Publicado: 22 Abr 2018, 20:51
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El albino soltó al francés y se irguió de nuevo, limpiandose como podía los restos de sangre en su cara. Ahí solo estaban ellos tres, pero al salir habría que seguir manteniendo la Mascarada. No le gustó el chasquido de Francesc ni tampoco el tono de reproche de Jean Luc, pero como no era plan de echar más leña al fuego, mantuvo las formas, volviendo a su flema habitual dentro de lo que podía. Había desnudado el alma ante ellos y se sentía incómodo por ello. Pero agradeció que aún con todo, hubiese una tregua por ahora.- Claro, Cesc, estoy bien, ¿cómo iba a estar?- El tono del sin-clan era sin duda un toque de atención, "¿de qué iba ese tipo? ¿cómo era capaz de comportarse de esa manera en un momento así? ¿y con qué derecho, además, metía sus zarpas en las cosas de Sahil?", sin embargo, Jean-Luc no se sentía con fuerzas para explicárselo- Yo también me alegro mucho de verte.
El albino sostuvo la nota que había sacado del cilindro de metal, escuchando al caitiff decir lo siguiente.A su vez, ya más tranquilo, y una vez hubo leído la nota, Daren se acercó a curiosear el resto de objetos que no eran documentación de la mesa. Tras abrir los cilindros de metal, de uno de ellos cayó un papel enrollado de caligrafía diferente a los otros dos, pero que contenía otra parrafada, en esta ocasión codificada, de similar extensión. Por su parte, una de las libretas parecía también vacía de información. La otra, sin embargo, se encontraba practicamente rellena de anotaciones apretadas, en este caso en un idioma que ni Daren ni Cesc reconocían.
Levantó la cabeza y volvió a mirarlo con el ceño levemente fruncido y la mirada triste. Al mencionar él la palabra "justicia" se sorprendió, porque a todas luces él no la esperaba, no pretendía ser justo. Lo que pretendía era devolver el golpe con más fuerza y con más contundencia, porque consideraba que esos hijos de puta debían sufrir los intereses de toda una eternidad sin ella. O al menos todo el tiempo que le quedase de no vida.- Veréis, no sé exactamente qué ha pasado y por lo tanto no podría saber qué he dicho o hecho en realidad. Sin duda la presencia en este lugar de Sahil me afectó más de lo esperado. -Se paró un momento- ¿Ha muerto, verdad?- Tras otro silencio- Bueno, no me interesa saber cómo ni dónde, el hecho no iba a cambiar la situación, sin embargo sí entenderé el por qué de su muerte y el culpalbe, o la culpable- puntualizó-, tendrá que responder ante nuestra justicia, si es que eso existe, y por su bien espero que sí. Menos mal que estáis aquí para ayudarme, ¿verdad?- y miró directamente a Fornals, acercándose a eso que tenía entre las manos.- Es húngaro - dijo Jean Luc, que se había situado tras los dos vástagos y miraba al contenido de la libreta por encima de sus hombros - una forma arcaica, o tal vez una variedad regional minoritaria. O ambas cosas. - Jean Luc reconocía la libreta. Era la misma en la que el Sahil de su visión anotaba infinidad de palabras que no tenían sentido aparente. Exactamente igual que esta. Eran miles de líneas escritas en húngaro, palabras con significado pero que juntas no decían ambsolutamente nada. Los desvaríos de un loco.