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Ilustración de Randy Vargas PRÍNCIPES AZULES Y ENCANTADORES
Nubes grises surcan el horizonte y la tarde comienza a arrojar sombras en torno al lago, al mismo tiempo que comienza a refrescar. Las Doncellas y Amantes Cisne reunidos se acercan más unos a otros, y entre ellos se levanta un joven encantador de amplia sonrisa y que viste de azul. Se presenta con una graciosa reverencia.
Mi nombre es Luther, y voy a hablaros de los tiempos medievales.
De la misma forma que ocurrió tras la destrucción de Troya, la caída de Roma ante los invasores germánicos también provocó que nos extendiéramos por toda Europa. El pueblo de los cisnes ya había llegado más allá de las fronteras del Imperio Romano, y su leyenda estaba presente entre los celtas, germanos, eslavos y otros pueblos, pero ahora, con la caída de los viejos dioses y la expansión del cristianismo, buscamos nuevos reductos que nos cobijaran pero sin abandonar a la humanidad que pretendíamos guiar. Otros acompañaron a los pueblos nómadas e invasores en busca de nuevos horizontes.
Durante los tiempos antiguos habíamos buscado aconsejar, guiar e inspirar, tanto en las artes como en el amor, pero algunos hijos e hijas de Cisne decidieron que en aquellos tiempos turbulentos la mejor forma de cuidar a sus protegidos era gobernarlos, y esta tendencia se intensificó durante la Edad Media, y así nos convertimos en príncipes y princesas de cuentos y leyendas, interviniendo para recompensar a los justos y castigar a los malos, o ayudando a los héroes a alcanzar sus objetivos y a aprender en el proceso.
No fue un proceso fácil. Había otros que también querían gobernar y se consideraban mejores que nosotros, y sí, estoy hablando de los Sidhe. Hermosos y altivos, representando sus propios ideales de honor y nobleza, no veían con buenos ojos que otros reclamaran los espacios que consideraban suyos. Hubo algunos matrimonios de conveniencia y amores trágicos entre ellos y nosotros, pero más a menudo nosotros terminábamos cediendo y dejábamos que fueran ellos quienes gobernaran. Por eso en la mayoría de historias somos príncipes, y pocas veces reyes.
Pero mientras los Sidhe se acomodaban en los tronos reales, los Príncipes Cisne a menudo dejaban la seguridad del palacio para ir en busca de aventura, rescatando o haciéndose rescatar, y cuando llegaba el momento de ser felices...continuaban su camino o renunciaban al Cisne. Hacerlo de otra manera era tentar a la maldición y la tragedia.
Por eso los cuentos terminan con “y fueron felices y comieron perdices.” Lo que hay más allá del final de las historias, no es cuento, sino realidad, y no siempre agradable. Si alguna vez queréis disfrutar de la vida real, debéis dejar que el Cisne que os ha acompañado hasta ese momento continúe su vuelo. Y si habéis elegido bien, creedme, merecerá la pena.

LOS HERMANOS CISNES
En un reino lejano vivía un rey con ocho hijos...o doce, o seis…: siete príncipes y una princesa. Un día decidió volver a casarse, pero la reina era una bruja rencorosa que decidió deshacerse de sus hijastros convirtiéndolos en hermosos cisnes, que se alejaron volando antes de que pudiera aprisionarlos. La bruja también intentó hechizar a la princesa, pero su bondad la protegió, y la princesa huyó del palacio en busca de sus hermanos.
Finalmente, guiada por la reina de las hadas, la princesa encontró a los siete cisnes, pero sólo podría romper el hechizo que los aprisionaba y devolverles su forma humana si tejía para ellos siete camisas con las ortigas que crecían en los cementerios mientras mantenía un voto de silencio y no pronunciaba ninguna palabra. Así la princesa comenzó la dolorosa tarea, hasta que el rey de aquellas tierras la encontró y se enamoró de ella, y finalmente, aunque no podía hablar, la llevó a su palacio y le dio una habitación para que continuara cosiendo las camisas de ortigas.
