Re: "Countdown" 6
Publicado: 05 Jun 2025, 20:33
El chirrido metálico de sus pasos sobre la escalera de servicio resonó más de lo que debería. Una hebilla suelta, una tabla floja... no importaba. El sigilo se rompió en mil pedazos como una promesa mal hecha. Nyx se quedó inmóvil un segundo, el eco de su error rebotando en las paredes del pasillo trasero del museo.
Fue entonces cuando lo sintió.
Como si algo dentro de él se hubiese descosido. Una irritación punzante le recorrió la espalda, subiéndole por la nuca. Ese error no era suyo. No debería haber estado ocultándose en primer lugar. ¿Quién había decidido que debían actuar así? ¿Montecristo? ¿Pagliacci? ¿La maldita Mascarada? ¿El mundo?
Estaba harto.
Apretó los dientes, bajó los escalones de dos en dos y empujó la puerta trasera. El callejón lo recibió con un aliento sucio de gasolina y humedad. El sonido de los motores llegó a sus oídos incluso antes de verlos. Una caravana de motos venía rugiendo desde la esquina, como un enjambre de acero y cuero.
Y ahí estaba. La excusa perfecta.
Los miró avanzar con paso firme, sin esconderse, sin dudar. Ellos no esperaban encontrar resistencia. Nadie la esperaba de alguien como él. Era el momento ideal para romper la narrativa.
Se plantó a media calle. Las luces delanteras de las motos se clavaron en su abrigo como faros en la niebla.
-¿Venís a por nosotros?
Gruñó, alzando la voz para hacerse oír sobre los motores
-Pues bien. Aquí estoy.
Se llevó la mano al interior de la chaqueta, no por necesidad táctica, sino por el puro placer de tensar la situación, de arrastrarlos fuera de su línea recta, de prender la mecha. Tenía que hacer que cambiasen de opinión. Tenía que trastocar el plan. O reventarlo.
Porque no era un peón más. Porque alguien tenía que empezar a empujar las piezas al revés.
Fue entonces cuando lo sintió.
Como si algo dentro de él se hubiese descosido. Una irritación punzante le recorrió la espalda, subiéndole por la nuca. Ese error no era suyo. No debería haber estado ocultándose en primer lugar. ¿Quién había decidido que debían actuar así? ¿Montecristo? ¿Pagliacci? ¿La maldita Mascarada? ¿El mundo?
Estaba harto.
Apretó los dientes, bajó los escalones de dos en dos y empujó la puerta trasera. El callejón lo recibió con un aliento sucio de gasolina y humedad. El sonido de los motores llegó a sus oídos incluso antes de verlos. Una caravana de motos venía rugiendo desde la esquina, como un enjambre de acero y cuero.
Y ahí estaba. La excusa perfecta.
Los miró avanzar con paso firme, sin esconderse, sin dudar. Ellos no esperaban encontrar resistencia. Nadie la esperaba de alguien como él. Era el momento ideal para romper la narrativa.
Se plantó a media calle. Las luces delanteras de las motos se clavaron en su abrigo como faros en la niebla.
-¿Venís a por nosotros?
Gruñó, alzando la voz para hacerse oír sobre los motores
-Pues bien. Aquí estoy.
Se llevó la mano al interior de la chaqueta, no por necesidad táctica, sino por el puro placer de tensar la situación, de arrastrarlos fuera de su línea recta, de prender la mecha. Tenía que hacer que cambiasen de opinión. Tenía que trastocar el plan. O reventarlo.
Porque no era un peón más. Porque alguien tenía que empezar a empujar las piezas al revés.