
LOS DRAGONES
Sin duda el clan más numeroso y poderoso de la Dacia, el territorio constituye el corazón del hogar de los Dragones. Desde tiempo inmemorial, los hijos del dios se han reunido en las montañas dacias para hablar sobre el futuro del clan, y varios linajes han competido por establecer sus dominios en un lugar que es considerado sagrado.
Hasta donde la mayoría de los Dragones pueden recordar, el anciano Yorak ha sido el guardián de la Dacia, el Primero en ausencia del Más Viejo, el Rey de Reyes. La conquista de la Dacia ha constituido una gran vergüenza para el clan, y Yorak ha cedido el trono, afirmando que quien recupere el dominio se convertirá en su sucesor.
Damek es el representante de los Dragones ante el Senado Eterno y los vampiros de Roma. Representa a los miembros del clan que han aceptado el orden romano, mostrándose aparentemente leal. En contraste, Noriz ha asumido el liderazgo de los Dragones dacios que no han aceptado la paz y continúan mostrándose beligerantes desde más allá de las fronteras de la Dacia.
Otros linajes de Dragones son visitantes ocasionales de la Dacia, ya sean los descendientes de Triglav, Djoukai, Byelobog, Dracon, y otros, de territorios más lejanos al este y el sur. También existen ciertos linajes de Dragones que han sido marcado como traidores y se les prohíbe acceder a los territorios sagrados del clan.
Damek
Damek fue en vida rey de una tribu dacia. Cuando nació, su padre había muerto unas semanas antes, y otros usurparon el trono que le correspondía por derecho. Sin embargo, cuando creció, se enfrentó a los usurpadores y terminó recuperándolo. Cuando tomó esposa, los dioses la reclamaron como sacrificio, pero Damek se negó a entregársela y se enfrentó a las serpientes monstruosas que vinieron a buscarla.
Fue su tenacidad la que hizo que terminara siendo Abrazado por el anciano Lambach, quien lo convirtió en guardián de Sarmizegetusa. El anciano había construido un laberinto de catacumbas bajo la ciudad, donde atesoraba la sabiduría y registros de los Dragones. Lambach viajaba a menudo, así que Damek gobernaba en su ausencia.
Cuando estalló la guerra contra los romanos, Damek recibió la orden de permanecer en la capital de los dacios, protegiéndola de la destrucción. Obedeció, y cuando la ciudad estaba a punto de caer, Lambach regresó, y envió a su chiquillo ante los vampiros romanos para que negociara la paz.
Damek aceptó la autoridad del Senado Eterno, a cambio de que los territorios de los Dragones dacios fueran respetados. La capital de la provincia no se instalaría en la capital de los dacios, sino que se construiría en otro lugar. Lambach y Damek evacuaron Sarmizegetusa y lanzaron una serie de hechizos para ocultarla de la vista de los mortales. Aunque parecía un conjunto de ruinas, las catacumbas milenarias que los Dragones habían construido bajo tierra permanecieron intactas.
Damek ha recibido el título de Princeps y es el representante de los Dragones de la Dacia frente al Senado Eterno. No da muestras de deslealtad, pero al mismo tiempo también procura ayudar a sus hermanos de clan que no aceptan la autoridad romana. Cuando la provincia romana es evacuada en el año 271 se retira la máscara, ejecuta a los rehenes romanos que tiene para garantizar la paz, incluyendo a su propia esposa, y ocupa su lugar junto al resto de Dragones.
Aunque Damek fue un rey guerrero, en los años desde su Abrazo ha adquirido una considerable sabiduría sobre las tradiciones de su clan, así como conocimiento de hechicería. Dispone de numerosos pueblos que constituyen su rebaño y ha creado una familia de ghouls que han mezclado la sangre de dacios y romanos. En su templo y fortaleza en las profundidades de Sarmizegetusa se sienta en un trono de huesos cubiertos de pieles oscuras.
La principal debilidad de Damek son las mujeres jóvenes; le gusta preparar jóvenes esposas, educándolas para las labores del matrimonio, antes de convertirlas en ghouls y darles el Abrazo en la noche de bodas. Sus esposas le sirven en su refugio antes de descartarlas, cuando otra joven atrae su atención. Si le han servido bien, la mayoría sobreviven, siendo enviadas con riquezas y servidores a las fortalezas bajo el dominio de Damek.
