idea de una niña que está siendo perseguida por una vampira con matices de lujuria, su eventual transformación en vampira que literalmente seduce a su primera víctima (nada menos que un sacerdote) -es algo que asusta a una sociedad neurótica por la sexualidad. No hay nada que ponga más nerviosos a los censores que explorar una verdad incómoda. Sexualizamos a las mujeres, incluso a las niñas.
Pero podéis decir que Eli en "Déjame entrar" no es realmente una mujer. Cierto. Pero por otro lado, lo parece. Parece y se viste como una. Para los propósito de esta discusión, Eli encaje en un personaje tipo "mujer" por cómo se identifica. Parte de la fuerza de la historia deriva de la idea de que Eli y Oskar forman una pareja. Su historia de amor presiona el botón en nuestra mente en parte porque Eli parece una niña (simplemente porque buscamos emparejamientos románticos en las historias, y la mayoría de los seres humanos parecen heterosexuales).
Si el vampiro es un elemento que utilizamos como metáfora de la vida, entonces quizás el niño vampiro revele lo versatil que es esa metáfora. O puede ser. El vampirismo ha representado el pecado, la homosexualidad, el alcoholismo, el miedo a la muerte y diferentes formas de enfermedades. También se ha convertido en un icono de nuestros impulsos sexuales, en toda su complejidad.
Una vez más, también revela como mínimo un elemento poco usado en la ficción vampírica en la que un niño vampiro no sea un mini-sociópata. Aparte de "El pequeño vampiro" y "El jovencito Drácula" apenas hay ejemplos.
Uno se pregunta qué tipo de historias podrían ser contadas con niños vampiro. Espero poder ver algunas.