[Recurso] Celebrando la oscuridad

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Alexander Weiss
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Re: [Recurso] Celebrando la oscuridad

#191

Mensaje por Alexander Weiss » 18 Oct 2024, 12:24

Imagen DÍA DIECIOCHO: UNA PRUEBA DIFÍCIL

-El examen tendrá tres horas de duración. Pongan su nombre, apellidos y aula en la esquina superior derecha de los folios que se les entregarán. La prueba consistirá en una única pregunta: Principales corrientes filosóficas desde la antigüedad hasta el siglo XX...

Vamos, todo.

José Manuel estaba preocupado. La asignatura de Historia de la Filosofía era de las más difíciles de la carrera. Se estimaba que sólo el 10 % de la clase aprobaba en cada curso. Vamos, lo justo para no tener que el examen no tuviera que repetirse. Y no es que se tratara de una asignatura especialmente difícil, pero el narcisimo del profesor Emerenciano Jiménez lo llevaba a crear un aura de dificultad, de exclusividad, de elitismo. Y la pregunta en cada examen siempre era la misma: Principales corrientes filosóficas desde la antigüedad hasta el siglo XX...pero la realidad es que daba igual que terminaras poniendo palabra por palabra todo lo que hubieras obtenido de los apuntes del curso y de los libros de la bibliografía, el profesor Jiménez siempre encontraba la subjetividad para suspenderte...o aprobar a los pocos elegidos que podían ponerse la medalla de haber aprobado la asignatura más difícil de la carrera de Filosofía. Las malas lenguas decían que el profesor aceptaba sobornos monetarios o de naturaleza más carnal, pero José Manuel estaba convencido de que simplemente Jiménez era un capullo integral y pagado de sí mismo, y que aprobaba o suspendía según le viniera en gana. Aquella era su última oportunidad de aprobar aquella asignatura que llevaba arrastrando años. Estaba seguro de que la conocía mejor que nadie. No sólo había tomado los apuntes, había leído libro y conversado con alumnos que la habían aprobado. No, estaba seguro de que cuando Jiménez aprobaba a alguien lo hacía siguiendo criterios que se le escapaban.

Hacía días que José Manuel no se encontraba bien. Un resfriado de otoño, sin duda. Pero ni la fiebre impediría que se presentara a aquella asignatura. Era una cuestión de puto orgullo. El folio blanco le enfadaba. Agarró su bolígrafo azul, puso el nombre, apellidos y aula en la esquina superior derecha y comenzó a escribir con furia, desperdigando patas de araña con fuerza, pensando en el tiempo que había desperdiciado con aquella carrera. La fiebre hacía que su corazón latiera con más fuerza. Su respiración era cada vez más agitada. Escribía y escribía: Platón, Aristóteles, Marco Aurelio, Anselmo, Tomás de Aquino...los principios filosóficos llenaban folio tras folio.

José Manuel no era consciente de que su compañero de al lado estaba mirándolo con la boca abierta, mientras la mesa se llenaba de folios escritos con una escritura apretada de patas de araña azules. El bolígrafo golpeteaba la mesa, y el estudiante resoplaba con una mezcla de furia y frustración, con el sudor cayendo en gruesas gotas por su rostro. La fiebre y el calor de la calefacción se combinaban. Finalmente, terminó con un gruñido de furia, y sacudió el pupitre. El bolígrafo se partió por la mitad, pero no se molestó en recoger los trozos. Se había manchado la mano con tinta azul.

Se levantó de un salto. Tenía que ir al baño. Notaba la fiebre, su vejiga y su corazón acelerado. Agarró el manojo de folios y con paso rápido se plantó ante un sorprendido profesor Emerenciano Jiménez, golpeando la mesa con los papeles y mirándolo con un rostro de locura que hizo que el profesor se encogiera sobre sí mismo.

-¡AQUÍ TIENE, BUENOS DÍAS! -Se despidió José Manuel con una despedida que más parecía una amenaza.

Salió disparado por la puerta del aula y entró en el primer baño de la izquierda. Los azulejos blancos resplandecían. Olía a desinfectante, a limpio. Los espejos de los lavabos le devolvieron una mirada enloquecida, con su pelo revuelto, un universitario larguirucho, de ojos negros y locos, cabello rizado y oscuro, con los dientes blancos y apretados. Temblaba descontroladamente. Tenía que calmarse. Había terminado.