Sin embargo, el arzobispo del reino sospechaba y desconfiaba de la princesa y la acusó de ser una bruja, pero el rey no lo creyó. Pero una noche la princesa se quedó sin ortigas para seguir tejiendo y se vio obligada a ir al cementerio cercano en busca de más, y fue allí donde el arzobispo la encontró y la acusó de devorar los cadáveres de los muertos, informando al rey de que era la prueba de su brujería, llevándola a juicio. Como la princesa no podía hablar para defenderse, fue condenada a morir en la hoguera.
Los príncipes cisnes descubrieron lo ocurrido y acudieron volando para rescatarla. Valientemente, la princesa continuó tejiendo la camisas de ortigas en prisión, decidida a terminarlas hasta el último momento de su vida. Mientras era llevada a la pira, el arzobispo intentó quitarle las camisas, pero en ese momento los cisnes descendieron del cielo y trataron de detenerlo. La princesa arrojó las camisas de ortigas a sus hermanos, y con solo su roce, los príncipes recuperaron su forma humana, salvo el hermano más joven, que conservó un ala de cisne en lugar de un brazo, porque la princesa no había tenido tiempo de terminar la manga de su camisa.
Una vez roto el hechizo, la princesa fue libre para volver a hablar, pero se desmayó del cansancio, y sus hermanos contaron lo que había ocurrido. La princesa terminó casándose con el rey y los príncipes regresaron a su hogar, donde la reina bruja que los había hechizado fue quemada en la hoguera.

Ilustración de Walter Crane LAS NIDADAS MENGUAN
El joven príncipe vestido de azul vuelve a sentarse entre el público. Beatrix, una mujer vestida de blanco, con largo cabello plateado, toma la palabra:
A medida que pasaba el tiempo, el mundo de las leyendas y el de los humanos se fueron separando. Fue un proceso paulatino, pero poco a poco se hizo evidente que la magia estaba desapareciendo del mundo. Algunos sitúan el punto de inflexión con el cambio de milenio del 1000...otros que comenzó ya con la caída del Imperio Romano y el auge del cristianismo. Poco importa. Pronto se hizo evidente que el mundo cambiaba y la magia estaba debilitándose y desapareciendo.
Las hadas y duendes se retiraron a los Feudos y refugios del Ensueño, donde se sentían seguros, pero esos lugares también comenzaron a reducirse y desmoronarse cuando la magia que los sostenía se debilitó y falló. La preocupación y el miedo se extendieron entre los pueblos del Ensueño, que también comenzaron a debilitarse y menguar. Hubo batallas por los últimos lugares de poder y otros decidieron huir antes de que los portales al Ensueño terminaran de cerrarse.
Pero no todos estaban dispuestos a huir y rendirse sin luchar. Amábamos a la humanidad que habíamos protegido y guiado con el paso de las eras, y no éramos los únicos. Permanecimos junto a nuestros amigos, amantes, familia, y pagamos el precio. Quienes no tenían un asidero con la humanidad desaparecieron con la magia, y quienes habían unido su sangre a la de los humanos resistieron más, pero terminaron perdiendo el Cisne y se diluyeron en la humanidad.
Algunos acudimos a los gobernantes de las hadas, los Sidhe, y advertimos de lo que estaba ocurriendo. Pedimos ayuda y aconsejamos unirnos para hacer frente a la gélida marea de la Banalidad que estaba alejando el Ensueño del mundo del Otoño.
Nos escucharon, pero no nos hicieron caso. Los Sidhe no querían renunciar a su poder y nos dieron la espalda, cruzando los Pasos y caminos de plata para refugiarse en Arcadia y dejando al resto de hadas y duendes atrás. He oído que algunos de los nuestros consiguieron el privilegio de acompañarles, bien fuera por amor o nobleza, pero la gran mayoría permanecimos atrás, por decisión propia o forzados por las circunstancias. Pronto quedó claro que tendríamos que arreglárnoslas solos.
Así que permanecimos y resistimos incluso tiempo después de que las puertas que llevaban a Arcadia se cerraran.
