Su plan de juntar agua con electricidad, llegaba tarde. Apenas los lavabos empezaban a rezumar agua y aquella ímpia criatura ya se encontraba ante ellos. Sancho o Quijote. Era hora de escoger, si ser un iluso caballero viviendo una fantasía, en éste caso la de intentar matar a una criatura feroz que acababa de hacer añicos de un par de golpes la puerta, o volver a ser el escudero que vive una realidad a tiempo completo, sin permitirse ilusionarse. En aquellos momentos, uno no piensa en que tal vez no vea más a sus seres queridos... a su pequeña ni a su ex-mujer. En esos microsegundos, tan solo piensas en la supervivencia... y en dejar una escena para la historia. Como los finales de las buenas novelas.
Eligió ser un hidalgo de los de lanza en astillero. Agarró la pata que había arrancado de la mesilla y cargar contra la bestia.