Sacó una cajita de ibuprofeno del bolsillo. Las manos le temblaban y las dejó caer. Lanzó un grito de frustración. Tenía que calmarse. Tenía que refrescarse. Platón. Aristóteles. Kirkegard. Repitió mentalmente los nombres de los filósofos mientras abría el grifo. Necesitaba agua fresca. Tenía que calmarse. Su corazón parecía una locomotora.

Se remojó la cabeza y levantó la mirada. Su reflejo se la devolvió, pero su mirada era. Sus ojos eran los de un animal. Extendió la mano.

De repente, se sintió impulsado hacia adelante y cayó al otro lado del espejo como si atravesara una telaraña viscosa. Todo era...distinto e igual a la vez. Escuchaba voces, zumbidos, pequeñas arañas que recorrían el baño. Sus manos tenían garras y ¡Tenía pelo por todas partes!

Gritó lleno de frustración y su grito se quebró convirtiéndose en un aullido.

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#192

Mensaje por Alexander Weiss » 19 Oct 2024, 00:48

Imagen DÍA DIECINUEVE: CUMPLEAÑOS

Samantha estaba emocionada era su cumpleaños diecinueve en el día diecinueve de octubre y para ella estaba llena de significado. Es lo que le decía su madre: todo estaba lleno de significado si se sabía donde buscar.

Para otras personas la vida era monótona y rutinaria, pero para Samantha y su familia estaba llena de magia. Procedían de un aquelarre de brujas de Cornualles que habían huido de la persecución en Europa para ponerse a salvo en el inexplorado Nuevo Mundo.

Por supuesto, la magia no te libraba de peligros y amenazas. Había quienes rechazaban la magia y las creencias que practicaban, y había otros brujos rivales que practicaban su propia magia y no estaban dispuestos a compartir el mundo con otros. Samantha conocía la historia familiar, transmitida de generación en generación, y aquel día, tras haber recibido las enseñanzas de su madre y de su abuela, estaba preparada para tomar el testigo.

¿Y los hombres? Bueno...la magia de la familia era magia de mujeres, y los hombres debían conocer cuál era su lugar. Si nacían niños con el don eran enviados a otro aquelarre que los educaba en la magia de los hombres. Samantha sabía que tenía un hermano gemelo, Samuel, y aunque los habían separado al nacer, sabía que se encontraba en algún lugar. De hecho, a veces lo sentía en sus sueños.

Estaba preparada con la escoba, la vara, y el pentáculo, presentando sus respetos al árbol de la familia, un viejo roble, que se encontraba en el jardín. El resto de la familia esperaba espectante. Samantha era la primera bruja verdadera en varias generaciones y había Despertado recientemente.

Todo estaba preparado, pero de improviso Samantha se sintió...incompleta. Algo faltaba. Algo se avecinaba. Algo iba a comenzar.

De repente, un desconocido saltó corriendo la valla. Era un hombre pálido, como Samantha. Y tenía los mismos ojos verdes que Samantha, y el mismo cabello pelirrojo. Las mujeres presentes se aterrorizaron ante lo que consideraban que era una profanación de la ceremonia. Ningún hombre debía interrumpirla.

Pero Samantha supo que era lo que faltaba. Se encaró con Samuel y sonrió a su hermano gemelo. Y su hermano le devolvió la sonrisa. Ambos extendieron las manos y dejaron que la magia que obraba en el interior de ambos siguiera su curso. Y ante los ojos maravillados de las brujas presentes, una leyenda de época medieval, una rareza, una excepción que aunaba la magia de mujeres y de hombres en un mismo cuerpo se hizo realidad: El rebis.

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#193

Mensaje por Alexander Weiss » 20 Oct 2024, 12:04

Imagen DÍA VEINTE: LA PRIMERA VEZ

Las clases habían terminado y los últimos alumnos apuraban para marcharse. Sin embargo, en las duchas del gimnasio alguien se había demorado. No era la primera vez que algunos alumnos se escabullían para compartir un poco de placer secreto, y la mayoría lo consideraban una experienca morbosa de la que se hablaba en murmullos burlones y morbosos en los corrillos del instituto.

