Webvampiro

Kat apretó amistosamente la mano de Jasper cuando él le hizo su personal gesto de acercamiento. Una agradable sensación de calidez recorrió el cuerpo del Caitiff, a mitad de camino entre la que siente alguien que de repente encuentra la compasión ajena y la que siente una mascota que recibe al fin el cariño de su amo. No obstante, segundos después esa misma calidez se torna en algo mucho más peligroso, instintivo y primario cuando nota la efervescencia de la Bestia de la Brujah, que responde con ella a las palabras de Álex.

Las dos Brujah cruzan por un instante su propia violencia interior. Álex puede notar que sus palabras sobre la carta llevan a Kat al borde de su capacidad de contención. Es una respuesta de emoción tan pura que Álex puede leer entre líneas el vínculo personal que une a Kat con Laurent. Sintió incluso una punzada de envidia al pensar que estaba dispuesta a arriesgar su no-vida por el Toreador cuando seguramente él correspondería con ese afecto tan intenso no a ella, sino a su compañera de Clan.

- No hagas tonterías, pasa.

La voz de Kat suena mucho más calmada de lo que transmite su lenguaje corporal, pero impacta como un martillo en la voluntad de Álex. No es el impacto escaso de sutilezas de las órdenes directas, sino el peso de un carisma y un liderazgo incontestables. Álex sabía en su interior que Kat iba a responder a su iniciativa. Pero deambular por Christiania con la policía pisándoos los talones no era quizá la mejor de las ideas.

Álex no baja la vista, aceptando el desafío de la voluntad de Kat, pero sigue a Jasper al interior del chamizo.

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La Vitae fluyó como un torrente por las venas de Laurent, que ni siquiera escondió los colmillos, hundiéndose en la oscuridad de Christiania a una velocidad sobrenatural como el chiquillo que desaparece en el amoroso abrazo de una madre. Había llegado a ver el coche de los dos extraños visitantes encarando marcha atrás el callejón y llegó a distinguir las linternas de los agentes de policía dibujando desordenadas diagonales de luz al salir del que había sido su refugio.

Nada de eso le importaba ya. Laurent recorría el peligroso camino sobre una cuerda floja que era la amargura de la soledad y la huida mezclada con la aceptación salvaje de su condición de Condenado.

El Toreador se introdujo en el laberinto de caminos de tierra, construcciones caseras, cuerdas con ropa tendida, arboledas, matorrales y lagunas que era la Ciudad Libre de Christiania hasta que comprobó que quien le siguiera no había podido detectar su rastro. A lo lejos y a lo alto, en el cielo sin estrellas de Copenhague, distinguió la figura de un helicóptero. Durante un instante pensó que era prácticamente imposible que encontrara a Isak. No sabía cuál era su paradero habitual, mucho menos su refugio. Ni siquiera tenía claro que se moviera por la Ciudad Libre.

Una algarabía creciente llegó a sus oídos traída por la brisa de la noche. Era un cúmulo de voces que parecieran discutir. Apenas podía distinguir palabras sueltas, ya que el sonido era una amalgama cohesionada difícil de separar por tonos. En algún lugar en las afueras de Christiania se acumulaban luces rojas y azules. La ola de violencia desatada en la ciudad no sólo había llegado a las puertas de su refugio, sino que Laurent intuyó que de un momento a otro entraría a sangre y fuego en Christiania.

Su móvil vibró. Laurent comprobó la entrada de un mensaje.

Kat.

¿Habría leído su carta?

Le mandaba una localización.


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- ¡Hans!

Jasper no pudo evitar decir el nombre de su camarada casi como un grito. No se esperaba ni remotamente volver a encontrarse con él. Y mucho menos en un lugar como éste. El amigo del Caitiff sonrío saludando a su camarada con una amplia sonrisa.

Kat enseñó su teléfono a Álex en el mismo momento en que enviaba por un canal privado de Bloodspot una localización a Laurent. Álex asintió sin necesidad de más palabras. Confiaba en las decisiones de su compañera de Clan. Y no tendría tampoco inconveniente en destriparla si todo terminaba mal.

El Caitiff y la Brujah observaron el interior del chamizo. Era apenas una sala de estar con paredes de madera, un viejo televisor y una cocina destartalada. Además de Kat y de Hans, que vestía con una sudadera deportiva que le hacía parecer eternamente joven, os percatáis por primera vez de que hay una tercera figura sentada en un sofá desvencijado. Os llama la atención no haberle visto antes, aunque la sorpresa se disipa al observar su rostro repleto de llagas, hinchado con pústulas y en el que destacan dos enormes globos oculares sin párpados. De vez en cuando sale de la boca del Nosferatu una lengua como la de una serpiente. Lleva varios pendientes en sus orejas podridas.