Damek mide más de dos metros de altura, mucho más que cualquier hombre mortal. Se muestra como un hombre de unos cuarenta años, de mejillas anchas, ojos azules y rasgos afilados. Tiene una espesa barba marrón oscura y bigote, y su largo cabello descansa sobre sus hombros, con algunas canas que le dan un deliberado aire venerable. Sus manos y piernas son robustas y musculosas, y viste con largas túnicas y mantos de piel de oso.
Abrazo: Hacia el 80.
Generación: 5ª
Via Regalis: 5
Noriz
Cuando Roma conquistó la Dacia, no todos sus habitantes se sometieron a los conquistadores. Varias tribus se exiliaron, huyendo más allá de los Cárpatos, y hubo dacios a cuyas tierras nunca llegaron los romanos.
Noriz se encontraba entre estos exiliados. Era un príncipe entre los dacios, el hijo de un jefe de tribu. Su padre había caído luchando contra los romanos y Noriz dirigió a los supervivientes de su tribu, regresando a su hogar, junto al río Danastris. Sin embargo, otros nobles dacios lo consideraban demasiado joven y débil, y cuestionaron que reinara sobre ellos.
Sabiendo que no tenía el poder suficiente y ante la posibilidad de ser asesinado, Noriz consultó a los sacerdotes de su tribu, y una mujer sabia le habló de una diosa que habitaba en las tierras desconocidas del este.
Una noche, Noriz desapareció y viajó en busca de la diosa. En su ausencia, hubo enfrentamientos por sucederle, y finalmente un nuevo jefe fue elegido tras un período de sangre y violencia.
Y de la misma forma que había desaparecido, años después Noriz regresó, cambiado, más terrible y poderoso, y con el poder de un dios corriendo por sus venas. Mató al advenedizo que se había sentado en su trono y comenzó un reinado de sangre que se prolongaría durante los siglos siguientes.
Compartió su poder con muchos guerreros de su tribu, y los envió a luchar contra los romanos y sus parásitos inmortales, tanteando sus defensas. Aprovechó los momentos de debilidad para cruzar las fronteras de la Dacia, acompañando de sus legiones de ghouls y chiquillos, y se retiraba de regreso a sus tierras junto al Danastris cuando la suerte le era adversa.
Con el tiempo Noriz se convirtió en el líder de los Dragones dacios que no reconocían la autoridad de Roma. Muchos de sus adversarios cayeron ante sus hordas, y él se deleitó con la sangre de sus enemigos, incrementando su poder. Desprecia a Yorak, al que acusa de haber abandonado la tierra que debía proteger, y ha derrocado a varios Dragones dacios a los que tacha de traidores, sustituyéndolos por su progenie.
Noriz aguarda el momento oportuno para volver a atacar, utilizando a las tribus de bárbaros para presionar a sus enemigos y preparando sus ejércitos. No tiene prisa. Disfruta con el caos y la barbarie que extiende a su paso, y aunque sus objetivos son claros, seguirá tenazmente sacrificando peones hasta derribar a sus enemigos.
Noriz tenía cerca de veinte años cuando fue Abrazado, aunque ha utilizado su poder para adoptar una figura más imponente. Es un guerrero dacio alto y apuesto, con larga melena negra, barba y bigote, pero en un momento puede convertirse en una abominación monstruosa, con un arsenal de carne y hueso para matar. En su forma humana utiliza los atavíos de un rey, con una armadura elaborada, una larga capa roja que se agita cuando camina y una oscura espada de hierro forjado. Quienes consiguen fijarse lo suficiente se dan cuenta de que su atavío está elaborado a partir de su cuerpo.
Abrazo: En algún momento del siglo I.
Generación: 5ª
Via Desideratio (Crudelitas): 6
Valeska
Valeska nació en una aldea en las montañas de los Cárpatos. Era la hija adoptiva de una hechicera que se comunicaba con los muertos, y de ella aprendió a usar la magia. Cuando llegó el momento, tomó el testigo de su maestra, y se dedicó a servir a su pueblo, como vidente, consejera y curandera.
Terminó enfrentándose a una de los no muertos, una hechicera como ella, pero que utilizaba una magia más oscura, y unida a las raíces de la tierra. Valeska perdió, y su adversaria le dio la muerte en vida, admirando su talento y su poder. Ella le enseñó que los no muertos también servían a la tierra a su manera, manteniendo a raya a los demonios que devoraban sus raíces, y procurando realizar los sacrificios propicios. Era una labor cruel, pero necesaria.
