Re: Prólogo Ofelia
Publicado: 08 Ago 2021, 05:27
Consigues agarrarlo todo y salir de ese sótano maldito que se sume en el caos y la descomposición a tu paso. Arrastrándote hasta el suelo de la cocina mientras tus pies se hunden en la madera podrida de los escalones. Al conseguir cerrar la puerta te concentras en tu magia, mientras sientes un abrazo por detrás que te rodéa con su calidez y te da fuerzas para realizar tu invocación. El sello resiste las embestidas y un nombre aparece susurrado con voz chirriante.
-Fomori
Consigues salir de ahí, mientras la fuerza de tu dibujo contiene la energía de la podredumbre y la destrucción. Como si todas las fuerzas de la creación se agitáran en una espiral de decadencia contenída por la magia primordial de la Diosa Luna, la Diosa Madre, la triple Diosa. Una figura de poder ancestral que te ata a la tierra mientras tus fieles compañeros ladran mordiendo tentáculos oscuros que tratan de filtrarse por debajo de la puerta.
Al final consigues salir a la calle, con el cuadro tu amiga inseparable corriendo asustada y los perros, negros como una noche sin estrellas ladrándole a la casa. Cuando observas la calle, tan familiar y tan extraña a su vez observas como las casas són más altas, o más bajas, incluso algunas de ellas estan recubiertas de grietas o de plantas. Como si fuera un paisaje onírico.
Al horizonte ves la efigie de nuestra señora de la piedad, con su pórtico clásico y sus columnas erigiéndose a lo alto de la escalinata, las dosa alas laterales abriéndose como dos alas de piedra gris y una montaña de ladrillo rojo a su espalda, como si fuera la silla sobre la que se asentaba el enorme edificio. Su cupula que sobresalía por encima del pórtico estaba coronada por la figura de un ángel con la espada alzada, señalando hacia el suelo. Nubes de tormentas se arremolinaban en el cielo y ocultaban el sol, tiñendo todo con una luz mortecina y cenicienta.
Por entre las nubes pudiste ver como dos ojos se abrían, dos griones blancos que se desvanecían para dejar ver un azul plomizo tras sus margenes deshilachados. Una sensación de dolor y pánico mientras el humo de las chimenéas al pie de las laderas que cercaban Blackrock city. Una especie de torrente negruzco salió de tu casa, atravesando el techo, desgajñandose como alquitrán cayendo hacia una gravedad invertida para unirse al cielo de tormenta. Un rayo tronó y la lluvia empezó a empapar tus ropas.
- Se avecina tormenta, el otoño trae de nuevo el rayo y la centella. Hay que ir al instituto, te necesitan.
Tras esas palabras, Emma se quedó mirando a Ofelia con un gesto de compasión y afecto, de respeto y amor que las unía con un vínculo inquebrantable.
-Fomori
Consigues salir de ahí, mientras la fuerza de tu dibujo contiene la energía de la podredumbre y la destrucción. Como si todas las fuerzas de la creación se agitáran en una espiral de decadencia contenída por la magia primordial de la Diosa Luna, la Diosa Madre, la triple Diosa. Una figura de poder ancestral que te ata a la tierra mientras tus fieles compañeros ladran mordiendo tentáculos oscuros que tratan de filtrarse por debajo de la puerta.
Al final consigues salir a la calle, con el cuadro tu amiga inseparable corriendo asustada y los perros, negros como una noche sin estrellas ladrándole a la casa. Cuando observas la calle, tan familiar y tan extraña a su vez observas como las casas són más altas, o más bajas, incluso algunas de ellas estan recubiertas de grietas o de plantas. Como si fuera un paisaje onírico.
Al horizonte ves la efigie de nuestra señora de la piedad, con su pórtico clásico y sus columnas erigiéndose a lo alto de la escalinata, las dosa alas laterales abriéndose como dos alas de piedra gris y una montaña de ladrillo rojo a su espalda, como si fuera la silla sobre la que se asentaba el enorme edificio. Su cupula que sobresalía por encima del pórtico estaba coronada por la figura de un ángel con la espada alzada, señalando hacia el suelo. Nubes de tormentas se arremolinaban en el cielo y ocultaban el sol, tiñendo todo con una luz mortecina y cenicienta.
Por entre las nubes pudiste ver como dos ojos se abrían, dos griones blancos que se desvanecían para dejar ver un azul plomizo tras sus margenes deshilachados. Una sensación de dolor y pánico mientras el humo de las chimenéas al pie de las laderas que cercaban Blackrock city. Una especie de torrente negruzco salió de tu casa, atravesando el techo, desgajñandose como alquitrán cayendo hacia una gravedad invertida para unirse al cielo de tormenta. Un rayo tronó y la lluvia empezó a empapar tus ropas.
- Se avecina tormenta, el otoño trae de nuevo el rayo y la centella. Hay que ir al instituto, te necesitan.
Tras esas palabras, Emma se quedó mirando a Ofelia con un gesto de compasión y afecto, de respeto y amor que las unía con un vínculo inquebrantable.