- Tenemos poco tiempo.

La voz del Nosferatu refleja sin embargo que debajo de esa apariencia indescriptible una vez hubo un hombre de mediana edad. Hans toma el router y lo coloca con cuidado al lado del enchufe de la televisión. Kat toma la palabra.

- Nuestros amables gobernantes han decidido soltar a sus perros esta noche por Christiania. Si ya estaban locos, han perdido totalmente la cabeza -dice envuelta en su magnética capacidad de liderazgo- Tenemos que poner a nuestros aliados a salvo. Y encontrar a Laurent -añade mirando alternativamente a Jasper y a Álex- Ahora dependemos de vosotros.

El Nosferatu se pone de pie sin esfuerzo, dejando ver que además de un hombre de mediana edad también fue en vida un tipo de considerable estatura.

- ¿Lo has puesto en marcha? -dice mirando a Jasper, que recuerda de inmediato el mensaje recibido en su teléfono. Edderkop- Los putos Malkavian han perdido la cabeza desde el momento en que dejamos de detectar ese nodo en la red -añade llevando los pensamientos de Jasper al momento en que desenchufó el router en Saltholm.

- Tenemos que salir. Ya. -Hans apremia a Kat y al Nosferatu, que parecen dispuestos a salir de la casa.

- Habrá tiempo para explicaciones... aquí estaréis seguros -concluye Kat mientras guarda la carta de Laurent en el bolsillo interior de su vieja cazadora.


OFF

Jasper -5 Puntos de Sangre. FV llena.
Laurent. -5 puntos de Sangre y -3 de FV
Álex -3 Puntos de Sangre. -1 FV.


Tirada de Presencia 3 de Kat

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https://www.youtube.com/watch?v=dFh71_ftxLE

El stacatto de las hélices batiendo el aire era como vuelo de un depredador sobre sus cabezas, tenía que salir de aquella isla cuanto antes. Se movió entre las cabañas llenas de graffitis, evitando las inmediaciones de Pusher Street, buscando una salida discreta que no pasara por sumergirse en los canales, lo cual arruinaría las obras de arte que llevaba consigo. En el pecho del francés se amalgamaban un cúmulo de sensaciones distintas, el miedo ante la propia muerte, la incertidumbre, el alivio de haber puesto a salvo a su coterie y una desgarradora pena, al no volver a verlos. Tenía que encontrar una salida de la ciudad, siendo sincero consigo mismo, le importaba un comino quién la gobernara y el asunto de los fantasmas y la isla. Quería llevar una no-vida tranquila y había aprendido a no meterse donde no le llamaban. Solo que esta vez le habían metido a él y le habían hundido hasta el cuello.

Necesitaba perspectiva, ver este asunto desde lejos, dejar de ser una marioneta y averiguar quién estaba moviendo los hilos. Sabía que la actitud mercenaria del Setita, tan traicionero como cínico, le podía servir para encontrar un modo de salir de allí, a cambio de lo último que le quedaba, su conexión con el pasado, unas obras de arte que valían una verdadera fortuna. A la espalda llevaba millones de euros, una colección irremplazable, en el fondo le horrorizaba que pudiera caer en manos de la serpiente, algo en el interior de su sangre se revolvía solo de pensarlo y le entraban arcadas.

Entonces recibió el mensaje de Kat, una localización, quería despedirse. Sintió que le fallaban las rodillas, sabía que no sería capaz de marcharse si la volvía a ver. Se sintió incapaz de hacer frente a ese encuentro, a las miradas acusatorias que la brujah le había dirigido en su última noche juntos, lo había perdido todo y ya no era el carismático y desafiante mafioso que ella conocía. Era un cobarde.

Malalt guardó el móvil sin contestar, sintiendo como su corazón latía desbocado. No iría a ver a Isak, todavía no. Cruzó el canal de piedra discretamente, moviéndose entre las sombras como un borrón oscuro y adentrándose en la normalidad de aquella ciudad fantasma. Iría a ver Larsson, sabía dónde encontrarle.

La batería de preguntas no detiene al Nosferatu, que parece dispuesto a salir cuanto antes de la cabaña. Hans duda durante unos instantes, mirando tanto a sus compañeros como a Jasper y a Álex. Sus dudas se reflejan en su gesto, con el que casi pareciera querer pedir perdón al Caitiff, excusarse por las prisas por salir de allí. Sólo Kat se queda dentro de la casa, haciendo un gesto a los otros dos para que no se preocupen, dándoles a entender que les cogerá en un momento.