Cuando llegaron los romanos, con sus propios parásitos no muertos, Valeska luchó contra ellos, arrojándoles maldiciones y hordas de espíritus furiosos, pero no fue necesario. Como un ejército de insectos, por más que matara seguían viniendo más. Su sire y maestra cayó bajo el fuego y la espada, y en cuanto a Valeska, vinieron a ella de día y la hirieron, por lo que huyó y entró en letargo en las profundidades de los bosques dacios.
Despertó para descubrir que su pueblo había sido esclavizado, y que varios Dragones se habían inclinado ante el estandarte de Roma, mientras que otros habían seguido la vía del exilio para mantener su libertad. Sin estar segura de qué hacer, decidió consultar al anciano Yorak, el sire de su sire.
No resultó fácil. Yorak valoraba mucho su intimidad, y desde la conquista romana se había aislado todavía más sobre sí mismo, rechazando incluso a sus compañeros de clan. Finalmente Valeska pudo acceder al umbral de la Catedral de Carne y solicitar una respetuosa audiencia. El anciano escuchó la petición de consejo de Valeska y finalmente le ofreció convertirla en su aprendiz.
Diez años después Valeska surgió cambiada de las profundidades de los Cárpatos, dispuesta a convertirse en la voluntad de Yorak. Desde entonces ha enseñado a una nueva generación de hechiceras, ha tendido puentes entre los Dragones dacios, entre los que han reconocido la autoridad de Roma y quienes mantienen su rebeldía. Viaja a menudo entre dominios, transmitiendo mensajes y ofreciendo consejos. Quienes la reciben, saben que es la mensajera del anciano Yorak.
Cuando las fronteras de Roma se debiliten, la telaraña de intrigas y secretos de Valeska estará preparada, y ella y sus discípulos acudirán para asistir a los Dragones, permitiéndoles recuperar la soberanía usurpada de sus tierras. Valeska se sentará junto a los líderes del clan, y cuando la guerra termine, se desilusionará cuando comiencen las rencillas internas y el orden que ha contribuido a construir comience a agrietarse.
Valeska era una mujer de unos treinta años cuando fue Abrazada, pero ha cambiado mucho desde entonces debido a las enseñanzas que ha recibido, tejiendo su cuerpo para darle una forma inhumana. Aunque puede manifestar muchas formas, cuando se manifiesta en su refugio es una criatura de largos brazos y piernas, con filas de espinas que recorren su cuerpo. Lleva pinturas tribales y amuletos de los antiguos dioses, y el aura que la rodea es inquietantemente gélida. Los espíritus la siguen de cerca.
Abrazo: 124 a.C.
Generación: 6ª
Via Metamorphoses: 7
Lambach
Lambach nació hace mucho tiempo, en un linaje de gran poder y riqueza, y que al mismo tiempo eran los esclavos de un dios. El dios lo hizo criar con otros nueve hermanos y hermanas, y quienes lo educaban lo encontraban enfermizo y débil, así que pronto perdieron el interés por él. Sin embargo, cuando creció y alcanzó la madurez, se hizo saber que uno de ellos, y sólo uno, sería elegido para recibir la divinidad.
Los celos entre hermanos derivaron en desconfianza, envidia, y finalmente violencia. Hubo sangre, veneno, y cuando todo terminó, sólo quedaba el temeroso Lambach, al que todos consideraban débil, pero a quien el miedo le había enseñado cómo sobrevivir cuando parecía que todo estaba en su contra.
Y finalmente el dios acudió a reclamarlo. En ese momento, Lambach tuvo miedo, pues no sabía lo que era la divinidad. No recuerda el Abrazo, sólo fragmentos de un proceso que lo llevó de la agonía al éxtasis y finalmente, renació como un dios.
Lambach ha acompañado al Dragón Más Viejo desde entonces. Conscientemente o no, ha sido testigo de gran parte de la historia de su clan. Estuvo presente cuando fue aparentemente destruido, y entonces se creyó que era libre. Se asentó en la tierra de la Dacia a las sombras de los Cárpatos. Debatió con sus hermanos de sangre e incluso creó una progenie de servidores.
Y entonces el dios regresó. De alguna forma Lambach sintió en su carne que había regresado. Yorak convocó a Lambach y le mostró lo que había ocurrido. Debían custodiarlo, debían guardarlo de sus enemigos, hasta que estuviera preparado para resurgir y sentarse de nuevo como un dios entre su progenie.
La llegada de Roma fue un estorbo. Los invasores superaban a los dacios, pero no debían perturbar el sueño del Dragón Más Viejo. A instancias de Lambach, los Dragones dacios hicieron la paz con los vampiros romanos, se inclinaron y aceptaron el nuevo orden. Otros Dragones llamaron traidor y cobarde a Lambach por lo que había hecho, y algunos incluso creyeron que había enloquecido.