Y perdimos.

Ilustración de Walter Crane EL CABALLERO DEL CISNE
Érase una vez una princesa llamada Elsa, que había sido desposeída de sus propiedades en Brabante por un príncipe usurpador y primo suyo, llamado Federico, que cuando su prima acudió al emperador Lotario para quejarse por semejante injusticia, no reparó en mentiras y afirmó que Elsa era incapaz de gobernar sus territorios. Y estaba dispuesto a respaldar sus palabras con la fuerza de sus armas, lo que desanimó a muchos caballeros que podrían ponerse de parte de la princesa, pues Federico tenía un semblante feroz y una fuerza terribles.
Se decía de Federico que era capaz de derribar un toro de una patada, y que sujetando un caballo que se resistía a ser herrado le había arrancado la pata, y así la terrible fama del usurpador hacía que nadie quisiera enfrentrse a él y exponerse a su furia.
La pobre princesa se encontraba muy afligida, apelando en vano a los caballeros de la corte del emperador para que la defendieran de su primo Federico. Todos la rechazaron cortésmente, ocultando el miedo que sentían hacia él. La princesa se encontraba desconsolada hasta que vieron venir por el río una barca tirada por un cisne en la que viajaba un caballero armado y vestido de blanco. Toda la corte, reunida en la orilla, aguardó el desembarco del desconocido caballero.
El caballero dijo que venía a defender a Elsa contra el usurpador, si estaba dispuesto a enfrentarse a él, y Federico sintió dudas al ver al caballero del cisne tan decidido y valiente; sin embargo, empuñó su espada decidido a demostrar que aceptaba el desafío. El caballero demostró su habilidad derribando al usurpador Federico, al que no le valió de nada su espada ni su fortaleza.
Elsa volvió a ser proclamada princesa de Brabante, y los caballeros de la corte felicitaron al vencedor, decidiendo el emperador que el caballero se casaría con la princesa. Sin embargo, cuando se le preguntó por su nombre, contestó que había hecho una promesa formal de no revelar su nombre ni su procedencia, y que si alguna vez lo hacía, debería marcharse. Al poco tiempo se celebraron las bodas de Elsa y el caballero desconocido, y la princesa se resignó a ignorar el nombre de su esposo.
Sin embargo, el príncipe Federico, malamente herido tras el duelo con el caballero, tenía una esposa hechicera, la duquesa Ortuda de Cleves, que se encontraba dolida por la humillante derrota que había sufrido el usurpador. Así que proyectó tomar cumplida venganza, por lo que acudió a la corte de la princesa y sembró dudas en su corazón, advirtiéndola de que su marido en realidad era un hombre desposeído y sin honor.
Esa misma noche la princesa Elsa preguntó a su esposo cuál era su nombre y origen, y entonces el caballero le dijo que era Lohengrin, el caballero del cisne, y que al revelar su identidad, el encantamiento que lo ataba lo obligaba a volver a su hogar, a proteger el Santo Grial.
Elsa se desmayó y arrepintió de su curiosidad, y Lohengrin se marchó de Brabante para desaparecer entre la niebla del río tan misteriosamente como había aparecido. Para sus hijos dejó su espada, su cuerno y su anillo.

LA TRISTE DESPEDIDA
El cielo se oscurece cada vez más, el viento sopla, las nubes se vuelven grises, y algunas gotas de lluvia comienzan a caer sobre los congregados. Una mujer llamada Odile, se levanta y continúa contando la historia:
Tras la Ruptura, seguimos protegiendo a los humanos, y pagando un elevado precio en aquellos tiempos inciertos. No abandonar a nuestros seres queridos diezmó nuestras filas. Algunos caímos ante los estragos de la Peste Negra, negándonos a huir ante la enfermedad. Otros caímos en las guerras, luchando por proteger nuestros hogares, y otros en fin, simplemente fuimos engullidos por el frío gélido de la Banalidad, que se extendía por el mundo sin que nadie consiguiera hacerle frente.