Tommy se mostraba invitador, no burlón. Sus ojos se fundieron con los de Brandon, un color marrón claro que parecía destellar. Brandon inhaló con fuerza el olor a humedad, jabón, y sudor de los vestuarios. Parecía visiblemente nervioso y confuso, pero se dejaba llegar por la pasión de Tommy y la suya propia. Expiró con fuerza y deslizó sus manos con suavidad desde la frente de Tommy hasta sus muslos, despacio, muy despacio

-No vayas demasiado rápido -lo tranquilizó Tommy-. Tenemos todo el tiempo del mundo.

-No...vamos...a...ninguna parte -respondió Brandon con dificultad. Besó ligeramente los labios suaves de Tommy sintió un escalofrío que le hizo cerrar los ojos, extasiado.

Tommy lo estrechó con igual suavidad, mientras sus manos descendían por su espalda hasta aferrarse al final de la camiseta de fútbol y tirar hacia arriba, poco a poco.

Ray disfrutaba de las sensaciones de un cuerpo que no era el suyo, el de Brandon. Volver a sentir una respiración, el calor de otro cuerpo contra el suyo, ver el mundo de los vivos, de alguna forma lo hacía sentirse más completo, mejor.

Algo se agitó en el interior de Ray, manejando recuerdos oscuros. La homosexualidad nunca había estado del todo bien vista, pero hacía diez años había sido peor. Cuando sus compañeros se enteraron, por una torpeza suya, quería morirse. Fue bombardeado con risas, burlas, miradas de desprecio hacia el "marica del instituto." Quería morirse, y cada día que pasaba la idea era más fuerte.

Pero otros tomaron la decisión por él. Sólo había sido una mirada hacia uno de los chicos del equipo de fútbol del instituto y el odio estalló del todo. Se abalanzaron sobre él como una manada de perros rabiosos. Lo zarandearon, le escupieron, le golpearon, y no pararon hasta que murió.

Después de lo que se le antojó una eternidad, había caído en un mundo gris lleno de almas en pena y aprendió a sobrevivir y hacer lo que fuera necesario, anhelando el mundo de los vivos que ahora le estaba vedado. El ansia por lo que había perdido cada día era más fuerte hasta que alguien le dijo que era posible tomar el cuerpo de los vivos y compartir lo que sentían.

Ray había encontrado en Brandon un alma que ocultaba deseos como los suyos, y de inmediato sintió simpatía por él. Ahora lo estaba ayudando a romper el miedo, a ir más allá, a celebrar lo que sentía, y al mismo tiempo recuperaba lo que había perdido, la primera vez que nunca había tenido.

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#194

Mensaje por Alexander Weiss » 21 Oct 2024, 12:37

Imagen DÍA VEINTIUNO: CALABAZAS

Como todas las mañanas, la Abuela Smith se levantó, se aseó, preparó el desayuno y se dispuso a disfrutar un rato antes de comenzar a trabajar en su mayor orgullo, su huerta, un jardín personal cuidado con mimo y cariño.

Con una taza de humeante café con leche y una rebanada de pan moreno se le ocurrió desayunar en el banco del porche, contemplando la huerta, pero nada más traspasar el umbral y recibir el aire fresco de la mañana en el rostro se llevó una desagradable sorpresa. Casi dejó caer la taza de porcelana con gallinitas rojas picoteando.

¡Alguien había entrado en su huerta durante la noche! Aunque en gran parte se encontraba intacta, sus queridas calabazas, que ya estaban preparadas para la inminente cosecha de otoño ¡Habían desaparecido! Sólo quedaban las más pequeñas, que todavía se hacían rogar para la madurez. Observó los surcos de una carreta que se perdían en la distancia, en el prado mojado por la lluvia de la noche. ¡Ladrones! ¡Estrapaluciadores!

La Abuela Smith suspiró con paciencia. Lo primero era lo primero, y se dispuso a desayunar. Cuando terminó, se vistió y se puso su chaqueta de lana a cuadros, su boina con un pompón rojo. Había mucho que hacer. Así que sacó su labor, con un ovillo amarillo y naranja y sus agujas de calceta y se puso a calcetar laboriosamente. Mientras las agujas cantaban con un sonido metálico, ella las acompañaba con una vieja canción.

Cinco calabazas sentadas en el muro.
La primera dijo: "¡Voy a llegar tarde!"
La segunda dijo:"¡Pero no me importa!"
La tercera dijo: "¡Hay brujas en el aire!"
La cuarta dijo: "¡Rueda, rueda, y rueda!"
La quinta dijo: "¡Vámonos de fiesta!"
Y las cinco rodaron con la cáscara puesta.