Pero Lambach sólo estaba siendo un buen hijo, protegiendo el descanso de su padre. Era necesario que la Dacia permaneciera en paz, al menos durante un tiempo, hasta que llegara el momento. Desde la conquista romana, ha dejado los asuntos de su familia y de sus descendientes en manos de su chiquillo Damek, que custodia su refugio en las catacumbas bajo Sarmizegetusa. Como su padre, Lambach ha decidido dormir durante un tiempo, pero cuando las fronteras de Roma se desmoronen, estará preparado junto a sus hermanos para tomar retribución.
Lambach no suele hacer alarde de la monstruosidad de los ancianos Dragones, aunque lo cierto es que puede tomar cualquier forma en un momento. Cuando se muestra, a menudo adopta la forma de un hombre delgado, de aspecto discreto y aparentemente irrelevante. Aunque en estas noches muchos lo consideran débil y cobarde, ninguno de los que se han atrevido a alzarse contra él o incluso osado robar su sangre, han regresado. Muchos no creen en la fuerza de Lambach, sino en otro poder que lo protege.
Generación: 4ª
Yorak
Hace mucho tiempo, Yorak era la Suma Sacerdotisa de un culto que surgió en torno a los montes Cárpatos, mucho antes de que esas tierras recibieran el nombre de Dacia. Realizaba sacrificios para un sangriento dios de los bosques llamado Kupala, disfrutando del poder que recibía.
Sin embargo, no estaba sola. Había hombres y mujeres que podían tomar la forma de los lobos, y que adoraban a su propia diosa madre de la tierra y a su consorte, un oscuro dios de los cielos y la tormenta. Los lobos le declararon la guerra a Yorak y su dios, y finalmente lo derrotaron. Sin embargo, aunque lo despedazaron, no pudieron matarlo del todo, así que encerraron su corazón en las profundidades de las montañas.
Yorak desesperó, sola y herida, hasta que del este llegó otro dios, un Dragón poderoso y terrible. Yorak se sacrificó a él a cambio de que liberara a su propio dios. Y aceptó. El dios del este le dio su sangre, y con su ayuda, los lobos fueron derrotados y expulsados. El corazón del dios Kupala fue liberado y Yorak lo plantó en la tierra, y como una hiedra venenosa, extendió su influencia.
Kupala le dio poder a Yorak y al Dragón, y su magia se extendió en su linaje. Sin embargo, semejante poder atrajo la envidia de otros dioses. Hubo acusaciones y finalmente estalló de nuevo la guerra. El Dragón fue traicionado y terminó cayendo en su fortaleza a manos de un guerrero que llevaba la luz en su frente.
Sin embargo, tan grande era el poder del Dragón, que consiguió escapar de las garras de la muerte, y renació de nuevo a través de otro de sus chiquillos, que se lo entregó a la custodia de Yorak. Mientras el Dragón se recuperaba, Yorak asumió el liderazgo de su clan, extendiendo las enseñanzas de la magia de la sangre a través de Kupala y de la filosofía del cambio. Poco después comenzó la construcción de la Catedral de la Carne, un altar colosal en el que se sacrificaron cuerpos y almas, y que serviría para recuperar al Dragón. Durante este período también se tomaron varios linajes de servidores, que se convertirían en las primeras familias de aparecidos.
Roma llegó a las tierras de los Dragones demasiado pronto. Yorak estaba dedicado a recuperar a su amo, y sabía que si la guerra llegaba hasta su hogar, el Más Viejo podría resultar amenazado. Otros Dragones le pidieron ayuda, pero Yorak se atrincheró en las montañas, ante la frustración del resto de su clan. Cuando las legiones romanas comenzaron a arrasar las tierras de la Dacia, Yorak se acercó a Lambach y le hizo saber que necesitaban acabar con la guerra pronto para proteger al Más Viejo.
Y así los Dragones pactaron con el Senado Eterno, lo que provocó ira y frustración entre las filas del clan. Yorak renunció al liderazgo, anunciando que cedería su posición a quien consiguiera retomar las tierras de la Dacia, y dejó la lucha en manos de los más jóvenes, al menos aparentemente. Desde su fortaleza en las profundidades de los Cárpatos continuó cultivando la magia de la sangre, y en las fronteras, agitó a las tribus bárbaras y ofreció su favor a varios vampiros, Brujah, Gangrel y Dragones, a cambio de que atacaran las fronteras de los romanos.