Otros Linajes de hadas y duendes también sufrieron. Algunos consiguieron sobrevivir a través de la senda del Changeling, tomando cuerpos humanos para protegerse, pero otros simplemente se extinguieron.
Nosotros casi terminamos entre los últimos. Quizás nos expusimos demasiado, quizás la Banalidad nos resultaba más dañina, pero cuando la Edad Media estaba tocando a su fin, éramos pocos, muy pocos, y había quienes decían que no veríamos un nuevo siglo.
Fue entonces cuando una doncella entre los nuestros, Odette era su nombre, o así la llamamos, convocó a todos los miembros del pueblo de los cisnes que pudo encontrar. Los llamó hasta las orillas de un lago apartado, donde anidaban los cisnes, y quienes acudieron confirmaron que nuestra sangre estaba desapareciendo. Entre ellos había quienes habían tomado formas humanas para resistir la Banalidad, pero también cisnes cambiantes nacidos en el Ensueño, y otros que tenían otras raíces distintas, pero todos unidos por la bendición del Cisne.
Se habló largo y tendido sobre lo que debía hacerse y finalmente Odette propuso una solución. De la misma forma que los Sidhe se habían marchado a Arcadia, quedaba un refugio en el Ensueño, un hogar para los cisnes, donde residían la maravilla y la inspiración, y donde la Banalidad no había llegado. El pueblo de los cisnes debía emprender la vía del exilio o desaparecer en un mundo otoñal que ya no creía en ellos.
Los presentes tejieron una magia maravillosa, como no se había visto antes. Nadie sabe exactamente qué hicieron, pero se dice que danzaron y cantaron en aquel lago donde se habían reunido durante horas y días, al borde de la extenuación, hasta que finalmente consiguieron abrir una puerta entre los mundos. En ese momento, una bandada de cisnes alzó el vuelo, y atravesó el firmamento cuajado de estrellas del Ensueño, entonando una triste canción mientras se marchaban.
Sólo quedaron unos pocos cuerpos de los hombres y mujeres que habían asistido a aquella reunión, y cuando despertaron, no recordaban nada de lo ocurrido. Temerosos, se dispersaron sin mirarse entre sí y emprendieron el camino de vuelta.
Y así el pueblo de los cisnes dejó este mundo atrás.
Aunque no para siempre.

EL CISNE DORADO
Hace mucho tiempo, en un lugar lejano de Oriente, vivía un cisne dorado en un estanque. Un día echó a volar y descubrió que cerca del lago vivía una mujer pobre con sus dos hijas. Vivían en una gran pobreza y llevaban una vida muy dura para sobrevivir. El cisne dorado se compadeció de ellas y pensó “Si les doy una de mis plumas de oro, la pobre mujer podrá venderla y ganar dinero con ella.”
Así que después de pensarlo, el cisne dorado se acercó a la casa, y cuando la mujer lo vio en el umbral le preguntó:
-¿Qué haces aquí? No tengo nada que darte.
El cisne respondió tranquilamente:
-No he venido para pedir nada, pero tengo una propuesta que hacerte: te regalaré mis plumas una tras otra. Son de oro y podrás venderlas. Con el dinero que consigas podrás vivir cómodamente.
Tras decir eso, el cisne dejó caer una de sus plumas de oro y se fue. Poco a poco sus visitas se hicieron habituales, dejaba caer una de sus plumas y se marchaba.
La madre y sus hijas comenzaron a vivir bien y llevar una vida feliz. Pero la madre no estaba conforme. Decidió que debía conseguir todas las plumas del cisne y finalmente les dijo a sus hijas:
-El cisne es generoso, pero un día podría marcharse volando con sus plumas y no volver, y volveremos a ser pobres otra vez. ¡La próxima vez que venga le quitaremos todas las plumas!
Las hijas se asustaron y le dijeron que no hiciera daño al cisne, pero su madre estaba decidida a salirse con la suya. Así que cuando el cisne regresó, lo agarró por sorpresa y comenzó a desplumarlo. Sin embargo, para su sorpresa, todas las plumas de oro que le arrancaba se convertían en plumas blancas de cisne. Sorprendida, soltó al cisne.