El granjero Campbell despertó sobresaltado. Había trabajado mucho esa noche llevando las calabazas de la Abuela Smith en su carreta. Como no solía trabajar mucho en su propia huerta, que era muy mala, cuando llegaba la cosecha robaba en las de los vecinos. No se había podido resistir, y esa noche, a la luz de la luna llena y con un farol, había llenado su carreta de calabazas anaranjadas, amarillas, y verdes, y las había puesto a buen recaudo en su granero.

Pero ahora algo lo había despertado. Escuchó unos golpes insistentes en el granero, así que se levantó en pijama, cogió la vieja escopeta y salió de casa.

Algo estaba golpeando las puertas del granero desde dentro. Pensó que tal vez se había colado, quizás un animal asustado, o un vagabundo borracho que ahora no podía salir. Pues se iba a llevar un buen susto.

El granjero Campbell abrió las puertas del granero de par en par y apuntó con la vieja escopeta. Nada. Oscuridad. Silencio. Olor a humedad y cerrazón.

-¡Salid de ahí, gamberros! -dijo el granjero con voz rasposa y medio dormida.

De repente, algo salió rodando, una calabaza anaranjada. El granjero miró hacia abajo sorprendido.

Y de repente un aluvión de calabazas salieron rodando y saltando. El granjero Campbell se asustó, y las calabazas lo derribaron, rodando y saltando, y siguieron su camino, perdiéndose en la distancia. Dolorido y amoratado, el granjero se arrastró de vuelta a la seguridad de su casa.

Unos días después la Abuela Smith vendió sus calabazas en la feria de otoño, aunque se quedó algunas para prepararlas en su cocina y guardar las pepitas para sembrarlas y preparar la cosecha del año siguiente.

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#195

Mensaje por Alexander Weiss » 22 Oct 2024, 12:03

Imagen DÍA VEINTIDÓS: CELEBRACIÓN DE VICTORIA

Las calles estaban atestadas. El partido había terminado y los aficionados celebraban. Jolgorio, fiesta, y alegría, pero Jacinto no estaba allí por eso. Había disfrutado del partido como buen aficionado que era, pero tenía otras prioridades. Llevaba años dedicándose a observar y vigilar, primero como polícia, y después como cazador de monstruos. No podía evitarlo. Cuando alguien se acercaba de inmediato su cerebro se ponía en marcha para analizarlo, identificar señales y detectar posibles amenazas.

Y Jacinto sabía que celebraciones como aquélla atraían a los monstruos. Tantos peces juntos invitaban a los tiburones, que cazaban en medio de tanta abundancia, arrastrando a sus víctimas a la oscuridad. Pero la noche no era suya. Gente como Jacinto se encargaba de recordarles que las presas también tenían el privilegio de defenderse.

Contempló a la chica pálida que charlaba con unos aficionados con los colores de su equipo. Aguzó el oído y escuchó una charla intrascendente sobre copas, discotecas y quizás terminar la fiesta en un piso. No le interesaba.

Vio al borracho de la esquina, con sus ojos embriagados llenos de lujuria y ansia. Jacinto vio la mirada del depredador. Alguien que fingía torpeza y estaba al acecho, pero no era lo que buscaba. De todas formas se plantó delante de él y le devolvió una mirada con dureza. Impresionado por el cuerpo alto y musculoso de Jacinto, el borracho decidió retirarse a otro lugar.

No era fácil detectar a los monstruos. Era un proceso de vigilancia cuidadosa, además de seguir sus pasos con cuidado de no ser descubierto, pero Jacinto había perfeccionado el proceso con los años y la experiencia. Siempre tenía el móvil a mano para llamar a la caballería si hacía falta. Los monstruos no eran tan evidentes.

O eso creía. De repente escuchó unos alaridos y risas enloquecidas, y en la esquina aparecieron tres criaturas que parecían cadáveres salidos de la tumba, pálidos y escuálidos, con sus bocas llenas de colmillos y vestidos con harapos. Llevaban una especie de cruces invertidas talladas en la frente. Chupasangres de mierda, demasiado crecidos por su propio bien.

