- Bueno, entonces solo queda ver si no he olvidado el rostro de mi padre -dijo, hilando una referencia entre su formación y uno de esos pecadillos inconfesables, en forma de best seller, para alguien que va de intelectual por el mundo. La voz de Eva parecía mucho más animada-. Te escribo por secreto en un rato para confirmarte. Voy a tener escasos márgenes de conexión para evitar ser detectada pero te mantengo informado.
Iba a esperar a que colgase para realizar una búsqueda usando Tor y jugando con la desconexión. Iba a buscar el local de hostelería más cercano que hiciese reparto a domicilio. A ver si el viejo truco del "pizzero" colaba.
La verdad es que después de esa breve conversación comenzó a sentirse mejor. ¡Qué poco se parecía a su padre! Seguro que él hubiera estado encantadísimo de enfrentarse a los retos de lo desconocido pero ella solo quería volver a casa a leer. Ni más ni menos. Además, cuanto más conocía la oscuridad más ganas tenía de volver a su refugio y no salir salvo para lo imprescindible.
Se concentró en su búsqueda pero también en mantener a raya sus emociones, no ponerse nerviosa pero tampoco ser excesivamente confiada. Debía abordarlo de una forma constructiva, como cuando era pequeña. Tomarlo como un reto y los retos podían llegar a ser tan exigentes como divertidos. Era el momento de demostrar lo que valía.
(C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
Moderador: Variable
Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
- Genial, luego me cuentas qué tal ha ido. Si la cosa se complica, intenta avisarme.
Colgó.
El uso de Tor en una búsqueda de una página web indexada no tenía mucho sentido (más allá de las múltiples redirecciones de IP, pero que no te rastree Google era irrelevante para su protección, o eso parecía). Una búsqueda sencilla, y la mera aplicación de la memoria, le recordaban que había un viejo Kebab justo debajo de la vivienda de Raúl.
Colgó.
El uso de Tor en una búsqueda de una página web indexada no tenía mucho sentido (más allá de las múltiples redirecciones de IP, pero que no te rastree Google era irrelevante para su protección, o eso parecía). Una búsqueda sencilla, y la mera aplicación de la memoria, le recordaban que había un viejo Kebab justo debajo de la vivienda de Raúl.
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
Para ir hasta el kebab, para eso iba a por algo que tomar prestado en la Bella Italia. No estaba tan cerca y le permitiría ver si había algo raro por el camino. La verdad es que le pareció una idea mucho mejor. Quizás estuvieran atrincherados en el bloque. Lo cierto es que no sabía cuantos eran o cuanto despliegue habían hecho -sobretodo, sin que la gente se hubiera dado cuenta-.
Apagó el móvil y le sacó la batería, que dejó en el otro bolsillo de la cazadora. Arrancó el viejo Ibiza y puso rumbo a la Bella Italia. Primero, usó el don de su linaje para que su presencia pasase desapercibida. Luego, aumentó sus sentidos por si distinguía motoristas de negro o cualquier otro elemento sospechoso.
Iba a intentar aparcar junto al desaguisado que se ocasionaba en los contenedores más cercanos al Bella. Allí, casi siempre, solían dejar la basura fuera o dejar toda clase de muebles o electrodomésticos. No iba a salir del vehículo, aunque pudiera camuflar su presencia, hasta que un grupo de gente con los que poder ocultarse pasara camino al Bella. Su objetivo era llegar allí, entrar y tomar prestado un atuendo de pizzero, una moto y una pizza con las que poder hacer un reconocimiento inicial (si es que quedaba alguna disponible).
Apagó el móvil y le sacó la batería, que dejó en el otro bolsillo de la cazadora. Arrancó el viejo Ibiza y puso rumbo a la Bella Italia. Primero, usó el don de su linaje para que su presencia pasase desapercibida. Luego, aumentó sus sentidos por si distinguía motoristas de negro o cualquier otro elemento sospechoso.
Iba a intentar aparcar junto al desaguisado que se ocasionaba en los contenedores más cercanos al Bella. Allí, casi siempre, solían dejar la basura fuera o dejar toda clase de muebles o electrodomésticos. No iba a salir del vehículo, aunque pudiera camuflar su presencia, hasta que un grupo de gente con los que poder ocultarse pasara camino al Bella. Su objetivo era llegar allí, entrar y tomar prestado un atuendo de pizzero, una moto y una pizza con las que poder hacer un reconocimiento inicial (si es que quedaba alguna disponible).
Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
Aparcó el coche tras 10 minutos dando vueltas, pero lo hizo lo suficientemente cerca como para estar "justo enfrente" de la Bella Italia. Pasando frente a la casa de Raúl, pudo ver dos motos negras aparcadas en la puerta. Ambas eran de diferentes marcas, aunque de tipo sport: nada garantizaba que pertenecieran a la misma organización.
A esas hora andaban entrando y saliendo pizzeros con un montón de pizzas, cortesía del Prime Time. Algo que a priori iba a ser muy difícil, apenas lo parecía.
A esas hora andaban entrando y saliendo pizzeros con un montón de pizzas, cortesía del Prime Time. Algo que a priori iba a ser muy difícil, apenas lo parecía.
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
Podía ser que esas dos motos no guardaran relación pero no iba a descartar que hubiera un mínimo de dos. No eran las motos más cómodas para llevar compañeros, pero no quería descartar que hubiese más. Además, estaban sospechosamente aparcadas delante del portal de su tío.
Si eran solo dos significaba que habían enviado a dos de lo mejor que tuvieran. Una persona mayor como Raúl no iba a darles muchos problemas pero ella era un vástago. Además, después de la que había liado Sam en su oficina no creía que fueran, precisamente, los becarios. ¡Joder! ¿Por qué en vez de aficionarse a la informática no le había dado por aprender otras cosas más útiles?
Se tomó unos instantes para volver a montar el móvil. Lo encendió y abrió chat secreto al usuario de Daniel en Telegram. Indicaba que eran, aparentemente, dos. Que estaba bien y que iba a profundizar el reconocimiento. Le dejó aquellos mensajes. Aprovechó para poner una bonita contraseña al acceso al chat y a Telegram. A través de la app pidió una pizza de la que había indicado su tío, de esas americanas con albóndigas (puagh). Vio el tiempo de espera aproximado con la intención de coordinarlo con la llegada de la doble. Después, volvió a apagarlo y desmontarlo. Era el momento de salir. Se colocó los guantes, se subió la braga, se echó bien la capucha por la cabeza y se encomendó al santo patrón de los ladrones.
Aunque iba a usar los dones de su linaje para que ignorasen su presencia, no iba a dejar de ser precavida e iba a aprovechar el momento en el que pasara un grupo de personas en dirección a la pizzería. La idea era, ni más ni menos, que entrar por la puerta de servicio, coger el abrigo con reflectantes del uniforme de repartidor, el casco, una pizza aleatoria y, por supuesto, las llaves de una moto. Después de aquello, iba a ver si había alguna pizza que repartir en uno de los bloques contiguos -y pegados- al del de su tío para intentar entrar. La idea era ni más ni menos que intentar acceder a través de las azoteas.
Si eran solo dos significaba que habían enviado a dos de lo mejor que tuvieran. Una persona mayor como Raúl no iba a darles muchos problemas pero ella era un vástago. Además, después de la que había liado Sam en su oficina no creía que fueran, precisamente, los becarios. ¡Joder! ¿Por qué en vez de aficionarse a la informática no le había dado por aprender otras cosas más útiles?
Se tomó unos instantes para volver a montar el móvil. Lo encendió y abrió chat secreto al usuario de Daniel en Telegram. Indicaba que eran, aparentemente, dos. Que estaba bien y que iba a profundizar el reconocimiento. Le dejó aquellos mensajes. Aprovechó para poner una bonita contraseña al acceso al chat y a Telegram. A través de la app pidió una pizza de la que había indicado su tío, de esas americanas con albóndigas (puagh). Vio el tiempo de espera aproximado con la intención de coordinarlo con la llegada de la doble. Después, volvió a apagarlo y desmontarlo. Era el momento de salir. Se colocó los guantes, se subió la braga, se echó bien la capucha por la cabeza y se encomendó al santo patrón de los ladrones.
Aunque iba a usar los dones de su linaje para que ignorasen su presencia, no iba a dejar de ser precavida e iba a aprovechar el momento en el que pasara un grupo de personas en dirección a la pizzería. La idea era, ni más ni menos, que entrar por la puerta de servicio, coger el abrigo con reflectantes del uniforme de repartidor, el casco, una pizza aleatoria y, por supuesto, las llaves de una moto. Después de aquello, iba a ver si había alguna pizza que repartir en uno de los bloques contiguos -y pegados- al del de su tío para intentar entrar. La idea era ni más ni menos que intentar acceder a través de las azoteas.
Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
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Paso a paso, lo primero es realizar una tirada de Destreza+Sigilo para ver si consigues robar la ropa.
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
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Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
Eva consiguió con extremada sencillez el abrigo y una caja de pizza vacía. Pudo ocultarse en las sombras en un portal aledaño y montar la caja de la pizza con calma. Lo que no era tarea tan sencilla era extraer la lista de pedidos de la pizzería. Tendría que ser extremadamente creativa para conseguirla, porque, para empezar, ni siquiera sabía cómo llevaba la pizzería los pedidos.
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
Su idea inicial era, simplemente, echar un vistazo en el ordenador que tuvieran para registrar los pedidos y el seguimiento de estos. Pero tampoco es que fuera precisamente necesario, lo que sí le parecía importante era saber cómo iba el pedido que había hecho con la app para saber cuándo llegaría el pizzero a importunar al piso de Raúl.
De todas maneras, con una motocicleta, un abrigo amplio con el que disfrazarse y el casco que cubriera la cabeza consideró que su identidad estaba lo suficientemente oculta como para dar otra vuelta y ver si las dos motos seguían ahí. Y si de camino veía a alguno de esos hijos de puta o el posible despliegue que pudieran hacer. Lo más importante era ocultar su presencia (si fallaba su don entonces solo verían a un repartidor, o eso esperaba ella).
Tras esa vuelta, intentando ver si había un despliegue mayor, iba a pararse en el bloque más alejado (que tuviera la azotea pegada a otro bloque y así sucesivamente para llegar a la de su tito para acceder desde arriba) e intentar entrar. Nadie decía que no a una pizza gratis pagada, ¿o sí? Y si no, siempre podía esperar a entrar con alguien o bien abrir la cerradura.
De todas maneras, con una motocicleta, un abrigo amplio con el que disfrazarse y el casco que cubriera la cabeza consideró que su identidad estaba lo suficientemente oculta como para dar otra vuelta y ver si las dos motos seguían ahí. Y si de camino veía a alguno de esos hijos de puta o el posible despliegue que pudieran hacer. Lo más importante era ocultar su presencia (si fallaba su don entonces solo verían a un repartidor, o eso esperaba ella).
Tras esa vuelta, intentando ver si había un despliegue mayor, iba a pararse en el bloque más alejado (que tuviera la azotea pegada a otro bloque y así sucesivamente para llegar a la de su tito para acceder desde arriba) e intentar entrar. Nadie decía que no a una pizza gratis pagada, ¿o sí? Y si no, siempre podía esperar a entrar con alguien o bien abrir la cerradura.
Re: (C) [Madrid ciudad] La noche después (Eva Espinosa)
El pedido estaba en tránsito, lo que podría significar entre 0 y 10 minutos.
Cuando regresó a la calle de Raúl, pudo observar una tercera moto oscura. No había ni rastro del pizzero aún.
Llamó al telefonillo del edificio adyacente y no tuvo que mencionar palabra. Unos cuantos timbrazos y no hacía falta ni contestar para que a uno le abrieran. Era un portal viejo, antiguo, con un hall en el que se encontraban unos viejos sillones enfrentados a los buzones. Unas escaleras de ocho peldaños daban a una zona más amplia del recibidor, donde se encontraban un par de puertas de la comunidad y un ascensor. Rodeando el ascensor había unas escaleras y, en el rellano de cada piso dos puertas: izquierda y derecha. Así, hasta un total de seis pisos, para cuatro que tenía el edificio de Raúl.
El hall de entrada estaba en silencio y sumido en la oscuridad.
Cuando regresó a la calle de Raúl, pudo observar una tercera moto oscura. No había ni rastro del pizzero aún.
Llamó al telefonillo del edificio adyacente y no tuvo que mencionar palabra. Unos cuantos timbrazos y no hacía falta ni contestar para que a uno le abrieran. Era un portal viejo, antiguo, con un hall en el que se encontraban unos viejos sillones enfrentados a los buzones. Unas escaleras de ocho peldaños daban a una zona más amplia del recibidor, donde se encontraban un par de puertas de la comunidad y un ascensor. Rodeando el ascensor había unas escaleras y, en el rellano de cada piso dos puertas: izquierda y derecha. Así, hasta un total de seis pisos, para cuatro que tenía el edificio de Raúl.
El hall de entrada estaba en silencio y sumido en la oscuridad.
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.