-Todo lo que quería era ayudaros -le dijo-. Pero has intentado matarme. Te daba mis plumas por mi propia voluntad. Ahora creo que ya no necesitas mi ayuda. Me voy y nunca volveré a este lugar.
La madre lloró y pidió perdón por lo que había hecho, pero debido a la avaricia de la mujer, el cisne se marchó para no regresar.

DESPERTAR MUSICAL
Durante unos minutos, los hombres y mujeres reunidos guardan un apesadumbrado silencio, recordando a los perdidos. La lluvia cae del cielo gris, llorando por ellos, hasta que finalmente se detiene y la luz del sol comienza a atravesar de nuevo las nubes. Un joven llamado Jacek, que lleva una camiseta negra con el símbolo de un arco iris, se alza con una sonrisa esperanzadora, antes de tomar la palabra:
Y pasaron los siglos en el Mundo del Otoño. La Banalidad se llevó nuestro recuerdo, e incluso entre las hadas y duendes había quienes dudaban de que hubiéramos existido. De vez en cuando un cisne del Ensueño tomaba forma, como una quimera, pero hasta los pocos que nos recordaban consideraban que nos habíamos extinguido para siempre.
Y en un momento impreciso del siglo XIX una pequeña luz se encendió, y la música que surgió de ella se extendió hasta llegar a nuestro hogar en el Ensueño...o quizás surgió de allí.
Nadie está seguro de qué fue lo que encendió esa luz. Se habla de cuentos y leyendas medievales que encontraron nueva vida en la música e inspiraron una gran obra que sería conocida en todo el mundo. Sea como fuere, en mayo de 1875 Vladimir Petrovich Beguichev, Director de los Teatros Imperiales de Moscú, encargó la composición de la música del ballet “El lago de los cisnes” a Piotr Ilych Chaikovski por ochocientos rublos. La obra fue estrenada el 4 de marzo de 1877. Mediante la danza y la música, el ballet contaba la trágica historia de Odette, una princesa convertida en cisne por la magia de un hechicero malvado.
El estreno no fue bien recibido, y los críticos destacaron la complicación de la música, y especialmente sus influencias “germanas”, además de la “pobreza de la producción.” La obra todavía tardaría varios años en popularizarse y recibir el reconocimiento en Rusia y todo el mundo. Pero al margen de cómo fue recibido “El lago de los cisnes” en el Mundo del Otoño, fue un destello repentino en el Ensueño, una llamada que nos hizo despertar, un reclamo que atrajo nuestra atención.
De alguna manera, aquella música se escuchó en nuestro lago en el Ensueño, y varios cisnes acudieron esperanzados a su sonido. El Mundo del Otoño seguía siendo anatema para nosotros, pero la ilusión generada por la danza y la música permitieron que nos manifestáramos en un canto silencioso. Algunos de quienes participaron en la obra sintieron nuestra influencia y mientras danzaban o escuchaban, consiguieron tocar el Mundo del Ensueño.
En los años siguientes, el ballet del Lago de los Cisnes inspiró y despertó a muchos hombres y mujeres Encantados, y muchos jóvenes ilusionados con la luz y la fama soñaron con cisnes que recorrían sus sueños. No era suficiente para que nos encarnáramos de nuevo, pero sí para tomar nuevas formas en el Ensueño, ya fuera como cisnes mágicos o como cisnes que podían hablar y tomar forma humana. Para quienes entre las hadas y duendes nos creían desaparecidos, fue una señal de esperanza, y en varios Feudos encontramos refugio.
Debo advertir, no obstante, que el mundo del ballet no es sólo fantasía e ilusión, sino que la marea de la Banalidad también lo rodea, frustrando sueños y carreras, pero desde el siglo XIX constituyó un asidero para el pueblo de los cisnes, una forma de acercarse un poco a la humanidad que habían perdido. Hubo quienes se arriesgaron valientemente a enfrentarse a la Banalidad, y aunque brevemente, volvieron a caminar por el Mundo del Otoño. De nuevo, fueron destellos fugaces, pero dieron los primeros pasos para nuestro regreso.