Jacinto se llevó la mano al móvil y tocó la tecla de emergencia. Sus compañeros ya conocían su ubicación y no tardarían en llegar con la furgoneta y la artillería pesada, pero cuando vio a los chupasangres abalanzarse en manada sobre uno de los jóvenes, supo que tenía que hacer algo. Sacó el revólver con munición especial, apuntó a la cabeza de uno de los monstruos y disparó.

Una llama anaranjada de fósforo blanco iluminó la noche de celebración.

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#196

Mensaje por Alexander Weiss » 23 Oct 2024, 12:15

Imagen DÍA VEINTITRÉS: LA TUMBA DE LA REINA

Habían sido largos meses de excavación. Todo el mundo soñaba con tesoros de faraones y pirámides ocultas, pero a estas alturas del siglo XXI la mayoría de las tumbas y palacios faraónicos ya habían sido localizadas y estudiadas, y los egiptólogos que aspiraban a la fama debían buscar en otros lugares.

John Legrand había sido un alumno prodigio, fascinado por el Antiguo Egipto desde que era pequeño. Conocía todas las dinastías egipcias desde Menes a Cleopatra, incluyendo las lagunas y linajes derivados. Pero al contrario de lo que muchos creían, John consideraba que todavía quedaban muchos misterios por desvelar, muchas leyendas que comprobar.

Y John estaba seguro de que había convertido una leyenda en realidad. Había memorizado antiguos fragmentos que hablaban de Nithakert, que había sido amante del faraón Merenra de la dinastía VI. Según se decía, Nithakert era una especie de sacerdotisa y hechicera, y varios de los fragmentos que se conservaban afirmaban que era capaz de controlar las aguas del Nilo y las nubes de Egipto, que los cocodrilos comían de su mano y los leones se inclinaban a su paso.

John había encontrado más fragmentos sobre una figura que cada vez le resultaba más fascinante. El faraón había querido convertirla en su esposa, pero su hija, se había opuesto, envenenándola. El faraón la había enterrado en una tumba oculta para evitar que su envidiosa hija la profanara o destruyera.

Y ahora, milenios después, John Legrand estaba seguro de que había encontrado la tumba oculta de Nithakert. Los corredores estaban llenos de jeroglíficos y pinturas que mostraban el duelo de un faraón y varios cantos dedicados al amor. Finalmente, la cámara estaba intacta, con un sello elaborado que indicaba el nombre de su ocupante. No era Nithakert sino otro nombre que significaba "amada de Merenra." Y también había una advertencia de no interrumpir su sueño.

Pero John no estaba dispuesto a quedarse a las puertas. Ordenó a los trabajadores que retiraran el sello con cuidado y empujaron las losas de tierra utilizando varios gatos hidraúlicos. A pesar del tiempo, todavía parecían funcionales.

Y a la vista de John y sus compañeros se mostró la sala del tesoro. La luz blanca de las linternas mostró una cámara intacta, por primera vez desde Tutankamón, un hallazgo que sin duda le haría famoso y le daría muchos años de trabajo y laboriosa investigación. En el centro había un sarcófago femenino, con oro y joyas engastadas, y a su alrededor había un ajuar dispuesto para la otra vida. Objetos dorados, una barca de recreo, figurillas de sirvientes para el más allá...

Las linternas comenzaron a fallar. Un viento surgido de ninguna parte que traía el hedor del tiempo y la podredumbre y una voz llena de furia envolvió a John. La oscuridad los atrapó. Comenzaron a escucharse gritos.

Y de repente una voz tranquila y serena habló en las tinieblas.

-Dormid.

La sombra que custodiaba la tumba se encogió sobre sí misma, dudando. Aquella voz le era reconocible y permaneció quieta. Una linterna se encendió en la oscuridad. Uno de los trabajadores la sostenía. Se quitó el turbante y mostró un rostro moreno, con rasgos egipcios, ojos grandes y oscuros, y una larga cabellera rizada.

Por primera vez en milenios, Nithakert contemplaba la tumba donde había sido enterrada. Después de que su reposo en el más allá fuera interrumpido por la tormenta de Du'at había regresado al mundo de los vivos. Había guiado a John Legrand hasta aquel lugar, para que desenterrara su ajuar, sus joyas, y lo más importante, el tesoro de conocimiento que había acumulado en vida. Antiguas tablillas llenas de hechizos y amuletos que debían permanecer apartados de los simples mortales. Todo debía ser puesto a buen recaudo.