La Brujah irradia vitalidad y determinación, también impaciencia. Hay algo en ella que aún así inspira confianza, un liderazgo innato que acalla las preguntas de Jasper y mantiene a Álex sumida en un silencio con el que quiere demostrar al mismo tiempo su predisposición a escuchar y su poca intención de aceptar evasivas por respuesta.

- Sólo sabemos que desde hace tiempo los Malkavian, la Príncipe y sus allegados, han perdido del todo el juicio. Están estrechando el cerco sobre nosotros, sobre Christiania y sobre todos aquellos que no agachen la cabeza ante ellos. Parece que prefieren escuchar los susurros de los nazis y lanzan cada noche a sus perros contra nosotros -Kat se calla unos segundos en los que intenta ordenar sus ideas sin esconder la prisa que tiene- Sus nervios se han desatado desde hace unas noches... Según Koper -Álex pega un ligero respingo al atar el nombre de su contacto con el Nosferatu que ya está fuera de la cabaña- cuadra con el momento con el que desenchufaste ese trasto -dice señalando al router- Por eso te ha preguntado si lo habías vuelto a encender.

Kat os mira con unos ojos que la hacen repentinamente... humana, incluso vulnerable.

- Tenemos que poner a salvo a nuestros contactos y aliados en Christiania antes de que entre la policía. Incluso Lindhart está contra nosotros, nos acusan de todos los crímenes de los últimos meses. Aquí estaréis seguros. No abráis a nadie, no habléis con nadie. Apagad las luces y esperad a que pase la tormenta. Intentaré volver a por vosotros cuando sea seguro -Kat mira directamente a Álex- Buscaré a Laurent también.

---------- Laurent mira el cielo con preocupación antes de entrar en el edificio del Nikolaj Kunsthal, la coqueta galería de arte que ocupaba una vieja iglesia situada no demasiado lejos de Christiania. Larsson le había citado allí mediante un mensaje después de que Laurent intentara localizarle en el último lugar en el que os habíais reunido. Aún queda noche por delante, pero el Volgirre siente la presión del paso del tiempo como si con cada segundo se disipara parte de la oscuridad.

Las patrullas de policía estaban tomando los alrededores de la Ciudad Libre, y las luces azules y rojas se habían convertido en la iluminación de la noche en Copenhague. Incluso había distinguido una camioneta militar a la que había esquivado adentrándose en un callejón de mala muerte. Esperó ahí durante algunos minutos, con los tubos que guardaban su tesoro artístico a medio metro de las meadas más recientes de los borrachos del barrio anarquista.

Es evidente que algo no iba bien. Laurent no creía en ningún Dios, pero se sorprendió a sí mismo pidiendo en sus pensamientos que alguien o algo ayudara a Jasper y a Álex. No verles más era una decisión suficientemente dolorosa como para cargar con la posibilidad de su muerte definitiva... y de la soledad que eso traería consigo.

Tal y como Larsson le había dicho, una de las puertas laterales del edificio estaba abierta, lo que permitió a Laurent entrar en la galería de arte. El espacio era una isla de paz en medio de la tormenta del exterior. Laurent volvió a pensar en la llamada de Kat mientras miraba el interior del edificio, que en realidad era una iglesia desacralizada que había mantenido su aspecto intacto en el exterior y en cambio en su interior tenía el aspecto moderno, blanco y amplio de los museos modernos. Apenas pudo posar la vista en una representación abstracta de un oceáno vegetal en acuarela que colgaba de una pared cuando otra puerta del edificio se cerró dejando una oleada de ecos sonoros tras de sí.

Stefan Larsson entró por el centro de la iglesia con paso firme y su perenne chaqueta de cuero. Sus andares, su pelo de príncipe escandinavo y su ropa supuestamente casual y perfectamente calculada para resultar atractivo le conferían el aspecto de una especie de novio postmoderno que se dirigiera al altar a recoger a su amante. Sus ojos claros reflejaban una mirada gélida y carente de vida que pronto hacía caer toda la ilusión. Aún así, Laurent tardó unos segundos en reaccionar ante la oleada de carisma que se dirigía hacia él en forma de no-muerto de su propio Clan.

- Laurent, has cabreado a mucha gente últimamente -dice por todo saludo que acompaña con una sonrisa que parece no venir a cuento con el tono de sus palabras- ¿Qué quieres?