EL REY CISNE
En 1845 nacía en Munich un príncipe de la Casa de Wittelbasch, Luis de Baviera, que desde pequeño mostró ser gran amante de la naturaleza y la poesía. Ascendió al trono bávaro en 1864 con 18 años. En 1870 el reino de Baviera pasó a formar parte del Imperio Alemán, aunque conservó gran autonomía. No obstante, el rey Luis II se fue retirando cada vez más de los asuntos cotidianos del estado para dedicarse a sus proyectos artísticos y extravagantes, por lo que sería conocido como “El rey cisne” o “Marchënkönig” (el rey de los cuentos de hadas). Esto no disminuyó su popularidad entre los ciudadanos bávaros, ya que disfrutaba viajando por su reino y charlando con los granjeros y trabajadores que encontraba a su paso. También obsequiaba espléndidamente a quienes lo acogían en sus viajes, por lo que era conocido como “Unser Kini” (Nuestro querido rey).
Encargó la construcción de dos lujosos palacios y un castillo, deseando vivir en un mundo similar al de los cuentos populares y leyendas que tanto apreciaba, y fue un devoto mecenas del compositor alemán Richard Wagner. Gastó todos los ingresos de la Corona a pesar de los intentos de sus ministros por detenerlo, y se enamoró de varios jóvenes de su séquito.
Las extravagancias del rey, su homosexualidad y su personalidad melancólica fueron utilizadas por sus enemigos para incapacitarlo para gobernar alegando locura, por lo que terminó recibiendo atención psiquiátrica. Aunque según sus allegados al principio dio muestras de mejora, el 13 de junio de 1886 fue encontrado ahogado en el lago de Starnberg junto a su médico personal. Se habló de un suicidio pactado, pero no faltaron sospechas de una conspiración para acabar con su vida.
El reinado de Luis II de Baviera fue un momento de prosperidad y esperanza para las hadas y duendes de su reino, e incluso se afirma que era un hombre Encantado con el don de contemplar el Ensueño, o quizás incluso un Changeling de Linaje incierto. En el pueblo de los cisnes hay quienes reclaman que el Rey Cisne era uno de los suyos, un pionero del futuro regreso del Linaje, pero que fue afectado por la Banalidad o asesinado por enemigos celosos. Su muerte trágica es considerada una señal de la Maldición del Cisne.
O quizás simplemente fue un hombre afectado por las circunstancias en las que vivió. En cualquier caso, para las Doncellas Cisne su figura constituye motivo de admiración, y Baviera suele ser un lugar de peregrinación frecuente para el Linaje.

LAS PUERTAS SE ABREN
El sol se encuentra casi oculto, emitiendo destellos rojizos en un cielo que se oscurece a medida que el día llega a su fin. En el horizonte comienzan a brillar las primeras estrellas, y entre los hombres y mujeres reunidos comienzan a encenderse varios faroles traídos para la ocasión. Yuri, un chico que viste con una sencilla camiseta gris con el dibujo de un cisne blanco, con vaqueros negros y zapatillas anaranjadas, se levanta para tomar la palabra. A la luz de los faroles, su rostro casi parece fantasmal.
El ballet de “El lago de los cisnes” fue representado varias veces desde su estreno, y a mediados del siglo XX comenzó a ser reconocido como una de las obras más famosas y paradigmáticas del ballet, convirtiéndose en una obra maestra muy popular. No necesito recordar su importancia, y cómo ha pasado a formar parte de nuestro legado desde que regresamos a este mundo.
Para nosotros fue un renacer, un despertar, no sabría cómo explicarlo, pero desde finales del siglo XIX, como las primeras gotas de lluvia antes del aguacero comenzamos a reaparecer. No resultó fácil regresar, porque el Mundo del Otoño seguía alejado del Ensueño, pero unos pocos lo consiguieron. Leyendas aisladas que surgieron y desaparecieron en la oscuridad, pero que dieron los primeros pasos necesarios para que los demás los siguiéramos.
