Webvampiro

El joven dio dos pasos atrás.

- Ca-caballero, si tiene algún problema puede poner una hoja de re-reclamaciones -dijo, dubitativo-. En principio nuestros productos son de la más alta calidad.

El joven no parecía que se fuera a acercar a un tipo tan desagradable.

-Oh el famoso libro de quejas… - gruño un poco, quiero morder y beber, beber y morder, pero hay tantas personas ahora. Muevo mi cabeza de lado a lado, intentando despejarme de esos pensamientos – Esta bien… espero que les den.

Recojo mis cosas y salgo del lugar. En mi interior percibo una voz insistiéndome en beber sangre, así que iré a darme una vuelta para encontrar a un extraño solitario… quizás a otro vagabundo.

Si algo podía quedarle claro a Cristian, es que cada vez tenía más dudas sobre lo que estaba viviendo, quizás debería haber aprovechado mejor su tiempo en el subterráneo.

Poco después de alimentarse, Cristian sintió cómo el sueño comenzaba a embargarle, síntoma de la cercana salida del sol. Acudió a su refugio y, tras recorrer parte del laberinto subterráneo, sintió que algo no iba bien.

Sus sospechas se confirmaron cuando llegó a la sala comunal, cuando vio que todo el suelo estaba lleno de las pertenencias de sus compañeros, de enormes montones de cenizas y de multitud de manchas de sangre: parecía el lugar de una purga (o exterminio).

¿Dónde estaban los cadáveres? ¿Qué habría pasado?

Realmente no era tan importante como saber que ahora estaba solo en la ciudad.

FIN DE LA ESCENA.