La sombra guardiana reconoció a su ama y se inclinó. Nithakert entonó un antiguo hechizo y las estatuillas de sus servidores comenzaron a agitarse, dispuestas para servir a su señora una vez más.

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#197

Mensaje por Alexander Weiss » 24 Oct 2024, 12:13

Imagen DÍA VEINTICUATRO: TRES VECES TE LLAMO

Razenor...

En la nada del espacio y el tiempo, Razenor escuchó su nombre. Desde las profundidades del Abismo acudió. Las puertas estaban quebradas, y él y sus hermanos eran libres de regresar. Ya no hacían falta nombres, pero aún así Razenor sentía que debía acudir, para saber quién se había atrevido a llamarle.

Desde el inicio de los tiempos había existido, un espíritu puro que había enseñado a cazar a las bestias de la noche, y había caído por el sueño de Lucifer hasta convertirse en Razenor, el Cazador en las Tinieblas. Mientras otros se convertían en soldados y guerreros, Razenor se convertía en un cazador. Las estrategias, las armas y las técnicas eran sólo herramientas. Lo que importaba era derrotar al enemigo, cazar a la presa, los medios eran lo de menos.

Había luchado en nombre de Lucifer, cazando a los mortales y a sus hermanos cuando era necesario. Razenor no disfrutaba ni lamentaba lo que hacía, su ética era la de derrotar a la presa y volver a la oscuridad.

Pero ni siquiera Razenor pudo escapar del castigo que había terminado alcanzando a Lucifer y sus seguidores. Los propios mortales que le adoraban y servían para que no les causara daño, se habían vuelto contra el monstruo que los aterrorizaba. El destino de Razenor había sido el Abismo.

Razenor...

Había languidecido durante un tiempo sin tiempo en la nada del Abismo hasta que volvió a escuchar su nombre. Un atrevido mortal había descubierto su nombre y lo llamaba para servir su voluntad. Matar. Y cuando terminó, lo despidió sin más para que regresara a su prisión.

Con el tiempo el mortal lo había vuelto a llamar, y después de él hubo otros que conocían su nombre y lo utilizaban para convertirlo en su perro de caza. Mata. y Razenor mataba una y otra vez, con el rencor atormentando su alma.

Razenor...

Y ahora regresaba al mundo, no por el poder de su nombre, sino porque era la voluntad de Razenor hacerlo. El Cazador en las Tinieblas vio a un grupo de figuras sombrías y vio un anfitrión para su forma demoníaca. Se introdujo en su cuerpo agonizante, mientras su alma se marchaba y ocupó su lugar. Y entonces llegó el dolor.

Dorothée sentía dolor. Había tenido una infancia feliz, hasta que había llegado a la escuela secundaria. Allí recibió el desprecio de sus compañeros, que la consideraban gorda y fea. Sus amigos de la infancia la evitaron. Primero se quedó sola, y después vinieron las burlas, los insultos, y las palizas de otras chicas que querían marcar su jerarquía humillándola y destrozándola.

Aquellos años habían sido un infierno, y cuando vio la oportunidad de que la invitaran a unirse a un grupo de amigos había aceptado por pura desesperación, buscando algo de lo que formar parte, alguien que la aceptara como era.

Pero era una trampa y una traición. Quienes querían ser sus amigos sólo querían jugar, un juego sádico a raíz de un viejo libro que habían encontrado en la biblioteca. Una ceremonia "satánica" como excusa del placer retorcido de saber qué se sentía haciendo daño, de humillar a alguien más débil. Y el juego se convirtió en una tortura, y finalmente en muerte.

Nada de aquello podía compararse a los tormentos del Abismo, pero Dorothée podía sentir el rencor del castigo, y se aferró a ello. Y el tormento le dio la fuerza. Sus ataduras se rompieron y se incorporó, ante miradas y murmullos de sorpresa.

Y entonces comenzaron los gritos.

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Re: [Recurso] Celebrando la oscuridad

#198

Mensaje por Alexander Weiss » 25 Oct 2024, 12:09

Imagen DÍA VEINTICINCO: SEGUIR ADELANTE

Clarice le había dicho que no le gustaba que llegara tan tarde, pero le pagaban bien por las horas extra y necesitaban el dinero. John era un empleado que daba pocos problemas y era capaz en su trabajo. Lo importante era ganar más dinero. Les acababan de subir el alquiler y tenían dos hijos que alimentar.