Entre las hadas y duendes, hubo cierta anticipación y sorpresa, y los más perspicaces se dieron cuenta de que algo estaba cambiando en el mundo del Ensueño. Quienes nos vieron a menudo creían que éramos quimeras, criaturas de la sustancia de la imaginación, o prodigios surgidos de otros Linajes. He oído que una mujer Pooka de Rusia llamada Anastasia se hizo pasar por una “Princesa Cisne” durante un tiempo, hasta que su fraude fue descubierto, pero no todos los rumores sobre la presencia de cisnes que podían cambiar de forma eran meras ilusiones creadas por falsas esperanzas.
Aún así, como he dicho, estas primeras gotas de lluvia de nuestro Linaje comenzaron a reaparecer aquí y allá, en ocasiones asociadas al mundo de ballet, pero también fuera del mismo. Podría contar historias de heroicidad y sacrificio en las dos guerras mundiales, de sacrificios personales por el bienestar de los seres queridos, y en verdad en esas historias reconocemos el don del Cisne.
Aún así, pasaríamos desapercibidos durante casi todo el siglo hasta que en 1969, la llegada del hombre a la Luna colmó de ilusión un vaso que hacía tiempo que estaba llenándose, y de esta manera los caminos al Ensueño volvieron a abrirse y los Sidhe regresaron.
Y con ellos comenzó nuestro propio regreso. Se dice que con los Sidhe regresaron unas pocas Doncellas Cisne, pero pasaron desapercibidas entre ellos. También se dice que cuando comenzaron las fricciones entre Nobles y Plebeyos, algunas de estas Doncellas intentaron mediar entre sus señores y las hadas y duendes que habían permanecido en el Mundo del Otoño, pero sus esfuerzos fueron en vano cuando se produjeron los terribles sucesos de la Noche de los Cuchillos de Hierro y el estallido de la Guerra del Acuerdo.
Realmente en aquel momento éramos muy pocos para marcar la diferencia en la guerra, y terminamos divididos tratando de detener a ambos bandos. Una vez más nos sacrificamos para proteger a nuestros seres queridos y a los inocentes que eran alcanzados por la violencia del conflicto. De nuevo luchamos y morimos solos por aquello en lo que creíamos.
Y cuando terminó la guerra, habíamos desaparecido entre las sombras, pero en esta ocasión el sacrificio de nuestros compañeros y el nuevo orden que surgió, apuraron nuestro regreso. Y finalmente reaparecimos, cada vez en mayor número, primero en el corazón de Europa, y poco a poco comenzamos a extendernos por todo el mundo.
Sobrevivimos.

OTRA DESPEDIDA
Y así llegamos a los días recientes. Nuestro Linaje se incrementó en las últimas décadas, y ahora nos movemos abiertamente entre las demás hadas y duendes sin pasar desapercibidos. El Mundo del Otoño y nuestra naturaleza nos han moldeado en lo que somos: el pueblo de los cisnes, conocidos entre los Kithain como Doncellas, Príncipes y Amantes Cisne. Las muchas historias de la antigüedad se han entrelazado entre sí para darnos una forma acorde con estos tiempos modernos.
Vivimos y nos movemos en los distintos Feudos, viajamos por el mundo defendiendo nuestros ideales y nuestro legado, contemplando lo que nos rodea, y siempre con las alas protectoras del Cisne sobrevolando sobre nosotros.
No ha sido un camino fácil, pero lo importante es que todavía no ha terminado. Los hijos e hijas del Cisne todavía tienen muchas historias que vivir, muchas historias que contar. Cada uno somos nuestro pasado, presente y futuro.
Por hoy hemos terminado. Marchemos contentos y esperemos el nuevo día.

Ha llegado la noche. El pueblo de los cisnes se pone silenciosamente en movimiento, iluminando su camino con la luz de los faroles, dejando el lago a oscuras, reflejando las estrellas del firmamento. Hoy los Amantes Cisnes han aprendido mucho, y con ellos llevan una renovada confianza para los días inciertos que vendrán.