Webvampiro

Asiento otra vez y recuerdo la lección que Kate me había explicado hace bastante tiempo: La prestación. Por lo visto los vástagos a veces se pagaban en monedas y a veces en favores.

Sospecho que toda esta movida de ir a Cleveland en algún momento me tocará devolverla y no con dinero. Le tendré que preguntar a Kate más adelante si la cuenta que me he abierto Chad es de favores y exáctamente qué grado de favor implica un viaje como el que me ha proporcionado.

- Benedict. Gracias de nuevo. Si te parece bien, pasaré por aquí a informarte de mi regreso ...espero que pronto.


Me despido del sheriff. "Así es como deben sentirse los desgraciados que se alistan en el ejercito antes de partir"

Antes de ir al rincón que me ha comentado, pasaré por mi coche a coger la pequeña bolsa de ropa que pudiera llevar pero sobretodo el libro de la guantera que ha iniciado todo el revuelo con mi hermana y esa extraña organización.

Miro los detalles de la tapa unos segundos antes de esconderlo en algun sitio no muy evidente y salir del coche.

"Allá vamos, Cleveland."

Al cabo de un tiempo, que parece una eternidad, un camión refrigerado de mediano tamaño aparece en el horizonte, avanza hacia tú posición y se detiene al pasar por ella. No llegas a distinguir al conductor. Delante de ti están las puertas traseras, una de ellas, cómo te prometieron, no está cerrada con el tradicional candado que asegura que la mercancía es la misma que se cargó en origen.

"Si me lo pienso más de la cuenta voy a terminar por recular hasta mi coche y conducir yo mismo hasta Cleveland."

Así que omito todas las señales de peligro y los pensamientos sobre las posibles bromas macabras que me podría estar gastando el nazi de Chad, y me monto en la parte trasera del pequeño camión que ha aparecido. Cierro la puerta rápidamente y saco el teléfono movil para alumbrar el interior.

Mi intención es la de buscar algún rincón protegido del sol y la visión directa, por si a alguien se le ocurre abrir la puerta en pleno día. Tumbarme detrás o debajo del resto de la mercancía del camión y rezar para llegar a mi destino sano y salvo.

Enciendes la linterna. Al fondo a la izquierda, unas cajas de plástico son toda la carga disponible. A la derecha tendrías hueco para "acomodarte".
Desde la entrada, el olor de las cajas impregna todo el ambiente. Es dulzón, metálico, biológico. Te recuerda a una sustancia que forma parte de ti, de tú naturaleza. Sin embargo tiene algo distinto, algo brutal, primigenio.

No me gusta ese olor... o mejor dicho: no me gusta que me guste.
Sospecho lo que puede haber en estas cajas y aunque trato de interrumpir el curso de mis pensamientos, es difícil reprimir las preguntas.

"¿De quién será esa sangre?" "¿Por qué la transportan de un dominio a otro?"

Me acomodo en mi rincón, todavía con la linterna del teléfono apuntando a las cajas.

"Debería echarles un vistazo pero si se enteran que he fisgoneado el cargamento no creo que les guste. No es una buena manera de causar buena impresión de primeras, eso está claro. Pero hay algo en éste olor que no me deja tranquilo."

Intento concentrarme en el traqueteo del vehículo. Recordar mi objetivo. Tengo que encontrar esa mujer. Salvaguardar a mi hermana.

Junto los dedos indices con los pulgares y me situo en padmasana, la posición de loto.