Alimentar. Ésa era la palabra importante ahora. Y no le gustaba.

Aquella noche tuvo que aparcar algo lejos de casa y ya llegaba tarde de madrugada y tenía ganas de descansar, así que atajó por el parque. Los árboles lo envolvieron bajo la sombra de la noche y de repente, algo le cayó encima, lo derribó y se bebió su sangre. Así de sencillo.

Nunca había llegado a saber por qué el monstruo le había convertido. Se levantó tambaleante y buscó la seguridad del hogar. Clarice lo recibió preocupada y él sólo quería dormir.

A la mañana siguiente John se dio cuenta de que había cambiado. La sed de sangre, la sensibilidad al sol, su cuerpo muerto. Clarice se había asustado al principio, pero reaccionó con pragmatismo. Le ayudó y permaneció a su lado. En los días siguientes buscaron una cura para su nueva condición, y un remedio para el hambre. Conseguir sangre no era sencillo, y lo que ahora habitaba el interior de John la quería: sangre, sangre, y más sangre.

Se mantuvo alejado de los niños y les dijeron que estaba enfermo. Así permanecieron siete días, improvisando y tratando de adaptarse a su nueva situación. No podía ir a trabajar y se dio de baja, pero no dejaban de llamarle pidiendo un certificado médico. No podía ir al médico. No así.

Y finalmente discutieron. Clarice quería que sacara fuerzas y siguiera adelante, pero John estaba cada vez más preocupado. Ella le dijo que tenía que hacerlo por su familia y finalmente la Bestia salió, furiosa.

Y ahora tenía un cadáver vacío de sangre, y las lágrimas caían sobre el cuerpo frío de Clarice.

Los niños estaban preparados para ir al colegio. Clark y Frank. Eran buenos chicos. Tendrían que seguir adelante. Pero no con él. Cerró la puerta de la habitación y les dijo:

-Marchaos. Hoy no volváis a casa. Id a casa de la tía Jenny.

Clark iba a protestar. Siempre lo hacía, pero la mirada de su padre bastó para callar cualquier réplica. Y los dos niños se fueron a esperar el autobús.

John puso el cadáver de Clarice en la cama. Su Bestia se agitaba en su interior sabiendo lo que iba a hacer. Derribó el armario y lo arrastró contra la puerta, bloqueando la salida. Besó por última vez a Clarice, decidido a continuar, a seguir adelante.

La ventana estaba recubierta por varias capas de plástico negro, pero John sabía lo que tenía que hacer. Esperaba que fuera suficiente. Aferrando su Bestia, se lanzó contra la ventana y la atravesó en medio de un estallido de cristales y plástico. La Bestia aulló furiosa cuando el sol de la mañana lo recibió. Quería huir, quería ponerse a salvo, pero John se mantuvo firme, tambaleándose y retorciéndose, pero sin moverse del sitio. Pronto sus piernas cedieron mientras su cuerpo ardía, y en cuestión de minutos no quedaron más que cenizas.

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Re: [Recurso] Celebrando la oscuridad

#199

Mensaje por Alexander Weiss » 26 Oct 2024, 15:26

Imagen DÍA VEINTISÉIS: CANCIÓN A LA LUNA

Somos os malditos, viñemos do lume e o xeo, somos os primeiros en matar, pecadores por mentir...
Somos os benditos, ansiamos o veleno do amor para vivir toda a nosa vida
Somos a espada, domamos o lume, a flama
Alabamos a terra, non temos medo a rebelarnos, non sentimos dor
Estamos posuidos polo veleno do amor nas nosas veas.


La voz de Balbina era preciosa, envolviendo la melodía con sus palabras. Uxío podía escucharla toda la noche, embelesado por su belleza. Como decía su canción, ansiaba el veneno del amor en sus venas para vivir con ella toda la vida. Pero ¿qué podía hacer un pequeño universitario introvertido y poco agraciado para llamar la atención de una chica tan hermosa y amable cmo ella? No, era sólo una fantasía inalcanzable. Mejor resignarse a su pequeña vida de estudios en solitario.

El pub estaba a punto de cerrar. Balbina agradeció al público asistente por su atención y desapareció en la trastienda del establecimiento con sus compañeros. Con un suspiro, Uxío se levantó y pagó su consumición, una excusa para disponer de tiempo escuchando a Balbina. Todavía le quedaba un buen trecho hasta su piso al lado del campus, en la otra punta de la ciudad.

