
La vida de la mujer guerrera conocida como Tiñe-al-Wyrm-con-Sangre fue corta, pero gloriosa. Era una Danzante de la Senda nacida entre el pueblo choctaw, pero algunos Contadores de Historias dicen que sus ancestros también venían de los primeros cajún que habitaron en los pantanos de Luisiana, señalando a sus brillantes ojos avellana como una evidencia de su herencia europea.
Cualquiera que fuera su origen, Faroun derramó su primera sangre de los esbirros del Wyrm, cuando todavía era joven y vivía en el hogar de su madre de la Parentela en una reserva choctaw en el profundo sur. La vida no era fácil para la familia, pero Fanoun aprendió mucho de las antiguas costumbres de su Parentela y estaba preparada para defenderla cuando un Fomor intentó llevarse a uno de sus hermanos pequeños. Fanoun, que todavía no había cumplido diez años, degolló al hombre con un cuchillo de carnicero, y escondió su cadáver en las entrañas de la tierra.
El clan Uktena que vigilaba a su familia acudió en busca de Fanoun poco después. Tras superar su Rito de Iniciación, que consistió en una búsqueda Umbral en la que mató a cuatro criaturas del Wyrm sólo con sus garras, la Guerrera regresó al hogar y se preparó para unirse a su clan como Guardiana, pretendiendo proteger su Túmulo con su vida si era necesario. Pero el destino tenía otros planes.
Había pasado menos de un año cuando un extraño llegó al clan. Dijo que su nombre era Habla al Humo y le dijo a Fanoun que había sido elegida para servir a los Danzantes de la Senda; Uktena lo había enviado a través de un sueño de las nieblas más allá del mundo para enseñarle dónde encontrarla. Fanoun se mostró respetuosa, pero escéptica. Pidió saber más, pero Habla al Humo le dijo que su juramento a Uktena le obligaba a callar a menos que aceptara seguirle. Finalmente, aceptó, y su clan no volvió a saber de ella hasta que pasaron seis estaciones.
La mujer Guerrera regresó, y parecía más formidable y tenía nuevas cicatrices, varios tatuajes misteriosos y un klaive que parecía manchado con sangre seca. Obviamente, Fanoun había estado ocupada, pero ahora también parecía llena de preocupación. Sin contar a nadie dónde había estado o qué había hecho, les dijo a sus antiguos compañeros de clan que había regresado al hogar para realizar un ritual de sabiduría y descubrir cuál era su siguiente misión.
Y así el clan la ayudó a reunir madera limpia para hacer un fuego, como había pedido. Las mujeres de la Parentela, hábiles tejedoras de cestas y esteras, mezclaron ricos tintes de rojo, azul y púrpura. Fanoun sumergió sus manos en el líquido hirviendo, sin siquiera parpadear de dolor. Aspiró una mezcla de rosas y pimienta que la Parentela había arrojado al fuego. Y frotó su piel con un bálsamo de cicuta, acónito, muérdago y hojas de álamo antes de caminar lentamente hacia el bosque de cipreses de las cercanías.
Fanoun entró en el mundo de los sueños. Allí vio el sol moverse sobre elevados acantilados color naranja, tiñéndolos de púrpura al ponerse. A medida que la luz se extinguía, un estanque se abrió bajo sus pies, y un hombre apareció en la orilla. La luna llena brillaba sobre su piel desnuda y sus ojos eran estrellas que brillaban mientras la contemplaba. Fanoun pensó que era un fantasma, pero la miraba con deseo y ansia. Y a medida que se acercaba el amanecer, la visión desapareció, y Fanoun escuchó el llanto de un niño recién nacido, lleno de hambre y de rabia, antes de que los sonidos del pantano regresaran.
-¿Qué debo hacer? -preguntó al Gran Uktena, confusa y furiosa- Quiero servir a mi tribu. Nunca he huido de la batalla ni del deber, incluso con heridas que sangraban como un río de primavera. ¿Y ahora debo dejar a mi pueblo para irme con un Pariente desconocido que me desea y engendrar a su hijo? ¿Es esto lo que significa mi visión? ¡Dame una señal!
Con sólo un susurro, una serpiente cayó sobre su regazo desde las ramas de un alto ciprés. Era una serpiente de mocasín, que rápidamente se escurrió en el agua. Así que Fanoun regresó con su pueblo y tres años después se había unido honorablemente y engendrado una hija que la Mujer Medicina de su clan dijo que sería una líder grande y poderosa. Fanoun dejó a su hijo cuando apenas había comenzado a caminar, y de nuevo emprendió su deber como Danzante de la Senda.
El fin de la Guerrera no llegó luchando contra el Wyrm, al que se había enfrentado toda su vida, sino en la ciudad, contra la prole del Abuelo Araña. Estaba reunida con unos Parientes con habilidades místicas cuando fueron emboscados con un grupo de personas que controlaban magia del Tejedor. Se enfrentó a ellos hasta que los Parientes que habían sobrevivido consiguieron escapar, pero cuando consiguió atravesar la Celosía malherida, su última visión fue un nido de arañas de guerra que se abalanzaban sobre ella. Uno de los Parientes que consiguieron huir escuchó su último grito de guerra y llevó la historia de su final a su pueblo. De la asamblea que honró su memoria, la historia de Tiñe-al-Wyrm-con-Sangre se extendió como una heroína Uktena conectada a las hebras místicas que unen las vidas de todos los Garou.