#118
Mensaje
por Baudelaire » 19 Abr 2023, 15:16
Me levanto en la penumbra, intuyendo que se me han pasado las horas y se trata del ocaso. Extiendo la cama con delicadeza, para dejarla en perfecto estado para la noche. Mi nariz detecta nuevamente el aroma de mi esposa, camino hasta la carta y la acercó a mi nariz para impregnarme de su presencia. Acto seguido, la dejo bajo la almohada.
Será muy agradable leerla con calma antes de dormir.
Sin abrir ni cortinas ni la ventana, me dirijo al baño para limpiarme rápidamente. Me peino y me maquillo con presteza, para regresar con la comida. Nuevamente, mantengo mi frugalidad, pues tampoco quiero tener el estómago pesado.
El único problema es que me va a ser complicado contactarme con el conde a tiempo.
Me acomodo junto al escritorio, enciendo una pequeña lámpara considerando que pronto la oscuridad lo llenará todo. Verifico, con la mirada, el pesado mueble que bloquea la ventana. Los últimos rayos desaparecen.
¿Daba al oriente o al poniente? Debe ser lo segundo, de otro modo significaría que he dormido más 20 horas.
Sacudo la cabeza, me siento y ubico los utensilios de cartografía. Reviso las rutas, trazo senderos y posibles arcos para el acercamiento. Contemplo el plan y destruyo en jirones todo, tomo una vela y me aseguro de ir quemando los restos con lentitud para evitar llenar todo de humo. En una hoja en blanco, escribí mis excusas para el conde. Coloco la nota dentro de un sobre y, sin abrir demasiado la puerta, apoyo la carta sobre ella con la indicación de llevarla hasta allí. Vuelvo al interior para hacer un poco de calistenia y estirarme, en caso de regresar Grace, todo pasará inadvertido.
Busco entre mis pocos avíos el pequeño libreto de la primera obra, permitiendo que la lluvia de recuerdos me inunde. La breve angustia frente a la posibilidad de olvidar alguna línea o errar el ingreso a escena o tropezarme, pero todo ocurrió en mi mente. Las felicitaciones y los aplausos fueron abrumadores, incluso siendo apenas un personajillo secundario llamé la atención del público. El resto del elenco me trató como un veterano.
Y ahora, sigue pasando. En un libreto que construyo paso a paso, de esta obra absurda que hará llegar a su fin esta guerra absurda. Incluso podría llegar a alguna sala de teatro, tras su término. En realidad, ningún conflicto bélico lo es, pero estando a orillas del Pacífico... con una parte del ejército español rumbo a Filipinas y la otra estacionada junto Cuba, poco es lo que les será posible avanzar. Esta misión es la clave para salvar más vidas.
Terminadas mis divagaciones, calculo que ya deberían ser las 9 de la noche. Una hora prudente para irme a dormir y despertar cerca de las 2 de la mañana para reconocer el terreno de madrugada, con el manto negro del firmamento ocultándome de manera maravillosa.
Huelo nuevamente la carta, tras sacarla de abajo de la cama, pero lo prolongado del ocaso me da un sobresalto. Seguro es solamente mi imaginación, un fenómeno parecido al del cielo cerrado. Ahora, la luna se burla de mí. Sin abrirla, la coloco de nuevo bajo la almohada para disfrutar del aroma de la nostalgia. Me quito el uniforme y me enfundo el piyama, antes de dejarme caer en el mundo onírico. Mi mente va, de seguro, a despertarme a la hora exacta.