Brillaba la luna llena sobre la alameda, y los árboles del parque arrojaban la sombra de la espesura sobre los pasos de Uxío, que tatareaba suavemente...

Somos os malditos, viñemos do lume e o xeo...

Fue entonces cuando vio a Balbina, que caminaba apresurada, con su bolso al hombro y su melena oscura moviéndose con la brisa de la noche. Uxío pensó en acercarse y saludarla, pero se sentía demasiado avergonzado.

Un chico alto salió de las sombras y se interpuso ante Balbina, balbuceando un malpronunciado "Teslume?" Incluso a unos metros Uxío podía sentir cierta amenaza y alcohol en las palabras. Balbina se detuvo y esbozó una disculpa, y se dispuso a seguir su camino, pero el chico la agarró del brazo. Uxío quería intervenir, quería ponerla a salvo, y luchó contra el miedo para acercarse.

La luna brillaba en el cielo. Y de repente todo se volvió negro.

Cuando Uxío despertó la luna seguía brillando. Y Balbina lo ayudó a levantarse.

-Estás ben? -aunque no cantara su voz era musical y preciosa.

Uxío sonrió. Y un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Su memoria estaba confusa, pero por un momento recordó que Balbina había crecido de golpe, convertida en una enorme mujer loba, y el chico alto había gritado y huido despavorido. Y Uxío se había desmayado.

No podía ser. No podía ser.

-Sí...estou ben -dijo temblando ligeramente.

Balbina parecía un poco triste ante su reacción, y Uxío se sintió avergonzado.

-Ben, pois vémonos.

Mientras Balbina se alejaba bajo la luna llena, Uxío luchó contra el miedo de sus recuerdos confusos. No podía ser. No podía ser. Finalmente sacó fuerzas para preguntar:

-Oes? Cando volverás cantar?

En ese momento Balbina se dio la vuelta y le sonrió.

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Re: [Recurso] Celebrando la oscuridad

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Mensaje por Alexander Weiss » 27 Oct 2024, 11:57

Imagen DÍA VEINTISIETE: MICTLÁN

Las calles de Veracruz se engalanaban para el Día de Muertos. Las fiestas tradicionales se mezclaban con el consumismo desbocado que habían exagerado el día hasta convertirlo en una ceremonia barroca donde el mal gusto luchaba por apoderarse de las viejas tradiciones, que a pesar de todo, resistían.

Claudio era un guardián de las antiguas tradiciones. Como habían hecho sus padres, como habían hecho sus abuelos, como habían hecho sus bisabuelos y un largo linaje que se extendía hasta la época anterior de la conquista española, su deber era apaciguar a los espíritus, en especial en estas fechas tan señaladas, cuando las creencias de los vivos atraían a los habitantes del más allá. En otros tiempos las relaciones entre la humanidad y los espíritus era más pacífica y ordenada, pero a medida que la frontera entre mundos se extendía...nada era seguro, especialmente tras la última tormenta que había hecho los viajes entre dimensiones especialmente peligrosos.

Pero Claudio tenía sus propios medios. Acarició la cabeza de Xolótl, su fiel compañero y mucho más. No sólo le acompañaba fielmente en el mundo de los vivos, sino que podía guiarle a través del laberinto espiritual...y también podía protegerlo. Sus dientes afilados eran un aviso.

Se sentó en el medio de la habitación, sobre una alfombra que su abuela había tejido con extraños símbolos e ideogramas mayas. Claudio llamó a la puerta del más allá, y Xolótl comenzó a dar vueltas alrededor de la alfombra, hasta que la entrada se abrió. Unas escaleras luminosas se extendieron hacia abajo, hacia el mundo de Mictlán.

Y Claudio, guiado por Xolótl se aventuró en el camino del chamán, sintiendo los vientos huracanados tratar de separar su espíritu de su cuerpo, pero Xolótl lo protegía, con una especie de luz que los envolvía a ambos y los defendía de la tempestad.

Caminó durante un tiempo sin tiempo hasta que llegó a un lugar donde se reunían los espíritus. Reconoció a sus padres, reconoció a sus abuelos, reconoció a sus abuelos y a todos sus ancestros que habían acudido a Mictlán para celebrar el Día de Muertos.

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