OFF: Voy siguiendo con Laurent

Larsson te escucha con una media sonrisa en el rostro. No sabes si es su gesto natural o si se regodea en cierto modo por tus necesidades. Tampoco tienes fuerzas para desentrañarlo. Todo es mucho más simple cuando tienes una necesidad tan instintiva como la que ahora te corroe por dentro. Pides lo que necesitas, esperas obtenerlo, darás las gracias educadamente y saldrás lo antes posible.

Tu compañero de Clan no parece por la labor de hacerlo tan sencillo.

- Creo recordar que la última vez que hablamos pretendías hablar en defensa de la chusma Anarquista y me recordaste el valor que tenía tu propio refugio en Christiania -aunque la voz de Larsson era suave, notas cómo tu Bestia sisea desconfiada en tu interior, percibiendo el aura depredadora de la de Larsson, escondida en sus buenos modales. Sabes que Stefan es un tipo rencoroso, no necesita usar armas ya que su estilo directo en ocasiones es más efectivo. Esperas a que continúe en silencio sin mirarle directamente. Él te observa durante esos segundos, disfrutando del efecto de sus palabras mientras pierde la vista poco después en una incomprensible estatua levemente humanoide, símbolo de los modernos gustos artísticos, que se ilumina ligeramente por la luz de las farolas que pasa a través de las vidrieras originales de la iglesia reconvertida en museo.

- Parece que algo no salió bien, ¿no? -vuelve a mirarte sin esperar realmente una respuesta- Tengo entendido que entre los Anarquistas se rumorea que tu palabra no tiene valor, los Verdaderos Daneses andan preguntando también por ti y Lindhart directamente quiere estacarte en un calabozo hasta que expliques por qué escondías a un terrorista sueco -antes de que contestes, Stefan gesticula con las manos y continúa- Y no, no, Isak jura y perjura que no tenía ni idea de quién era y parece que ha colaborado con la policía después de un modo muy obediente. ¿Qué podías esperar confiando en Anarcas y Serpientes?

Vas analizando sus palabras, comprendiendo cómo caminar sobre una fina línea entre distintos intereses puede llevarte a que esa línea termine en el borde de un precipicio.

- Tenías razón, ¿sabes? -dice Larsson sonriendo ampliamente con su pinta de modelo amante de las motos de carretera- Al final tenemos ya la guerra en la calle.

Su gesto cambia de golpe, deja su aparente calma y su rostro gana vitalidad, sus manos gesticulan con determinación.

- Puedo darte un refugio seguro, tal y como te prometí en su momento. Y puedo convertir las pinturas en dinero en tus bolsillos -dice señalando los tubos- Pero te necesitamos a corto plazo, Laurent -dice entrecerrando los ojos- No sé qué habéis descubierto al final en esa isla, pero los Malkavian están de los putos nervios. Más de lo normal, ya me entiendes -Larsson termina señalándote con el dedo de un modo que casi puedes notar un espasmo eléctrico cada vez que lo mueve- Vienen tiempos de cambio y tú vas a estar con nosotros, amigo. Y no desde un sótano de mierda en Christiania, sino en un hogar más acorde con tus gustos. Hoy por ti, mañana por mí. Tenemos chusma que cazar y unos tarados a los que terminar de sacar de quicio.

https://www.youtube.com/watch?v=gxEPV4kolz0



Cada sentencia caía como un mazazo sobre el ánimo derrotista del francés, todavía desolado por la idea de separarse de todos aquellos a los que amaba. Sintió que había fracasado, que había fallado en todo lo que podía fallar, como amante, como amigo, como toreador, como anarquista. De modo que se limitó a asentir y aceptar con resignación el nuevo papel que le otorgaban.

-Muy bien, como queráis.- dijo mientras apoyaba su espalda sobre la columna, cansado, derrotado- Estos cuadros son las obras perdidas de Klimt, saqueadas de los castillos austríacos y franceses por los nazis. No han visto la luz desde hace muchas décadas, espero que salden la deuda.

El contrabandista, si es que todavía podía considerarse como tal, le acercó las pinturas a Stefan. Sentía por él una mezcla de odio y agradecimiento, viendo como se regodeaba antes de ofrecerle su ayuda, sintió una inesperada empatía por el Caitiff, recordando como él mismo le había tratado. Malalt solo tenía un motivo para quedarse en ese pozo infecto de ciudad que tenía como hogar, averiguar qué estaba ocurriendo tras el telón.

-Todo esto- dijo señalando la calle con un movimiento amplio- ¿Es cosa de nuestro clan?