Durante la época romana, Yorak permanece la mayor parte del tiempo encerrado en la Catedral de Carne en los Cárpatos, custodiando al Dragón. Sus servidores y descendientes se encargan de traerle un tributo en sangre, mientras el templo de Yorak crece poco a poco en poder, una construcción fascinante y monstruosa que con el tiempo se convertirá en una leyenda.
Hace tiempo que las artes de la metamorfosis de Yorka le han permitido trascender cualquier forma. Puede manifestarse como cualquier cosa o persona en cualquier momento, desde una mosca en una pared a una monstruosidad surgida de los miedos primordiales de la humanidad. Sin embargo, cuando trata con visitantes o discípulos de su culto, a menudo se manifiesta como una figura anciana y marchita de sexo indefinido.
Generación: 4ª
EL DIOS DE LOS DRAGONES
¿Qué piensa un dios? ¿Cuáles son sus intenciones? Aunque filósofos y religiosos han tratado de contestar a esta pregunta durante siglos, incluso en una época en la que los dioses caminan sobre la tierra resulta difícil de responder. Un dios, incluso un dios de la sangre entre los vampiros, es una criatura en gran parte inhumana y cuya voluntad no resulta fácil de entender.
Aquél que llaman El Más Viejo, el Dragón y con otros nombres, es un dios especialmente enigmático. Los vampiros de Roma creen que no es uno de sus dioses, sino un Titán, uno de sus adversarios, un progenitor de monstruosidades, que durante milenios sembró el terror a su paso, en las tierras del este.
Finalmente el reinado del Más Viejo terminó con la guerra. Hay quienes dicen que otro dios, o uno de sus campeones, acabó con él, en un combate titánico que cambió la forma del mundo. El Dragón luchó feroz, y en los estertores de la muerte también acabó con quien se había atrevido a desafiarlo.
Pero no murió.
El poder del dios era demasiado incluso para la mismísima muerte. Renació a través de uno de sus hijos, en un grotesco embarazo y parto, una criatura inhumana de carne y de hueso, o una monstruosa semilla, o un huevo, que contenía la esencia del Más Viejo.
Todavía demasiado débil, y sin haber recuperado todas sus fuerzas, el Dragón fue puesto al cuidado de Yorak. Éste comprendió que aunque el dios había renacido en la carne, su mente había resultado dañada. Construyó una cuna de carne y de hueso, los cimientos de lo que daría lugar a la Catedral de la Carne, y con la ayuda del dios Kupala, que era aliado del Dragón, preparó la resurrección -o reconstrucción- completa de su sire.
Bajo la influencia de Kupala y la tierra de la Dacia, el Dragón comenzó a crecer de una forma completamente inhumana, extendiéndose como una enredadera, pronunciando murmullos incomprensibles. Sin embargo, el esfuerzo de Yorak finalmente dio sus frutos, y con el tiempo comenzó a dar sentido a esas palabras. De esta manera, en el corazón de la Dacia, el Más Viejo crece y aprende, mientras extiende su influencia de forma sutil, como una enfermedad.
Mientras sus descendientes luchan y caen, el Más Viejo bebe la sangre y las almas de los sacrificios, fortaleciéndose y extendiéndose a través del templo que Yorak le ha construido y del poder que Kupala le concede a través de la tierra. Otros vampiros también adoran a Kupala bajo diversos nombres, entre ellos el dios Silvano, y sin saberlo, contribuyen a darle fuerza y poder. De vez en cuando el Dragón se manifiesta de forma extraña, a menudo imitando las criaturas que le rodean: árboles, plantas, bestias. En varios rincones de la Dacia comienzan a aparecer flores rojas que son conocidas como Flores de Fuego, y que parecen tener un potencial mágico.
Cuando los romanos se retiran de la Dacia, Yorak considera que ha llegado el momento de dar otro paso para asegurar el regreso de su sire. El cuerpo del Dragón es trasladado a las catacumbas de Sarmizegetusa, donde Lambach y sus servidores han acumulado una enorme biblioteca con el saber del clan. El Dragón sigue durmiendo, pero sobre su tumba comienza a crecer un árbol que da frutos de sangre, y cuyas raíces continúan extendiendo su influencia a través de la tierra. El Dragón crece cada vez más, y poco a poco va retomando sus planes, planeando vengarse de quienes le traicionaron y llevar a la guerra a sus rivales, los otros dioses. En ese momento resulta difícil distinguir cuál es la voluntad del Dios de los Dragones y cuál la del dios Kupala.