Ilustración de Numbers.
LA LEYENDA DE LA SELKIE
Había una vez, hace mucho tiempo, un pescador muy pobre que vivía en una isla del norte, donde la vida era muy dura y apenas daba para mantenerse. Un día, mientras caminaba cerca de la costa, escuchó unas voces, y decidió acercarse para ver quién era, pero por precaución, decidió esconderse detrás de unas rocas.
Desde allí vio a dos mujeres morenas y de cabello negro, que jugaban en la playa a perseguirse, corriendo desnudas. Entonces el pescador vio dos pieles de foca extendidas en las rocas detrás de las que se escondía y decidió tomar una para examinarla. En ese mismo instante las dos mujeres interrumpieron su juego, y gritando, acudieron en busca de sus pieles. Una de ellas tomó la piel que seguía extendida en las rocas y echándosela encima se arrojó al mar, donde desapareció rápidamente. La otra, al ver que el pescador tenía su piel en las manos, se echó a llorar, suplicándole que se la devolviera.
Sin embargo, el pescador vivía solo y hacía tiempo que deseaba una esposa, así que se llevó a la mujer a su casa y escondió la piel de la foca para que no se marchara.
Pasó el tiempo y nadie era tan feliz como el pescador en la aldea en que vivía. Todos los días salía muy temprano a pescar en el mar, volviendo con sus redes llenas de peces, y siempre que volvía se encontraba con su amante esposa, que cocinaba sabrosos platos y durante la noche calentaba su lecho. Y con el tiempo llegaron dos hijos que alegraron todavía más su hogar.
Pero un día que el pescador fue a pescar, uno de sus hijos encontró la piel de foca que había escondido, y se la enseñó a su madre. Cuando el pescador dejó su barca en la playa se encontró con una foca, que para su asombro, se irguió y habló con voz humana:
-He encontrado la piel que me arrebataste para hacerme tu mujer. No te guardo rencor porque fuiste un buen marido. Ahora contémplame por última vez.
Lo miró con sus ojos negros e intensos, y cuando el pescador trató de acercarse, la foca se hundió rápidamente en las aguas del mar. El pescador regresó triste a su hogar, donde lo aguardaban los dos hijos que la Selkie le había dado.










